jueves, 7 de junio de 2012

Ar(fri)kitectura




http://piramidesdebosnia.com/




La pirámide de Keops con el ojo esférico de Horus (sic)




Hace unos años me llamó Gregorio Luri (www.elcafedeocata.blogspot.com). Una conocida suya, reputada arqueóloga búlgara o rumana, si no me equivoco, nos invitaba a un viaje a Bosnia, con todos los gastos pagados no recuerdo si por la UNESCO o la Comunidad Europea.
A cambio, debíamos formar parte de una comisión que redactaría un informe sobre un reciente descubrimiento arqueológico que iba a cambiar la historia de la humanidad: una gigantesca pirámide, construida en el Paleolítico, unos diecisiete mil años antes que las pirámides de Egipto. El pueblo al pie de la pirámide y el gobierno bosnio tenían mucho interés en la promoción turística de semejante monumento, único en el mundo. Ya se estaban planeando hoteles.

Una rápida consulta por internet desveló parte del misterio. Decenas de páginas webs se referían a la pirámide bosnia. Se trataba de la llamada Pirámide de la Luna. Necesariamente, tenía que hallarse cerca la Pirámide del Sol. La había descubierto un arqueólogo aficionado australiano, célebre porque había demostrado que las pirámides mayas habían sido levantadas por extraterrestres.
Algunas fotografías mostraban la imagen de la Pirámide de la Luna. Era imponente: una montaña arbolada, terminada en pico. No lejos se divisaba otra montaña.
De pronto, empezamos a imaginar pirámides. La colina del Tibidabo, a cuyos pies se extiende Barcelona, ¿no sería una pirámide paleolítica? Desde luego, la montaña más alta del Montseny, a unos pocos quilómetros de Barcelona, con una perfecto perfil en diente de sierra, no podía ser sino otra pirámide. Por no hablar ya de los picos de Montserrat. Los primeros humanos aún medio simiescos, ¿no se han hallado cabe Barcelona?
La Pirámide de la Luna debía tener galerías, pasadizos, cámaras secretas. Estaba construida con gigantescos bloques de un ignoto hormigón artificial. Dado que en el Paleolítico, no se conocía ni siquiera la cerámica, era difícil pensar que terrícolas hubieran levantado semejante monumento.

Aceptamos gustosos el viaje a Bosnia, gastos pagados, para redactar un informe absolutamente desfavorable. No supimos nada más.

Este descubrimiento, sin embargo, queda en agua de borrajas si se compara con la tesis doctoral recientemente leída en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, con todos los parabienes, y divulgada por las más altas instituciones culturales barcelonesas, que demuestra que la pirámide de Keops está relacionada con la Atlántida (esa hermosa ficción urdida por Platón), y que puede ser leída como un libro en piedra semejante al que contiene las profecías de Nostradamus.

Doctorandos del mundo entero, que tratáis de escribir tesis doctorales sobre la existencia del Castillo de Barba Azul, la casa de Hansel y Gretel, el palacio de la Reina de Bastos, la ciudad del planeta Kripton, o la barca llamada Libertad cantada por José Luis Perales, por ejemplo, ¡acudid inmediatamente a la Escuela de Arquitectura de Barcelona dónde obtendréis la máxima nota y notoria notoriedad!

Pagamos con fondos públicos asignaturas optativas sobre las profecías de la pirámide de Keops, al mismo tiempo que echamos a la calle a profesores asociados que se limitan, aburridamente, a contar los datos, verificados, que la arqueología y la epigrafía brindan sobre la historia de las pirámides, laboriosamente levantadas por humanos.





1 comentario:

  1. Leí el jueves la columna de Gregorio y pensé que se trataba de una exageración digamos "estilística". Y ahora veo tu apunte... y no salgo de mi asombro. ¿Qué está pasando?

    Que la sociedad esté cada vez más impregnada de creencias paranormales entra dentro de lo razonable. La búsqueda de respuestas cuando ya no las da Dios origina este descontrol en el que toda noticia se convierte en creencia. Pero no puede ser que en el mundo académico se produzca semejante insulto a la inteligencia.

    Precisamente, me comentaba esta semana un amigo que había leído en internet la noticia que el Quijote no era obra de Cervantes sino de un tal Sirvent, autor valenciano que lo escribió originalmente en catalán.

    He buscado y, efectivamente, la noticia está ahí. Sin entrar en ninguno de los vínculos que ofrece Google, de entrada ninguna de las fuentes tiene la más mínima autoridad académica por lo que he renunciado a la lectura de ninguna de esas webs.

    En fin, que como no vayamos con un poco más de cuidado el mundo profesional y académico vamos a perder el poco prestigio y autoridad que la gente nos da. No sé cómo lo vives tú desde la universidad, pero un servidor, desde el bachillerato y los ciclos formativos, asisto atónito al avance de la opinión personal sobre el conocimiento.

    ¡Es de locos!

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