domingo, 9 de septiembre de 2012

Farhondeh Torabi (Teherán, 1965) y Morteza Ahadi (1964): شنگول و منگول, (Shangool -o-Mangool; Shangul y Mangul)(2000)



Célebre cortometraje de animación iraní que ha ganado todos los galardones posibles. Basado en un cuento popular iraní.
La directora es una de las mejores animadoras actuales.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Zona Cero

“Si el espacio que ocupaban las Torres Gemelas es la Zona Cero para los americanos, el Born y sus ruinas es la zona cero de los catalanes”. 
(Quim Torra, director del Centro Cultural del Born, en Barcelona, que acoge los restos de un barrio de Barcelona derribado cuando Barcelona, leal a la Case de los Hausburgo alemanes, fue asediada y tomada por las tropas leales a la Casa de los Borbones francesa. Este centro abrirá de aquí a un año).

Se compara una área de Nueva York, arrasada por un atentado terrorista, en el que murieron unas dos mil quinientas personas, con un barrio de Barcelona derribado en una acción de guerra (la Guerra de Sucesión, entre tropas españolas, austriacas, francesas e inglesas) -los propios habitantes fueron obligados a derribar sus casas tras la toma de la ciudad-, común en los siglos XVI y XVII. Hubo un antes y un después, aquí y en Nueva York.
Interesante visión.
Se podría ampliar.
Sería aleccionador, por ejemplo, que el Barrio del Call de Barcelona -el barrio judío que sufrió el primer pogromo de la historia, en 1391, tras revueltas en otras ciudades españolas, y que culminó con el arrasamiento del barrio-, también fuera declarado Zona Cero: la ciudad cambió radicalmente.
De paso, Atenas podría también declarar una Zona Cero tras haber sido enteramente destruida por los mercenarios de la Corona de Aragón, venidos de Barcelona, al igual que otras ciudades mediterráneas, como Nápoles, o Ángel, donde se traficaba con esclavos.
Quizá se pudiera sumar la Habana, víctima del último tráfico de esclavos mundial, a finales del siglo XIX, a cargo de patricios barceloneses, que tanto bien hicieron a las arcas de la ciudad, y no tanto a las africanas y cubanas. 
La catedral paleo-cristiana fue destruida por las tropas árabes; años más tarde, la mezquita, levantada sobre los restos de la catedral, sufrió igual suerte, o peor, pues nada ha quedado ¿A quién pertenecería esta Zona Cero -que marcó la definitiva separación de Barcelona del islam-, en pleno centro de la ciudad?
Y así...

Luis Fernández Pons (1979): Roulotte (2003)











Quizá menos conocido que los proyectos del arquitecto un tanto mediático Santiago Cirujeda, una obra que el artista Luis Fernández Pons, que estudió también aparejadores y arquitectura, propuso, en 2003, ofrece una solución a las limitaciones del espacio doméstico y su desmesurado precio. Era el año 2003 cuando en España se ataban los perros con longanizas, y toda la mafia europea se codeaba en la costa.

Una roulotte, una casa sobre ruedas, se transforma en una ampliación temporal de una vivienda. Subida a un andamio, puede legalmente permanecer en la calle.
Las roulottes o caravanas siempre han sido al mismo tiempo hogar y medio de transporte. Utilizadas por viajeros, emigrantes, poblaciones itinerantes, simbolizan una concepción distinta de la vida, al margen de la ciudad. Las caravanas se instalan y desaparecen al día siguiente. Nunca permanecen mucho tiempo en un mismo lugar. No están pensadas para echar raíces.
Salvo quizá en el cielo, cuando acuden a solventar problemas irresolubles de espacio y de vida. Expresan los deseos de una vida mejor y denuncian la precariedad de muchos hogares.
Una roulotte, construida para surcar carreteras, de pronto no toca el suelo. Y queda fija en ningún lugar.  Como sus ocupantes, que no alcanzar a tener un lugar en la vida.

Hoy, jueves 6 de septiembre, Luis Fernandez Pons y Jasmina Llobet (1978) han inaugurado una hermosa exposición en la galeria MasArt de Barcelona, que nadie debería perderse: http://www.llobet-pons.net/

Véase también: http://www.mas-art.net/castellano/home.aspx

Políticos y arquitectos, o juicio esperanzador



 Gracias a Eric Rusiñol por el envío

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Descubrir Barcelona, o qué libro comprar cuando se visita Barcelona con un niño





Quienes fueron niños a finales de los años cincuenta, en los sesenta y a principios de los setenta, y les gustaba y podían viajar -aunque fuera solo con la imaginación- quizá recuerden los maravillosos libros ilustrados que el autor checo Miroslav Sasek (1916-1980) dedicó a una serie de ciudades importantes por el aquel entonces: París, Londres, San Francisco (tan presente en películas como Vértigo de Hitchcock), Venecia, Roma (de los paparazzis retratados por Fellini), Nueva York, etc. Hermosas, ingeniosas, irónicas, tiernas y acertadas ilustraciones, que captaban monumentos pero sobre todo la vida de la calle, componían las viñetas de un lento paseo sin rumbo por la ciudad.
 Sasek no retrató Barcelona. Barcelona, en aquellos años, era la ciudad más gris del mundo. Viajar a Barcelona era un castigo. Barracas misérrimas se amontonaban en la arena que hoy remeda las playas de la Costa Azul. Sasek murió cuando Barcelona no se había abierto aún al mundo (y no se había entregado al turismo, tampoco).
 Oblit Beseiria y Pere Virgili han recuperado la mirada urbana de Sasek y la han aplicado a Barcelona. Una Barcelona turística pero ante todo vivida. Y mirada con humor.
Un libro ilustrado que cualquier padre podría -o debería- comprar a sus hijos pequeños, antes de viajar a Barcelona, si quiere que miren la ciudad como si fuera el escenario de un cuento, verdadero y fabuloso, si quieren que vuelvan una y otra vez a la ciudad -gracias a la imaginación (Ediciones Hipòtesi, Barcelona, 2011)



