viernes, 24 de mayo de 2013
(Algunas pocas, y poco conocidas) "maquetas de arquitectura" del Próximo oriente antiguo
Museo de las Civilizaciones Anatólicas, Ankara (Turquía)
Museo de la Civilización, Erbil (Iraq)
1: Maqueta de casa o santuario hitita (segundo milenio aC)
2, 3: taza en forma de maqueta desantuario hitita (segundo milenio aC)
4: Ornamentación en forma de maqueta de torre hitita (Segundo milenio aC)
5, 6: Incienciario asirio en forma de maqueta de torre
Fotos: Tocho, mayo de 2013
El Museo de las Civilizaciones Anatólicas, en Ankara, lleva más de dos años cerrado parcialmente por reformas. Hoy solo mantiene dos salas abiertas, en las que se acumulan relieves y estatuas de piedra de gran tamaño, mayoritariamente neo-hititas, aunque también expone objetos más pequeños como estas tres conocidas "maquetas": en verdad, altares domésticos en forma de maqueta de santuario, y un ornamento en forma de edificio, útil para saber qué aspecto podían tener las torres defensivas hititas.
El Museo de la Civilización, en Erbil, alberga una modesta colección arqueológica, así como piezas islámicas. Entre las piezas arqueológicas destaca esta espléndida y poco conocida "maqueta" -un quema-perfumes en forma de edificio: las torres solían, como el humo ascendente, unir la tierra al cielo.
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Arte antiguo
miércoles, 22 de mayo de 2013
El sacrificio de Kilizu: a la vuelta de la segunda misión arqueológica en Qasr Shemamok (Erbil, Iraq) (mayo de 2013)
Gozne de puerta
Ladrillos fundacionales del palacio del rey medio-asirio Adad-Nirari I (s. XIV aC)
Restos de un barrio parto en la cima norte del tell (ss. II aC-II dC)
Cráter abierto por una bomba lanzada por orden de Saddam Hussein (años 90) en la cima norte del tell. parte del nivel parto saltó, y los niveles inferiores quedaron aplastados.
Tumba de un recién nacido hallada cerca de la rampa de acceso a la ciudad en tiempos del rey neo-asirio Senaquerib (s. VIII aC); se trata seguramente de un sacrificio humano fundacional.
Hipotética reconstrucción del juego de plataformas y de rampas en la fachada sur de la ciudad en tiempos del rey Senaquerib.
Acueducto subterráneo, atravesando una montaña, construido por los reyes neo-asirios y que alimentaba en agua las ciudades de Arbales (Erbil) a cuarenta quilómetros de distancia y, más lejos aún, de Kilizu (hoy Qasr Shemamok)
Piezas halladas en esta campaña, expuestas a la prensa en el Museo arqueológico de Erbil
Fragmentos de cerámica de la época de Uruk (hacia 4500 aC, última foto) y de Nínive V (hacia 3200 aC)
Piezas halladas en esta campaña, expuestas a la prensa en el Museo arqueológico de Erbil
Fragmentos de cerámica de la época de Uruk (hacia 4500 aC, última foto) y de Nínive V (hacia 3200 aC)
Fotos: Eric Rusiñol, Catherine Burge, Tocho
3-D: Eric Rusiñol
Misión francesa de Qasr Shemamok, dirigida por los profesores Maria-Grazia Masetti-Rouault (École Pratique des Hautes Études, Sorbonne, París) y Olivier Rouault (Universidad de Lyon 2)
Miembros de la Univeridad Politécnica de Cataluña, Barcelona: Pedro Azara, Joan Borrell, Mireia Durán, Marc Marín, Eric Rusiñol.
El último día de trabajo en la primera campaña en el gigantesco tell de Qasr Shemamok, a veinte quilómetros de Erbil (Kurdistán, Iraq), en mayo de 2012, se hallaron unos ladrillos cocidos estampillados, insertados en una rampa de acceso a la ciudad neo-asiria que se empezaba a excavar, que dieron el nombre del rey fundador: Senaquerib, uno de los reyes neo-asirios (s. VIII aC) más importantes.
La campaña de la misión del 2013 estaba a punto de cerrarse, hace cinco días, cuando uno de los estudiantes franceses, rodeando el tell, tras un día de lluvia, cansado y meditabundo, después de semanas sin hallar nada destacable, observó una pequeña cueva que el agua había despejado o abierto, en cuyo fondo se descubrían unos ladrillos, perfectamente dispuestos.
