viernes, 26 de marzo de 2021

Bagdad, 1953-1983


Denise Scott-Brown & Robert Venturi: edificio de la calle Khufala, 1980


Walter Gropius: mezquita del campus universitario de Bagdad, 1957



Konstantinos Doxiadis y Hassan Fathy: modelos de casas para distintos estratos sociales, 1957



Alvar Aalto: Museo de Bellas Artes, 1956






Frank Lloyd Wright: Ópera, 1955


Le Corbusier: Gimnasio, 1956
 

Ricardo Bofill y Taller de Arquitectura: Mezquita del Viernes Santo, 1980




Ricardo Bofill y Taller de Arquitectura: Barrio de Bab el Sheik, 1980


Gio Ponti: Ministerio del Desarrollo, 1956





Denise Scott Brown y Robert Venturi: Mezquita del Viernes Santo, 1980
 

Fotos: Tochoocho, fotos de trabajo en las reservas donde se guardan las maquetas, marzo de 2021


En 2007, los estudiantes de una asignatura optativa, impartida por el profesor Juan Puebla (fallecido el año pasado), en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, realizaron maquetas de proyectos, construidos o no, que grandes arquitectos del siglo XX (Le Corbusier, Wright, Gropius, Aalto, Ponti, Sert) realizaron, por encargo del rey Faisal II, para Bagdad, en la década de los años 50 del siglo pasado, junto con proyectos que Venturi y Bofill llevaron a cabo, en los años 80, por encargo o bajo el mandato de Sadam Husein. Se trataba de operaciones urbanísticas que recurrieron a reconocidos arquitectos para volver a situar a Bagdad en el mapa, una operación que se adelantó medio siglo a lo que el Museo Guggenheim de Bilbao desencadenó a finales del siglo XX y principios del XXI.

Estas maquetas estaban destinadas a una exposición sobre dichos proyectos, muchos desconocidos en Occidente, y algunos incluso en el Próximo Oriente, que se documentaron gracias a los archivos de los arquitectos, dispersos en diversos países y, algunos, inéditos, que se presentó en Barcelona, Madrid y Murcia, al año siguiente, en 2008, con la colaboración de la Universidad de Bagdad. 
La exposición viajó entonces a Nueva York y a Boston, en 2010 y 2011, y en Ámsterdam en 2016, mientras que una versión de la misma, sin las maquetas, por razones se seguridad, se presentó en Ramala en 2012, y en la propia Bagdad en 2019.
El año que viene, con motivo del Campeonato Mundial de Futbol, el Museo de Arte Islámico en Doha (Qatar), inaugurará una gran exposición sobre la historia de la ciudad de Bagdad, que posiblemente incluya la muestra que hace trece años se presentó en Barcelona.
Las maquetas se hallan en un depósito de obras de arte.
Ayer se verificó su estado para el posible préstamo. Estaban en perfecto estado, y los colores, el tono de la madera de balsa de las maquetas había oscurecido, dignificándolas.

Tochoocho no existía en 2008, pero sí que dio cuenta de la itinerancia en Nueva York, Boston, Ramala y Bagdad. 
Esperemos que pueda mostrar la presentación en Doha el año que viene.

miércoles, 24 de marzo de 2021

El claustro (dar vueltas)









Nicolás Rubió Tuduri & Raimundo Duran Reynals: Monasterio de la Virgen Real de Pedralbes, 1922-1936, 1950. Filial del Monasterio de Montserrat, y sede de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta, desde cuyo claustro ha sido autorizada esta mañana la retransmisión de la clase de la asignatura de Teoría de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona -que los estudiantes han tenido que seguir a través del ordenador.

Fotos: Tocho, marzo de 2021


 Peripatético: en griego antiguo, quien pasea dando vueltas.

Es así como se denominaban a los discípulos de Aristóteles, quienes seguían sus enseñanzas mientras deambulaban alrededor del pórtico que rodeada al Liceo, en Atenas, donde el filósofo impartía sus lecciones.

