martes, 13 de noviembre de 2012

Anne-lise Coste (1973): Constructions (Construcciones) / There (Aquí) (2006-2010)























Anne-lise Coste (Marsella, hoy en Berlín y en Zurich)  pasó cinco años en un hospital psiquiátrico: encerrada en una celda monacal. Éste era su espacio, el espacio en que vivía; su espacio propio, doméstico.

Los dibujos reflejan la percepción de su espacio más íntimo: camas de estructura metálica, encerradas por barrotes; estancias desnudas; puertas cerradas; gruesos muros; ventanas en lo alto; chimeneas inquietantes clavadas como tornillos en el tejado; algún crucifijo. Casas como búnkers.

Frente a estas imágenes, estructuras de cañas, frágiles y desequilibradas, a punto de caer como construcciones de palillos, soportadas por finos varillas que se doblegan, como las múltiples patas de un insecto: construcciones inquietantes, tejidas con fibras, entre el nido y la tela de araña. Se asemejan a chozas superpuestas, apoyadas sobre pilotes, como si fueran casas sobre las aguas, siempre a punto de ser arrastradas.


lunes, 12 de noviembre de 2012

Eric Rusiñol (1986): Casa-patio en la llamada Gay Street de Ur (Iraq), finales del tercer / principios del segundo milenios (reconstrucciones, 2012)





Reconstrucción y animación de una casa-patio de Ur, situada en la calle de un barrio residencial que el arqueólogo Woolley, recordando a la ciudad de Oxford donde había estudiado, bautizó como Calle de la Alegría (Gay Street).

Este barrio, al sur del zigurat, en buen estado en los años veinte cuando fue excavado, que conservaba calles, callejones y viviendas con muros de casi dos metros de alto -lo que permitió hallar puertas con arcos-, fue conocido porque, supuestamente, incluía la llamada "casa de Abraham" -reconstruida, por desgracia, en 2011, para satisfacer la visita del papa, finalmente anulada por razones de seguridad.

Trabajo del arquitecto  Eric Rusiñol, a partir de documentos elaborados por el estudiante de PFC de la ETS Arquitectura de Barcelona, Marc Marín (1987), interpretando y corrigiendo documentos del arqueólogo Charles Leonard Woolley, director de la misión arqueológica británico-norteamericana de Ur, finales de los años 20/principios de los años 30.

Estas animaciones podrán ser descargadas en teléfonos "inteligentes" y tablillas gracias a un programa de Realidad Aumentada gratuito en la exposición Antes del diluvio. Mesopotamia, 3500-2100 aC, en Caixaforum, Barcelona y Madrid, a partir del 29 de noviembre de 2012 en Barcelona

domingo, 11 de noviembre de 2012

Rachel Harrington and the Knock Outs : Makin´Our House a HonkyTonk (2011)



http://www.rachelharrington.net/

Louis Amstrong (1901-1971): Down in Honkytonk Town (1940)

Rheim Alkadhi (1973): Collective Knotting Together of Hairs (40 Kilometers of the Narrowest Margin) (2012) - Riwaq Biennale (Qalandiya International. Bienal de Ramala, Palestina, noviembre de 2012)





Los palestinos no tienen permiso para entrar en Jerusalén, salvo que se les conceda un permiso, otorgado excepcionalmente, una vez al año como máximo, normalmente por Navidad.

La artista Rheim Alkadhi (1973) ha hallado la manera de facilitar el contacto.
Vive y trabaja en un pueblo palestino a unos cuarenta quilómetros de distancia, gracias a una beca de la Bienal de Riwaq.
Desde el pueblo, se divida el paisaje circundante, aunque no Jerusalén.

