jueves, 25 de diciembre de 2014

FRANK GEHRY (1929): FUNDACIÓN LOUIS VUITTON, PARÍS (2014)

Situada en medio del llamado Jardin d´Acclimatation - un parque, en el bosque de Boulogne, al este de París, creado por el emperador Napoleón III en la segunda mitad del siglo XIX para albergar el zoológico-, la fundación Louis Vuitton sigue los parámetros de las obras de Gehry. Entre el museo Guggenheim de Bilbao, las bodegas del Marqués de Riscal, y el Auditorio Disney de Los Ángeles, el arquitecto afirma haberse inspirado en verdad en la arquitectura industrial de vidrio y hierro para las exposiciones universales del siglo XIX. Se trata de un edificio macizo, impecablemente construido, recubierto de grandes y costosas "velas" -ya empiezan las metáforas- de vidrio translúcido sostenidas por una red enrevesada de andamiajes metálicos y de madera que conceden al conjunto una vaga imagen de Arca de Noé.
La fundación, sin embargo, debería haber estado pensada para albergar obras de arte y visitantes. Adolece de los mismos defectos que el Museo Guggenheim de Bilbao. Recorrido laberíntico -que nada aporta a la visita ni a la experiencia estética-, rincones a los que se llega por un dédalo de pasillos, en los que las obras parecen abandonadas, que alternan con inmensas salas  cúbicas, que empequeñecen hasta las obras más descomunales. Delimitadas por muros que no llegan al suelo y, a menudo, ni al techo, dan la extraña sensación de haber sido construidas para una feria. Pese a las capas de vidrio que envuelven el edificio, la mayoría de las salas no gozan de iluminación natural, sino de sorprendentemente toscos carriles de focos que dan una luz excesivamente blanca. Las obras no ayudan a una visita serena: grandes, muy grandes, hechas por los artistas más caros del momento -Cattelan, Polke, Tillmans, Tacita Dean, Thomas Schütte, Ellsworth Kelly (que pinta exactamente lo mismo desde hace sesenta años, grandes paneles decorativos de colores primarios), Richter, Koons, etc.-, pocas son las que suscitan emoción (curiosidad, indignación, placer, algo más, por tanto, que indiferencia). Un hermoso conjunto de Polke, equiparable a unos frescos barrocos, se halla rodeado de banales fotos de árboles Tacita Dean, que anulan cualquier recogimiento.
Las obras desmesuradas de Eliasson, compuestas por juegos de espejos y luces, denotan lo que la fundación es en verdad: un palacio de espejos mágicos, deformantes, como en las ferias decimonónicas, donde uno viene a curiosear un momento, deambulando entre cristales de los que se espera nos sorprendan y nos entretengan un tiempo, antes de salir sin tener que pensar en nada, olvidados al momento.
Lo que sí ofrece la fundación es una excelente atalaya para descubrir París desde lo alto, más allá del linde del bosque de Boulogne, gracias a tres pisos de terrazas con distintos niveles, pese a que los planos curvos de vidrio, que protegen de la lluvia, dificulten la vista o, mejor dicho, se interpongan convirtiendo el paisaje urbano en una escena enmarcado, protegida  por un grueso vidrio, como si fuera un espectáculo más.
Dos horas de divertimento como en un parque de atracciones. Ningún "recogimiento" o "elevación" estética o moral.
La realidad: un café expreso aguado cuesta cuatro euros.
El sueño no estaba ausente, sin embargo: Vanessa Paradis, mirada huidiza,  se deslizaba sin hacer ruido hacia el primer piso. Eso sí era memorable.  Quizá solo Louis Vuitton sea capaz de lograr esa encarnación.

































































































Fotos: Tocho, París, diciembre 2014

martes, 23 de diciembre de 2014

XAVIER MUÑOZ (1927): MUÑOZ RAMONET, SOCIEDAD ILIMITADA (2003)

https://www.dropbox.com/s/w9a8lktp60e42hp/Mu%C3%B1oz%20ramonet%2C%20societat%20il.limitada.pdf.6l1v595%20%281%29.pdf?dl=0

El libro, editado por Edicions 62 en 2003, está oficialmente "descatalogado".
La edición completa fue comprada por los herederos y destruida.

El abogado de los herederos es el mismo quien defiende al ex-presidente de la Generalitat de Catalunya Jordi Pujol.

Todo queda en familia.