El Liceo: un centro de estudio cercano al santuario de Apolo Lykeios, o Apolo el lobo; el lobo, símbolo de inteligencia, que halla su camino gracias a sus luces, pero implacable en su avance, destruyendo los obstáculos que frenan el alcance de los fines que persigue. El lobo, que no cesa de rondar hasta lograr sus propósitos.

El Liceo resuena en una tipología arquitectónica que articula las distintas estancias de un nuevo centro de saber, cuando los centros tradicionales desaparecieron, tras la caída del Imperio Romano Occidental a finales del siglo V: el claustro de los monasterios que desde la Alta Edad Media, quizá desde el siglo IX, preservaron el conocimiento de los saberes de la antigüedad.

Como su nombre indica, un claustro es un espacio de clausura, cerrado. Pero el encierro que causa y simboliza solo es físico, pues la limitación del movimiento desordenado, que parece no saber hacia dónde ir, al que el claustro obliga, invita  al recogimiento, a la liberación espiritual. 

Ningún elemento ornamental ni escultórico distrae o detiene. El ritmo de los arcos y los columnas pauta, como una partitura, y acompaña el deambular, la cabeza gacha, ensimismada. El claustro, de estricta geometría invita a perderse en los pensamientos, a adentrarse en uno mismo.

El claustro se recorre pensativamente. A medida que se dan vueltas lentamente, poco a poco se logra aclarar los problemas que nos embargan, los obstáculos que nos detienen o nos preocupan. El claustro es el perfecto lugar para la meditación. Se piensa mientras se camina, porque se camina, en pos de la resolución de un conflicto. Un claustro no desata el eureka, la brillante y feliz idea, sino el lento y seguro descubrimiento de la verdad. Poco a poco, la luz brota -y ya no se extingue. Los descubrimientos a los que el claustro por el que se transita invita son perdurables. Las vueltas, los giros, desatascas los problemas en apariencia irresolubles. El tranquilo pero perseverante movimiento giratorio ahonda hasta que se alcanza una solución meditada.

Los claustros son lugares ideales, en estos tiempos en los que los encuentros y los diálogos están suspendidos, para reflexionar y reflejar o comunicar tanto los logros cuanto el proceso, los circunloquios que han permito llegar al fondo de un problema.

Cuando las aulas están cerradas, y los estudiantes encerrados en sus estancias, sentados ante la pantalla de un ordenador, el claustro, como el del Monasterio de la Virgen Real de Pedralbes, en Barcelona, perteneciente a la Orden de Malta -un organismo con la consideración de un estado-, es donde se puede levantar una clase que se retransmite a medida que se va rodeando, una y otra vez, el espacio que más da qué pensar.

Gracias al monasterio antes citado por esta enriquecedora e inesperada experiencia


Con la ayuda y la colaboración de Maribel Díaz, Oscar Poggi y el prior del monasterio, a quien agradecemos la liberalidad concedida  

 

martes, 23 de marzo de 2021

“Streaming”....

 Sí, sí, sí, soy antiguo; mesopotámico, incluso, pero....

Las clases presenciales vuelven lentamente....

¡Albricias!

Mas, en el aula solo caben 30% de los estudiantes, en contacto directo con el profesor.

El 60% restante se distribuye en dos otras aulas, y sigue

 la clase por televisión, sin poder intervenir.

Sí, es cierto, la pantalla es muy grande, pero si tienes que sentarte en según qué plazas ves al profesor allí a lo lejos como la cabeza de un tentetieso.

Si yo fuera estudiante ¿iría a la escuela a las ocho y media de la mañana para ver la tele como en la sala de un casal de la “tercera edad”? ¿No me quedaría en casa en pijama o en batín siguiendo la clase por el ordenador?

En cierto, es cierto, ya casi no tengo veinte años, por lo que me cuesta entender el encanto de la pantalla. 

Mas, siendo un profano, ¿qué me aporta calentar la silla para ver la tele?

Seguro que tiene unas ventajas maravillosas que se me escapan, pero....

