martes, 13 de julio de 2021

Más madera (o: El origen de la madera)

 (El uso de ) la madera y la "sostenibilidad" se han convertido hoy en los dos caballos de batalla de los estudios de arquitectura. La lista de asignaturas, cursos, seminarios sobre ambos temas es inabarcable. 

Pero, ¿qué es la madera?

Curiosamente, se trata de un material que se dice de maneras muy diversas, sin relación alguna entre ellas, en algunas lenguas modernas, como si cada una tuviera una mirada propia sobre este elemento: madera, fusta, legno, bois, wood, holz.

Madera viene del latín materia, la cual,. a su vez, procede de mater. Este encadenamiento de etimologías produce un cortocircuito. Por un lado, materia, en latín, puede significar madera para la construcción, madera cortada; pero, en tanto que derivada de mater, la madera aparece como un material vivo -no separado ni tallado-, como el primer material, el material básico, originario, que da lugar a las obras fundamentales. De algún modo, no hay vida si no existe la madera. La madera es el sustento de la vida, el origen de la misma. De la madera nace todo lo que vive en la tierra. Un material generoso -palabra emparentada con generación- que alumbra, sustenta y alimenta lo que se halla alrededor. Una madre que se sacrifica, que da su vida en favor de la vida de una comunidad.

El catalán fusta procede también del latín, mas de una palabra muy distinta, aunque quizá con un mismo matiz, a la que alumbra madera. Fustis, en latín, significa tronco y, sobre todo, bastón. Un bastón puede ser una rama trabajada: cortada, pulida, conformada: un obra humana. Pero un bastón es algo más: se trata de un soporte, un elemento vertical que brinda apoyo. Recordemos el enigma que la esfinge planteaba a las puertas de Tebas a todo aquel que intenta acceder a la ciudad: ¿qué era lo que nace con cuatro miembros, vive con dos y muere con tres? La respuesta al acertijo, que halló Edipo, era "anthropos" que, en efecto, en la senectud, se apoya en un bastón, convertido casi en un miembro, una parte indisoluble del cuerpo. 

Legno, en italiano, procede del latín lignum, relacionado con el verbo lego: escoger, y recoger. La madera es un árbol caído. Un material básico, dejado caer, propio de la tierra, que devuelve la luz y el calor a quien lo cuida. El legno (leño) podría ser visto como un desperdicio, pero, en verdad, es también un fruto de la tierra, dispuesto que pueda ser utilizado fácilmente por los humanos. Un material transportable y apilable, que se conserva, que se lleva del suelo a la carbonera, listo para cuando lo necesitamos, un material atento, que se ofrece para dar vida (luz, calor).

Holz, en alemán, evoca las mismas virtudes que el legno posee, aunque el origen de las mismas sea distinto. Sin embargo, holz introduce un matiz propio, un sello distintivo. Una raíz proto-germánica significa cortar, derribar. La madera conlleva un cuerpo a cuerpo con el árbol. Éste debe ser aserrado, mutilado al menos. La madera no aguarda al ser humano. Se tiene que obtener o ganar de un enfrentamiento con el árbol. La madera es el fruto de una sangría, de un daño o una herida -no mortal-  que se inflige al árbol. Aquélla se obtiene directamente del árbol. No se recoge lo que ha caído, lo que ha perdido la vida, sino que se gana directamente de la fuente. Se trata de un bien preciado que exige un doble sacrificio: el esfuerzo humano y la mutilación del árbol. La obtención de la madera no se logra sin un sentimiento de culpa. Se trata de un elemento o un ser vivo que requiere un corte: la separación definitiva de la madera del ente del que forma parte.

Bois y wood, en francés y en inglés, proceden respectivamente del bajo latín boscus y del germánico. Aunque ambas palabras originarias no tengan relación entre ellas, ofrecen una mirada similar a lo que es la madera, que quizá puede tener que ver con las imágenes que holz evocan. Bois y wood nombran la madera, ciertamente, pero también el bosque, de donde la madera se extrae. Son palabras que no designan a un árbol -como en algunas ocasiones lignum hacía- sino a una comunidad de árboles: un conjunto vivo que define un lugar que simboliza la naturaleza virgen, primera. El bosque es la morada de las bestias, de lo que aun no ha sido civilizado, de los primeros seres, "primitivos". El bosque nos retrotrae al origen, al mundo de los inicios cuando la tierra no estaba habitada, en la que ninguna comunidad, cuyo establecimiento exige un claro en el bosque, el desbroce del mismo (lo que proporciona "leña"), se halla instalada. En los inicios., érase un bosque, que puebla nuestros temores. En el bosque no se ve nada, no se puede circular, no existen caminos. Es imposible orientarse. Se trata de un lugar del que no se puede salir -si no se es astuto y previsor como Pulgarcito. El bosque se asocia a la noche. En el bosque uno se desorienta para siempre. El bosque se relaciona con la muerte. Los seres que viven -las brujas y los ogros- se oponen a la vida: son criminales, comen seres vivos, niños. El bosque puebla las pesadillas. 

