jueves, 5 de enero de 2023

¿Reyes (y) Magos?

 Unas de las figuras más populares de la narración de la vida de Jesús son los Reyes Magos, cuya fiesta se celebra mañana. Son reyes venidos de Oriente, se cuenta.

La presencia de las Reyes Magos solo está contada en el Evangelio de Mateo (2, 11), y aparece como un cuento.

El evangelio está escrito en griego. El autor de dicho evangelio en ninguna línea se refiere a los Reyes Magos, sino a unos magos, que no vienen de Oriente, sino de anatole

En griego, los magos no eran lo que hoy consideramos que son unos magos (unos brujos), sino que eran intérpretes persas de los sueños, unos adivinos. Anatole no designaba la región de la moderna Anatolia; anatole no se refería propia o directamente a una región; significaba, en verdad, el levantar del sol, el alba marcada por el despuntar del sol (sol inevitablemente connotado como una divinidad que iluminaba el mundo); sol que, ciertamente, se alza por el este, es decir, en Oriente (el adjetivo anstolikos sí significaba levantino u oriental).

En la vulgata latina tampoco aparecen los Reyes Magos sino, siguiendo el texto griego, unos magos que, en este caso, sí se especifica que vienen de Oriente.

Desconozco cuando los Magos devinieron Reyes. Desde luego eso no ocurrió en los inicios del Cristianismo.

Las ofrendas ya son citadas en el texto original, y tienen un obvio significado simbólico. El oro alude a la realeza -la naturaleza humana de Jesús-, el incienso en su naturaleza divina -el incienso siempre ha perfumado los santuarios-, mientras que la Mirra es un ungüento que preserva la materia orgánica y alude, en este caso, a la próxima muerte y Resurrección de Jesucristo (la muerte de Jesús y la Resurrección de Cristo). 

La Mirra tiene un origen singular y doloroso. Mirra era el nombre de la hija del rey de Chipre. Toda vez que su madre pretendía que su hija Mirra era más hermosa que Afrodita, éste se vengó de manera particularmente cruel, incitando a Mirra a acostarse en secreto con su padre sin que éste fuera consciente de quién le tentaba. Tras el incesto, Mirra, abochornada, suplicó a Afrodita que la matara librándola de la culpa. La diosa, apiadada, la convirtió en un árbol resinoso, cuyas gotas de resina eran las lágrimas de Mirra cuando fue consciente del incesto cometido. La Mirra era un permanente recuerdo de una falta mortal. Ésta estaba acentuada por el embarazo de Mirra quien, un día que un jabalí rajó la certeza del árbol, permitió que Mirra diera a luz a su hermosísimo hijo Adonis, nacido del árbol, de quien la misma Afrodita cayó prendida. La diosa de los infiernos, Perséfone, también se enamoró de Adonis, quien tuvo que descender al mundo de los muertos la mitad del año, requerido por Perséfone, antes de regresar a la luz de Afrodita en Primavera. El nombre de Adonis (Adonai) significa Señor, el mismo nombre con el que también se conocía a Cristo.

A Adonis las mujeres le honraba con unos tiestos de flores regadas con agua caliente que apenas florecían se marchitaban, el sino de una divinidad deslumbrante que a poco se apagaba.  

Sin duda el autor griego o que escribía en griego el evangelio atribuido a Mateo conocía esta leyenda, propia de oriente (de Siria), aunque pasada al imaginario griego. 







miércoles, 4 de enero de 2023

ALBERTO GIACOMETTI (1901-1966) & SALVADOR DALÍ (1904-1989): JARDÍN EN LA VILLA NOAILLES (1931-1932, FRANCIA)






Un sugerente dibujo de Dalí, unos croquis de esculturas en un carnet de notas de Giacometti, y una pequeña maqueta de madera original: es lo único que queda de un proyecto de jardín no construido, para la villa Noailles en Francia, que entretuvo durante dos años a Giacometti y Dalí, en los años treinta, por encargo (o no, no se sabe a fe cierta) de los vizcondes de Noailles, grandes promotores y defensores del arte y la arquitectura modernos.

Giacometti acometió proyectos de espacios públicos nunca construidos, y Dalí hubiera proyectado la plaza de la catedral de Barcelona, a principios de los años ochenta, si Oriol Bohigas no lo hubiera impedido, no por el talante artístico de Dalí, sino por criterios politicos.

El jardín de la Villa de Noailles se hubiera planificado según el proyecto de Dalí, que incluía una colina artificial y sinuosos senderos (y quizá algunas obras suyas), y hubiera presentado esculturas de Giacometti, algunas de las cuales sí fueron ejecutadas.