Véase la web siguiente: 
http://hipotesi.wordpress.com/5-descobrir-ciutats-descubrir-ciudades-discovering-cities/

Los derechos de autor de los herederos de Picasso son tales que el libro no ha podido reproducir, ni siquiera aproximarse, a los frescos que el grabador danés Carl Nasjer, siguiendo el detallado boceto de Picasso, reprodujo, a finales de los cincuenta, en el remate superior de hormigón del edificio del Colegio de Arquitectos deCataluña.
Como compensación, he aquí dos imágenes, que casan bien con el espíritu del libro:





Keith Fullerton Whitman (1973): Lisbon (2006)

martes, 4 de septiembre de 2012

El templo sumerio, 4: la Casa del Sol Naciente

Temple of Barbar & معبد باربار
Barbar temple








 Sumer nos puede parecer el origen de la civilización, mas los sumerios no se consideraban los primeros, sino que decían provenir de un país aún más antiguo y perfecto. Se trataba de Dilmun, un Eldorado que los mitos sumerios describían casi como el Paraíso.
Dilmun era la tierra prometida. Ziuszudra, el superviviente del Diluvio, gracias a quien la humanidad pudo sobreponerse al cataclismo, vivía eternamente en Dilmun. Ziuszudra debía su supervivencia al Arca con la que sorteó los envites de las lluvias y los mares, aconsejado por el dios de las aguas, precisamente: Enki.
De Dilmun provenían los materiales más preciosos, maderas y cobre. Toda la cultura mesopotámica soñaba con Dilmun.

Al parecer, Dilmun se hallaba en una península y conjunto de islas: el actual Bahrein (aunque también podría haberse extendido a Arabia Saudí).

En 1954, una misión arqueológica danesa desenterró el santuario mesopotámico más perfecto: los templos de Barbar.
Se trataba de tres templos superpuestos, construidos, unos sobre los otros , a lo largo de unos mil años. El primero dataría del 3000 aC. Los dos siguientes se edificaron sobre las ruinas de los que les precedieron. Otros estudiosos los datan entre 2200 y 1700 aC.

Eran -son- templos de tipología sumeria. Constan de una serie de plataformas rectangulares que descansan sobre una última, de mayor tamaño, de planta oval. El templo propiamente dicho consta de unas capillas en las que se hallaron ofrendas cerámicas y altares
Los templos de Barbar son  los templos sumerios -o de forma sumeria- mejor conservados. La razón reside en el material. Mientras en Mesopotamia todas las construcciones eran de adobe, debilitadas por las fuertes lluvias y las aguas freáticas, los templos de Barbar se construyeron con bloques de piedra tallada, perfectamente ensamblados y aún bien conservados.

Se trataba de un santuario dedicado posiblemente al dios Enki, precisamente, a su paredra (esposa), la diosa Ninhursag. En Dilmun era conocida como Ninsikila. Enki era el dios de las aguas dulces, y su esposa era al mismo tiempo su madre, una diosa-madre, ligada a las cumbres o a las profundidades.
Una escalera se adentra en la base del templo. Pronto se convierte en un pasadizo abovedado. Conduce a un pozo, bien alimentado en agua gracias a un conducto conectado con un depósito natural subterráneo. Este pozo, posiblemente, fuera el Abzu: un espacio mítico, y una divinidad: las aguas de la sabiduría o aguas matriciales, y una diosa-madre. El mundo nació de las aguas originarias, gracias a la sabiduría de Ninhursag -o de Abzu o Nammu como también se la conocía- y a las habilidades técnicas de Enki -dios creador, por tanto dios artesano y, al mismo tiempo, dador de vida. Su madre rompió aguas para alumbrar el mundo y a todos los seres.
Todos los santuarios sumerios poseían una réplíca del Abzu: un pozo o un estanque, símbolo de la vida que el santuario garantizaba. Pero el santuario de Barbar se hallaba en la tierra originaria, donde la muerte no reinaba (de ahí que Ziuszudra venciera al Diluvio y pudiera vivir eternamente en Dilmun). Enki -y, aún más, su madre y esposa- era un dios -o el dios- de los orígenes, casi más importante que su hermano Enlil, dios de la furia de las tormentas (las aguas venidas del cielo), y An, el mismo Cielo.
El santuario de Barbar posiblemente fuera considerado como el origen de la vida. El nombre árabe actual, Barbar derivaría del sumerio e-babbar (en sumerio, babbar o bar-bar: blanco, brillante; babbar-è: levante): la Casa (e) Blanca (babbar), o la Casa del Sol Naciente, del Amanecer. Agua y Sol (Utu, el dios-sol, también era particularmente adorado en Dilmun): el sol emergiendo de las aguas primordiales (para los sumerios, el sol, precisamente, nacía en Dilmun). Las aguas que encerraba y sobre las que descansaba -los templos, en todas las culturas, están siempre asociados a las aguas fecundantes y purificadoras- dieron nacimiento al mundo. Toda Mesopotamia estaba conectada con este santuario. Su vida dependía de él. El templo, en efecto, controlaba el paso de las mercancías entre el valle del Indo y el delta del Tigris y el Éufrates. Se trataba de una verdadera fuente de vida, física y espiritual.
De algún modo, todos descendemos de los templos de las relucientes aguas de Barbar -abandonados a principios del segundo milenio, lo que ocasionó, en parte, el fin de la cultura sumeria.