Quizá menos conocido que los proyectos del arquitecto un tanto mediático Santiago Cirujeda, una obra que el artista Luis Fernández Pons, que estudió también aparejadores y arquitectura, propuso, en 2003, ofrece una solución a las limitaciones del espacio doméstico y su desmesurado precio. Era el año 2003 cuando en España se ataban los perros con longanizas, y toda la mafia europea se codeaba en la costa.
Una roulotte, una casa sobre ruedas, se transforma en una ampliación temporal de una vivienda. Subida a un andamio, puede legalmente permanecer en la calle.
Las roulottes o caravanas siempre han sido al mismo tiempo hogar y medio de transporte. Utilizadas por viajeros, emigrantes, poblaciones itinerantes, simbolizan una concepción distinta de la vida, al margen de la ciudad. Las caravanas se instalan y desaparecen al día siguiente. Nunca permanecen mucho tiempo en un mismo lugar. No están pensadas para echar raíces.
Salvo quizá en el cielo, cuando acuden a solventar problemas irresolubles de espacio y de vida. Expresan los deseos de una vida mejor y denuncian la precariedad de muchos hogares.
Una roulotte, construida para surcar carreteras, de pronto no toca el suelo. Y queda fija en ningún lugar. Como sus ocupantes, que no alcanzar a tener un lugar en la vida.
Hoy, jueves 6 de septiembre, Luis Fernandez Pons y Jasmina Llobet (1978) han inaugurado una hermosa exposición en la galeria MasArt de Barcelona, que nadie debería perderse: http://www.llobet-pons.net/
Véase también: http://www.mas-art.net/castellano/home.aspx
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