Una exposición en la nueva fundación Giacometti en París, recuerda esta insólita y desconocida colaboración entre dos artistas surrealistas entonces, aunque de talante distinto, que siempre se respetaron: https://www.fondation-giacometti.fr/fr/evenement/260/alberto-giacometti-salvador-dali-jardins-de-reves

 



domingo, 1 de enero de 2023

JESSIE MONTGOMERY (1981): TOWER CITY (2019)


 

Sobre esta compositora norteamericana, véase su página web:

https://www.jessiemontgomery.com/about/

Jano en enero: enero, el mes de los arquitectos



“Oh, padre de la mañana, Jano, tú a quien cada hombre, al despertar, invoca antes de la tarea cotidiana..”

(Horacio: Sátiras, II, 6, 20)


Los albores del día primero de enero. 

Deberíamos invocar a una divinidad, dueña de las horas matutinas y del tránsito al año nuevo, un dios padre, al igual que Júpiter y Marte pero  que, a diferencia de estas divinidades, emparentadas con dioses griegos, es propia, exclusivamente Romana: el dios que ha dado nombre al mes de enero (gener en catalán, genaio en italiano, janvier y january en francés e inglés, por ejemplo): el dios Jano.

Divinidad de rostro insólito -aunque no único: dios bifronte, con dos caras opuestas unidas por la testa, que miran en dos direcciones distintas. Su forma le hizo a veces ser considerado como una divinidad con dos cuerpos, unos dioses gemelos, con todas las prerrogativas de los gemelos (propias de muchas culturas): dioses capaces de anunciar nuevos tiempos, de alterar y renovar el tiempo, marcando una nueva era, la era que el primer día del año se abría. Tal era  el agudo control que ejercicios sobre el espacio que se consideraba que cuidaba de los cuatro puntos cardinales.

Debido a su peculiar estructura, Jano era el dios guardián de las puertas (de acceso a la ciudad, pero también del Cielo, que ni siquiera Júpiter, sometido a Jano, podía cruzar sin el consentimiento de aquél, puertas cuyas llaves el dios de enero poseía), los umbrales, los límites, y los puertos, desde donde se partía hacia otros mundos, quizá sin vuelta atrás, en un viaje que abría, acaso, perspectivas. Jano era el dios de la arquitectura (la definición y delimitación del espacio, dando sentido a las barreras que englobaban y protegían las comunidades). Las puertas se abrían y se cerraban gracias a la ayuda de su esposa, la diosa Carna, diosa de los goznes, hermana, no podía ser de otra manera, del reluciente dios Apolo.

La vida de las mismas dependía de Jano: los templos que le eran dedicados mantenían las puertas cerradas en tiempo de paz -las plegarias ya no eran necesarias-, y abiertas cuando la guerra, para que se le pudiera implorar en todo momento. 

Como todos los dioses genuinamente romanos, contrariamente a los griegos, egipcios o mesopotámicos (solo por mencionar a algunas deidades antiguas), Jano no tenia historia -o se desconocía o no se contaban historias familiares suyas, como las que se narraban de Apolo, otra divinidad, griega, esta vez, también defensora de los umbrales, y con la que en ocasiones Jano se equiparaba. Jano era la protección personificada. Protector del espacio, pero también del tiempo, cuyo tránsito estaba en sus manos. El paso de las estaciones dependía de Jano, entre éste el acceso al estío tras la fértil primavera, una función que Juan (una figura modelada a imitación de Jano) asumirá en el cristianismo. 

Juan no fue la única figura hebrea inspirada por Jano. Cuando Cristo se presentaba, según se cuenta en el Evangelio de Juan (10:9), como la puerta que daba acceso a la fertilidad de los prados, asumía las funciones del dios Romano:

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”

A Jano le debemos todo lo que nos hace humanos. Las artes con las que cultivamos el espacio y con las que nos cultivamos, los medios con los que nos intercambiamos bienes (el dinero) y nos ubicamos, las ciudades en las que moramos, todo fue instituido por Jano quien nos educó, y nos transmitió sus saberes. El mismo Agustín (La Ciudad de Dios, VII, 4)  reconocía la honestidad de Jano y su devoción en favor de los humanos, para los que fundó la ciudad de Janículo, en lo alto de una colina Romana.

Es tiempo, pues, de la oración matutina del primer día del año:

“Iane biceps, anni tacite labentis origo, 
     solus de superis qui tua terga vides,
dexter ades ducibus, quorum secura labore
     otia terra ferax, otia pontus habet:
dexter ades patribusque tuis populoque Quirini,
     et resera nutu candida templa tuo. 
prospera lux oritur: dinguis animisque favete;
     nunc dicenda bona sunt bona verba die.


¡Jano bicéfalo, origen del año que transcurre en silencio,
único de los dioses de arriba que ves tu propia espalda,
asiste favorable a los conductores por cuyo trabajo
la tierra fértil obtiene la paz exenta de preocupaciones, el ponto obtiene el sosiego!
¡Y preséntate favorable a tus antepasados y al pueblo de Quirino,
y revela con tu consentimiento el reluciente espacio del cielo señalado por el augur!
Nace una próspera luz: ¡sed favorables en la lengua y en el corazón!”