Rápidamente, se trató de sacar la tierra que los cubría. Unos marcas, que recordaban vagamente a unos signos cuneiformes, se descubrían en la gastada superficie de los ladrillos. sin duda, el pico habría producido las hendiduras.
Al día siguiente, a las seis de la mañana -hora a la que, cada día, se inicia la excavación-, una nueva ojeada a los ladrillos reveló que las marcas eran posiblemente signos; se despejó a toda prisa los ladrillos. El texto era bastante claro. Indicaba que se trataba del palacio de un rey, Adad-Nirari, tan importante o más que Senaquerib, seis siglos anterior, y daba el nombre de la ciudad: Kilizu, presente en numerosos textos asirios.
Se confirmaba así que, como se intuía, se había descubierto una de las grandes ciudades del Próximo Oriente antiguo, entre Nimrud, Nínive y Dur Sharrunkin (hoy, Khorsabad), y se ponía de manifiesto, con sorpresa, que esta ciudad no fue fundada por Senaquerib, sino medio milenio antes.
El posterior hallazgo, en varias áreas cercanas a la base del tell, de cerámicas de Uruk, del quinto milenio aC, revelaba también que esta ciudad se asentaba quizá sobre el emplazamiento de lo que podría ser una colonia de la ciudad sumeria (o "pre-sumeria") de Uruk, y, por tanto, una de las primeras colonias de la historia, y una de las más alejadas de Sumer, junto con otras, halladas en los años noventa al sur de Anatolia.
Sondeos geológicos emprendidos este año han revelado que Kilizu podría haber sido un puerto fluvial. Hoy, al norte del tell, serpentea un riachuelo de aguas sucias.
Hace dos mil setecientos años, dos muros de contención, hincados en el río Shiwazor, crearon una gran balsa de agua en la que quizá atracarán barcos. El río quizá fuera navegable. Los neo-sirios podrían haber conocido la técnica de las compuertas en canales.
El canal del río tuvo que crecer gracias a un prodigioso trabajo hidráulico, a unos sesenta quilómetros de Kiluzu. Un canal artificial, con un fondo de piedra, recogía el agua de tres afluentes, y las llevaba, a través de un acueducto de piedra subterráneo, perfectamente tallado, que atravesaba -por medio de una boca en la clave de cuyo arco de entrada, una inscripción (robada hace unos años) señalaba que se trataba de una obra del rey Senaquerib-, una montaña, hasta Arbales y Kilizu por medio de una pendiente suave y continua perfectamente calculada. Este canal, enterrado y a cielo abierto, tras la montaña, se complementaba con otros más sencillos, que recogían el curso de varios riachuelos para llevarlos a depósitos subterréneos, que habrían elevado el nivel freático, contribuyendo a la navegabilidad del río.
De este modo, Kilizu se habría convertido en una ciudad clave para el transporte de mercancias desde Anatolia hasta el centro y el sur de Mesopotamia, por un lado, y Centro Asia, por otro.
Sin duda, la próxima campaña, de aquí a un año, ayudará a tener una visión más clara del papel estratégico de Kilizu en la economía y las comunicaciones del imperio neo-asirio, antes de su derrumbe definitivo en manos babilónicas y persas.
Notas a partir de las interpretaciones de Maria-Grazia Masetti Rouault
3-D: Eric Rusiñol
Misión francesa de Qasr Shemamok, dirigida por los profesores Maria-Grazia Masetti-Rouault (École Pratique des Hautes Études, Sorbonne, París) y Olivier Rouault (Universidad de Lyon 2)
Miembros de la Univeridad Politécnica de Cataluña, Barcelona: Pedro Azara, Joan Borrell, Mireia Durán, Marc Marín, Eric Rusiñol.
El último día de trabajo en la primera campaña en el gigantesco tell de Qasr Shemamok, a veinte quilómetros de Erbil (Kurdistán, Iraq), en mayo de 2012, se hallaron unos ladrillos cocidos estampillados, insertados en una rampa de acceso a la ciudad neo-asiria que se empezaba a excavar, que dieron el nombre del rey fundador: Senaquerib, uno de los reyes neo-asirios (s. VIII aC) más importantes.
La campaña de la misión del 2013 estaba a punto de cerrarse, hace cinco días, cuando uno de los estudiantes franceses, rodeando el tell, tras un día de lluvia, cansado y meditabundo, después de semanas sin hallar nada destacable, observó una pequeña cueva que el agua había despejado o abierto, en cuyo fondo se descubrían unos ladrillos, perfectamente dispuestos.
