miércoles, 15 de abril de 2015
martes, 14 de abril de 2015
Noticias de la Biblia / la ley de la hospitalidad en la Biblia
Cuenta la historiadora de las religiones, dra. Maria Grazia Masetti (EPHE, París) que recientes estudios han demostrado que el Antiguo Testamento es un texto mucho más reciente de lo que se pensaba. Se suponía que había sido puesto por escrito, ordenado y compuesto -a partir de tradiciones orales, en algunos casos- tras el regreso a Jerusalén del exilio en Babilonia, en el siglo VI aC. hoy, sin embargo, se piensa que el Antiguo testamento no se compuso y se redactó -incorporando relatos orales- antes del siglo III aC. Eso explica el tono novelesco del texto, influido, seguramente por la novela griega o helenística. Se cree, pues, que la Biblia refleja una influencia griega, contrariamente a lo que se pensaba hasta ahora, cuando se negaba, salvo quizá en el Libro de la Sabiduría, cualquier relación entre el texto bíblico y la literatura griega. El antiguo Testamento sería un texto de ficción -los hechos narrados solo existen en el espacio de la ficción, tras el espejo- con contenido moral.
La Dra. Masetti ha emitido la hipótesis que no existió un solo dios, dios de las tormentas del monte Sinaí, Yahvé, en el Antiguo testamento, sino dos. El segundo dios de las aguas venidas del cielo fue Moisés. Moisés -una figura enteramente legendaria- se enfrentó a Yahvé. Pero manifestó el mismo poder que Yahvé: arremolinó negras nubes de tormenta en lo alto del monte Sinaí para dialogar con Yahvé, e hizo correr una fuente inextinguible en medio del desierto. Las aguas le obedecían. Pero, en este lucha entre divinidades, perdió ante Yahvé, y no pudo reinar en Israel.
Ya, la inscripción de las Tablas de la ley -tablillas escritas santificadas, expuestas en sagrarios o capillas, existían en Asiria, de donde procede este hecho- fue llevada a cabo por la divinidad Asmodeus -como hemos visto en una entrada anterior-, enfrentada a Yahvé, con quien Moisés se confundiría.
Entre las fábulas más duras del Antiguo Testamento, se halla el relato narrado en jueces, que todos los historiadores describen como insoportable: sin duda, uno de los textos más sanguinarios de la historia. Un viajero es acogido en una casa para pasar la noche, atendiendo a la ley de la hospitalidad. Unos gamberros de la ciudad vecina asaltan la casa, de noche, para raptar y violar al viajero. El dueño de la casa les suplica que no lo rapten, para no faltar a la hospitalidad debida. Les entrega, a cambio, su mujer. Ésta será violada y torturada durante toda la noche. De madrugada logrará agarrarse, antes de expirar, al umbral d su casa, sin que el dueño de la misma hubiera hecho nada para protegerla, tras haberla librado a los violadores. Tras ordenarle sin éxito que se levantara, su esposo recogió el cuerpo, lo degolló y troceó con un cuchillo de carnicero, y envió los doce trozos de carne por todo Israel, para que apreciaran su respeto por la ley de la hospitalidad (Jueces, 19)
10 Pero el hombre no quiso pasar la noche, así que se levantó y partió, y fue hasta un lugar frente a Jebús, es decir, Jerusalén. Y estaban con él un par de asnos aparejados; también con él estaba su concubina. 11 Cuando estabancerca de Jebús, el día casi había declinado; y el criado dijo a su señor: Te ruego que vengas, nos desviemos, y entremos en esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella. 12 Pero su señor le dijo: No nos desviaremos para entrar en la ciudad de extranjeros que no son de los hijos de Israel, sino que iremos hasta Guibeá. 13 Y dijo a su criado: Ven, acerquémonos a uno de estos lugares; y pasaremos la noche en Guibeá o en Ramá. 14 Así que pasaron de largo y siguieron su camino, y el sol se puso sobre ellos cerca de Guibeá que pertenece a Benjamín. 15 Y se desviaron allí para entrar y alojarse en Guibeá. Cuando entraron, se sentaron[k] en la plaza de la ciudad porque nadie los llevó a su casa para pasar la noche.
