miércoles, 9 de septiembre de 2015

REM KOOLHAAS (1944) Y OMA: MONTAJE DE LA EXPOSICIÓN PORTABLE CLASSIC (CLÁSICO DE BOLSILLO) , FUNDACIÓN PRADA, VENECIA, 2015


















































Fotos: Tocho, agosto de 2015

Tras la restauración de un conjunto fabril y su conversión en la sede de la Fundación Prada en Milán, y el proyecto de montaje de la exposición sobre estatuaria clásica que se presenta en estos momento, Koolhaas o su despacho han proyectado la muestra Portable Classic en la sede veneciana de la Fundación Prada y que está a punto de concluir.
La exposición, tan falto de textos como la que se presenta en Milán, está dedicada al impacto de la estatuaria griega en el mundo romano imperial  y, mil años más tarde, en el Renacimiento y el Manierismo italianos.  La difusión y el prestigio de las obras se manifestó por su reproducción fiel o no, en materiales y tamaños diversos, desde la copia exacta hasta el bibelot decorativo. La exposición incluye alguna escultura emblemática como el Hércules Farnese, cuyo original fue modelado por Scopas, y un gran número de variantes de estatuas tan célebres como la Venus de Cnide, de Praxíteles, lo que demostraba no solo el conocimiento y el aprecio de tales obras griegas sino el prestigio que se concedía a su posesión. Por otra parte, la exposición permite apreciar las sutiles diferencias entre las obras, sin duda involuntarias pero inevitables, en función de los gustos y las épocas, al mismo tiempo que muestra cómo las obras cambian, no solo formalmente sino de significado, en función del tamaño con el que se las reproduce.
La exposición, en suma, incluye una selección de obras notables o maestras provenientes de prestadores del mundo entero, desde la Fundación Getty de los Ángeles hasta el Museo del Louvre de París.
El montaje quiere evocar un gabinete de curiosidades y, por otro, la modernidad que manifiesta la actitud renacentista ante estas piezas, inicialmente de culto y luego convertidas en atributos de poder, Estos criterios se traducen en contenedores de metacrilato, transparentes y translúcidos, sobre una estructura de perfiles metálicos pintados de blanco, y en vitrinas incorporadas a los mismos, también de metacrilato, con un grosor que supera el presupuesto que cualquier institución pública puede manejar. El resultado son cajas refulgentes que causan un efecto paradójico: el montaje no debería ser visible a causa de su transparencia pero los brillos y los reflejos invalidan las obras que adquieren un mayor carácter decorativo, casi insignificante. Por otra parte, el regusto setentero del montaje impide una relación íntima con las piezas pese a que se hallan a la altura de la vista y parezcan flotar en el espacio sin ninguna cortapisa.
Demostración de poder y de ingenio, resuelto mecánica o rutinariamente (¡esos gruesos roblones de aluminio para fijar las vitrinas a la estructura metálica!) sin embargo, nunca la estatuaria clásica y renacentista había estado tan cerca de pasar desapercibida, convertida en un elemento decorativo sin gran interés.  Quizá fuera eso, quien sabe, y la exposición sea un perverso y brillante montaje acerca de la futilidad del ate, pero se intuye, sin embargo, que el efecto buscado debía ser muy otro.

martes, 8 de septiembre de 2015

(NOTA SOBRE) MIGUEL ÁNGEL Y LA TEORÍA DEL ARTE RENACENTISTA

El Renacimiento italiano, a partir de finales del siglo XV, se caracterizó por la recuperación de las formas y los ideales clásicos (greco-romanos). Éstos fueron considerados modélicos. Eran superiores incluso a las formas naturales. Éstas, pese a ser el fruto de la creación divina, eran imperfectas a causa de la resistencia de la materia bruta, por lo que el artista debía inspirarse en ellas, corrigiéndolas gracias a los modelos clásicos.
La Edad Media, en cambio, quedó marcado por la desconsideración del artesano que ya se daba en la Grecia clásica y en Roma. Su trabajo manual era relativamente apreciado, mas no su persona. Las artes liberales, en cambio, en las que el trabajo de la mano no era necesario frente a la capacidad reflexiva, eran tenidas en gran aprecio. Los poetas, los filósofos, los geómetras y los matemáticos formaban parte de la élite creativa. Los pintores, escultores y arquitectos, por el contrario, eran considerados desacreditados trabajadores manuales.

Fueron los artistas plásticos florentinos quienes se esforzaron en alzar el crédito de su arte a la altura de la poesía y la geometría. Quisieron demostrar que en su práctica artística también primaba la idea en detrimento de la manualidad. El arte plástico y arquitectónico plasmaba formas ideales cuya ejecución no requería ningún esforzado trabajo, porque las ideas, ubicadas en esferas superiores, eran brillantes y fugaces y debían cazarse al vuelo. Respondían a visiones interiores y no a la reproducción mimética de la naturaleza de la que, en cambio, se encargaban los artesanos.
Se estableció así una diferencia sustancial entre el artesano y el artista. Éste, por otra parte, poseía un don innato que se manifestaba en la creación plástica: el genio. Gracias a éste, el artista era capaz de alzarse hasta la esfera de las ideas, vetada a los artesanos, vislumbrarlas y plasmarlas plásticamente sin alterarlas. De ahí que en el Renacimiento se empezara a valorar los bocetos y las obras inacabadas porque expresaban bien el fulgor de las ideas. Su carácter inconcluso era el testimonio del talante visionario del artista.

