lunes, 9 de noviembre de 2020

¿Pintura?



Finas Miralles, ayer (pintura) y hoy (reconstrucción de instalaciones del pasado), MACBA


Quizá la pregunta no debiera plantearse, o ésta no tenga una sola respuesta. Quizá la pregunta se base en un hecho o un problema inexistentes, fruto de una ilusión o la ignorancia, o la respuesta requiriera tales matices que mejor fuera no plantear pregunta alguna....

El arte contemporáneo occidental o marcado por Europa y los Estados Unidos, principalmente, de los años sesenta y, sobre todo setenta del siglo pasado, rompió con las convenciones artísticas, ya sacudidas por el dadaísmo a principios del siglo XX.  El videoarte empezaba con fuerza y las "performances" o acciones eran moneda corriente desde mediados de los años cincuenta. Las instalaciones tampoco eran flores de un día.

Debido a su naturaleza efímera, "performativa", y a técnicas obsoletas (primeros vídeos, películas en Super 8) que requieren proyectores que ya no existen, pocas obras han sobrevivido fuera de una abundante documentación textual y gráfica que da cuenta de lo acontecido.

Por este motivo, algunas instalaciones y acciones se vuelven a escenificar en exposiciones temporales monográficas. Un recuerdo de viejos tiempos que intentar volver a la actualidad.

Cuando los recuerdos cobran vida.... 

Pero mientras, las borrosas fotografías en blanco y negro, las filmaciones rayadas y mal calibradas, y los pasquines fotocopiados, recrean una imagen de acontecimientos fulgurantes e incomprensibles, las recreaciones actuales, revelan, de pronto, la tristeza (por no decir absurdidad o inanidad) de aquellas obras. Sorprendían, fascinaban, repelían o indignaban. Daban lugar a análisis teóricos. Abrían nuevos mundos. Clausuraban tradiciones incapaces de atender a los tiempos. Hoy, la mayoría producen cierto sonrojo. Se desfila ante ellos cuando quien paso de largo ante un baúl apolillado.

Han pasado cincuenta años, en ocasiones. ¿Acaso es un tiempo suficiente para juzgar con cierta perspectiva? Las miradas actuales ¿son más certeras u "objetivas" que los deslumbrados ojos de la segunda mitad del siglo pasado? ¿Han pasado demasiados años, o los años pesan, que nos impiden ya emocionarnos ante lo que sobrecogía y parecía abrir puertas y ventanas? ¿Estas obras se han hecho mayores, muy mayores, o somos nosotros que ya no tenemos la agilidad mental suficiente para seguirles el sinuoso recorrido?  ¿Lo tuvieron, y deslumbraron, como los afeites de un charlatán, o hemos pedido el tren?

Algunas obras, de los Accionistas vieneses, de los años sesenta, por ejemplo, no han perdido acidez, aún revuelven las tripas y son difíciles de contemplar -como lo son las películas "giallo" italianas de aquellos años, pero, más allá del revoltillo sanguinolento, cabría preguntarse si, cuando cesa el efecto perturbador, queda un poso de inquietud, o tan solo una distracción desagradable pero sin consecuencias.  

Sorprende, sin embargo, descubrir que algunos -o la mayoría- de los artistas de vanguardia de aquellos años, pintaron y dibujaron. Y muchas de estas obras, pocas veces expuestas, quizá percibidas como vergonzosas concesiones, o pecados, tienen mucha más entidad que sus furibundas hermanas. 

Así como las acciones, las instalaciones, los videos parecen, a veces, agotarse, porque nuestra capacidad de sorprendernos se vuelve cada vez más roma, artes inmemoriales como el dibujo y la pintura "resisten". No sé si es debido al poso de la tradición con la que estas artes juegan, a las limitaciones o dificultades técnicas y compositivas -la existencia de un soporte bidimensional-, pero el que no todo sea posible, y la necesidad de cierto dominio del medio llevan a un arte más reflexivo, menos impactante, que juega con el tiempo, pasado, presente y futuro, que responde a un pasado que le reta y que, por tanto requiere estar a la altura de lo que le precede, so pena de pasar sin pena ni gloria. Las artes plásticas, como la música y las letras siguen, después de milenios, alimentando nuevas creaciones que ofrecen una meditada, indignada o pausada, reflexiva o furiosa -pero cuya furia el trabajo templa- mirada sobre el mundo, mientras que las parcelas del mundo que las artes performativas, sin raíces, trasplantan al mundo del arte, acaban por no echar raíces, tras un fulgurante, y breve, florecimiento.   

  

sábado, 7 de noviembre de 2020

HORACIO (65 aC-8 dC): ODA (CARMINUM) I, 11: NO PRETENDAS SABER.... (23 aC)


"No pretendas saber, pues no está permitido,

el fin que a mí y a ti, Leucónoe,

nos tienen asignados los dioses,

ni consultes los números Babilónicos.

Mejor será aceptar lo que venga,

ya sean muchos los inviernos que Júpiter

te conceda, o sea éste el último,

el que ahora hace que el mar Tirreno

rompa contra los opuestos cantiles (...)"

 

ROSA AMORÓS (1945): PATHOSFORMEL (2020)

 













Fotos: Tocho, noviembre de 2020 

La actual exposición de la artista (pintora, dibujante, escultora, ceramista) y coleccionista de arte "primitivo" -de algunas culturas africanas, del sudeste asiático, de la américa precolombina, y del Tibet, Rosa Amorós, presenta, de un mismo modo y juntas, relacionándolas entre si, en una única estantería metálica, con las piezas al alcance de la mano, obras suyas y de su colección, hasta el mes de febrero, en una galería de Barcelona.