Pero, en tanto que lugar originario, el bosque también brinda la materia primera, la madera, como la misma palabra evoca. La vida y la muerte, los inicios y las postrimerías, la noche y la luz (el fuego, la lumbre) se recogen y se articular en la madera, un material sin el cual la vida no se concibe ni puede darse (xylon, en griego -que encontramos, por ejemplo, en la palabra xilografía- significaba madera muerta, trozo de madera; instrumento de tortura y, ya intuimos, cruz, la cruz para crucificar, tal como se cita en los Evangelios). La madera da y es vida. Y la puede quitar.    

Warhol donde tiene que estar (la papelera)


 Foto: Tocho, camión de transporte de arte, calle Balmes, Barcelona, Julio de 2021

lunes, 12 de julio de 2021

Pandemia y política

 "Pro Studio medicine.

Lo rey"


El 9 de abril de 1402, el rey de la Corona de Aragón Martín I el Humano, envió, desde la ciudad de Valencia, una carta al Consejo de Ciento, el gobierno municipal que mandaba en la ciudad de Barcelona, pidiéndole de aceptara una propuesta real -cuya autorización el rey ya había solicitado al Papa Benedicto XIII: la fundación de unos Estudios superiores de medicina -lo que posteriormente se convertiría en la facultad de medicina-, a imitación de los estudios de Montpellier, los mejores de Europa por el aquel entonces. El rey argumentaba que dicha institución sería muy beneficiosa para la población de la ciudad.

El Consejo de Ciento, sin embargo, rechazó la petición. Veía con malos ojos la petición real que consideraba que se oponía a los poderes del Consejo. Barcelona contaba con estudios de Medicina. Pero no estaban reglados, Y, sobre todo, carecían del estatuto universitario (que, en Europa, eran una prerrogativa real o imperial y papal): es decir, ningún estudiante europeo no podía matricularse libremente en dichos estudios, y el título que Barcelona ofrecía no estaba reconocido en otros países, por lo que un médico formado en Barcelona solo podía ejercer en dicha ciudad. La propuesta real elevaba el nivel de los estudios médicos barceloneses que hubieran podido contratar a los mejores profesionales europeos. Sin éxito. El Consejo no quiso tener en cuenta que la ciudad estaba azotada por la peste, como escribía Martín I: "és ara per divinal juhí de pestilència epidemial vexada"


(Archivo de la Corona de Aragón, reg. 2175, 89)

   

JEAN-FRANÇOIS LAGUIONIE (1939): L´ARCHE DE NOÉ (EL ARCA DE NOÉ, 1967)



Por desgracia, películas de animación como ésta, de director de cine de animación francés Laguionie, no suelen llegar a las salas de cine comerciales.

domingo, 11 de julio de 2021

BRUNO GIACOMETTI (ARQUITECTO, 1907-2012) NO ERA SOLO UN HERMANO


























La búsqueda de información gráfica y bibliográfica sobre Giacometti lleva inevitable, quizá previsiblemente a Alberto, el escultor; quizá, a continuación, al diseñador y herrero Bruno. Raramente conduce a Bruno, el arquitecto.

El menos conocido de los tres hermanos fue sin embargo un conocido y sobrio arquitecto suizo, autor del hermoso pabellón suizo de la Bienal de Venecia, en los años 50, que conjuga estancias cerradas, claustros y patios en un mismo itinerario, que permite exponer cuadros y esculturas en los espacios que mejor los realzan.
Autor de pocas y austeras obras, construidas con materiales locales filtrados por la geometría, desde viviendas particulares a asentamientos o pueblos y museos, destacó por sus centros asistenciales en los que se conjugaba, afirmaba, la vida y la muerte, dando sentido a cada extremo de la vida, ligando ambos en un ciclo continuo.
Obras que, según Bruno Giacometti, debían  concebirse para acoger lo que albergan, cediendo el protagonismo a los objetos y las personas, y que no deberían ser recordadas por si mismas sino tan solo porque permiten que aquéllos hallen su sitio y se relacionen con lo que les rodea.

