viernes, 23 de junio de 2023

ELLIOTT ERWITT (1928): NUEVA YORK, CHUCHOS Y MUSEOS






















































 










De padres rusos, nacido en Francia y exiliado en California durante la Segunda Guerra Mundial, el fotógrafo de la agencia Magnum Elliott Erwitt supo exponer la crudeza, humanidad, y absurdidad de la vida urbana, a través de imágenes entre cómicas y patéticas, desde puntos de vista insólitos, perrunos, a ras de suelo, a menudo. Son los pies y las pantorrillas, acompañadas de caniches y perros babeantes de mirada triste (antropomorfizada), los que dejan intuir a la persona, y su carácter, cuyo rostro queda fuera del marco. Nueva York (y París), museos (el lugar perfecto en el que se confronta la carne y la piedra, la figura imperecedera y petrificada, el juego de miradas entre quienes se exponen -unos porque han nacido para exponerse y otros porque sé exponer al mirar de soslayo lo que querrían ver pero no deberían- y la persona en vida pero mortal), y mascotas (los únicos seres vivos que miran a la cámara como si solo éstos tuvieren conciencia -de que despiertan el interés) componen un mosaico urbano, tierno e irónico, que muestra  situaciones que ponen al descubierto la fragilidad y el sinsentido -al tiempo que su valor- de la vida humana.

Una exposición antológica en París recuerda a este fotógrafo que bien hubiera podido ser un escritor de agudas comedias en el siglo de las Luces.

jueves, 22 de junio de 2023

La originalidad



 “Quid est quod fuit ipsum futurum est quid est quod factum est ipsum quod fiendum est”

“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol”.

(Eclesiastés, 1:9-10)


Ya hace unos dos mil quinientos años, se sostenía que todo había estado hecho, que nada nuevo se podía llevar a cabo….

miércoles, 21 de junio de 2023

El genio, hasta en la sopa

 

















El concepto de genio, de larga elaboración en occidente, se aplicó, a partir del siglo XVII,  al mundo del arte, como un supuesto don innato que poseerían ciertos poetas y artistas plásticos, equiparándolos a los dioses, y facultándoles para obrar según les pareciera, sin tener que justificarse ni dar explicaciones, pues todo lo que hicieran tendría razón de ser y deslumbraría.

El concepto de genio sirvió para abrir una brecha entre artistas y artesanos, ahondando en la diferencia que ya existía en la Edad Media y el Renacimiento entre las artes mecánicas y las artes liberales, si bien reordenando a los hacedores, ya que entre los hacedores mecánicos medievales  se hallaban todos los que, con la noción de genio, pasaron a ser considerados modernamente artistas liberales, para quiénes la idea primaba sobre la realización material -una concepción que Duchamp cultivó con fruición-, mientras que los artesanos, los técnicos y los artistas no geniales pasaron al grupo de los artesanos, los artistas decorativos o los diseñadores. Finalmente, los científicos, que formaban parte de los artistas liberales, se desligaron del mundo del arte para abrazar al de la ciencia.

Hoy, el concepto de genio se aplica a hacedores que hasta entonces eran considerados excelentes artesanos dedicados a satisfacer necesidades básicas, fisiológicas, y no espirituales o estéticas, siguiendo sin duda la prescripción de Teresa de Jesús que sostenía que Dios está en los pucheros….

Tiempos modernos….

LUIS MOYA (1904-1990) & LUIS MARTÍNEZ FEDUCHI (1901-1975): MUSEO DE AMÉRICA (1943-1994)









Fotos: Tocho, junio de 2023

 

Las bóvedas de ladrillo de la sala principal de la planta baja del museo de América, cuya construcción se extendió durante unos sorprendentes cincuenta años, y que exigieron la actualización de la museografía y de los textos antes de la inauguración (que requerirían una nueva revisión, que explicase con más detalle la conquista americana, y precisará más la función de las obras), obra de los arquitectos Luis Moya Blanco y del autor del célebre rascacielos art decó del Capitol en la plaza de Callao, Luis Martínez-Feduchi, sorprenden y fascinan por la imaginación, esbeltez, elegancia y perfecto estado que manifiestan, en lo alto de una sala catedralicia, excesiva, el montaje de cuya exposición permanente impide descubrir enteramente. El museo, una inmensa nave de inspiración religiosa, fuera del tiempo, monumental, está, sin embargo, mucho más adaptado a la función museística que edificios como el museo Guggenheim de Nueva York, de Frank Lloyd Wright, o el desafortunado MACBA de Richard Meier en Barcelona, más célebres -escaso  el público en el Museo de América, y nula su promoción y divulgación de contenidos-.