16 Entonces, he aquí, un anciano venía de su trabajo del campo al anochecer. Y el hombre era de la región montañosa de Efraín y se alojaba[l] en Guibeá, pero los hombres del lugar eran benjamitas. 17 Y alzó sus ojos y vio al viajero en la plaza de la ciudad; y el anciano dijo: ¿A dónde vas y de dónde vienes? 18 Y él le dijo: Estamos pasando de Belén de Judá a la parte más remota de la región montañosa de Efraín, pues soy de allí. Fui hasta Belén de Judá, y ahora voy a mi casa[m], pero no hay quien me reciba en su casa. 19 Sin embargo, tenemos[n]paja y forraje para nuestros asnos, y también pan y vino para mí, para tu sierva[o] y para el joven que está con tu siervo; no nos falta nada. 20 Y el anciano dijo: Paz sea contigo. Permíteme suplir todas tus necesidades; pero no pases la noche en la plaza. 21 Y lo llevó a su casa y dio forraje a los asnos; y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.
22 Mientras ellos se alegraban[p], he aquí, los hombres de la ciudad, hombres perversos[q], rodearon la casa; y golpeando la puerta, hablaron al dueño de la casa, al anciano, diciendo: Saca al hombre que entró en tu casa para que tengamos relaciones[r] con él. 23 Entonces el hombre, el dueño de la casa, salió a ellos y les dijo: No, hermanos míos, no os portéis tan vilmente; puesto que este hombre ha entrado en mi casa, no cometáis esta infamia. 24 Aquí está mi hija virgen y la concubina de él. Permitidme que las saque para que abuséis de ellas y hagáis con ellas lo que queráis[s], pero no cometáis semejante infamia contra este hombre. 25 Pero los hombres no quisieron escucharle, así que el levita[t] tomó a su concubina y la trajo a ellos. Y ellos la ultrajaron y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana; entonces la dejaron libre al amanecer.26 Cuando amanecía[u], la mujer vino y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su señor hasta que se hizo de día.
27 Al levantarse su señor por la mañana, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida a la entrada de la casa, con sus manos en el umbral. 28 Y él le dijo: Levántate y vámonos; pero ella no respondió[v]. Entonces la recogió, y colocándola sobre el asno, el hombre se levantó y se fue a su casa[w]. 29 Cuando entró en su casa tomó un cuchillo, y tomando a su concubina, la cortó en doce pedazos, miembro por miembro, y la envió por todo el territorio de Israel. 30 Y[x] todos los que loveían, decían: Nada como esto jamás ha sucedido ni se ha visto desde el día en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta el día de hoy. Consideradlo, tomad consejo y hablad.
lunes, 13 de abril de 2015
FRANÇOIS-MARIE AROUET (VOLTAIRE, 1694-1778): LE FANATISME, OU MAHOMET LE PROPHÈTE (1736) (Fragmento)
MAHOMET
Il faut un nouveau culte, il faut de nouveaux fers ;
il faut un nouveau dieu pour l' aveugle univers.
En égypte Osiris, Zoroastre en Asie,
chez les crétois Minos, Numa dans l' Italie,
à des peuples sans moeurs, et sans culte, et sans rois,
donnèrent aisément d' insuffisantes lois.
Je viens après mille ans changer ces lois grossières :
j' apporte un joug plus noble aux nations entières :
j' abolis les faux dieux ; et mon culte épuré
de ma grandeur naissante est le premier degré.
Ne me reproche point de tromper ma patrie ;
je détruis sa faiblesse et son idolâtrie :
sous un roi, sous un dieu, je viens la réunir ;
et, pour la rendre illustre, il la faut asservir.
ZOPIRE
Voilà donc tes desseins ! C' est donc toi dont l' audace
de la terre à ton gré prétend changer la face !
Tu veux, en apportant le carnage et l' effroi,
commander aux humains de penser comme toi :
tu ravages le monde, et tu prétends l' instruire.
Ah ! Si par des erreurs il s' est laissé séduire,
si la nuit du mensonge a pu nous égarer,
par quels flambeaux affreux veux-tu nous éclairer ?
Quel droit as-tu reçu d' enseigner, de prédire,
de porter l' encensoir, et d' affecter l' empire ?
