El artista (pintor), arquitecto y diseñador gráfico alemán Erwin Bechtold (1925) proyectó en 1956 el interior y todo el material gráfico de la librería Ancora y Delfín en la avenida Diagonal de Barcelona.
Bechtold se formó con Fernand Léger en París. Es un gran pintor abstracto (expresionismo abstracto, que luego pasó a componer figuras geométricas).
Ancora y Delfín poseyó, sin duda, el primer interior moderno de la ciudad de la post-guerra, y el mejor: pavimento, mobiliario y grafismo modélicos. Permaneció intacto hasta que, las declinantes ventas de libros -a la que contribuyeron la apertura de nuevas librerías especializadas como Laie y La Central, y un menor acierto en la selección de títulos- , llevaron al cierre de la librería -"la" librería de la ciudad para temas de historia del arte y ensayo- en 2012.
El rótulo fue adquirido hace años por el Museo del Diseño. El mobiliario no interesó a nadie. No es de Gaudí ni fue creado en 1714.
Así ha quedado:
Qué gran diseñador y pintor es Erwin Bechtold. Las portadas que hizo para Áncora & Delfín y Destino en los años 60-70 son de lo mejor que se ha hecho en este campo.
ResponderEliminar¿Recuerda la "Librería Técnica Extranjera" sita en la calle Tuset de los años 60 desparecida hace decenios?
Como pintor abstracto también es extraordinario.
Merecería una exposición retrospectiva de toda su obra en conjunto.
Saludos.
¡Es cierto! No lo recordaba.
ResponderEliminarFue -es-un pintor muy bueno, y un diseñador que trajo aire fresco en la Barcelona tan gris de los años cincuenta -por lo que mis padres cuentan y muestran las fotos- y sesenta.
La propietaria de la libraría Áncora y Delfín hizo todo lo que pudo por salvarla. No lo logró.
Trabajaba un librero extraordinario con sugerencias siempre justas. Hoy está en el Monasterio de Montserrat.
Junto con otros artistas alemanes, "descubrieron" Ibiza, y allí se asentaron, la otra cara de la moneda de lo que es hoy la isla. Entre otros más, como como el arquitecto Erwin Broner, fundaron el Grupo 59.
ResponderEliminarAún me acuerdo de la exposición en la René Metras a finales de lo 60 o principios de los 70 del Grupo SYN al que pertenecía. En aquél momento hacía una abstracción-pop, con figuras escuetamente geométricas que se transformaban en biomórficas de color rosado. También recuerdo en esta muestra la obra del pintor Edward Micus, cuyo hijo Stephan ha hecho una obra musical de gran refinamiento, grabada toda ella en el sello ECM.
Las cubiertas que hizo Bechtold para Áncora y Delfín tenían una plástica subyugante, elegante y desinhibida al mismo tiempo; en los créditos nunca figuró su nombre, ya no sé si por voluntad, un descuido, o una imposición, pero que pasado el tiempo le dan un valor conceptual que tiene su miga.
Saludos.
La galería René Metras; otra víctima no sé si del tiempo que pasa, o la crisis.
ResponderEliminarMe ha interesado mucho la información sobre el músico Stephan Micus, en el sello ECM, que busco ahora.
Muchas gracias por esos datos
Perdone que barra para casa, pero hace un año, aproximadamente, cerró la mejor peletería de España sita en la calle Buenos Aires de Barcelona. Me hago cargo que ése no es un hecho importante en ningún sentido excepto para sus propios protagonistas y amigos. También entiendo y comprendo que el cierre no aparezca destacado en ningún medio de noticias ni siquiera llegue nunca a estar mencionado en los anales y crónicas de la ciudad. Y sé, igualmente, que todo ello no tiene nada que ver ni con Gaudí ni con 1714 ni con el Pisuerga cuando pasa por Valladolid.
ResponderEliminartodo cierre es doloroso.
EliminarEn el caso de la librería Ancora y Delfín, se trataba de uno de los pocos y buenos ejemplos de interiorismo y diseño gráfico de los años 50, plenamente vigente y aún útil, funcional.
No, por desgracias, no se ha asociado a Gaudí...
Muchas gracias por la entrada. En mis visitas a Barcelona era una de las mis primeras paradas fijas por la mañana antes de tomarme un martini en el José Luis revisando algún libro comprado. Qué tiempos. Esta lenta decadencia de la ciudad que muestras en el post me da pereza y tristeza. Además pisar chanclas me repele.
ResponderEliminarHasta el José Luis es una sombra.
EliminarSuerte que, un poco más arriba, el Flash Flash no decae.
