viernes, 8 de junio de 2012

El espacio y los animales en la Grecia antigua


Presentació del segon volum sobre la concepció de l'espai a Grècia





El 12 de juny de 2012 a les 19 hores es presenta a l'Institut d'Estudis Catalans (IEC) Ta zôia. L'espai a Grècia II, el llibre número 20 de la col·lecció Documenta de l'ICAC. Està editat per Montserrat Jufresa i Montserrat Reig i el presenten els doctors Joaquin Ruiz de Arbulo (Universitat Rovira i Virgili/ICAC), Joana Zaragoza (Universitat Rovira i Virgili) i Mariàngela Vilallonga (IEC/Universitat de Girona). L'acte és a l’aula Eduard Fontserè de l'IEC (carrer del Carme, 47, Barcelona).

Vegeu la invitació.

El llibre explora les relacions entre els animals i la configuració de l'espai en el món grec a partir de les aportacions dels participants en el col·loqui internacional que va tenir lloc els dies 3 i 4 de desembre de 2009: Giovanni Manetti, Carlos García Gual, Xavier Riu, Julien Averty, Montserrat Reig, Pedro Azara, Arnaud Zucker, François Quantin, Francisca Chaves, Margarita Moreno i Lydia Trakatelli.



 

Atentado en Bagdad

 
Posted by Picasa
Imagen del Pabellón Agrícola Industrial, de los años treinta, antes y después del reciente atentado en Bagdad (Iraq) del 4 de junio. Fotografía remitida por la Dra. Ghada Siliq (Universidad de Bagdad)

Joris Ivens (1898-1989) & Chris Marker (Guión) (1921): ... a Valparaíso (1962)

Theodore Ushev (1968): Tower Bawher (2006)

jueves, 7 de junio de 2012

Ar(fri)kitectura




http://piramidesdebosnia.com/




La pirámide de Keops con el ojo esférico de Horus (sic)




Hace unos años me llamó Gregorio Luri (www.elcafedeocata.blogspot.com). Una conocida suya, reputada arqueóloga búlgara o rumana, si no me equivoco, nos invitaba a un viaje a Bosnia, con todos los gastos pagados no recuerdo si por la UNESCO o la Comunidad Europea.
A cambio, debíamos formar parte de una comisión que redactaría un informe sobre un reciente descubrimiento arqueológico que iba a cambiar la historia de la humanidad: una gigantesca pirámide, construida en el Paleolítico, unos diecisiete mil años antes que las pirámides de Egipto. El pueblo al pie de la pirámide y el gobierno bosnio tenían mucho interés en la promoción turística de semejante monumento, único en el mundo. Ya se estaban planeando hoteles.

Una rápida consulta por internet desveló parte del misterio. Decenas de páginas webs se referían a la pirámide bosnia. Se trataba de la llamada Pirámide de la Luna. Necesariamente, tenía que hallarse cerca la Pirámide del Sol. La había descubierto un arqueólogo aficionado australiano, célebre porque había demostrado que las pirámides mayas habían sido levantadas por extraterrestres.
Algunas fotografías mostraban la imagen de la Pirámide de la Luna. Era imponente: una montaña arbolada, terminada en pico. No lejos se divisaba otra montaña.
De pronto, empezamos a imaginar pirámides. La colina del Tibidabo, a cuyos pies se extiende Barcelona, ¿no sería una pirámide paleolítica? Desde luego, la montaña más alta del Montseny, a unos pocos quilómetros de Barcelona, con una perfecto perfil en diente de sierra, no podía ser sino otra pirámide. Por no hablar ya de los picos de Montserrat. Los primeros humanos aún medio simiescos, ¿no se han hallado cabe Barcelona?
La Pirámide de la Luna debía tener galerías, pasadizos, cámaras secretas. Estaba construida con gigantescos bloques de un ignoto hormigón artificial. Dado que en el Paleolítico, no se conocía ni siquiera la cerámica, era difícil pensar que terrícolas hubieran levantado semejante monumento.

Aceptamos gustosos el viaje a Bosnia, gastos pagados, para redactar un informe absolutamente desfavorable. No supimos nada más.

Este descubrimiento, sin embargo, queda en agua de borrajas si se compara con la tesis doctoral recientemente leída en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, con todos los parabienes, y divulgada por las más altas instituciones culturales barcelonesas, que demuestra que la pirámide de Keops está relacionada con la Atlántida (esa hermosa ficción urdida por Platón), y que puede ser leída como un libro en piedra semejante al que contiene las profecías de Nostradamus.

Doctorandos del mundo entero, que tratáis de escribir tesis doctorales sobre la existencia del Castillo de Barba Azul, la casa de Hansel y Gretel, el palacio de la Reina de Bastos, la ciudad del planeta Kripton, o la barca llamada Libertad cantada por José Luis Perales, por ejemplo, ¡acudid inmediatamente a la Escuela de Arquitectura de Barcelona dónde obtendréis la máxima nota y notoria notoriedad!

