Fotos: Tocho, octubre de 2022
El arquitecto y profesor Tiziano Schürch calificó la nueva Biblioteca Nacional de Qatar, en la capital, Doha, de gran terminal de aeropuerto. La comparación es irresistible. La biblioteca se asemeja más a un equipamiento aeroportuario que a una biblioteca -pese a que no existe ninguna tipología canónica de biblioteca, y que la comparación pueda ser intencionada: la lectura quizá haga volar a la imaginación y, por otra parte, no se va a esta biblioteca a leer sino a tomar prestado un libro a toda prisa. Mas, posiblemente éstas bienintencionadas metáforas no respondan a la idea que guió el proyecto.
Pues en efecto, no se lee, no se puede leer (cómodamente) en este gigantesco depósito de libros -pese a estar ubicado en el nuevo barrio de La Ciudad de la Educación, un desmesurado campus universitario poblado de satélites de grandes universidades norteamericanas y británicas, como las universidades de Georgetown en Washington, y de Northwestern cabe Chicago, y de una de las mayores del mundo y mas alejadas de una imagen convencional nueva mezquita, entre extensos parterres de césped y sendas serpenteantes-: apenas alberga mesas, y éstas no se localizan con facilidad (y se ubican en zonas en las que no se esperan, como cabe el bar), son muy pequeñas, más propias de los pupitres de un parvulario, sobre las que caben justo un portátil y unos pocos libros, mesas o mesitas perdidas en la inmensidad del espacio único que intima.
La nave de la biblioteca parece estar asentada sobre un yacimiento arqueológico: un laberinto de salas subterráneas a cielo abierto, entre gruesos muros de mármol veteado marrón oscuro, que se descubren desde la planta de la nave, que albergan en las profundidades una gran colección de manuscritos e incunables, lo que otorga también a la biblioteca un cierto aire a panteón que la prieta disposición de las estanterías, alzándose sobre escalinatas, semejantes a nichos de cementerio, dominando, desde la lejanía, el espacio central, insólita, vertiginosamente vacío, a las que da cierto temor acercarse, acrecienta.
La biblioteca impresiona por su tamaño, su volumen, la calidad de los materiales, la ejecución perfecta, el despliegue de medios, la complejidad de la planta que asciende y desciende bajo una misma bóveda, pero carece de la calidez de las mejores bibliotecas como la antigua Biblioteca Británica -o incluso la nueva-, o la biblioteca Warburg, las tres en de Londres, la antigua Biblioteca Nacional de París o, mucho más cerca, la pequeña Biblioteca del Colegio de Arquitectos de Cataluña, la Biblioteca de Cataluña (previa a la reforma), la Biblioteca del Museo Nacional de Arte Catalán, la maravillosa biblioteca de humanidades de la Universidad Autónoma de Barcelona, todas en Barcelona -una ciudad, pocas veces se ha destacado, caracterizada por sus bibliotecas, justas de fondos, pero con cálidos espacios de lectura, que las convierten en hermosos reductos aislados y tranquilos, escasamente utilizados, sin embargo. Ten poco habitados como la biblioteca nacional de Qatar.