Una exposición en la fundación Maeght en Saint Paul de Vence, en el sur de Francia, recuerda hoy la obra de los tres hermanos (aunque la palma se la lleve uno de los dos hermanos de Bruno): 

sábado, 10 de julio de 2021

CÁTULO (87-57 aC): HOMBRES Y DIOSES SEPARADOS (CANTO 64)

"Puesto que antes, cuando la piedad no era todavía despreciada,

solían visitar los habitantes del cielo, en persona, las castas

moradas de los héroes, y mostrarse en la reunión de los mortales.

Con frecuencia el padre de los dioses, volviéndose a mirar

desde su templo refulgente, como hubieran llegado los sacrificios anuales

con sus días festivos, contemplaba tumbar cien toros en la tierra.

Con frecuencia el dios Líber, que vaga por la cumbre más alta del Parnaso,

conducía a las vociferantes Tíadas, servidoras de Baco, de sueltas cabelleras,

porque los habitantes de Delfos, precipitándose en tumulto desde toda la ciudad,

felices, habían recibido al dios en altares humeantes.

Con frecuencia, en el mortífero certamen de la guerra, Mavorte, el dios Marte,

o la virgen Ramnusia, diosa de la Venganza, o la señora del rápido Tritón, la diosa Minerva,

exhortaban, en persona, a las armadas multitudes de hombres.


Pero después la tierra fue empapada por el nefando crimen,

y todos ahuyentaron la justicia de la mente codiciosa:

los hermanos tiñeron sus manos con la sangre fraterna,

dejó de llorar el hijo a los fallecidos padres,

el padre deseó los funerales de su hijo primogénito

para apoderarse, ya libre, de la virtud de su futura nuera, la madrastra virgen,

y la sacrílega madre, deslizándose bajo su hijo incauto,

no temió, sacrílega, deshonrar a los divinos ancestros.

Todo, lo pío y lo impío, confundido en pasión malvada,

apartó de nosotros el justiciero espíritu de los dioses

por lo que ya no se dignan visitar reuniones tales,

ni permiten ser alcanzados por la luz clara del día."


Con la definitiva separación entre dioses y hombres, debida a la maldad humana, concluye el célebre canto 64 del poeta latino republicano Cátulo, que ni siquiera añora los felices tiempos pasados. Simplemente constata lo que ha acontecido fatalmente, y sin posibilidad de redención.



viernes, 9 de julio de 2021

CHARLOTTE PERRIAND (1903-1999): EL PASO DEL TIEMPO

 












 













¿Un arquitecto que no fotografía obsesiva, narcisícamente su obra, cuidando que nada que no refleje el proyecto se inserte en la imagen, ningún signo de vida, de uso, usado?

Charlotte Perriand fue la arquitecta que, junto con Le Corbusier, en cuyo despacho trabajaba (antes de fundar su estudio), proyectó los muebles firmados por aquél; para otros, la autoría de los mismos recae exclusivamente en ella, pese a quien firmara. Es cierto que sus proyectos lejos de Le Corbusier fueron distintos; sin duda, fueron más cercanos y confortables.

Pero Charlotte Perriand también fue una gran fotógrafa -y realizó fotomontajes con el artista Ferdinand Léger. Pero apenas existen fotografías de edificios ni de ciudades, y menos de sus propias obras. Perriand fotografiaba restos naturales -piedras, guijarros, maderas de fuertes vetas, gastados por el tiempo hasta logar una forma propia e inmutable- y artificiales (pequeñas piezas metálicas, tuberías) como si fueran piezas o trazas arqueológicas, rescatas del polvo, devolviéndoles la dignidad, convertidos en los protagonistas de la imagen. Detalles que eran figuras o seres, que aunaban en ellos todo lo que constituía los seres a los que pertenecían o a los que habían alumbrado, libres de añadidos y elementos inútiles; elementos estructurales, completos, enteros, que mantenían sólidamente unidos y vivos los seres que conformaban.

Una exposición en los Encuentros Fotográficos de Arles recuerda y revela esta faceta menos conocida de la obra y de la visión del mundo -del papel del creador- de Charlotte Perriand.