Sobre la fachada de un edificio otomano restaurado, cuya fachada apunta hacia Jerusalén, en lo alto, a unos quince metros de altura, casi inapreciable, un pequeño huso, con un hilo negro, señala la dirección de la capital. A la altura de la vista, cabe la puerta de entrada del conjunto, una cartela: Rheim Alkadhi (1973): Collective Knotting Together of Hairs (40 Kilometers of the Narrowest Margin) (2012)

Los hilos son cabellos. Alkadhi ha pedido que las mujeres del pueblo que lo deseen, le entreguen un mechón. Los cabellos son atados unos con otros por la artista y las mujeres participantes en la obra. La fabricación de un cabello interminable concluirá cuando éste alcance la longitud de cuarenta quilómetros. Por ahora, tras tres meses de trabajo, tiene unos cinco quilómetros. La artista espera concluir la obra a final de año.
Este fino hilo negro (este cabello casi infinitamente largo) podría extenderse hasta llegar a Jerusalén. Saltaría toda clase de barreras. Es imperceptible. Frágil y no parece constituir amenaza alguna.
El pelo contiene el ADN de la persona. Por tanto, el cabello no solo es una parte del cuerpo de una persona, sino que es, o lleva, su clave secreta, lo que la constituye y la diferencia: lo que la personifica, personaliza, identifica.
Pero los cabellos son indistinguibles visualmente. Unidos, representan una comunidad: de entes idénticos y al mismo tiempo distintos: unidos en su diversidad.
El cuerpo de cada habitante del pueblo, juntos, formando una cadena, puede llegar hasta Jerusalén. Tiene un puente; física y espiritualmente, conecta el pueblo (en su doble aceptación de entorno construido y de habitantes de dicho entorno) con Jerusalén.
Trabajo en grupo: trabajo femenino (la costura, el bordado). Trabajo anónimo y callado que sortea barreras.

Un turbador trabajo sobre la organización del espacio, sus límites, sus barreras, y su habitabilidad.
El pelo es una de las pocas partes del cuerpo que sigue extendiéndose tras la muerte. Nada lo detiene.





Rheim Alkadhi: Tower to Bridge (2011)

sábado, 10 de noviembre de 2012

Tercera y última crónica de Ramala (Palestina): arquitectura y colonialismo

Ya de vuelta a Barcelona desde el martes por la noche, recuerdo una ponencia del congreso sobre Modernidad, Vida urbana en la Región Árabe, que tuvo lugar en Ramala (Palestina) y en Amman (Jordania), organizado por la ONG palestina Riwaq dedicada a documentar y restaurar el patrimonio arquitectónico y urbano palestino, con preferencia, estructuras modernas y no tanto o no solo monumentos.

Se comentó una situación doblemente paradójica que revela las complejas relaciones culturales entre Palestina e Israel.
Barrios enteros de ciudades y pueblos dominados, habitados por palestinos, fueron destruidos por el ejército de Israel en 1948. El desplazamiento y la reconstrucción de barrios produjo unos efectos inesperados. Los palestinos, minusvalorados por los judíos, muchos de ellos recién emigrados a Palestina, se sintieron tan rechazados y tuvieron la sensación que ya no formaban parte de Palestina, que adoptaron el estilo de las casas judías -un estilo influido por la arquitectura tradicional del norte de Europa, por ejemplo- para volver a sentirse arraigados a este lugar. Asumieron que los judíos eran los "verdaderos" habitantes de Palestina, por lo que solo imitando sus modos de vida y habitar podrían retornar a esa tierra y volverse a sentirse habitantes de ésta.

Mas, se produjo también un fenómeno inverso. Los judíos, recién emigrados de Europa, Norteamérica y África, se hallaron en tierra desconocida. Si querían sentir que pertenecían a Palestina, y enraizarse en esta tierra, tenían que adoptar formas de vida y de construcción propias de la región. Las casas tradicionales que se encontraban eran palestinas. Por tanto imitaron los modos de vida, las tipologías arquitectónicas palestina para edificar sus viviendas.
De este modo, se produjo una doble hibridación: palestinos que miraban a judíos, y judíos a palestinos.

Por otra parte, el empleo de formas y composiciones contemporáneas planteaba problemas éticos. La modernidad se asociaba al colonialismo. Fueron los poderes coloniales, Francia e Inglaterra, sobre todo, quienes introdujeron formas y tipologías que rompían con las tradicionales de los países colonizados. Tipologías (hospitales, guarderías, estaciones de tren, fábricas, juzgados, escuelas, etc.), por un lado, y las formas empleadas para darles cuerpo, pertenecían al vocabulario moderno. Los poderes coloniales no podían imitar formas tradicionales, ajenas a Europa; por otra parte, tampoco tenían que hacerlo. No era necesario ser respetuoso con el entorno. Éste no merecía ningún respeto: era el entorno de un país y una cultura sometidos, que se dominaban, precisamente, para modificar sus modos de vida y de creación. La ruptura, por tanto, con formas y maneras de crear existentes, tradicionales, tenía que ser efectiva, y visualizarse a través del empleo de formas modernas.
  