(Ovidio: Fastos, 65-70)

sábado, 31 de diciembre de 2022

Año nuevo (Enuma Elish, o Poema de la Creación de Babilonia para festejar el año nuevo, tablilla VII, fragmento, finales del segundo milenio aC)

“ (…) 161 Habiendo oído esta orden, los dioses se llenaron de alegría

162 y en la Sala de las Deliberaciones se comunicaron su consejo:
163 «¡De nuestro hijo, héroe y vengador,
164 de nuestro proveedor, ensalcemos sus nombres nosotros!».
165 Y sentándose en su asamblea proclamaron sus destinos
166 para que en todas las ceremonias se invoque de él [Marduk, el dios padre de Babilonia, creador del mundo y de los hombres, a quien se cantaba durante las fiestas de año nuevo, cuyos distintos epítetos enunciaban sus poderes y sus múltiples facetas] un nombre diferente.

Tablilla VII

1 (10) Asari: que otorgó el cultivo, que estableció el lindero de los campos,
2 el creador del grano y del cáñamo, el que hace crecer la vegetación.
3 (11) Asar-alim: que es importante en la Sala del Consejo, adonde aporta su opinión,
4 a quien los dioses respetan y que ignora el temor.
5 (12) Asar-alim-nunna: el venerable, luz de sus padres y progenitores,
6 que lleva a cabo los decretos de Anu, Enlil y Ea, el príncipe.
7 Él es su proveedor, quien les asigna sus porciones,
8 él, quien, para el bien del país, multiplica la abundancia de los campos.
9 (13) Tutu: el que realiza la renovación,
10 que ha liberado sus santuarios para que estén llenos de ocio,
11 que crea el encantamiento para que los dioses se apacigüen,
12 y que, incluso si ellos se lanzaran con cólera, retrocederían.
13 Verdaderamente, él es el supremo en la asamblea de los dioses, sus [padres],
14 ninguno se pude [igualar] a él entre los dioses.
15 (14) Tut-zi-ukinna: vida de la hueste [de los dioses],
16 que fundó para los dioses el claro cielo,
17 que se encarga de su existencia y que les asigna [sus lugares].
18 ¡Que [se recuerden sus] proezas, inolvidablemente, entre los seres humanos!
19 (15) Tutu-zi-ku le llamaron en tercer lugar: el mantenedor de la purificación,
20 el dios del soplo benefactor, señor que escucha y es benevolente,
21 el que hace nacer la abundancia y la plenitud, que consolida la prosperidad,
22 el que vuelve abundante todo aquello que era escaso,
23 cuya soplo benefactor hemos respirado en la dolorosa desgracia.
24 ¡Que se digan, que se exalten, que se canten sus alabanzas!
25 En cuarto lugar, que la humanidad lo glorifique como (16) Tutu-aga-ku:
26 el señor de la encantación pura, que hace revivir a los muertos,
27 que ha tenido compasión de los dioses vencidos,
28 que ha quitado de los dioses hostiles el yugo impuesto a ellos
29 y que para redimirlos creó la humanidad;
30 el misericordioso en cuyo poder está el dar vida.
31 ¡Que su gesta permanezca y que no sea olvidada
32 en la boca de los cabezas-negras, a los que sus manos han creado!”


Fragmento del Enuma Elish (que significa Cuando en lo alto, y son las primeras palabras del Poema de la Creación babilónico, que dan nombre a la obra), compuesto a finales del segundo milenio.

El poema mitológico cuenta la creación del mundo, el ascenso del dios Marduk (hijo del dios de la arquitectura Ea, primer arquitecto del mundo cuya obra será completada y gestionada por su hijo) a la cabeza del panteón.

Dicho poema se recitaba, al menos parcialmente, durante las fiestas de año nuevo, que tenían lugar, durante una semana, cuando los inicios de la primavera, para recordar al dios que del mismo modo que en los inicios creo o completó el mundo y lo dotó de vida, ahora que la tierra yace yerma tras el invierno, debe acordarse de intervenir nuevamente, como si fuera la primera vez, para reactivar el universo, disponiéndolo de modo perfecto como en los inicios. Y Marduk, atento y  generoso, escuchaba al parecer las plegarias de la comunidad.

Qué Marduk vuelva a atender a las súplicas humanas en este convulso fin de año. 

