lunes, 1 de noviembre de 2021

FOUAD ELKOURY (1952): BEIRUT (1996-1997)

El fotógrafo libanés Fouad Elkoury ha sobrevivido a la reciente devastadora explosión en el puerto de Beirut; no así su colección fotográfica.

Una parte no se hallaba en su estudio. Ya formaba parte de un archivo en internet. Se han salvado sus célebres imágenes del centro de Beirut devastado por la guerra civil de finales de los años noventa: el frente de guerra cruzaba y partía la ciudad. No se movió durante años. A pocos metros del frente la ciudad no sufrió, pero la profunda herida rajó el centro histórico de la ciudad, cuyas heridas, más de veinte años más tarde, aún no están suturadas -y menos tras la explosión, la prolongada disolución del gobierno y la crisis económica que azota el Líbano .

Las fotografías de Elkoury, testimonio de la tristeza ante las ruinas, y a veces el olvido, la ceguera o el desapego de los escasos habitantes que las recorren, se incluyen en una publicación de los Middle East Archives:

https://middleastarchive.com/





































domingo, 31 de octubre de 2021

Todos Los Santos

 Esta noche, como cada noche un treinta y uno de octubre, deberían encenderse las velas hasta la madrugada del primero de noviembre en honor de todos los santos, celebración que precede el día de los difuntos que acontece el día dos (y no el uno) de noviembre.

La celebración del día ( o, más adecuadamente, de la noche) de Todos los Santos tiene una estrecha relación con la arquitectura. Conmemora el día en que el Panteón de Roma, dedicado originariamente a todos los dioses -o al dios supremo sol que desciende por el óculo abierto en lo alto de la cúpula-, fue instituido como monumento a todos los santos, en el siglo VI: a quienes gozan o gozarán de la beatitud en la cercanía de la divinidad. 

Esta fiesta se remonta, empero, a las Lemuria romanas (celebradas, sin embargo, durante el mes de mayo). Los lémures son los espectros de quienes han tenido una muerte violenta (accidente, atentado, asesinato), cuyo cuerpo desaparecido no ha podido ser enterrado. Los lémures, almas en pena, rondan los vivos, sus familias y sus descendientes, ante todo, exigiendo los honores que no se les pudo dar en su momento. Es por eso que, cuando la celebración de los Lemuria, el pater familias, al tiempo que invocaba a los espíritus,  se levantaba del lecho a medianoche y, tras haberse purificado las manos en una fuente doméstica, echaba nueve veces habas negras, el alimento de los difuntos, por detrás de la espalda, cuyos espectros las recogían. Así, satisfechos, éstos desaparecían de los hogares, tras el tañido de una campaña golpeada por el padre de la familia.

Esta ceremonia se completaba con las Parentalia, en febrero: doméstica, y al mismo tiempo pública, dirigida por una vestal, celebrada tras amortajar la vida, con los templos cerrados y las piras de los altares apagadas, agasajada a los antepasados.

Los Lemuria eran una ceremonia de protección de los hogares que rendían culto a los manes, unos espíritus domésticos cuyas sus intenciones eran desconocidas, pues al morir, los espíritus se convertían en benéficos lares o en maléficas larvas, recibiendo el nombre de manes aquellos sobre los que cabía la duda acerca de su verdadera naturaleza. Por esto, era necesario contentarlos no fuera que larvas, que no lares, fueran.

La fiesta de Todos los Santos, antesala del día de los muertos, es una celebración privada con una repetición pública, que revela nuestro desconcierto - o nuestro temor- ante lo invisible, así como nuestra capacidad práctica y vital de sobreponernos y de protegernos de nuestras limitaciones. 

Aguárdenos esta medianoche, entonces….

viernes, 29 de octubre de 2021

Meta

El nuevo nombre que una empresa de tecnología ha recibido ha puesto el acento en una palabra de origen griego que se utiliza para designar lo que se halla fuera de nuestros límites espaciales y temporales, y apunta a un futuro difícilmente imaginable que podría abrir perspectivas y posibilidades insospechadas, lejos de las conocidas y con escasa o nula relación con aquéllas. Meta designaría lo que sobrepasa lo imaginable y perceptible,  un tiempo y un espacio aún inconcebible, de cuya existencia o concreción puede depender, paradójicamente, el día a día humano. Un mundo intangible que aparece como una posibilidad de romper con un presente caduco. Meta es un portazo, y una cuchillada.

Sin embargo, tales no son los significados de la palabra, en griego. Éstos designan, por el contrario, un mundo mucho más humano y cercano.

En efecto, meta no significa más allá sino en medio. Se refiere a lo que está envuelto por lo que se halla presente. Meta está inserto en el presente, forma parte de él. No tiene nada que ver con lo infinito ni con lo ilimitado, más allá del horizonte. Ahonda en el mundo terrenal, físico. Incluso depende de lo que está cerca: meta señala lo que viene a continuación, lo que sigue nuestros pasos, como un discípulo aplicado, que no rompe con lo que le precede ni trata de superarlo sino de entenderlo. Quien sigue a alguien se halla, se decía en griego antiguo, meta, una preposición y también un adverbio. Meta : algo próximo y prudente. Nunca abre vida; no encabeza ningún desfile sino que sigue los pasos de los que le preceden y aprende de ellos.

