jueves, 24 de septiembre de 2020

Merced

 

Mercedes ( cuya fiesta se celebra hoy, especialmente en Barcelona cuya protectora es la Virgen Maria de las Mercedes) y Mercurio tienen el mismo origen: merces, en latín , recompensa, bien (es, por ejemplo, lo que debemos a alguien), y deriva de merx: mercancía.

Mercurio era el dios romano del comercio por su capacidad de desplazarse rápidamente y de velar por la seguridad de las vías. Como anécdota, se equiparó a Hermes, dios griego de los desplazamientos y las vías de comunicación, incluso entre la tierra  y el Hades, y por tanto de quienes tienen que escapar siempre: los ladrones -a quien sin duda la Virgen de las Mercedes no debe de acoger bajo su manto.

Merced, o mejor, vuestra merced, es una expresión que denota respeto pues implica que estamos en deuda con quien nos recibe, y que se abreviaba o se abrevia como V.d. (o Ud), lo que ha dado la palabra Usted, que denota precisamente respeto, la importancia o el valor que concedemos a quien acepta hablar con nosotros,  lo que no tiene precio.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

La mirada estética

 Teorizar, como ya hemos comentado, significa, literalmente mirar atentamente. Una teoría, en griego, era un espectáculo digno de verse .entre los que destacaban las procesiones; y procesión o desfile aún se dice teoría-, y un teórico era un espectador. 

El objeto que nos llama la atención, y se convierte en el objeto de nuestras atenciones o desvelos, se encuentra ante nosotros. El encuentro puede haber sido buscado por nosotros (o por el objeto), o puede haber sido fortuito. Lo que se ha producido es un reconocimiento mútuo. El objeto no nos deja indiferente; no pasamos de largo, sin ni siquiera echarle el ojo; simultáneamente, el objeto ha decidido abrirse a nosotros, comunicarse con nosotros, revelarse. Mientras unos desfilan sin entender qué es y qué significa lo que se interpone en su camino, para otros, por el contrario, el objeto les "habla", y disfrutan y se enriquecen con lo que la obra tiene a bien contarles. Joan Miró se refería a esos encuentros casuales con guijarros a los que, inesperadamente, convertía en obras suyas o, mejor dicho, a los que rendía un homenaje poniéndolos en un "altar" -extrayéndolos de un entorno amorfo, carente de cualidades.  

La obra nos hace estar atentos; nos convierte en seres sensibles, que se dan cuenta de dónde están, qué hacen y quienes son. De pronto, somos conscientes de lo que nos ocurre. La obra actúa como un espejo en el que nos miramos y nos vemos. La obra nos expone lo que somos. Nos "personaliza"; nos "distingue", nos hace distintos y distinguidos. La obra es una voz que nos interpela, nos llama -y no podemos no prestarle atención. 

Pero el encuentro también permite singularizar el objeto. Confundido entre otros entes, indistinguible de lo que lo rodea, nuestra mirada -y nuestra razón que al momento se pregunta por la "razones" del objeto, por lo que puede significar- reconoce, separa y exalta lo que salta a la vista. Nuestra mirada atiende a la imagen del objeto. Lo envuelve. Lo convierte en un ser dotado de presencia. Ya no es un ente (inerte), sin "personalidad". Nuestra mirada, una mirada atenta y respetuosa, que no es ávida, indiferente ni menospreciativa, que manifiesta interés por lo que "es" lo que observa, desvela -o concede- el ser a las cosas con las que cruza la mirada.

 La mirada estética no es pasiva; no consiste en un mero registro de lo que hay, sino que, activa y creadora, desvela que las cosas son, les concede en el fondo el ser. Entre la creación y la admiración no existen diferencias: ambas son acciones que tienen como fin o como consecuencia enriquecer el mundo, dotándolo de nuevos seres, y enriquecernos.  

   

domingo, 20 de septiembre de 2020

Inmisericordia

 


...con inquilinos...

Anuncio de gran tamaño en una calle de Barcelona, a plena luz del día


RAGNAR KJARTANSSON (1976): THE SKY IN A ROOM (EL CIELO EN UNA ESTANCIA, 2018-2020)


Ragnar Kjartansson es un artista islandés.

La obra, una "performance", consiste en la incesante repetición, durante horas, días y meses, de una popular canción italiana de finales de los años cincuenta,del siglo pasado que cuenta la historia de la desaparición de los muros de un presidio (un burdel) gracias precisamente a esta canción. 
Una multitud de cantantes y músicos, acompañada por un órgano, la interpretan en la iglesia manierista milanesa de San Carlo al Lazzaretto, obra de Pellegrino Tibaldi, a finales del siglo XVI, construida tras una plaga de peste..

sábado, 19 de septiembre de 2020

En el nombre de Platón

Platón no se llamaba Platón...

