sábado, 26 de diciembre de 2009

Vacaciones

Blog cerrado hasta el 9 de enero de 2010.

Feliz Año Nuevo. Buenas vacaciones, sin tochos.

Yoko Ono /y John Lennon): Rape (1968-1969)



Setenta y cuatro minutos acerca de la violación del espacio propio, doméstico. La cámara asedia a una paseante.

Si el video tardara en descargarse, búsquenlo en: http://vodpod.com/watch/886110-john-lennon-y-yoko-ono-rape-1969?pod=pedroazara

Antes de la arquitectura


"¡Qué bien vivía el hombre bajo Saturno

Antes de abrir caminos en la Tierra!

(…)

El navegante, con afán de lucro,

No cargaba su nave por ignotas tierras:

El yugo entonces no soportaba el toro

Ni el caballo su freno, y nunca puertas

El hogar tuvo entonces, y de los campos

No fijó los linderos ni una piedra;

Daban miel las encinas, y su leche

Espontáneamente brindaban las ovejas;

Y no hubo herrero que forjara espadas,

Porque no hubo ni ejércitos ni guerras.

Hoy sendas mil se abren y llevan hacia la Muerte"


(Tibulo, Elegías, I, 3, 35-50)


Este conocido poema romano describe la sociedad humana en la Edad de Oro. Contrariamente a la concepción mesopotámica (o del griego Hesíodo, marcado por los mitos orientales de los inicios, según la cual solo la actividad del hombre -y de los dioses artesanos- logra que la creación del universo se complete y tenga sentido, y la tierra se convierta en un lugar habitable), el poeta romano Titulo (como también acontece en la Biblia) concibe el mundo de los orígenes, regido por el benevolente y sabio Saturno, como un lugar y un tiempo en el que dioses, humanos y animales convivían en libertad, y no era necesario fijar límites entre el espacio asignado a cada especie, a cada individuo.

Por el contrario, la vida bajo el enérgico Júpiter, el sucesor de su anciano padre, se convierte en un infierno, y la tierra un espacio inhóspito, donde cada uno tiene que defenderse de los demás.


La elegía de Tibulo tiene una connotación política: describe la vida en la añorada Edad de Oro, y bajo Augusto, ya que el monarca, que pacificó el recién creado imperio y se comparaba con el benéfico Apolo -que con sus poemas y su música civilizó la tierra, protegió con sus templos y sus ciudades, y cuidó, gracias a sus conocimientos médicos, a la humanidad, según la concepción latina de Apolo- tuvo a bien reconstruir el Edén. Toda la política augustea consistió en evocar la feliz era de los inicios.


Era en la que la arquitectura no tenía lugar (contrariamente a lo que, paradójicamente, aconteció durante los años augusteos, cuando la política urbanística y edificatoria, ostentosamente construida con caros mármoles y metales preciosos, creció. Pero Augusto y sus defensores no cayeron en esta contradicción).


La Edad de Oro, según Tibulo, se caracterizaba, sobre todo, por la ausencia de cualquier acción edificatoria: no existían carreteras abiertas en la tierra, las casas no tenían puertas (es decir, no eran casas, sino abrigos, espacio acogedores pero no protectores, porque no era necesario defenderse de nada ni de nadie), los mojones no tenían cabida ya que no se debía delimitar parcelas (la tierra es de todos), y a los animales no se les domesticaba (no existían "domoi", por otra parte, en las que encerrarlos). Las casas, los espacios cerradops, acotados no eran moradas, sino cárceles; no defendían la vida, sino que apelaban a la muerte. La ostensible falta de intervención en el espacio, marcando, ordenando, dividiendo y parcelando, era el rasgo más destacado de la era de los orígenes: ordenar o completar el espacio no se tenía que llevar a cabo para que los vivientes pudieran "estar" en la tierra. Antes bien, cualquier intervención espacial, edificatoria, conducía al desastre. A la Edad de Oro le sucedió la Edad de Hierro (según Hesiodo), cuando la apertura de caminos condujo, literamente, no hacia un próspero futuro, sino hacia la muerte (no se sabe si Tibulo, veladamente, quería criticar la tan desaforada política edificatoria de Augusto).


