sábado, 25 de noviembre de 2023

JACOB EPSTEIN (1880-1959): MONUMENTO FUNERARIO A OSCAR WILDE (1911)


















 

Fotos: Tocho, noviembre de 2023


No lejos del acceso sur del extenso cementerio parisino del Père Lachaise, un silencioso  parque arbolado, sobre un leve montículo, salpicado de hojas pardas y rojizas que  el frío sol otoñal alumbra, una luminosa mañana despejada por el viento, se halla uno de los monumentos que inició la estatuaria moderna, pero -¿por qué?-  que, a la vez, recreó la estatuaria mesopotámica: el monumento funerario a Oscar Wilde, fallecido en París, arruinado y repudiado socialmente por sodomia, a principios del siglo XX, obra del escultor norteamericano Jacob Epstein.

El volumen paralelepipédico, de gran tamaño de piedra maciza no pulida, en cuya parte trasera se ubica discretamente el acceso al interior, presenta una cara principal recorrida, en su parte superior, por un terso ser alado, de rostro serio, tendido, que parece surcar la tumba como si quisiera llevarse al difunto y alzarse con él, inspirada en los toros alados neo-asirios que Epstein descubrió en el museo británico en Londres. El relieve causó escándalo porque quedaba claro que los  ángeles tenían un sexo (masculino), visible y preeminente, por lo que la figura fue emasculada, restaurada con una prótesis, y finalmente dejada mutilada. Hoy, el monumento, sobre el que suelen descansar un ramo de flores, está protegido por paneles de vidrio para evitar atentados o excesivos entusiasmos. 

A unos pocos metros, un monumento de mármol negro pulido  contiene los restos del poeta surrealista francés Raymond Roussel, tan denostado e incomprendido, aunque por su estilo literario, y no de vida, como Oscar Wilde 



CYNTHIA (1930-1987)
















 Una figura, tan enigmática como Greta Garbo, reinó en los ambientes “aristocráticos” y el mundo de la moda en Nueva York en los años 30 y principios de los 40 del siglo pasado. Fue un maniquí, una estrella de Hollywood, una comentarista con una columna periodística, y un “icono” de la moda. No se cuentan el número de seguidores que tenia.

Su porte era perfecto. Todas las actrices de la época vistieron y se peinaban como ella, aunque los trajes de alta costura y las joyas que Cynthia -tal era el apodo que utilizaba- no estaban al alcance ni siquiera de las estrellas de cine mejor pagadas. No había fiesta ni estreno -de cine, teatro y ópera, cuyo palco, regalo de la institución, atraía todas las miradas- que no contara o soñara con contar con la presencia de esta modelo que posaba en los escaparates más notorios de Nueva York. Sus tardes en las más reputadas coctelerías provocaban colas en la entrada. Fue portada de la revista Lif, que le dedicó todo un número. Aunque un programa de radio en directo que protagonizaba causaba, cuando se emitía, que medio Estados Unidos se paralizara, una laringitis permanente la forzaba a posar sin abrir la boca. La tersura de su piel casi que no requería que se expresara para hipnotizar. El final de la Segunda Guerra Mundial y un cambio del gusto que dio la espalda al Hollywood dorado de los años treinta, junto con una grave caída, llevó a Cynthia al ocaso, pese a que su Pigmalión, Lester Gada (1907-1987), un artista que se adelantó a Andy Warhol unos treinta años, trató que su fama no cesara.

Cynthia no podía envejecer. Era inconcebible que lo hiciera. Las arrugas no podían desdibujar su rostro. Y no lo podían hacer porque su rostro respondía literalmente al célebre anuncio de un jabón que utilizaban las estrellas para mantener terso el cutis. Cynthia era la figura que más sabía de las bondades de este producto. Porque Cynthia estaba hecha de jabón. Se trataba de un maniquí hiperrealista, obra del escultor y escaparatista, “casado” con Cynthia, Lester Gada, quien la modeló utilizando este novedoso e insólito  material (sobre un alma de yeso), que no se deformaba como la cera con el calor. Aunque una involuntaria caída partió a Cynthia al final de la Segunda Guerra Mundial, Gaba la restauró. Mas, el hechizo se había quebrado. Hoy yace olvidada.