 Platón escribió acerca de una República ideal; una ciudad estado armónica, que no era sino la imagen de una estructura anímica, un modelo de cómo ser, estar y comportarse. La ciudad exterior era una imagen de la ciudad interior. un mundo pacífico y regulado, iluminado por la luz que el alma atesoraba de sus años en contacto con el uno, antes de encarnarse. Años más tarde, y teniendo también como referente el apocalipsis de juan, San Agustín, de formación griega, escribiría sobre la Ciudad de Dios.

Platón, al final de su vida, escribió un texto más sombrío o desencantado -y desde luego menos encantador-: las Leyes, una descripción del intento de organización de una ciudad terrenal. 

Del mismo modo, Platón, al final de su vida, habría viajado en tres ocasiones a Siracusa, invitado por el tirano Dionisio II, fascinado por el texto de la República que su tío, el filósofo Dion le dio a conocer -una estructura bajo el mando único de un ser supremo- y curioso de conocer de viva voz las visiones de Platón. Los tres viajes concluyeron del mismo modo. Platón, a cada vez, huyó de Siracusa de vuelta a Atenas, temiendo por su vida, tras descubrir el verdadero rostro de Dioniso, un supuesto "amigo de la sabiduría", pero en verdad un tirano ávido de poder. 

Platón habría intentado no quedarse en el invisible mundo de las ideas -aunque idea, en griego, significara forma característica que define lo que uno "es", una forma terrenal aunque quizá desdibujada por la materia de la que es imposible a veces desgajarse u olvidarse.

Platón se llamaba Aristón o Aristocles. Platón era un apodo. En griego platus significa ancho y plano y, en concreto, ancho de espaldas (plate es omoplato, y platos, anchura de un ente fuerte y masivo). Platón era un luchador de pancracio, de lucha libre mezclada con boxeo, un ejercicio físico, violento, sin duda, que se practicaba en los juegos olímpicos, esto es en los juegos en honor de Zeus, dios de Olimpia, una práctica sagrada a través de la cual los jugadores se sacrificaban, entregando su fuerza, a veces su vida, en honor de la divinidad. Platón tenía un cuerpo hercúleo, tan ancho de espaldas que dicha característica se convertiría en su apodo, con el que se recordaría, sustituyendo a su nombre.

No se sabe a fe cierta si Platón participó en unos juegos olímpicos, ganando en un par de ocasiones. En verdad poco sabemos de su vida. pero sí sabemos que emprendió su "camino a Damasco", cuando tuvo una revelación al encontrarse, subyugado, por Sócrates, a quien convertiría en una figura literaria, teatral el protagonista de muchos de sus diálogos -que eran obras teatrales o tenían la estructura de una obra de teatro.

Antes del encuentro con Sócrates, Platón habría mordido mucho polvo. Quizá por eso, descubrió y apreció la luminosidad de las ideas, la fuerza de las formas capaces de aguantar el envite de la tierra.

jueves, 17 de septiembre de 2020

GILLIAN WEARING (1963): LOCKDOWN (ENCIERRO, 2020)

 


La máscara es traslúcida, fácil de llevar y de quitar; pero, debajo, cubierta por la máscara anterior, una segunda máscara: nuestro propio rostro, del que es imposible desprenderse -por las buenas.
En griego, una misma palabra, prosopon, significaba tanto rostro cuanto máscara; esta confusión no implicaba que el rostro escondiera lo que uno “es”, sino que, por el contrario, gracias a las máscaras, lo no que “era”, los héroes y los dioses, se presentaban visiblemente ante los fieles, portados por los sacerdotes o los actores, que cedían su puesto a los entes invisibles encarnados.
Hoy, esta consideración se ha invertido, y la verdadera máscara que portamos día y noche es la cara de circunstancia, o impávida, que ponemos cuando nos enfrentamos a las diversas situaciones en las que nos vemos inversos.
Una máscara, empero, que también se puede levantar, sostiene la artista británica Gillian Wearing, ganadora del premio Turner en 1997, gracias al autorretrato que no sea complaciente.

La artista expone esta obra, en estos momentos, en una galería londinense.

sobre esta artista, véase, por ejemplo, este enlace.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

PAUL MEFANO (1937-2020): MÉMOIRE DE LA PORTE BLANCHE (1991)


El mejor compositor francés contemporáneo, fallecido hoy, Paul Mefano, era iraquí, nacido en Basora

Sobre este compositor, véase, por ejemplo, este enlace