Aleccionador

Sueño y realidad



 Mensaje remitido ayer por la Universidad:

 "Com sabeu, la universitat té problemes de tresoreria importants que fan que cada mes tinguem dificultats a l’hora de fer efectius els pagaments de nòmines, proveïdors, etc. Una de les principals fonts per fer front a aquests pagaments és la transferència mensual de la Generalitat que no arriba a la universitat fins a finals de mes"

En el vídeo, un profesor escribe en la pizarra de plástico, con un rotulador: CO2 + H2O. ¡Ah! Qué lección. El resultado, H2CO3, es la fórmula del carbonato cálcico. Se halla en las bebidas gaseosas, los espumosos. Son las burbujas, las burbujitas. Globos, un poco de aire, todo es aire, fiesta, suben, ascienden, y, pop, se esfuman, como pompas.... Qué metáfora más poética sobre el estado de la educación; o más cínica.

lunes, 22 de diciembre de 2014

JOE COCKER (1944-2014): DARLIN´BE HOME SOON (1969)



Un gran tema de Joe Cocker antes de su conversión al rentable blues de radio-fórmula.

In memoriam

El "palacio" Muñoz Ramonet

























Érase una vez un acomodado Marqués de Alella, llamado Fabra i Puig. Enric Sagnier le construyó a principios de siglo una casona en la calle Muntaner de Barcelona, por encima de la avenida Diagonal, por el aquel entonces una calle empinada bordeada de casas aisladas con jardín. Diversos estilos, desde el románico, en un torreón, hasta el barroco, en el portal, se peleaban en un edificio que parecía de piedra. Un amplio jardín aterrazado, con varios niveles, encargado al arquitecto Forestier, hubiera tenido que mirarse en un lago, cerca de la calle, de la que un alto muro protege.
La grave crisis económica de los años treinta, junto con la guerra civil, obligaron al marqués a poner el caserón en venta.
Muñoz Ramonet, recién casado con la hija del director del banco Central, el origen de cuya fortuna se hunde en negocios en los que es preferible ahondar, en la postguerra, adquirió la propiedad. También llegó a ser el dueño del hotel Ritz. El jardín fue reformado y concluido por Joan Mirambell. La casa, por dentro, se rehizo enteramente. Un gran patio cubierto por una vidriera, cruzado por una escalinata, estructura el doble espacio. Las estancias del piso superior miran a un pasillo que se abre al patio a través de arcos. El dueño pretendía simular un palacio. Encargó la decoración a una empresa que suministró copias modernas, como las que aún se fabrican en Valencia, de muebles de diversos estilos, que atestaron salones con diversas denominaciones. Se trataba de impresionar, no de dotarse de obras auténticas. Pinturas de Ernest Santasusagna (un artista que triunfó entre la burguesía de los años cuarenta y cincuenta, y que hoy cotiza entre 100 y 500 euros), a la manera de Goya y de cualquier otra manera, otra románticas, ora simbolistas, cubrieron las paredes de las estancias de la planta baja. Grandes alfombras, supuestamente de la Fabrica Real, en los que se insertaron los falsos escudos del dueño, celaban los suelos, mientras que las paredes de las estancias más nobles se recubrieron con tapices, algunos de los cuales, han resultado ser del siglo XVII. Lámparas de araña, sin duda de los años cincuenta, cuelgan por doquier.
Un sin fin de cuadros, algunos de grandes artistas del arte clásico occidental, y posiblemente algunos de interés, se repartieron por las estancias. Pertenecían a un burgués venido a menos, apellidado Rómulo Bosch Catarineu, que tuvo que depositarlos en el Museo Nacional de Arte de Cataluña a cambio de una ayuda financiera para mantener a flote sus empresas textiles. Tras la guerra civil fueron "adquiridos" gratuitamente por Muñoz Ramonet.
Desde su fallecimiento en Suiza hace casi veinticinco años, en Suiza, donde huyó de la justicia española, las obras han desaparecido del "palacio", pese a haber sido donadas al ayuntamiento de Barcelona, en contra de la voluntad de sus hijas.
El "palacio" pronto abrirá sus puertas al público. Es un excelente ejemplo del gusto de la burguesía catalana que se enriqueció bajo Franco. Todo lo que podía verse tenía que parecer barroco, desde los frescos, los cortinajes, hasta los boudoirs; pero fabricados con tejidos sintéticos, maderas contrachapadas, grifos de plástico dorado y bañeras de falso mármol. En los sótanos trabajaba y vivía el servicio.
Recuerda el "palacio" de Saddam Hussein en Babilonia, también decorado con muebles de estilo, hechos en Valencia en los años noventa.

Resumen de una visita privada hoy.

Nota: Dado que no se pueden realizar fotos en el interior de la casa -o publicarlas-, las que ilustran este artículo proceden de Google Images