El título de la muestra se basa en un concepto ( un tanto confuso) del historiador del arte alemán Aby Warburg (1866-1929): Pathosformel o Formas de expresión, y que se refiere a plasmaciones formalmente parecidas de unos mismos sentimientos, de dolor, alegría, rechazo o simpatía, ante el mundo, en culturas y épocas diversas, expresiones que se manifiestan a través de la figura humano, sus gestos, sus caras, su manera de estar en el mundo. 

Un concepto con el que Warburg trataba de interpretar toda la creación humana, obviando, en parte, que la forma de expresarse varía con las culturas y épocas, y que un mismo gesto adquiere significados muy distintos, aunque esté causado por una reacción ante el mundo, comunicada a través de dicha expresión; un título, sin embargo, particularmente adecuado para manifestar las relaciones entre las hermosas obras de cerámica de la artista, que conviven, responden , se relacionan con obras de otras culturas y otras épocas, obras a menudo antropomórficas, talladas, modeladas o moldeadas, de madera ennegrecida, piedra, terracota o bronce, estatuas, máscaras y amuletos, y que permiten discernir rasgos humanos en las obras, a veces, abstractas, o informes de la artista, viendo en ellas reacciones pasionales ante lo que nos ocurre.

Pocas veces, obras tan distintas, en apariencia, han podido compartir un mismo espacio con tanto fundamento. Las relaciones no son obvias ni superficiales; mientras uno da vueltas alrededor del expositor, alzando y bajando la vista, se da cuenta que obras que nunca habrían podido encontrarse, comunican o sugieren una misma impresión que Rosa Amorós apunta pero no impone.   

Una exposición para visitar lentamente y en silencio

viernes, 6 de noviembre de 2020

MARCIAL (40-104): LA DULCE DERROTA Y LA VICTORIA INSOPORTABLE (80 dC)

  

"La dulce derrota y la victoria insoportable 

El ceder ante uno más fuerte es conseguir el segundo puesto del valor; la victoria insoportable es la que logra uno más débil que tú."

Marcial: Epigramas, XXXII



jueves, 5 de noviembre de 2020

Al día de hoy

«Vous dites: Où vas-tu? Je l’ignore ; et j’y vais» 

(Victor Hugo: "Écrit en 1846", VI, Les contemplations, II)


"Decís: ¿Dónde vas? Lo ignoro: y allá voy"

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Al salir de clase

 Una mano se levanta. El estudiante plantea una pregunta en relación a lo que explico. Antes de que le conteste, otro estudiante alza a su vez el brazo y responde. Una tercera voz se anima a completar o matizar la respuesta anterior. Y, de pronto, cinco estudiantes, dispersos en el aula, relativamente llena, dialogan sobre un tema que, suscitado por las explicaciones, va mucho más lejos de lo que me hubiera imaginado. Una nueva voz se suma. Los comentarios sobrevuelan el aula. Apenas intervengo, aunque aporto una opinión u, ocasionalmente respondo, entrando a formar parte de ese círculo de voces. Y pasan las dos horas en las que la clase se ha construido con los comentarios, agudos e inesperados, a veces esperables y otros sorprendentes, que denotan experiencias que no tengo y desconozco, de unos estudiantes, que no están necesariamente en primera fila.

No, esta situación no se daba en cada clase. Acaso en un par o tres ocasiones. Pero llevan las explicaciones por caminos que desconocía.

El resto del tiempo, hablo solo. Alguna pregunta completa o matiza las explicaciones. Pero el monólogo, o el silencio entre las sillas, no es el silencio de los cementerios. Llega la hora de finalizar la clase. Los estudiantes se levantan, recogen sus cosas y van saliendo. Sin embargo, una corta fila se forma ante la tarima, frente a mi mesa, delante de la pizarra cubierta de tiza, sobre la que descansa el ordenador. Algunas preguntas son de contestación rápida. Piden datos sobre fechas de exámenes o de entrega de trabajos. Otras, en cambio, expresan visiones o experiencias personales, recordadas por el desarrollo de la clase. Las respuestas se alargan. Dan lugar a nuevas preguntas o comentarios. Pero ya los estudiantes de la siguiente clase van entrando en el aula, mientras el profesor aguarda algo impaciente a que salgamos todos. Invito a dejar el aula apresuradamente, pero no a interrumpir la conversación, que prosigue, tras saludar al profesor entrante y excusarme por la tardanza en salir, en el pasillo, o incluso en el despacho o, en función de la hora, en el bar o la terraza, quedando incluso tras la clase siguiente, para seguir comentando lo que los estudiantes inquieren. Esos diez minutos, este cuarto de hora, vale por toda una clase. Se toma el pulso de lo que los estudiantes piensan, creen y aportan. Y determinan, seguramente, cómo se organizará la clase siguiente.

Eso ocurría hasta el fatídico trece de marzo pasado.

Desde entonces, sentado ante la pantalla, llegada la hora, tras alguna pregunta o comentario dentro del horario, acerco el índice al signo de teléfono que aparece abajo de la imagen, y aprieto la tecla. En un abrir y cerrar de ojos, la imagen de los estudiantes se esfuma. Y se pierde, no se sabe hasta cuando, lo que daba sentido a la clase. La interacción con los estudiantes fuera de hora, en la que participaban hasta quienes, tímidos o reservados, no se atrevían a levantar la mano en medio de la clase plena.

Nunca la expresión educación a distancia a adquirido un significado más punzante. Queda por saber si se puede aun utilizar el sustantivo educación.  

martes, 3 de noviembre de 2020

DANZA Y ARQUITECTURA - PAM TANOWITZ (1969) & RUSSELL JANZEN (1992): SOLO FOR RUSSELL 1-5 (2020)



La filmación del ballet dura los seis primeros minutos.

Sobre la coreógrafa norteamericana Pam Tanowitz véase su página web