Meta se puede traducir por en comunidad. Meta destaca acuerdos, pactos alcanzados y sellados . Meta exige dialogar, y darse las manos. Destaca el concierto de voces y puntos de vista. Dicha palabra sortea recelos y desactiva enfrentamientos que acaban con un bando huyendo, si, más allá, forzado a romper amarrar, a dar la espalda con lo que le ha dado vida. Nadie actúa solo o contra de alguien cuando ronda la palabra meta. Una traducción sencilla es la conjunción con: con alguien, en compañía de alguien, entre conocidos, en el seno de una comunidad. Mas no es lo que modernamente se persigue con esta palabra a la que se le ha dado la vuelta. Meta es -o era, originariamente, antes de haber sido forzada a abjurar- una preposición plenamente humana. Gracias a ésta no nos sentimos a la intemperie, en un universo deshumanizado, lejos, muy lejos de la concepción actual de esta preposición.

Tra-tra


 


















Fotos: Tocho, octubre de 2021


A las puertas de un puente, una tarde por el centro de Barcelona.

El reconfortante tra-tra de las maletas con ruedas arrastradas por turistas vuelve a retumbar por la ciudad como un disco rayado.

Todo ha vuelto 

jueves, 28 de octubre de 2021

La escultura moderna

 De entrada, en la entrada, el director advertía: no se trata de una exposición histórica, sino poética. 

Una exposición sobre esculturas modernas occidentales que no quieren ser esculturas, que no buscan ser consideradas ni apreciadas como esculturas. Esculturas que se despojan de su condición escultórica junto con obras hasta entonces percibidas como no escultóricas que quieren cambiar de género. Esculturas de artistas nacionales e internacionales que son dibujos, fotografías, objetos de uso diario, elementos naturales, que no pretenden o se contentan con ser confundidas con dibujos, fotografías, objetos de uso diario ni elementos naturales, sino que quieren ser esculturas siendo al mismo tiempo lo contrario, obras bidimensionales, o materiales no tocados por la acción humana, que buscan mostrar que un dibujo o una fotografías puede ser una escultura porque así lo desea, lo afirma y así se presenta, sin que éste deseo implique renuncia alguna sino que enriquezca su naturaleza, su naturaleza doble.

La exposición, por tanto, es un acto de fe. Está pensada para conversos, y para quienes tienen fe en que estas dobles naturalezas existan y puedan ser apreciadas. Fuera de la iglesia, solo cabe el escepticismo o la indiferencia.

Los textos explicativos también producen cortocircuitos, como insólitas revelaciones que van en contra de los lugares comunes, las acepciones convencionales. Yuxtaponen y enlazan frases, conceptos sin solución de continuidad, que chocan y desconciertan buscando el fulgor del encuentro inesperado. Se pasa, en un abrir y cerrar de ojos, del espacio que abraza la escultura y en la que la escultura se ubica, el espacio que la escultura crea o modifica, a las vistas de la tierra desde el espacio, a la escultura minimalista que no quiere ser sino lo que es, un cuerpo en el espacio concreto, tangible, cercano, sin perderse por el espacio imaginario y de los sueños, para concluir con esculturas minimalistas que se oponen al minimalismo, que lo desmontan desde dentro, sabiendo lo que hacen y lo que exponen porque son minimalistas.

Los textos desconciertan, sacuden porque toman la realidad a contrapelo. La estatuaria de terracota y de bronce sólo se puede realizar mediante moldes. La casi totalidad de la estatuaria antigua, anterior al siglo XIX, así como la estatuaria moderna no occidental, nace, como un ser vivo, del vientre de un molde que imprime sus rasgos en el rostro y el cuerpo de la estatua. La retratística escultórica a menudo ha recurrido a máscaras mortuorias para reproducir la faz de la persona figurada o duplicada, el doble de la persona multiplicada a través y por sus imágenes petrificadas. Las máscaras mortuorias se moldean directamente sobre el rostro del difunto, una técnica inmemorial. Pero la exposición parte del presupuesto que la escultura moderna asume como propio, como rasgo característico, distintivo, para afirmar su singularidad, un rasgo o una técnica comúnmente utilizada por la estatuaria no moderna; una técnica que se asumía como inevitable -no se podían fundir esculturas de bronce sin moldes, ni se podían reproducir los más mínimos rasgos de un rostro cansado o envejecido, arrugado, plegado, doblado, vencido por el tiempo, sin el recurso de la máscara mortuoria- y que ahora la escultura moderna reivindica como una elección, una opción, el uso de moldes que se supone eran denostados (pero que se utilizaban comúnmente, quizá con vergüenza, sin afirmarlo) entre otras opciones, un gesto que denota libertad  y no sometimiento a la técnica.

Una exposición que desmonta asunciones, afirmaciones que se daban por sentadas, que proclama la fe en otras maneras de crear esculturas, que defiende la voluntad de escultura de dejar de serlo, y de obras -que hasta hoy no eran esculturas- de serlo (de ser din dejar de ser escultura), y que concluye, tras esta singular metamorfosis, ante y con un dibujo, un dibujo de trazo fino que sugiere rostros o máscaras mortuorias, un dibujo de Lorca que nunca realizó ninguna escultura .

Una exposición iniciática sobre la paradójica, trágica condición de la escultura moderna, desgarrada entre lo que es y quiere ser, sobre los enigmáticos sentidos de la escultura moderna, que exige amplitud de miras y buena fe. 

https://www.fmirobcn.org/es/exposiciones/5772/el-sentido-de-la-escultura




Obras de On Kawara, Beuys y Garcia Lorca en la muestra sobre escultura moderna