Quizá se trate de una adaptación a los nuevos tiempos, nuevas generaciones y por tanto nuevos usos y gustos, o quizá se trate de decadencia y ceguera. Me temo que...
Para mi es profundamente desagradable ver a chicos y chicas caminar por la calle con chancletas mientras mantienen la vista fija en su móvil al tiempo que no paran de wasapear con él con los dedos gordos de sus manos sin preocuparles por saber el suelo que pisan sus pies y si tropiezan o no, con otro que hace, o no hace, como él.
ResponderEliminarMe causan vergüenza ajena y es casi una ofensa verlos y ver romperse las barreras entre lo público y lo privado que nos decían que no podemos comportarnos en la calle como hacemos en casa y viceversa, que en casa no debemos hacer lo que hacemos normalmente en la calle.
Ahora parece que no hay diferencias importantes entre una y otra, entre la casa y la calle y que un extraño concepto de fiesta las ha unido convirtiéndolas en casi lo mismo, en una extensión más de un interminable paseo marítimo que une todas las playas del mundo, o, ya puestos a pedir, en esas mismas playas que se suceden unas a las otras sin solución de continuidad.
Saludos
Solo hace falta ir en transporte público y escuchar conversaciones íntimas a grito pelado.
EliminarSorprendían, desagradaban hace años, ya casi ni se notan hoy -pero son igualmente molestas si uno se fija o, mejor dicho, bochornosas, porque, además, despiertan el alma cotilla y perversa que tenemos-
Las chanclas son tan feas como la misma palabra. Hace muchos años, creo que fue Fanta o Frigo -¿es lo mismo?- la marca que las introdujo. Está todo dicho...
Así es una conversación, que sin premeditar se pasa de una cosa a otra y se habla "de esto de aquello y de lo de más allá" como decía Julio Camba. De las librerías que se cierran, al buen diseño y las galerías de arte de Ibiza, pasando por oficios artesanos preciosos que desaparecen, y a la falta de urbanidad (ciudadanía creo que se dice ahora) y de ahí a las chanclas :-)
ResponderEliminarLas chanclas son muy feas fuera de las playas, pero en ellas son de lo más práctico. Pero un buen día desaparecieron por arte de magia, incluso en las playas, hacia mitad de los 80, no teniendo más remedio que sustituirlas por lo que yo denomino zapatillas de ducha, más feas si cabe: esas suelas con un pasador horizontal. Pero otro buen día renacieron de no se sabe dónde y se multiplicaron por las aceras de las ciudades, pervirtiendo la hermosura de unos bonitos pies de muchacha. Por suerte a alguien se le ocurrió diseñar de nuevo hermosas sandalias que nos obligan encantados a mirar frecuentemente al suelo.
Por cierto, hace unos pocos años, se reprodujo en Madrid el Flash Flash al 100%, exactamente igual, los mismos flashes-lámpara de Pomés y su chica fetiche, los mismos ceniceros de Ricart, los mismos sofás de Milá... y aquí sigue con asidua clientela.
Saludos
Quizá sea solo un criterio muy estrecho, pero el Flash Flash tuvo sentido a finales de los sesenta o principios de los setenta, y su supervivencia o su vigencia es un testimonio del buen hacer, de acierto del proyecto, la cocina, el servicio.
EliminarReproducirlo decenas de años más tarde es como replicar cualquier monumento antiguo que tuve su razón de ser porque estaba en sintonía con su época.
El resto, un parque temático. Y, en este caso, es mejor la reproducción descarada, y hortera de, no sé, Terra Mítica. Cuando se pone el pie en el mundo de la réplica y el cartón piedra, mejor hacerlo a cara limpia, y a sabiendas.
Aunque es "mejor" -más sano mentalmente- apartarse o huir
Con todos mis respetos, no sé si es un criterio estrecho, pero sí que parece elitista, aunque sé que sólo es nostálgico. El caso no es comparable al de Terra Mítica.
EliminarEl Flash Flash abierto en Madrid es una operación comercial legítima y no es de cartón-piedra; en primer lugar porque sus promotores han tenido el beneplácito de sus creadores originales e imagino que algo más que el beneplácito, todos ellos vivos cuando se inauguró. Por supuesto que no tiene la historia ni los comensales que dieron lustre al primero, al de la calle de La Granada que, contra viento y marea ahí sigue. Precisamente por su calidad y buen hacer, por su servicio y por su acierto como proyecto de negocio y desde luego su diseño. Un lugar mítico y también apreciado por sus tortillas y su horario infinito.
