viernes, 9 de septiembre de 2022

JEAN PROUVÉ (1901-1984): CASA PREFABRICADA PARA ALSACIA Y LORENA (1944)

















 

Fotos: Tocho, septiembre de 2022


Las regiones de Alsacia y Lorena fueron ávidamente codiciadas por Francia y Alemania. Regiones bilingües, fueron conquistadas por Alemania durante las tres guerras entre ambos países en los siglos XIX y XX, e integradas a Francia tras la Segunda Guerra Mundial.

La devastación fue tal que el gobierno francés lanzó concursos para volver a reconstruir las ciudades del este del país  y dotar de alojamientos económicos ya un año antes de la finalización de la guerra, en 1944.

El ingeniero francés Jean Prouvé propuso diversos tipos de edificios públicos y privados y distintos modelos de viviendas, toda prefabricadas industrialmente, que se podían montar fácilmente, sin necesidad de conocimientos técnicos. Fueron concebidas y construidas para albergar a bajo coste y con inmediatez poblaciones sin hogar, ofreciendo confort y calidad espacial.

La producción de las casas y su distribución fue laboriosa. Pronto fueron sustituidas por bloques de pisos construidos también “industrialmente”. Las casas de Prouvé cayeron en el olvido. Pocas han sobrevivido, siempre en pésimas condiciones. Se han convertido en objetos de colección. Los dueños recorren el mundo apenas llegan noticias del hallazgo de una cabaña que podría ser de Prouvé.

La nueva fundación CAB de arte minimalista, en Saint-Paul de Vence (Costa Azul, Francia), ha incorporado una de esas pequeñas y modestas casas. 

Enteramente restaurada, las paredes de madera interiores rehechas, muy bien ubicada en un jardín, entre estanques, que acrecientan la imagen oriental de la cabaña, está amueblada con piezas del propio Prouvé, de Charlotte Perriand, y de Pierre Jeanneret, y se cede a artistas becados por y para la fundación como alojamiento.  




miércoles, 7 de septiembre de 2022

SAM SZAFRAN (1934-2019): ESCALERAS





















































 https://www.musee-orangerie.fr/es/agenda/exposiciones/sam-szafran


Una gran exposición, hoy, en París, dedicada al pintor polaco San Szafran, va a permitir redescubrir la obra obsesiva -una infinidad de escaleras de caracol que no llevan a nada, que recuerdan las escaleras imposibles de Escher aunque se intuye que se basan en gastadas escaleras de madera en modestos bloques de pisos de París, invernaderos y estudios de artistas, que solo el polémico crítico francés Jean Clair expuso-. Perseguido por los nazis por ser judío, enviado a un campo de concentración -las escaleras se retuercen como grilletes y no tienen salida, ni principio ni final, a veces se desenvuelven en el vacío, representadas en perspectivas circulates que parecen seguir el descenso en espiral de aquéllas- en el que murieron sus padres, emigrado a Suiza, fue amigo de los artistas franceses y suizos Yves Klein y Alberto Giacometti, y del fotógrafo Henri Cartier-Bresson en el Paris de los años 50. Raramente mostrado, sus imágenes expresionistas de interiores desordenados, deshabitados, banales aunque opresivos o tortuosos, realizadas a menudo con la técnica del pastel, parecen estar en consonancia la vida de un pintor solitario, que vivió en la miseria, trabajando en morgues y en empresas de desratización, heroinómano y sin embargo dotado de un desprejuiciado humor.