jueves, 30 de enero de 2025

Hatra


















































Fotos: Tocho, enero de 2025


En medio del suelo terroso del desierto, tapizado de cascotes de balas metálicos, oxidados, algunos del tamaño de un palmo, y de tubos de misiles largos como un brazo, y extraños restos de lo que parecen dispositivos de disparo, dejados por la toma a sangre y fuego del recinto por el Estado Islámico hace ahora diez años, se alzan las ruinas monumentales de la ciudad romano-parta, del siglo II aC-II dC, construidas en piedra dorada, y dañada por el Estado Islámico que entre 2015 y 2017 desfiguró a tiros las estatuas y los relieves naturalistas, definitivamente perdidos, pero no destruyó la arquitectura convertida en una base militar.

La ciudad fue arrasada en el siglo III dC por los sasanidas opuestos a los partos, las dos últimas civilizaciones mesopotámicas pre-islámicas.

La ciudad fortificada, está apenas excavada, salvo por el gran complejo de templos, también fortificado, comprendiendo siete santuarios de grandes dimensiones, aunando rasgos orientales y helenísticos, dedicados a dioses astrales. Comprenden capillas, almacenes salas de tesoros y una posible destilería para libaciones. Los templos unidos entre sí componen un impresionante laberinto de estancias. Uno de los templos, dedicado al dios-sol Shamash, se compone de una sala central de planta cuadrada rodeada de un pasillo de gran altura abovedado. 

Pocos relieves y estatuas han escapado a la furia del Estado Islámico, pero el conjunto se mantiene relativamente indemne, como un extenso frente encarado al desierto. 

 

 

martes, 28 de enero de 2025

Babel no está solo en Babilonia












Fotos: Tocho, enero de 2025


A poco de la fundación de Bagdad, una ciudad de nueva planta circular, en el siglo VIII, como capital del imperio abasí, ésta fue abandonada en favor de una nueva capital, fundada según un plan semejante: Samarra se creó según un plan hexagonal, aunque se compuso de varias unidades centrales unidas por una vía recta.

Entre los equipamientos destacaba la que ha permanecido como la mayor mezquita del mundo. Levantada en ladrillo en el siglo IX, ha desaparecido, tras la pérdida de importancia de la ciudad, una vez que Bagdad recuperó la capitalidad en el siglo XI, pero permanecen el muro perimetral, las bases de las columnas, el perímetro del patio y, sobre todo, un minarete en espiral, por el que se que se asciende por una escalera caracol sin barandilla, una imagen vagamente inspirada en los ziggurats mesopotámicos, y que dio origen a la imagen medieval de la Torre de Babel -posteriormente sustituida por una imagen más acorde con una pirámide escalonada. El minarete se alza en medio de un extenso yacimiento arqueológico de adobe, sobre el que se levantan, aquí y acullá, restos de murallas y, en la lejanía, cabe el horizonte, ruinas difíciles de interpretar.