Justamente el ensayo con éxito de replicarlo muchos años después, demuestra el acierto, y el de su original diseño, que sigue tan pimpante como si se hubiera concebido hoy mismo; y si se quiere ir un poco más allá, el gusto actual por todo lo vintage lo revifica. También lo considero un homenaje. En Madrid, a diferencia de lo que se pueda pensar, las personas bien formadas aprecian y admiran mucho el buen diseño catalán, y la condición bien conocida de que nos pierde la estética. El comentario del Sr Anónimo, que lo primero que hacía era darse un garbeo por Áncora y Delfín, estoy seguro que no sólo se debía a su extensa y bien cuidada oferta, sino también por su confortable y refinado entorno, una librería que, además, tenía un grato olor propio y particular.
No hace falta decir que la clientela del local de Madrid no es la de los años 60 en Barcelona, aunque sí sofisticada y culta, muy cerca de la calle Ortega y Gasset y de la Fundación March. El público es otro, porque es otra ciudad y otros tiempos, pero también es cierto que el pedigrí se lo da el hecho de haber sido escogido como uno de los lugares de encuentro de la intelectualidad bon vivant barcelonesa del momento. Al igual como pasó, por ejemplo, con el Boccacio, que fue el local nocturno preferido como podía haber sido cualquier otro.
Saludos.
Es cierto que el Flash Flash en Madrid se construyó con los arquitectos del restaurante original de Barcelona en vida y, por tanto, con su aprobación o incluso pleno control.
EliminarPero no puedo dejar de pensar que el restaurante de Barcelona sintonizaba o reflejaba una época, la suya, mientras que el de Madrid refleja el de Barcelona y evoca nostálgicamente una época pasada, y no la que imperaba cuando fue construido hace unos pocos años en Madrid.
Eso no obvia que el restaurante de Madrid pueda ser tan cómodo como el de Barcelona. es solo la relación con el tiempo y, por tanto, su "sinceridad" -sea lo que sea este concepto- la que es menos segura.
Muchas gracias por la reflexión
Una que lee pero no suele comentar: Iba a felicitar al autor por el In memoriam al espacio de Áncora y Delfín, y me encuentro esta fascinante disgresión sobre las chanclas...
ResponderEliminarApoyo la propuesta de belart: estupendas para la playa, horrendas para la ciudad.
Las chanclas solo se salvan porque las "diseña" (¿?) una top model brasileña quien también las vende. Si sirviera para seguir sus pasos, o pisar fuerte...
EliminarNo sé dónde ni quién inventó las chanclas, pero en los años 50-60 se vendían modestamente en dos o tres colores básicos. Repito que no hay nada mejor para la playa, nada.
EliminarUn calzado que, en los mismos años que cito convivía con las wambas, creo que fabricadas por Pirelli, un calzado modesto también y muy cómodo para verano. Calzado que fue principio y esencia de lo que ahora se denominan “deportivas” en su versión sofisticada, y en la más parecida versión la encontramos en mil marcas distintas con pequeños detalles que las diferencian mínimamente (Converse, Sega, etc.). Las wambas era el calzado de verano ideal para las vacaciones playeras, como la chiruca lo era para la montaña y las vacaciones de tierra adentro.
Lo que comentaba de su completa desaparición por los años 80 es totalmente cierto, no había ni un solo establecimiento que las ofreciera; a cambio, se sustituyeron por las que ya he denominado como sandalias de ducha, u otras mucho más sofisticadas, unas sandalias guay a la manera del calzado del uniforme de las Centurias Romanas, las que han dado pie al chusco comentario “estoy más liado que la pata de un romano”.
Y es como todo. En los años que cito había “el yogur”, ahora nos pasamos diez minutos delante del lineal del supermercado hasta decidir qué modalidad acabamos por meter en el cesto.
Saludos.
Lo peor de las chanclas, amén del andar patoso con los pies abiertos en ángulo a que dan lugar, es el ruidito, entre un chasquido y un húmedo cachete, que sigue el movimiento, agudo, desagradable y barato.
EliminarMuchas gracias a Arati.
ResponderEliminarEmociona ver que muchas personas fuimos usuarios de Áncora y Delfín, aunque tengo que reconocer que con la apertura de Look -luego cerrada-, la existencia de Herder -ahora con otro nombre y ya no tan útil- y las aperturas de las sedes de la Central, la asiduidad a Áncora y Delfín bajó. Ya no lo tenían todo.
Y Amazon ha hecho daño a las librerías -aunque supongo ha facilitado la compra de libros extranjeros, asi como Abebooks, la de libros descatalogados.