NFT (Arte digital, u: Original y copia)

 Desde que el ensayista alemán Walter Benjamin publicó su célebre ensayo sobre la obra de arte en la época de la reproducción mecánica en los años 30 del siglo pasado, se ha impuesto la creencia que el arte anterior se componía de obras únicas, lo que las dotaba de una cierta "magia", una "aureola", que las distinguía de los objetos seriados, mientras que en el siglo XX, dichas obras habrían sido sustituidas por imágenes producidas mecánicamente, carentes de luminosidad, pero fácilmente alcanzables, sin ya el carácter exclusivo del que disfrutaban obras de épocas anteriores.

Esta lectura del arte era falsa, salvo si intervenimos el postulado.

Las obras antiguas se realizaban mayoritariamente por medios mecánicos -los bronces, las estampas, los grabados- y con moldes -todas las terracotas antiguas son efigies producidas en serie, más cercanas al recuerdo que al fetiche. Las estatuas y los relieves se copiaban una y otra vez, al igual que las pinturas. 

Por el contrario, la fotografía analógica, que sustenta la interpretación de Benjamin, era un arte manual. Cada impresión era distinta. Por esta razón, las "copias" realizadas por el fotógrafo son valoradas como obras únicas, que es lo que son, contrariamente a copias modernas, sí impresas mecánicamente.

Solo el cine, en los años treinta del siglo pasado, era un arte verdaderamente seriado.

El cartelismo y las impresiones también lo eran, y no se distinguían de lo que se produjo desde la invención de la imprenta. La aportación de Benjamin, en cambio, fue considerar que, aunque artes menores, la publicidad y el diseño gráfico podían ser considerados artes que, por otra parte, reemplazaban ventajosamente, pese a la falta de aureola, a las bellas artes (o el arte de la pintura).

Lo que parecía anunciar el fin de la obra única -que seguramente nunca existió en los términos según los que Benjamin la concebía-, no se produjo. Es más, la obra única solo existe desde finales del siglo XX, cuando hubiera tenido que desaparecer o ser irrelevante.

Por un lado, la ley defiende ferozmente la originalidad de la obra. Es cierto que unicidad y originalidad no son cualidades idénticas, pero la singularidad o unicidad implica necesariamente la originalidad a fin de evitar que la obra sea considerada una copia o un plagio que le hace perder el deslumbramiento que produce lo que no se ha visto nunca, o lo que produce dicha revelación aunque la obra se asemeje a otra obra. El Greco produjo reiteradas copias de una misma obra, y casi todas deslumbran. Lo que pone en jaque la noción que la reproducción no produce revelación alguna.

Pero hoy, Shakespeare -y la mayoría de escritores teatrales manieristas y barrocos- no podrían publicar y serían condenados. Una obra como "Un cuento de invierno" puede ser considerada como una copia, sin apenas variaciones, de una pastoral publicada pocos años antes. Las tragedias barrocas repetían historias de tragedias clásicas griegas; lo narrado era idéntico, la narración sí se expresaba de manera personal. Pero hoy, esta defensa ya no es posible.

Por otro lado, se ha llegado a valorar obras por su sola condición de obra irrepetible. La obra se convierte en un mecanismo que impide su reproducción, independientemente de lo que muestra -irrelevante- y de la técnica empleada. La obra es su capacidad de no ser duplicada, capacidad basada en técnicas sofisticadas, en claves indescifrables; es decir en técnicas "superiores" -que son las que dotan a la obra de la capacidad de seducción y fascinación. La técnica, curiosamente no ha eliminado o ninguneado el "arte", sino que lo ha suplido.

La obra de arte se ha dotado de una aureola singular, única, precisamente gracias a la técnica, en una época en que la "mano" y la "visión del mundo" han dejado de contar para valorar una obra de arte.  

La paradoja se acentúa si pensamos que los medios para producir clones, hoy, existen y son eficaces. La fotografía y el cine digitales, las impresoras láser en 3-D permiten producir objetos idénticos -una técnica y una posibilidad que existe para los libros desde la invención de la imprenta. 

Sin embargo, tal capacidad de multiplicación, a un coste muy bajo, produce vértigo. Es así que se impide legalmente la producción en serie de fotografías digitales, reducidas a unas pocas copias (casi siempre tres) autorizadas; lo mismo ocurre con el video-arte. 