Así que, cuando los procesos coloniales acabaron tras la Segunda Guerra Mundial, los arquitectos y urbanistas de los países liberados se encontraron con una disyuntiva: no podían seguir con formas modernas, puesto que éstas habían sido impuestas por los poderes coloniales. Era necesario volver a formas tradicionales.
Mas, la modernidad siempre ha sido vista como una manera de romper con el pasado, un pasado que se quiere olvidar por los recuerdos y valores que vehicula. Así que, ¿cómo se podía expresar la ruptura con el pasado colonialista, si no no era recurriendo a formas modernas -introducidas por aquellos poderes de los que era necesario desmarcarse?
¿Era la modernidad en arquitectura una manera de romper con el colonialismo, o de prolongar su imperio?
El debate sigue vigente.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Le Corbusier y la Torre de Babel: el Mundaneum (1929) de Paul Otlet y Henri La Fontaine










El recinto sagrado de Ur, dedicado al dios luna Nanna, estaba ya enteramente despejado a principios de los años treinta. La misión arqueológica británico-norteamericana que Charles Leonard Woolley dirigía tocaba a su fin. Se había despejado bien el zigurat, de finales del tercer milenio -una estructura que siempre se había destacado en el horizonte pese a la erosión- así como templos y palacios de finales del tercer milenio y principios del segundo, junto con el Cementerio Real y muros de delimitaban el juego de terrazas sobre las que se asentaba el recinto, que dominaba el resto de la ciudad. Rampas conducían de una terraza a otra, y una pronunciada escalinata ascendía por los tres -de siete- niveles del zigurat.

El recinto sagrado de Ur era mucho más visible que el de Babilonia. Éste, sin embargo, tenía mil quinientos años menos. Pero había sido saqueado por Alejandro. Nada quedaba del zigurat. Solo las trazas, que permitía reconocer la ubicación de los distintos edificios del gran recinto sagrado dedicado al dios Marduk.

Era habitual establecer paralelismos, casuales aunque llamativos, entre los recintos sagrados mesopotámicos y mayas, que se estaban explorando por la misma época. El recinto funerario de Saqqara, en Egipto, también acudía a la mente. Los recintos sagrados consistían en amplias terrazas en las que sobresalían pirámides escalonadas. Una, el zigurat, en Mesopotamia, y la pirámide, en Egipto -aunque el zigurat fuera la base de un templo, y la pirámide egipcia una tumba o un cenotafio-,  y varias, en el mundo maya y en Tecnoctilán. Unas de piedra, y otras de arcilla (zigurats). La conjunción de planos horizontales y verticales, la articulación de la tierra con un eje cósmico, la impresión que se trataba de una imagen del cosmos y de todos los saberes del mundo encapsulados en simples o complejas orientaciones, alineaciones y proporciones, era irresistible en los tres casos.

Es por aquellos años que preceden la Segunda Guerra Mundial cuando los abogados belgas Paul Otlet (1868-1944) y Henri La Fontaine (1854-1943, Premio Nobel de la Paz en 1913), encargaron a Le Corbusier un singular proyecto en Ginebra en 1928. La construcción de un depósito para el Mundaneum: un archivo de doce millones de fichas (llegaría a tener catorce millones) -parcialmente destruido por los nazis y conservado hoy en la ciudad belga de Mons, donde está abierto desde 1998-, todas idénticas, en las que se recogían todos los datos bibliográficos conocidos sobre todos los saberes, los temas del mundo, junto con toda clase de documentos, revistas, cartas, y una inabarcable colección de imágenes fotográficas e impresas. Las fichas habían sido concebidas y ordenadas según un nuevo sistema, vigente aun hoy,. que permitía encontrar fácilmente cualquier dato. Otlet y La Fontaine soñaban en que muy pronto, gracias a pantallas y el teléfono, cualquiera podrá tener acceso a este cúmulo de datos almacenados en un lugar seguro. Hoy, se reconoce a Otlet y La Fontaine como unos visionarios que se anticiparon a, que anunciaron internet.