Intervenir sobre o en el espacio, implica la existencia de enemigos -o los crea-; significa que la muerte ha irrumpido -lo que exige la erección de defensas-, o llama a la muerte.


Todo parece indicar que para Tibulo -como para la mayoría de los poetas romanos augusteos, como Virgilio, salvo para Ovidio (condenado al destierro debido a este hecho)-, la arquitectura y el urbanismo no eran una consecuencia de la degradación de los tiempos, sino el factor que desencadenaba el fin de la Edad de Oro. Edificar era destruir. Querrer preservar llevaba a la Muerte. Los caminos solo conducían a la nada.


¿Una lección actual?

jueves, 24 de diciembre de 2009

Michael Snow: Wavelenth (1967)



La suma del cine experimental: cuarenta y cinco minutos en una estancia que mira a la calle donde decenas de industriales empresarios se arruinaron. Un agudo zumbido tortura.

Una de las cien mejores películas del siglo XX.

Si la descarga tardase, váyase a:

http://video.google.com/videoplay?docid=5594638448098762852&ei=970zS8DULcem-AaupIz3Dg&q=Michael+Snow&hl=es#

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Marcel Duchamp y Maya Deren: Witch´s Cradle (1943), inacabado

Shirley Clarke: Bullfight (1955)



Obra maestra del cine experimental norteamericano de la post-guerra

High Line Park (Meatpacking District, Nueva York)




Al fondo, alto bloque de pisos proyectado por Jean Nouvel












Hotel Standard, proyectado sobre el High Line Park por Todd Schliemann (Polshek Partnership, Nueva York).












"Grafitis" a los pies de la estructura metálica elevada reconvertida en un paseo o un parque longitudinal:






















Meatpacking District: en en suroeste de Manhattan, el antiguo barrio de los matederos, almacenes y distribuidores de carne fresca, formado por talleres bajos abandonados, con portalones y rejas metálicos, entre callejuelas de adoquines irregularmente colocados, hoy reconvertido en un centro de lujosas tiendas de moda y restaurantes en los que se paga para no comer, que no han logrado alterar el carácter dejado y desolado de las pocas manzanas deshabitadas.
A un lado, cerca del río Hudson, la oxidada estructura de hierro elevada de un tren de mercancías, en desuso desde los años 80, que serpentea en dirección al puerto donde se cargaban contenedores de carne congelada, en ocasiones por encima de las construcciones.
Salvada y restaurada por los arquitectos de Nueva York Diller y Scofidio, abriga el hermoso High Line Park.
Tres tipos de piezas prefabricadas de hormigón gris -rectangular, semejante a una traviesa, que cubre todo el suelo; en forma de pirámide truncada, que, permite que la vegetación crezca "espontáneamente entre las juntas abiertas en forma de peine; y semejante a una estilizada "z", que constituye la base de un banco, unido al suelo por la parte baja de la pieza, y formado por viguetas de madera -, fanales, matorrales y árboles calculadamente descuidados, que parecen brotar "natualmente" -como si hubieran crecido entre vías abandonadas-, y tumbonas de lamas de madera con ruedas metálicas que se desplazan por las vías preservadas, son los únicos elementos empleados en la reconversión. El estilo es austero; recuerda la forma de los objetos cotidianos de los pioneros puritanos.
El parque está aún en obras. La crisis económica ha frenado la restauración; por ahora, cubre una tercera parte de la longitud de las vías. Cuando se concluya, tendrá quilómetros de largo.
Pero ya permite descubrir el río Hudson gris-azulado, sobrevolar azoteas de ladrillos rojo oscuro y callejuelas intrincadas, como si de un extenso yacimiento arqueológico se tratara -restos de una colonia fundada cerca del mar-, y otear macizos torreones, pináculos neorrománicos que dibujan, en la lejanía, bajo un cielo frío, afilados perfiles montañosos.

http://www.thehighline.org/

Después de la Coulée Verte en el centro de París, cerca de la Bastilla -construída sobre una vía de tren elevada que se abre paso entre altos edificios de viviendas-, que ha servido sin duda de inspiración, uno de los mejores parques actuales, lejos de las absurdas "follies" de los años ochenta (Parque de la Villette de París, por ejemplo).