MAHOMET
Le droit qu' un esprit vaste, et ferme en ses desseins,
a sur l' esprit grossier des vulgaires humains.
(Acto II, escena 5: fragmento)
La tragedia en verso, en la que se enfrentan el guardián de la Meca, Zopire, y Mahomet, que asedia la ciudad, los cínicos discursos del Profeta, representan los que todo profeta -Voltaire no pensaba en el islam, precisamente, tenía una religión profética más cercana-, de cualquier religión, enuncia -sin creérselos-, para dominar a los humanos embrutecidos por las doctrinas.
viernes, 10 de abril de 2015
La destrucción del arte: Miguel Ángel (1475-1564), San Juan Bautista, 1498
El daño que sufrió la Pietá de Miguel Ángel, en los años setenta (1972) aún se recuerda. Un visitante enloquecido, creyéndose Jesucristo, atacó la estatua de mármol con una taladradora eléctrica. Fue detenido a tiempo no sin que lograse romper algunas miembros (el brazo de María, por ejemplo), y destruyese para siempre la nariz de la Virgen.
La obra estuvo en restauración durante años antes de volver a ser expuesta, en el mismo lugar, en una nave lateral de la basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, bajo una urna de cristal a prueba de balas. Nunca más se ha podido ver sin el turbador efecto del grueso vidrio blindado verdoso.
El daño, sin embargo, no es comparable al que sufrió otra escultura de Miguel Ángel: San Juan Bautista. Se trataba de una escultura de mármol de los años de juventud del artista,tallada el mismo año que la Piedad anteriormente citada. Tenía casi un metro y medio de altura. Representaba al santo como un niño de pie vestido con una piel de cordero. Apoyaba el pie izquierdo en un montículo rocoso, lo que arqueaba la pierna e inclinaba la cadera.
La escultura, adquirida por el emperador Carlos V, traída a España y ofrendada, formaba parte de un gran retablo barroco de madera dorada de Alonso Berruguete, en una iglesia de Úbeda. El altar mayor fue quemado durante la Guerra Civil española, en 1936, y la iglesia gótica incendiada. Pero antes, la escultura fue destruida a martillazos. Los restos, quemados.
Se recuperó el cuarenta por ciento de la escultura.
Durante setenta años han permanecido en un almacén.
Solo con nuevas técnicas representativas y reproductivas se ha podido moldear todas las partes destruidas e insertan los fragmentos recuperados y limpiados, en una operación que puede ser discutida, y que hoy se contempla en una exposición en el Museo del prado en Madrid
La restauración no es un problema.
Si la estatua fue reducida a polvo fue porque no fue percibida como una obra de arte sino como un fetiche, como el mismo santo encarnado. El atentado iba dirigido al santo, no a la obra; o a la obra en tanto que era el cuerpo carnal o material del santo invisible.
Pero lo que se destruyó -para siempre- fue una de las pocas estatuas que Miguel Ángel completó.
Ni siquiera un artista renacentista y manierista como Miguel Ángel supo imponer su obra. O quizá, lo logró en exceso: logró que el Santo se encarnara. y sufriera la condición humana. Acabar siendo polvo.
jueves, 9 de abril de 2015
El verdadero arquitecto del templo de Salomón: Asmodeo
Eva no fue la primera esposa de Adán, sino que Yahve modeló, simultáneamente, a Adán con barro, y a Lilit con residuos. Solo tras el nacimiento de su primer hijo, Asmodeus, y tras la negativa de Lilit de someterse a Adán y de residir en el limitado círculo del Paraiso, Yahvé formó a Eva de una costilla de Adán y se la entregó.
Pero ni siquiera es seguro que Lilit fuera la primera mujer del primer hombre, ya que la leyenda afirma que Adán se unió a la hermana del dios de los herreros, Tubal Caín -nieto o bisnieto de Adán, según la Biblioa canónica-, con quien engendró a Asmodeus (considerado también como hijo de la relación incestuosa entre Tubal Caín y su hermana).
Asmodeus -cuyo nombre podría significar El dios de la ira- acabaría uniéndose a su madre, Lilit. Juntos se convertirían en los dioses de los Infiernos.
