jueves, 9 de febrero de 2023

BURT BACHARACH (1928-2023): A HOUSE IS NOT A HOME (1964)


 Mítica canción con la que toda clase de arquitectura debería empezar. Cantada por Dionne Warwick para quien fue compuesta.

In memoriam (Burt Bacharach)…

El blog empieza a parecerse q una sección necrológica 


Diego dijo …

 


 El Código Ético de Barcelona en Comú contempla que sus cargos electos solo pueden optar durante dos mandatos a un cargo público.”

La expresión “quiero un mandato” es fascinante….

Mio mío mío



Arquitectura moderna en Barcelona en los años 50 y 60














Fotos: Tocho, antigua sede de la editorial Gustavo Gili, Francesc Bassó & Joaquín Gili, 1954-1961; febrero de 2023


Qué tristes son los edificios, que estuvieron llenos de vida y ajetreo, una vez abandonados: bibliotecas rebosantes de libros, hoy con los estantes vacíos (la “viva” imagen de la desolación), sillones aún cerca de una chimenea apagada, cocinas  que ya no se encienden entre alacenas que se intuyen, a través de las puertas de cristal esmerilado, carecen de cualquier alimento y nada tienen que ofrecer, e interruptores que ya nadie se atreve a activar. Los relojes, inmutables, marcan la misma hora quieta desde hace años.
Es en este hermoso y desolado interior de la antigua sede de la editorial Gustavo Gili, construida en los años 50 -uno de los mejores edificios modernos españoles- y hoy un local municipal aún no ocupado, o infrautilizado, se presenta una apasionante y nostálgica exposición sobre arquitectura moderna barcelonesa entre los años 50 y 70, a través de planos, revistas y fotografías de la época. Nada dice sobre el estado actual de estas obras. Quizá mejor. Pocas han aguantado el paso del tiempo. Mal o esforzadamente construidas, con materiales deficientes, muchos de los edificios, pobremente mantenidos -no es el caso de la antigua sede de la editorial GG-, presentan a menudo una triste imagen decrépita.  
Titulada Líneas duras, la muestra expone proyectos, construidos o no, que “priorizaron los problemas constructivos frente a las justificaciones estéticas”, según reza el texto de presentación. Problemas constructivos afectaron ciertamente a la mayoría de los proyectos. Sorprende que la selección incluya el aún impoluto restaurante Flash Flash, un monumento a la imagen desenfadada, sin que los problemas constructivos hayan ocultado las justificaciones estéticas; los nuevos apartamentos en el desván de La Pedrera, en los que primó la imagen sobre soluciones constructivas desafortunadas; o el edificio Fregoli, conocido por su inadaptación a las necesidades de una vivienda, pero con una imagen fascinante.
La exposición, en este sentido, es una excelente muestra sobre lo que media entre el sueño y la realidad, y la confusión con la que a veces  se tratan ambos mundos.


 

miércoles, 8 de febrero de 2023

Mallarmé y la mitología

 









Antes de perderse en poemas herméticos o  esotéricos, y, ciertamente por razones crematísticas, el poeta simbolista francés Stéphane Mallarmé (1842-1888) publicó, en francés, en la editorial Rothschild, en 1880, un extenso libro de mitología comparada, perfectamente legible, dedicado a dioses hindús, persas, griegos y romanos. El texto es una adaptación de un manual del historiador británico George W. Cox, en el que Mallarmé vierte consideraciones que desmarcan su manual, titulado Los dioses de la antigüedad, de dos textos de Cox.

Con este libro Mallarmé no habría pasado a ser considerado el fundador del arte moderno, pero quizá sería más o mejor leído.

