Aunque en francés se distingue entre la Pascua (en singular) judía, que celebra la mítica salida de Egipto y el inicio del Éxodo hacia la Tierra Prometida, y las Pascuas (en plural) cristiana, que, expresado de otro modo, a través de otras historias u otros mitos -la Última Cena, El juicio ante Pilatos, la traición de Pedro, la Resurrección-, simbolizaba lo mismo, -el renacer, la nueva vida y el apaciguamiento-, en castellano, ambas fiestas se denominan del mismo modo.
La Pascua acontece cuando la primera luna llena -luz en la noche- tras el equinoccio de primavera, que señala el inicio del dominio de la luz sobre la noche -empieza el período en que los días son más largos que las noches-, y abre el año nuevo en muchas culturas antiguas y modernas. Así acontecía hace dos mil años.
Pascua viene del latín Pascha, una palabra aún utilizada a finales del siglo XVI (al menos en los territorios de la Corona de Aragón). A su vez, pascha deriva, a través del griego, del hebreo, posiblemente emparentado o derivado del acadio.
Pascha tenía otro significado, emparentado: designaba el cordero pascual, que los hebreos sacrificaban -y sacrifican- en recuerdo de la acción gracias a la cual escaparon a la matanza ordenada por el faraón cuando supo de la próxima partida de los trabajadores hebreos de Egipto. Yahvé ordenó que untaran sus puertas con la sangre -signo de vida- de un cordero sacrificado, para que el ángel de la peste, aquella noche, no les infectara sus casas y solo atentara contra las moradas de los egipcios, debilitándolos e impidiéndoles retener a los hebreos en su huida hacia la Tierra Prometida.
En el cristianismo, la víctima sacrificial, que ofreció su sangre para renovar la vida y prometer la vida eterna, el hijo de Dios, fue equiparada -y llamada- con el cordero pascual.
Pascha (que se pronuncia Pasca) y Pascua tienen la diferencia de una vocal. No es casual. En latín, pascua significaba pastoreo, y el verbo pascere (participio pasado: pastum), se traduce primeramente por pastar o llevar a pastar, pero también, más genéricamente, por alimentar, hacer crecer. La imagen de la Última Cena -que precede los actos pascuales-, en la que el cordero pascual ofrece su sangre y se comulga con él, adquiere pleno significado.
Pascha, a través del griego Paskha -que significa lo mismo que en latín- deriva del hebreo pâsach. Esta palabra, que también designa la fiesta de la Pascua judía, significa paso. Se ha interpretado como el paso del ángel de la muerte que no se detuvo ante la puerta de los hogares de los hebreos en Egipto, o el tránsito del invierno a la primavera, el primer paso para el renacer. Este paso no es un simple paso más, sino un salto (de alegría) -pâsach significa también saltar: un brinco gracias al cual se sortear los obstáculos. Nada nos detiene; pasamos por encima de todas las calamidades, y de un salto nos hallamos en la otra orilla, la orilla del nuevo año.
Pâsach, a su vez, podría estar emparentado con el acadio pasahu(m) que significa tranquilizar, apaciguar, permitir descansar tras la obtención de la paz -que también se decía pasahu(m): dar la paz (danos la paz, se implora en el ritual cristiano); la paz que el fin del invierno y la confirmación del renacer del mundo, trae.
La Pascua señala un tránsito (el inglés denota bien el movimiento que la Pascua conlleva: Passover), un paso de un año agotado, caduco, del que ya nada más se puede esperar, a un año en el que se deposita plena confianza y al que se confía nuestra vida.
No sé cómo puede leerse la interpretación de este ritual de primavera en el paso del 2020 al 2021.