Pero la actividad principal de Asmodeus aconteció en la tierra. Su relación con Tubal Caín no es caprichosa. Asmodeus, el primer hijo, ayudó a los humanos a ordenar el mundo, a hacerse con él y a adaptarlo a sus necesidades. Las artes de la geometría, el álgebra y las edilicias (o constructivas) fueron trasmitidas a los hombres por Asmodeus: desde entonces, supieron parcelar, orientar y construir. Las claves, sin embargo, estaban en manos de Asmodeus: tenía el don de levantar los tejados de las casas y desvelar los secretos familiares que los interiores escondían. Era el protector de los hogares, pero también quien ponía en evidencia las lacras de lo íntimo. Nació de la más íntima de las uniones, el incesto.
Tan familiarizado con las hogares estaba Asmodeus que cuando el rey Salomón recibió la orden de su padre David de construir el templo de Jerusalén -el primer templo, cuyo modelo Yavhé entregó a David-, buscó a los mejores arquitectos.
Salomón sabía que no podía utilizar hierro para unir los sillares. Quien hierro usa por el hierro muere. Las piedras tenían que encajar milagrosamente. Supo de los conocimientos de Asmodeus. Mandó a un emisario que hablara con él y le convenciera de ponerlos al servicio de la construcción del templo. Asmodeus aceptó. Conocía a un gusano mágico que era capaz de grabar en la piedra -es así como Moisés pudo inscribir los mandamientos en las tablas de la ley-, y de tallarlas, como si fuera un diamante, de tal modo que no hacía falta ningún elemento de unión entre ellas.
Salomón logró reducir a Asmodeus. Éste modeló, con agua y arcilla, ladrillos fundacionales, y obró con los sillares. Mas, cuando el templo fue construido, logró suplantar durante siglos a Salomón, a quien expulsó de la tierra. Solo con el paso de los siglos, logró Salomón volver a Jerusalén, poner en evidencia a Asmodeus, y enviarlo a los infiernos donde aun reina.
Esta leyenda hebrea, que se desarrolla tanto en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento -Asmodeus es un demonio que, desde el interior de las casas, hace fracasar los matrimonios, matando a uno de los esposos- en libros apócrifos y en el Talmud, y que data de los primeros siglos de la edad cristiana, con desarrollos medievales, revela bien el imaginario arquitectónico antiguo. Construir conlleva un desafío: es la repetición de la creación. A través de las artes y, especialmente, de las artes edilicias, el ser humano se compara con los dioses. por eso, las artes y la arquitectura son tareas demoníacas que logran, en efecto, poner cota a la omnipotencia divina y desvelar que los poderes de la noche son necesarios junto con los de la luz.
Francisco Goya: Asmodea (en femenino) señalando sus logros -templos o palacios- en las alturas, 1820-23, Museo del Prado, Madrid
Pero ni siquiera es seguro que Lilit fuera la primera mujer del primer hombre, ya que la leyenda afirma que Adán se unió a la hermana del dios de los herreros, Tubal Caín -nieto o bisnieto de Adán, según la Biblioa canónica-, con quien engendró a Asmodeus (considerado también como hijo de la relación incestuosa entre Tubal Caín y su hermana).
Asmodeus -cuyo nombre podría significar El dios de la ira- acabaría uniéndose a su madre, Lilit. Juntos se convertirían en los dioses de los Infiernos.
Pero la actividad principal de Asmodeus aconteció en la tierra. Su relación con Tubal Caín no es caprichosa. Asmodeus, el primer hijo, ayudó a los humanos a ordenar el mundo, a hacerse con él y a adaptarlo a sus necesidades. Las artes de la geometría, el álgebra y las edilicias (o constructivas) fueron trasmitidas a los hombres por Asmodeus: desde entonces, supieron parcelar, orientar y construir. Las claves, sin embargo, estaban en manos de Asmodeus: tenía el don de levantar los tejados de las casas y desvelar los secretos familiares que los interiores escondían. Era el protector de los hogares, pero también quien ponía en evidencia las lacras de lo íntimo. Nació de la más íntima de las uniones, el incesto.