Junto con Leonardo, Miguel Ángel fue el artista que mejor expresó la nueva concepción del arte renacentista. Practicaba diversas artes, al servicio de las cortes papales y ducales, pero sobre todo al servicio de su inquebrantable ideario artístico, lo que le llevó a renunciar a encargos y a enfrentarse a sus protectores en defensa de sus ideas: fue poeta, pintor, escultor y arquitecto. No necesitaba tener conocimientos prácticos específicos porque la brillantez de una obra no dependía del saber hacer manual sino de la capacidad de alzarse hasta las ideas. Sus esculturas y sus dibujos  presentan un carácter inacabado. Sus poesías son breves tratados filosóficos. Las formas plásticas no están desgajadas de la materia bruta; los trazos son borrosos o temblorosos porque tratan de traducir la evanescencia de las formas ideales. Esta característica no denotaba la incapacidad de Miguel Ángel por concluir una obra, aunque no se daba nunca por satisfecho. Era la prueba que el esforzado trabajo manual no era necesario para crear una obra singular, cuya brillantez residía, precisamente, en su inacabamiento, como si la idea que expresaba se mostraba etérea e impalpable, sin  estar contaminada por el sopor y la opacidad de la materia. Su obra más célebre, la creación de Adán, perteneciente al fresco que cubre la bóveda de la Capilla Sixtina del Vaticano, es una hermosa metáfora de la creación divina pero también artística: el creador no toca ni manipula la materia sino que ordena que las formas se desgajen de ella.


Las distintas facetas creativas de Miguel Ángel y su ferviente entrega a su obra, semejante a la de un profeta, tuvieron como fin el alumbramiento de un mundo (poetizado, pintado, esculpido o edificado) que reflejase la brillantez de la creación divina de la que Miguel Ángel se consideraba un humilde aunque constante servidor.



Nota: de una primera versión de un prólogo para un libro sobre Miguél Ángel, redactado por varios autores, de próxima publicación:

DALIBOR MARTINIS (1947): ODESSA/STAIRS/1925/2014 (ESCALINATA, 2014)



Sobre este artista serbio, véase su página web

lunes, 7 de septiembre de 2015

FRANK ZAPPA (1940-1993): JONESTOWN (1984, remezclado en 1992)



Jonestown es una de las últimas obras "clásicas" del compositor y músico de rock y de música contemporánea Frank Zappa, dirigidas por Pierre Boulez, quizá hoy un tanto olvidado, que denuncia el imperio de las religiones a través de la sombría evocación sonora de la ciudad donde un fanático fundador de un secta convenció a sus fieles que se suicidaran masivamente -o los asesinó- en 1978.

¿Existen los dioses?

Nadie se cometido asesinatos porque se considere que Edipo, Hamlet, Madame Bovary, Alicia, Gilda o el sin número de personajes de la novela La vida modo de empleo de Georges Perec no han existido nunca. Su inexistencia, por otra parte, no les ha restado un ápice de "verdad". Son figuras más creíbles y complejas que personas de carne y hueso. Encarnan sentimientos y pasiones humanas, a menudo antitéticas, de tal modo que aparecen como modelos de comportamiento a seguir o evitar. Cuando se piensa en una persona carcomida por los celos, Otelo es posiblemente el primer nombre que se nos ocurre, del mismo modo que el arribismo se ejemplifica a la perfección en Julien Sorel, protagonista de El Rojo y el Negro.
Sin embargo, existen personas que no solo se enfurecen sino que matan cuando se plantea la cuestión de la existencia de los dioses, lo que no implica menos precio alguno de su grandeza.
Los héroes y los dioses son creaciones humanas superiores, manifestaciones del talento para imaginar mundos y seres que encarnen a la perfección las capacidades y debilidades humanas.
Desde hace años, los estudiosos del antiguo testamento interpretan el Génesis como un relato a la altura de los mitos más complejos. Analizan el relato como una creación literaria que recurre a toda clase de figuras retóricas para dotar de entidad y misterio el relato de los orígenes, protagonizado por diversas figuras inigualables, entre las que destaca la propia divinidad. El escenario, la acción, los personajes, los sentimientos -amor, ambición, celos, suspicacia y decepción- se despliegan a través de los gestos y las palabras contenidas enunciadas por las figuras. En la vida real, situaciones parecidas pueden solventarse cuando se miran en lo que las narraciones sagradas cuentan. Cuentan lo que los humanos somos.
Los dioses existen sin duda; en nuestra imaginación y en los textos. Son creaciones que nos rebasan, que escapan a nuestro control, del mismo modo que Madame Bovary vive más allá de Flaubert. Quienquiera que se sienta coartado en sus deseos, sabe que Emma Bovary le abre el camino y le apunta un trágico final; del mismo modo, quien no entienda ni acepte qué le ocurre, podrá preguntar a Yavhé y a Caín: el Génesis aporta las claves para entender, y asumir, los deseos, confesables o no, humanos.
Los dioses existen porque los necesitamos. son verdaderos, tienen entidad porque viven en el mundo imaginativo que hemos creado para salir de los estrechos márgenes con la que la realidad nos constriñe. A través de su creación nos manifestamos como plenamente humanos, capaces de ver más allá del horizonte. Vencer o dar la vuelta a la realidad es una tarea o un don exclusivamente humano, que nos acerca a nuestras mejores creaciones, los dioses.
Matar en nombre de dios no es una acción humana, pues impide soñar (en otros mundos): los dioses no cobran entidad ni independencia. No tienen vida propia, que permita dialogar con ellos. Un ser humano que no sueña no es humano. ¿Por qué, entonces, los dioses querrían relacionarse con nosotros y redimirnos, si solo fuéramos animales?