Agradecimientos al estudiante de arquitectura Davide Fabbro por este descubrirnos a Cynthia.

 

jueves, 23 de noviembre de 2023

BRUCE BRUBAKER (1959): INNER CITIES (CIUDADES INTERIORES, 1995)

 

 Sobre este compositor norteamericano, véase este enlace

La morada de los dioses

 Los cultos no se reducen a unas pocas y esquemáticas descripciones. 

Pero, en líneas generales, podríamos decir que templos, santuarios y espacios sagrados de culturas (más que religiones) politeístas son la mirada de la divinidad cuyo acceso está vetado a los humanos, so pena de sufrir graves daños. Tan solo determinados sacerdotes o servidores están autorizados a acceder al interior de estos espacios acotados, sagrados, en el sentido originario de la palabra latina sacer: vetado, prohibido, precisamente por el peligro que conlleva su contacto para quién no está debidamente preparado y aceptado por la divinidad.

El templo cristiano es un lugar de encuentro entre un mortal y un inmortal. La divinidad no mora en el templo. Pero accede a encontrarse con el fiel durante la ceremonia litúrgica. Las paredes del templo acogen efigies de la divinidad y de la corte celestial, pero estos seres sobrenaturales no se hallan en la iglesia. Las imágenes son como interruptores que al activarse cuando el fiel se postra ante aquéllas permiten que el fiel puede acceder al ser sobrenatural representado (un santo, un ángel, un profeta, etc), aunque no garantiza que el contacto vaya necesariamente a establecerse.

La sinagoga se halla entre el edificio de culto y el profano. Sinagoga significa espacio de reunión. La reunión puede tener fines propiamente religiosos, satisfaciendo el culto a la divinidad, pero también estrictamente educativos, ayudando a la lectura y la interpretación de un texto. La sinagoga se acerca a la universidad anterior al siglo XVIII, llamada Estudio General, o a las Academias literarias creadas en el siglo XVII en Europa, lugares dedicados al estudio y la discusión libresca, a menudo de textos religiosos pero también filosóficos. Desde luego, la divinidad no se halla en la sinagoga.

La mezquita, como la iglesia y la sinagoga, es también un espacio de encuentro. Mas éste es un encuentro enteramente humano que permite dirimir cuestiones humanas. La mezquita es un edificio profano, comunitario, donde la colectividad se encuentra y discute de temas que afectan a la comunidad. Cada miembro puede también honrar a la divinidad, pero no tiene porque hacerlo cuando accede a la mezquita, que cumple así las funciones de un servicio comunitario y ofrece educación, sanidad y alimentos, básicos para el cuerpo, así como servicios espirituales, importantes pero no exclusivos. Al igual que en el cristianismo y el judaísmo, la divinidad no solo no vive en el edificio sino que no tan siquiera existen imágenes que facilitan el encuentro imaginario o interior entre el fiel y la divinidad.

Del témenos a la mezquita se dibuja un camino en el que la divinidad se desvanece, ya no se muestra ni tan siquiera es concebible inimaginable y, por tanto, el encuentro ya no está vetado pero tampoco requiere un lugar preciso de encuentro. Teresa de Jesús , de ascendencia judía, bien decía que la divinidad puede hallarse en los pucheros. 

martes, 14 de noviembre de 2023

CHRISTOF KLUTE (1966): LE CORBUSIER, UNITÉ D’ HABITATION (MARSELLA, 2002-2004)











Christof  Klute es un fotógrafo alemán de arquitectura, dedicado, entre otros edificios, a reflejar el “espíritu” del bloque de pisos, llamado Unidad de habitación (?), del arquitecto suizo Le Corbusier, en Marsella, con una serie de imágenes que traduce bien la impresión que sus corredores interminables producen.

No hace  falta apuntar que una de las fotos no es de Klute….

