lunes, 23 de junio de 2014

BRUCE BICKFORD (1947): THE CASTLE (EL CASTILLO, OBRA INACABADA, 1972-)



Son célebres sus colaboraciones con el desaparecido músico Frank Zappa.

Estatuas mesopotámicas: ¿qué eran, qué representaban, cuál era su finalidad?





Las esculturas mesopotámicas responden casi siempre a un mismo modelo: figuras de pie o sedentes, masculinas o femeninas, frontales, las piernas juntas, vestidas con una pesada falda de lana que en el caso de las figuras femeninas cubre todo el cuerpo, los ojos incrustados bien abiertos, y las manos juntas, portando a veces un recipiente.
Los representados suelen ser humanos: donantes o sacerdotes, aunque se sabe que existían estatuas antropomórficas que representaban a divinidades. Éstas se han pedido: posiblemente se compusieran de una estructura de madera, recubierta de ropajes, con las manos, pies y la cabeza, de piedra o marfil, más o menos naturalistas, como las muy posteriores estatuas criselefantinas griegas.
El gesto ha sido interpretado como de sumisión, adoración o respeto.
Las figuras no son naturalistas. No reproducen los rasgos de ningún individuo. Las convenciones gráficas están acentuadas, y el estilo de las estaturas varió poco a lo largo de los milenios, si bien la mayor parte de las estatuas conservadas son obras del tercer milenio.
Junto con estas estatuas de piedra, blanca o negra, que podían estar parcialmente pintadas, existían figuras de adobe o terracota, amén de la gran estatuaria de madera.
Las estatuas proceden todas de santuarios.
Se ha considerado que eran fetiches mágicos, aportados por un individuo al que la estatua sustituía. Depositado en el interior del templo, permitía que el donante estuviera, a través de su representante -la estatua-, en permanente contacto con la divinidad, lo que se probaba a través de los ojos bien abierto que expresaban admiración y temor, y desde luego eran un testimonio que el donante, gracias a la estatua, estaba en constante contacto visual con la divinidad, se hallaba bajo el influjo de aquélla -que moraba en la estatua de culto.
Sin embargo, las estatuas no eran monolíticas. Se componían de piezas sueltas que se juntaban: cabezas, tronco, extremidades, etc. Esto significa que la vida de la estatua era mucho más larga, ya que las partes dañadas se sustituían. De este modo, una estatua podía adquirir diversas funciones, dependiendo de la alteración de una parte de aquélla.
La historiadora Jean Evans piensa, hoy, que las estatuas tenían dos vidas. Inicialmente sustituían al donante. Éste imploraba la protección de la divinidad a través de su estatua. Mas, cuando el donante fallecía, la estatua no era destruida. Posiblemente, se le cambiara la cabeza y se convirtiera, ya no en un doble de un ser vivo, sino en la evocación de un antepasado. En este caso, la estatua entraba en el mundo divino. Y el culto ya no se dirigía, a través de la estatua, hacia la divinidad, sino que, dado que la estatura, ahora, era un doble de un antepasado o un ancestro, sino que se orientaba hacia la propia estatua (hacia el antepasado figurado por la estatua). La obra ya no era un medio, sino un fin. No canalizaba los ruegos y plegarias, sino que los recibía. Se convertía así en un objeto de culto.
Por este motivo, es imposible saber a qué se referían las estatuas mesopotámicas, cuál ra su razón de ser. Desde luego, eran objetos sagrados, pero en un caso su referente era humano, en otro divino (el antepasado al que se le rendía el mismo culto que a una divinidad). El posible que el culto a los ancestros era más vivo, ya que aquéllos podían actuar de manera más eficaz que los dioses siempre distantes.

sábado, 21 de junio de 2014

SHARON VAN ETTEN (1981): WARSAW (VARSOVIA, 2012)



La página web de la artista es ésta.

Pan y Circo (o la destrucción de la mejor tienda de Barcelona)





El artista (pintor), arquitecto y diseñador gráfico alemán Erwin Bechtold (1925) proyectó en 1956 el interior y todo el material gráfico de la librería Ancora y Delfín en la avenida Diagonal de Barcelona.
Bechtold se formó con Fernand Léger en París. Es un gran pintor abstracto (expresionismo abstracto, que luego pasó a componer figuras geométricas).
Ancora y Delfín poseyó, sin duda, el primer interior moderno de la ciudad de la post-guerra, y el mejor: pavimento, mobiliario y grafismo modélicos. Permaneció intacto hasta que, las declinantes ventas de libros -a la que contribuyeron la apertura de nuevas librerías especializadas como Laie y La Central, y un menor acierto en la selección de títulos- , llevaron al cierre de la librería -"la" librería de la ciudad para temas de historia del arte y ensayo- en 2012.

El rótulo fue adquirido hace años por el Museo del Diseño. El mobiliario no interesó a nadie. No es de Gaudí ni fue creado en 1714.

Así ha quedado:








viernes, 20 de junio de 2014

THE MAGIC THEATRE: CATHEDRALS OF THE MIND (2014)

MELATI SURYODARMO (1969): I´M A GHOST IN MY OWN HOUSE (SOY UNA SOMBRA EN MI PROPIO HOGAR, 2012)

















Que una artista expulse por la vagina un huevo que se estrella sobre un lienzo apoyado en el suelo, o que realice pinturas expresionistas abstractas con chorros de pigmentos líquidos que brotan de su anatomía, es banal y cansino.
Las "performances" comprenden un exceso de acciones gratuitas que, pese a intenciones grandilocuentes sobre el arte y la vida, son ridículas o risibles.
En el festival de cine de Cannes, también se esperaba que "starlettes" esculturales se exhibieran en la estrecha playa de cantos rodados en muy breve atuendo.

Sin embargo, la acción de la artista indonesia Suryodarmo, es de un alcance muy distinto.
Dura doce horas. Acontece en una sala cerrada y oscura, sin ventilación.
La artista mole carbón con un grueso rodillo. Suryodarmo reduce y destruye el carbón con el mismo útil con el que se amasa el pan: el alimento básico. El carbón triturado cae de la mesa y cubre el suelo. El nivel sube. El aire se llena de polvo. Se vuelve irrespirable. La artista cae agotada y asfixiada, hundiéndose en un grueso lecho negro que le llega casi a las rodillas. Inmóvil, exhausta, sentada apoyada contra una pared, solo destacan, a través del polvillo, negruzco y grasiento, sus ojos bien abiertos.
El carbón es el material con el que se cocina y se calienta el hogar. Sin él, en ciertos climas invernales, los habitantes fallecen, o se tienen que alimentar como animales. La destrucción de lo que da vida al hogar, lo que lo alumbra, causa su desaparición. Deja de ser un hogar.
Mas el carbón es fruto de una combustión, una previa destrucción. La artista destruye lo que carece de vida, pero que, paradójicamente, vivifica el espacio interior. El carbón mata y anima. Contamina y da luz. Es negro y es una fuente de vida. No se puede destruir, ya que ya es materia muerta. El humo que produce es tan negro y espeso como lo que lo ha despertado.
La carbonera es la antítesis del hogar: espacio apartado, a oscuras, fuente de miedos y temores, poblado de no se sabe qué sombras y fantasmas. Pero el hogar no puede existir sin su negro anverso. El hogar nace de aquélla. La noche, como siempre, da paso al día.
Las sombras forman parte del hogar.