En todos los casos, una obra curiosa dentro de la bibliografía de Mallarmé:

“Hoy como ayer los poetas no hacer otra cosa más que atribuir la vida a lo que ven y lo que escuchan alrededor suyo. ¿Qué importa la imagen? Al menos reviste en el estudio de los mitos del pasado, un encanto histórico que es a la vez curioso y emotivo. ¿Qué es el Sol? Un prometido que sale de su cámara o un héroe que se alegra de recorrer su senda. Tal es la idea que subyace en las leyendas de Heracles, Perseo , Teseo, Aquiles o Belerofonte  , y de muchos otros…” 




Babilonia-Egipto


 Las relaciones entre Egipto y Mesopotamia fueron escasas: dos mundos que se dieron la espalda, se ignoraron intencionadamente o por desconocimiento. La historia no registra hasta el primer milenio, cuando Babilonia, antes que Persia, conquista brevemente Egipto, más que el dominio, relativamente fugaz, del imperio medio por unas tribus del próximo oriente (los Hiksos, de los que poco se sabe).

Puede sorprender, por tanto que Babilonia, la ciudad más importante de la antigüedad, en Occidente y el Próximo Oriente, se encontrara en el centro de Mesopotamia, donde aún se hallan sus ruinas, y en El Cairo, en Egipto.

Las leyendas cuentan que la mítica reina Semiramis, de Babilonia, construyó un fuerte o incluso una ciudad, llamada Babilonia, en Egipto. Otras historias narran que prisioneros de Babilonia traídos por el faraón Sesostris fueron obligados a construir una fortaleza llamada Babilonia, o bien que ésta fue levantada por prisioneros de Babilonia que se rebelaron y se atrincheraron.

La historia no niega la existencia de un fuerte anterior a los romanos, en la periferia del actual El Cairo, llamado Babilonia, pero parece que fue Augusto quien mandó construir una fortaleza, la más grande de África, que se llamó Babilonia, y que fue restaurada -o construida por vez primera- en el Bajo Imperio, en el siglo III dC. y que aún se mantiene, mutilada, en el barrio copto de la actual capital egipcia.

Lo cierto es que el nombre Romano de Babilonia, que remitía a la gran ciudad mesopotámica, fue asignado a una fortaleza quizá persa, y seguramente Romana. Babilonia no fue, así, ajena al imperio egipcio, y ambas culturas, egipcia y mesopotámica, establecieron posiblemente más puentes de los inicialmente puestos en evidencia. , 






sábado, 4 de febrero de 2023

El Arca

"Nunca pudo Noé ver mejor el mundo que desde el Arca, pese a que estuviera cerrada y que fuera de noche en la tierra"

(Marcel Proust: Los placeres y los días)

Los signos del constructor (los canteros de la mezquita de Córdoba)






Fotos: Tocho, febrero de 2023


Junto al muro perimetral de la penúltima de las ampliaciones de la mezquita de Córdoba, unas vitrinas de pared de gran tamaño quizá pasen desapercibidas. El hipnótico espacio del templo fagocita todo lo que se expone en su interior.

Sin embargo, las vitrinas, bien iluminadas, exponen, casi a modo de instalación de arte contemporáneo -y, sin duda, con un interés mayor-, centenares de modernas impresiones en pequeñas placas de yeso moldeadas, tomadas en 1932 de marcas de canteros que se encuentran desperdigadas por las columnas de la mezquita. Son signos que documentan el trabajo efectuado (necesarios para poder cobrarlo). Muchas de las columnas fueron reutilizadas; procedían de construcciones romanas y visigóticas. Su transporte y ubicación corrió a cargo de contratistas y albañiles musulmanes quienes dejaron constancia del trabajo efectuado. Entre las marcas, casi todas con inscripciones en árabe y con grafía árabe, se observan algunas con signos posiblemente cristianos (cruces y anclas), que certifican que las columnas debían proceder de algún templo paleocristiano -y no que trabajadores cristianos participasen en la construcción de la mezquita, una obra inspirada en la arquitectura Romana, con técnicas constructivas romanas como las que se empleaban en la construcción de acueductos, y que se reflejan en los juegos de arcos y columnas que organizan el espacio de la mezquita.