La técnica ya no se pone al servicio de la reproductibilidad, sino de la unicidad. Sirve para alumbrar lo que ningún ser humano logró: una obra irreproducible. Éste es el valor de las obras digitales, del tipo de NFT (¿?), creadas -o "creadas"- como las monedas virtuales. Existen para no ser vistas.

Otra cosa, es que merezcan ser reproducidas. Y contempladas     


lunes, 22 de marzo de 2021

Cuando marzo llega a su fin (David Bowie: Life in Mars?, 2015)



 

 Versión poco conocida, tardía, solo con el acompañamiento de piano, de la célebre canción que David Bowie (1947-2016)  interpretó en París en 1999, casi treinta años después de su publicación.

Arquitectura de madera

La palabra madera viene del latín materia (que significa lo mismo que la palabra moderna, pero también principio y alimento), que viene de mater (madre) no solo porque es la madre de todos los materiales, sino porque posee las cualidades de protección y calidez asociada a una madre. Flexibilidad, resistencia pero también fragilidad son características de la madera; invita al tacto, suave, pero puede, ocasionalmente, clavar una diminuta astilla, dolorosa. La madera es el sustento. La madera acepta teñirse, adaptándose al entorno. La madera se sacrifica (se quema) para alumbrar y dar calor.

Fusta, en catalán, procede del latín que significa vara, bastón, y bois, en francés, como bosque, bosc, viene del latín que significa bosque.

En castellano de la madera se caracteriza sus cualidades sensibles (el texto, la vista y el olor a madera recién cortada, a resina); en catalán, se valora la geometría -su forma recta (fuste designa, en castellano, el cuerpo erguido y recto de una columna- así como las cualidades morales asociadas a la rectitud del apoyo (severamente controlada: una fusta es una vara unida a un látigo en castellano); mientras que el origen natural, el bosque de los inicios, la condición primigenia son lo que en francés se destaca, el ser la “primera” materia con todo lo que lo primero y lo primigenio evocan; una vuelta a lo orígenes. 

En verdad, fuste es una denominación que articula la ética y lo ancestral -lo ancestral dotado de los valores positivos del gesto creativo que la ética valora: si la parte central de las columnas o los pilares recibe el nombre de fuste, significa que aquéllos se asocian a los troncos de los árboles, o que, como en los "inicios", columnas o pilares estaban hechos de madera, unos troncos capaces de soportar, debido a su carácter y su forma rectos, el peso del mundo.

El latín lignum -madera- ha dado el castellano leño. Lo leñoso designa la dureza como característica de la madera. Mas leño es también una persona obtusa, corta de miras. La madera tiene limitaciones. Hay que saber tratarla. 


PS: Los nuevos programas de los estudios de arquitectura se vuelcan, hoy, a través de una multitud de asignaturas y aproximaciones, en el papel -y la importancia- de la madera en la construcción.
La madera es la nueva "sostenibilidad". 

domingo, 21 de marzo de 2021

ALI AKBAR SADEGHI (1937, علی‌اکبر صادقی ) :SIETE CIUDADES (هفت شهر, 1971)


El cortometraje del célebre director de cine de animación iraní Ali Akbar Sadeghi está en persa -que sin duda pocos lectores entenderán.

Pero esta historia de un guerrero que viaje por siete ciudades, cada una de las cuales constituye una etapa en la búsqueda de un tipo de amor, hasta la séptima, que debiera estar inundada de luz pero se halla bajo un cielo de plomo, articula la imaginería de las miniaturas persas con el grafismo psicodélico de finales de los años setenta: Superstudio encuentra el palacio del sultán de las mil y una noches; Yellow Submarine visitado por el héroe Rostam.

Este cortometraje, de imagen tan distinta a las de las animaciones comercial norteamericana, japonesa y de los países del este, recorridos por un extraño humor surrealista o absurdo, y en general, este director, fascinaron en los años setenta, y ha vuelto a ser descubierto en Europa.