Una fundación privada suiza presenta una antología dedicada a este fotógrafo :

https://rolla.info/home?lang=eng



 



MARK ROTHKO (1903-1970): SUBWAY PAINTINGS (PINTURAS DEL METRO, 1935)

 















Mucho antes de pintar cuadros abstractos de gran tamaño que perseguían causar en el espectador una sensación de elevación anímica como si contemplara una irradiación sobrenatural que lo envolviera -y que constituyen la obra más conocida y tópica del pintor letón, judío, Rothko, ferviente religioso, formado en el estudio del Talmud, emigrado a los Estados Unidos a causa de los crecientes pogromos en el Imperio ruso  a principios del siglo XX-, Rothko pintó una serie de cuadros más pequeños que, lejos de un ascenso “espiritual”, consisten más bien en un descenso carnal en las profundidades de las estaciones de metro de Nueva York, que traducen burn la grisura, casi la sordidez o tristeza de estos lugares subterráneos, maculados por la humedad, pintadas como un averno con figuras de pie, enjutas , de perfil, que aguardan la llegada del metro que parece no llegar, y que recuerdan la soledad de las figuras de Hooper abocadas a una espera sin remisión.
Una exposición antológica en París rescata estas obras primerizas menos conocidas y quizá más perturbadoras que sus grandes composiciones planas que tratan desesperadamente de suscitar impresiones sublimes.





lunes, 13 de noviembre de 2023

Mandeísmo

 Una reciente exposición con obras de arte contemporáneas de artistas iraquís, todos en el exilio, tras la guerra entre Iraq e Irán, la primera guerra del golfo, o la Segunda seguida de la invasión del país, la guerra civil, y la toma a sangre y fuego y la destrucción de la ciudad de Mosul -la segunda ciudad más poblada de Iraq, con dos millones y medio de habitantes- por parte del Estado Islámico, entre 2015 y 2017, una amenaza que tras la reconquista de la ciudad por el ejército iraquí no ha desaparecido, incluye obras de una joven artista iraquí mandea.

Los mandeos son una etnia que estuvo asentada sobre todo en Iraq hasta hace unos pocos años, el mandeo es una lengua, similar al arameo (que ya no se habla), y el Mandeísmo una religión del Libro aceptada, junto con el Islam, el Judaísmo y el Zoroastrismo, en Irán, pero no en Iraq -al igual que el Budismo, pese a no ser una religión sino una filosofía, basada en un libro.

No se sabe bien cómo calificar al Mandeísmo : secta hebrea, secta cristiana, hereje o no, secta islámica, o religión politeísta anterior a las religiones del libro. 

Se trata ciertamente de una religión dualista, más que monoteísta, no muy distinta del cristianismo, para la cual (o las cuales) existen dos potencias antagónicas, que se pueden simbolizar por la luz y la oscuridad, como en el maniqueísmo (una secta cristiana). La influencia hebrea es perceptible en el culto al patriarca Enoc, mientras que el respeto a Juan Bautista y la importancia concedida al bautismo revelan conexiones con el cristianismo, si bien algunos especialistas emiten la hipótesis que la deriva no afecta al Mandeísmo, sino al judaísmo y el cristianismo, derivados de una religión anterior como el Mandeísmo que sería contemporáneo con el Zoroastrismo. 

En verdad, religiones monoteístas solo son dos, el judaísmo último -el bíblico es politeísta aunque enuncia la superioridad, pero no la singularidad de Yahvé-, y la filosofía (que no religión, sin embargo) platónica del Uno, que como su nombre indica, invalida la existencia de los dioses, pese a que el Uno es una entidad no corporeizada, sino una fuente de luz casi inconcebible e inalcanzable.

Hoy, los mandeos, perseguidos en algunos países islámicos, pero no en Irán, están dispersos por todo el mundo, o escondidos, pese a que -o quizá porque- concede que el poder divino luminoso siempre debe combatir, sin vencerlo nunca, el divino poder de la noche, a la que no se proscribe sino que se acepta, “racionalmente”, como un “mal menor”.