Rápidamente, se trató de sacar la tierra que los cubría. Unos marcas, que recordaban vagamente a unos signos cuneiformes, se descubrían en la gastada superficie de los ladrillos. sin duda, el pico habría producido las hendiduras.
Al día siguiente, a las seis de la mañana -hora a la que, cada día, se inicia la excavación-, una nueva ojeada a los ladrillos reveló que las marcas eran posiblemente signos; se despejó a toda prisa los ladrillos. El texto era bastante claro. Indicaba que se trataba del palacio de un rey, Adad-Nirari, tan importante o más que Senaquerib, seis siglos anterior, y daba el nombre de la ciudad: Kilizu, presente en numerosos textos asirios.
Se confirmaba así que, como se intuía, se había descubierto una de las grandes ciudades del Próximo Oriente antiguo, entre Nimrud, Nínive y Dur Sharrunkin (hoy, Khorsabad), y se ponía de manifiesto, con sorpresa, que esta ciudad no fue fundada por Senaquerib, sino medio milenio antes.
El posterior hallazgo, en varias áreas cercanas a la base del tell, de cerámicas de Uruk, del quinto milenio aC, revelaba también que esta ciudad se asentaba quizá sobre el emplazamiento de lo que podría ser una colonia de la ciudad sumeria (o "pre-sumeria") de Uruk, y, por tanto, una de las primeras colonias de la historia, y una de las más alejadas de Sumer, junto con otras, halladas en los años noventa al sur de Anatolia.
Sondeos geológicos emprendidos este año han revelado que Kilizu podría haber sido un puerto fluvial. Hoy, al norte del tell, serpentea un riachuelo de aguas sucias.
Hace dos mil setecientos años, dos muros de contención, hincados en el río Shiwazor, crearon una gran balsa de agua en la que quizá atracarán barcos. El río quizá fuera navegable. Los neo-sirios podrían haber conocido la técnica de las compuertas en canales.
El canal del río tuvo que crecer gracias a un prodigioso trabajo hidráulico, a unos sesenta quilómetros de Kiluzu. Un canal artificial, con un fondo de piedra, recogía el agua de tres afluentes, y las llevaba, a través de un acueducto de piedra subterráneo, perfectamente tallado, que atravesaba -por medio de una boca en la clave de cuyo arco de entrada, una inscripción (robada hace unos años) señalaba que se trataba de una obra del rey Senaquerib-, una montaña, hasta Arbales y Kilizu por medio de una pendiente suave y continua perfectamente calculada. Este canal, enterrado y a cielo abierto, tras la montaña, se complementaba con otros más sencillos, que recogían el curso de varios riachuelos para llevarlos a depósitos subterréneos, que habrían elevado el nivel freático, contribuyendo a la navegabilidad del río.
De este modo, Kilizu se habría convertido en una ciudad clave para el transporte de mercancias desde Anatolia hasta el centro y el sur de Mesopotamia, por un lado, y Centro Asia, por otro.
Sin duda, la próxima campaña, de aquí a un año, ayudará a tener una visión más clara del papel estratégico de Kilizu en la economía y las comunicaciones del imperio neo-asirio, antes de su derrumbe definitivo en manos babilónicas y persas.
Notas a partir de las interpretaciones de Maria-Grazia Masetti Rouault
lunes, 13 de mayo de 2013
Richard Nègre (1976): En attendant (Mientras se espera, 2008) / Une seconde par jour (Un segundo al día, 2010)
EN ATTENDANT por badlandsprod
UNE SECONDE PAR JOUR from Richard Negre on Vimeo.
Véase la página web de este celebrado animador francés (Une seconde par jour es un corto de animación premiado en numerosos festivales de cine abstracto): http://www.richardnegre.com/
Véase también: http://www.unifrance.org/annuaires/personne/354879/richard-negre
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Animación y arquitectura,
Modern Art
domingo, 12 de mayo de 2013
ÁNGEL DOMINGO & JACOBO MUÑIZ: DESCUBRIR MADRID (ED: HIPÒTESI, BARCELONA, 2013)
Por fin, un excelente libro ilustrado, muy bien redactado, que cuenta vivencias en Madrid, e incita a explorar la ciudad.
Publicado en español, inglés, francés y japonés.
Véasen la web del dibujante: http://jacobomuniz.blogspot.com.es/
y de la editorial: http://www.hipotesi.com/
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Ciudades,
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