Pagamos con fondos públicos asignaturas optativas sobre las profecías de la pirámide de Keops, al mismo tiempo que echamos a la calle a profesores asociados que se limitan, aburridamente, a contar los datos, verificados, que la arqueología y la epigrafía brindan sobre la historia de las pirámides, laboriosamente levantadas por humanos.





miércoles, 6 de junio de 2012

Joris Ivens (1898-1989): Études de mouvements à Paris (Estudio de movimientos en París) (1928)



El fotógrafo, cineasta, documentalista holandés Ivens realizó varias filmaciones sobre la vida en la ciudad, entre los años veinte y cincuenta, consideradas hoy como algunas de las mejores y más poéticas sinfonías urbanas que exaltaban la vida industrial, aunque, tras la Segunda Guerra Mundial, también cantó los valores de los trabajos del campo.
A lo largo de esa semana, se incluirán varias de esas filmaciones.
Tocho ya mostró la célebre Regen (Rain), de 1929

La noción de espacio en la Grecia antigua, II

La relación entre espacio escénico o coral (choros) y espacio "abstracto (chooros), que se comentaba en una entrada anterior, no parece descabellada -todo y las diferentes raíces de estas palabras-, opinan helenistas como Jesús Carruesco y Françoise Frontisi-Ducroux, basándose en los estudios etimológicos de Pierre Chantraine.
La noción de espacio estaría relacionada con el espacio procesional, coral, teatral. El espacio sería lo que los ceremoniantes dibujarían a medida que se desplazan. De este modo, el espacio estaría íntimamente ligado al movimiento, a la acción humano. Los hombres no se desplazarían en el espacio, sino que lo instituirían con sus gestos.

Esta estrecha, y necesaria relación entre continente y contenido, entre espacio y ser humano, entre espacio y espacio vivido, de tal modo que el espacio solo se concebiría como un espacio ligado al ser humano, próximo a él, un espacio que no existiría, no sería concebible, sin la actuación de los seres humanos, desemboca en una visión del espacio en la Grecia antigua que quizá esté en el origen de algunos rasgos de la cultura moderna.
Choros (espacio coral, procesional, teatral: sagrado, en suma) estaba también emparentado el término griego chortos. Éste significaba patio, recinto cerrado, acotado; también, prado: un lugar cercado donde existía abundante alimentación, y dónde era agradable asentarse. De algún modo chortos era un claro en el bosque. Para un griego, el bosque, la maleza era el "no-espacio", es decir un ámbito hostil a la vida, en el que era imposible desplazarse. Por eso, la creación o apertura de espacios consistía en desbrozar un terreno, en abrir claros en la selva, una tarea que, en los inicios, fue llevada a cabo por Apolo, el dios de la organización y delimitación territorial, y de la arquitectura: el dios-constructor (autor del recinto y del santuario de Delfos, considerado el centro del mundo).
Chortos provenía de una raiz, *gher-, que significaba contener. Chortos era un receptáculo de vida: un espacio ordenado donde se podía prosperar. Posiblemente no sea casual, como escribe Chantraine que el radical sáncrito (de raíz indoeuropea, como el griego) grha- se tradujera por casa (entendida como un espacio íntimo, inviolable sagrado, donde se asentaban las divinidades protectoras de la familia; de ahí, kirke, en alemán, church, en inglés: iglesia), y que, en ruso, gorod, derivado de la misma raíz, signifique ciudad. Chortos era el espacio bien defendido en el que la vida se recogía.

Si la relación entre choros y chooros es posible, y que chortos (con el que está emparentado choros) evoque la casa y la ciudad, se explicaría que choorion, un diminutivo de chooros (espacio), signifique plaza fuerte, o pueblo: un lugar construido, bien edificado, defendido.
Polichoros, que se puede traducir por "muchas plazas", era un epíteto homérico de ciudad (polis).  La ciudad., así,, se caracterizaba, se representaba, se simbolizaba por un rasgo: la posesión de lugares procesionales, de "plazas" (ágoras) donde mercadear, discutir y honrar a las divinidades protectoras de la ciudad.
La noción de espacio estaba, pues, asociada al asentamiento humano: el pueblo, la plaza fuerte y la ciudad. El espacio era la ciudad: el ámbito dónde el ser humano se movía en libertad, con seguridad, libre de los peligros que acechaban en la selva, un ámbito dónde no podía defenderse, moverse.
La ciudad era el paradigma del espacio. Éste no era el espacio indeterminado, libre, que se concibe hoy, sino un lugar bien acotado, protegido, cuya imagen más precisa era el pueblo y la ciudad, sin duda amurallados: una ciudad pletórica de vida. Así, mientras nosotros equiparamos el espacio con el vacío (términos sinónimos), los griegos, en la Antigüedad, distinguían cuidadosamente chooros (espacio) de kenon (vacío, inocupado, privado -de vida). El chooros no podía estar vacío, no podía ser un ente vacío, pues el chooros nacía de la pulsión vital que la ciudad generaba. Kenooo era un verbo que se traduce por evacuar: justo lo contrario de lo que el espacio (urbano) ejecutaba: acoger, contener. La ciudad era un espacio de contención: contenía la vida, y contenía (defendía) los peligros que asediaban la vida de la ciudad. Acciones que solo un ente cargado de vida, como el espacio (de la ciudad) -pero no se concebía espacio sin cerco: sin pueblo ni ciudad- podía llevar a cabo.
Espacio urbano, trazas o plantas urbanas que, recordemos, seguían las trazas de las procesiones: eran los miembros del choros los que, mientras desfilaban -por ejemplo, con motivo de las ceremonias de fundación de la ciudad-  abrían las sendas que, posteriormente, tras la fundación de la ciudad, se convertirían en la red arterial urbana. El chooros, que era el chortos (el poblado), nacía de la actividad del choros.