Otlet ya había trazado bocetos para el nuevo archivo. Se requería un o unos edificios gigantescos. Hasta entonces, el Mundaneum se hallaba en Bruselas, pero la falta de fondos y de espacio, obligaba a llevarlo a otro lugar.

El nuevo Mundaneum no iba a construirse aisladamente. Se ubicaría en el centro de un gran recinto del saber, en medio de una nueva ciudad: La Ciudad Mundial (proyectada en 1929). El centro comprendería, amén del Archivo, un Museo Mundial, una Biblioteca Mundial, una Universidad, Galerías de Exposiciones, Sedes para Organismos Internacionales, junto con alojamientos para trabajadores fijos y para visitantes: residencias y hoteles.
El Museo Mundial que Le Corbusier proyectó combinó el volumen de una pirámide escalonda y la planta de un laberinto. Le Corbusier -de quien siempre se ha hablado de la influencia de su viaje a "Oriente", es decir a Grecia- reconocía  lo que debía a Babilonia, a Asiria, a Egito y a los Mayas. La planta y la disposición de los edificios, las rampas y las terrazas,  se inspiraba en el palacio neo-asirio de Dur Sharrunkin (Khorsabad), del recinto sagrado de Ur, y de las reconstrucciones fantasiosas del corazón de Babilonia. La pirámide escalonada había sido tomada de la Torre de Babel -el lugar donde confluían, aunque de manera conflictiva, todas las lenguas, los saberes y los pueblos, según el Antiguo Testamento-, una construcción mítica basada en el zigurat de Babilonia, levantado a imagen de los primeros zigurats -de Ur, el primero de la historia-. Algún historiador ha sostenido que Le Corbusier también se inspiró en la planta de El Escorial, recientemente visitado, lo que cuadraría con el simbolismo que Le Corbusier quería dotar al Mundaneum y la Ciudad Mundial. El Escorial quería ser una reconstrucción fidedigna del Templo de Jerusalén, es decir del Templo de los Templos, el Templo del conocimiento Universal, al albergar a la fuente de todo saber, a la divinidad suprema.

El Mundaneum que Le Corbusier proyectó, muy posiblemente no hubiera funcionada nunca. Demasiado voluminoso y demasiado oscuro. La oscuridad, empero era voluntaria. Era contra lo que tenían que luchar los estudiosos gracias a los conocimientos que el archivo mundial aportaba. La ubicación del Mundaneum, alejado de todo, también ayudaba a la revelación sagrada que el contacto con el archivo brindaba.
La asociación con Mesopotamia se acrecentaba por el hecho que Sumeria aparecía como el origen de la cultura mundial, fuente de todos los saberes y origen de todos los descubrimientos. Una cultura, por otra parte, eminentemente libresca. Las decenas de miles de tablillas cuneiformes que se estaban descubriendo desde finales del siglo XIX, el hallazgo de los grandes archivos o blibliotecas reales asirias, como los de Nínive y Khorsabad -en las que se recogía todo el saber mesopotámico desde los orígenes sumerios- también influyó en la elección de la forma y la planimetría del corazón de la Ciudad Mundial.

La Ciudad Mundial tendría que haberse convertido en un lugar donde el saber habría irradiado. Instituciones dedicadas a promover la paz, a regular y solucionar conflictos entre países, habrían estado junto al archivo donde todas las aportaciones humanas, todas las soluciones a problemas, conflictos y enigmas, habría estado a disposición de políticos, investigadores para esclarecer problemas, y como fuente de inspiración para nuevas aportaciones. Mesopotamia se erigía así en un modelo de saber y de ordenación del espacio, gracias al cual, el mundo quedaba ordenado.

El mundo aún no estaba preparado para una ciudad donde las principales instituciones internacionales y todos los saberes del mundo estuvieran en un mismo sitio, no solo para recogerlos sino para poder divulgarlos.
Los nazis pusieron fin a este sueño o, mejor dicho, lo transladaron a Berlín. El saber se ponía al servicio de un objetivo distinto, la sumisión y no el desvelamiento, la liberación, del mundo.

Queda por saber a qué función habría servido mejor el Mundaneum.
Poco tiempo después, Le Corbusier ponía sus conocimientos al servicio del gobierno nazi de Vichy, en Francia