lunes, 2 de septiembre de 2024

CARLO SCARPA (1906-1978): GLIPTOTECA MUSEO CANOVA (POSSAGNO, 1955-1957)






























 Fotos: Tocho, septiembre de 2024


Que un montaje de exposición permanente, como el montaje de Carlo Scarpa para la casa natal del escultor italiano neoclásico Canova, convertida en museo, no aparezca envejecido setenta años  más tarde y no necesite reformas dice mucho sobre la adecuación a la obra, la calidad y sobriedad de las vitrinas, el juego con la luz natural -que el yeso, la arcilla y el mármol permiten- y la perfecta ubicación de las esculturas -esculturas abocetadas y estatuas concluidas- en el espacio expositivo.

Sin duda las vitrinas son de los años cincuenta. Es evidente. Y causan admiración. Así como el juego entre la blancura de las obras y de las paredes, barridas por zonas aún más luminosas gracias a las pocas aperturas ubicadas en lo alto de las esquinas de las salas que proyectan luz sobre las paredes que las reverberan sobre las estatuas.

Éstas ocupan todo el considerable volumen de las salas: se ubican a distintas altura, se apoyan en ménsulas, se disponen en peanas o se recogen en vitrinas que recuerdan a relicarios, unidas todas por el mismo color y la luz. Las esculturas se miran, se disponen formando un ángulo o se dan las espalda, independientemente de su tamaño. Se relacionan sin perder su individualidad al que el montaje y la iluminación refuerzan. 

El público circula entre las obras con la extraña sensación de invadir un espacio sagrado.


https://www.museocanova.it/



GIOVANNI MICHELUCCI (1891-1990): IGLESIA-MEMORIAL DE SANTA MARÍA INMACULADA (LONGARONE, 1975-1982)















































Fotos: Tocho, agosto de 2024

El 9 de octubre de 1963, de noche, los dos mil habitantes del pueblo montañero de Longarone fueron barridos de sus casas. Los cuerpos, hallados a un centenar de quilómetros río abajo.
 Un desprendimiento de rocas de una pared vertical sobre una presa cercana, y el desbordamiento súbito y violento de las aguas…
 La estatua de culto de la Iglesia se salvó .
 
 El memorial acoge en una cripta los restos de la Iglesia medieval destruida. De planta circular, las gradas alrededor del altar facilitan el recogimiento.
Un entramado de rampas rodea el edificio hasta la terraza superior, dotada también de gradas y un amplio escenario para actividades comunitarias al aire libre.
El edificio encoge los hombros, vuelto sobre sí mismo, sin apenas aperturas, tan solo una rajas horizontales escondidas por pronunciados aleros inclinados.
Un grueso muro de hormigón defiende la iglesia, sobre la que se alza victoriosa la espadaña coronada por una cruz.
Dos mil nombres de víctimas, grabados sobre una plancha de cobre, recubren la pared curva del recinto de acceso.
Numerosas escaleras facilitan la subida a la luz desde un interior penumbroso.

El muro de la presa permanece incólume . Tierra, rocas y árboles indiferentes ocupan el lugar de las aguas.
Familias aun contemplan en silencio lo que ya no está.