El año nuevo occidental atiende más al solsticio de invierno que al equinoccio de primavera. Ambas fechas han sido tradicionalmente consideradas como fechas de renovación del mundo, necesitado de una intervención divina, que se tenia que implorar, para poner fin al lento e implacable  declinar de las horas de luz ante el avance de la noche, o para reverdecer la tierra tras meses de sequía y tierra estéril. 

jueves, 29 de diciembre de 2022

ÍTALO BETTIOL (1926-2022): CHAPI CHAPO (1970, PRIMER EPISODIO)


 Italo Bettiol fue un cineasta de animación por “stop Motion”, italiano, instalado en Francia, autor de una mítica serie de dibujos animados en los años 70, que cuentan historias de dos hermanos gemelos, dotados de un gran sombrero (chapeau, en francés) en un mundo de cubos que se alzan y caen, constituyendo ciudades inestables modernas por las que Chapi y Chapo se mueven como pez en el agua.

Para padres, abuelos, y niños de tres a ciento treinta y tres años..

Civilización y barbarie

 Un conocido arqueólogo francés que excavaba en Siria comentaba hace años que no podía divulgar un hallazgo: restos humanos, a todas luces resultado de un sacrificio, seguramente para asegurar mágicamente una construcción. El temor a dar a conocer públicamente el descubrimiento era debido a que podía ennegrecer la imagen del mundo mesopotámico. 

Las tumbas reales de Ur, en Iraq, de mitad del tercer milenio, no solo contenían tesoros. También se acompañaban de decenas de cadáveres, el personal que atendía a los reyes sacrificados y enterrados junto a aquéllos. Tal muestra tan extensa de sacrificios humanos, que rompía la imagen de ciudades-estado mesopotámicas regidas por asambleas de ancianos, dio pie a una interpretación según la cual la muerte había sido voluntaria, los servidores de los monarcas habiendo decidido entregar su vida en favor de sus señores. La cuidadosa puesta en escena con los cadáveres perfectamente alineados, sin manifestar movimientos convulsos de resistencia, parecía alentar esta interpretación, si bien se reconocía el posible uso de drogas. El relativamente reciente descubrimiento de heridas mortales en el cráneo producidas por un objeto metálico punzante ha desdibujado la escena. El sacrificio fue un asesinato (precedido seguramente por la ingesta, forzada o por desconocimiento, de una droga). 

Del otro lado del Atlantico, artistas contemporáneos de America de Sur, como los que se exponen en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, manifiestan su admiración por las altas pirámides aztecas, incas o mayas, sin darse cuenta que éstos altares o bases de templos, se regaban con la sangre de decenas o centenares de víctimas, prisioneros de guerra. 

Hasta el mismo Homero pareció horrorizarse de los sangrientos sacrificios humanos que un colérico Aquiles ordenó ejecutar en honor de su amante Patroclo, víctimas todas ellas prisioneros de guerra. 

Los sacrificios humanos han acompañado la construcción de los monumentos del pasado. Los relieves asirios, acadios, romanos o mayas que recuerdan las hazañas de los monarcas muestran cómo éstos pisotean a sus prisioneros con saña o indiferencia, antes de ejecutarlos, mientras aquellos alzan sus brazos suplicando, en vano, compasión.

Las cabezas decapitadas de prisioneros que los íberos clavaban en lo alto de las estacas, las matanzas de Julio Cesar en Galia, los imágenes atroces de sacerdotes aztecas revestidos con la piel de sus víctimas despellejadas, las confesiones obtenidas por tortura de tribunales europeos hasta el siglo XVIII, la historia que la arqueología desvela es una historia de dominación y muerte a menudo.

No escasean templos de cualquier culto levantados (por prisioneros) para celebrar el triunfo en una batalla.

¿Cuántas veces Babilonia fue arrasada y reconstruida - por prisioneros de guerra?

El mismo esplendor de la Barcelona medieval ciega a veces sobre uno de los primeros pogromos de la historia en la Edad Media, una ciudad cuyos mercenarios asolaron a sangre y fuego la ciudad de Atenas.

Es célebre la afirmación del ensayista alemán Walter Benjamin -basada en una cita de Flaubert, según el cual es la tristeza por tantas pérdidas y muestras de inhumanidad, la que lleva al estudio del pasado- quién sostuvo que el estudio de los monumentos como signos o muestras de civilización en el pasado, no debe hacer olvidar que palacios, templos, tumbas, ciudades, levantados para honrar el nombre de monarcas, sacerdotes, antepasados y comunidades, son también muestras de barbarie, alimentadas por la sangre de las víctimas de las contiendas. 

La civilización es la cara presentable de la barbarie agazapada -a menudo obviada, silenciada u olvidada, una barbarie que empañaría  la imagen del pasado que nos queremos dar si no miráramos hacia otro lado. Se organizan muchas exposiciones sobre grandes monarcas, desde Alejandro hasta Napoleón. Pero si se observa con detenimiento los triunfos esculpidos -desfiles y sacrificios, guerras y sentencias (Dies Irae)- se puede descubrir un rostro muy distinto que da cuenta de historias y tragedias de las que los espléndidos monumentos no narran.