Tan familiarizado con las hogares estaba Asmodeus que cuando el rey Salomón recibió la orden de su padre David de construir el templo de Jerusalén -el primer templo, cuyo modelo Yavhé entregó a David-, buscó a los mejores arquitectos.
Salomón sabía que no podía utilizar hierro para unir los sillares. Quien hierro usa por el hierro muere. Las piedras tenían que encajar milagrosamente. Supo de los conocimientos de Asmodeus. Mandó a un emisario que hablara con él y le convenciera de ponerlos al servicio de la construcción del templo. Asmodeus aceptó. Conocía a un gusano mágico que era capaz de grabar en la piedra -es así como Moisés pudo inscribir los mandamientos en las tablas de la ley-, y de tallarlas, como si fuera un diamante, de tal modo que no hacía falta ningún elemento de unión entre ellas.
Salomón logró reducir a Asmodeus. Éste modeló, con agua y arcilla, ladrillos fundacionales, y obró con los sillares. Mas, cuando el templo fue construido, logró suplantar durante siglos a Salomón, a quien expulsó de la tierra. Solo con el paso de los siglos, logró Salomón volver a Jerusalén, poner en evidencia a Asmodeus, y enviarlo a los infiernos donde aun reina.
Esta leyenda hebrea, que se desarrolla tanto en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento -Asmodeus es un demonio que, desde el interior de las casas, hace fracasar los matrimonios, matando a uno de los esposos- en libros apócrifos y en el Talmud, y que data de los primeros siglos de la edad cristiana, con desarrollos medievales, revela bien el imaginario arquitectónico antiguo. Construir conlleva un desafío: es la repetición de la creación. A través de las artes y, especialmente, de las artes edilicias, el ser humano se compara con los dioses. por eso, las artes y la arquitectura son tareas demoníacas que logran, en efecto, poner cota a la omnipotencia divina y desvelar que los poderes de la noche son necesarios junto con los de la luz.
Francisco Goya: Asmodea (en femenino) señalando sus logros -templos o palacios- en las alturas, 1820-23, Museo del Prado, Madrid
martes, 7 de abril de 2015
Arte y técnica en la Grecia antigua
La palabra arte tiene do acepciones: denomina un tipo de obrar así como el resultado de dicha acción (la obra de arte).
Arte proviene del latín ars. Nombra un procedimiento regulado. Acoge las artes mecánicas en las que prima el trabajo manual -siguiendo formas y fórmulas bien conocidas- y las artes liberales en las que el pensamiento y el cálculo son esenciales.
El latín ars es una traducción de -o una aproximación a- la palabra griega tejné. Ésta se traduce por creación así como por procreación. No se distinguía demasiado entre el trabajo del artesano produciendo un objeto -dotado mágicamente de vida- y la concepción de hijos, divinos o mortales.
La tejné era un tipo de proceder, que daba lugar a un ente animado. Incluía la poiesis y la mousiké. La primera, que significa, obra o hecho, denomina el fruto de un trabajo de un artesano o un "técnico" en pleno dominio de sus facultades intelectivas y manuales. La poiesis no se limitaba a la versificación de poemas, sino que englobaba a cualquier objeto, pensado y elaborado. La mousike, en cambio, era el trabajo conjunto de las Musas y del ser humano. Las Musas inspiraban -aportaban la idea o el contenido de la obra- mientras que el ser humano daba forma a unas ideas necesariamente novedosas e inesperados puesto que tenían un origen divino.
Esta concepción de las "artes musicales" -que incluía la poesía "inspirada"-, que Aristóteles defendía, no era aceptada por Platón, quien consideraba que la música era el fruto del trabajo exclusivo de las Musas, mientras que la participación de los hombres era mínima o nula, pues se limitaban a transcribir, casi mecánimamente, y sin saber qué hacían ni qué significaban las palabras inspiradas por las Musas, lo que aquéllas le dictaban.
La distinción entre poiesis y mousike se estableció seguramente en el siglo VII aC. Anteriormente, cualquier trabajo artesano implicaba, para dar frutos, la activa presencia de una fuerza sobrenatural.
Las artes musicales no eran artes para Platón, al menos no correspondían a la definición de arte imperante, ya que no requerían la participación activa y consciente del músico, el actor o del poeta. Pertenecían al mundo de la magia, al que, al menos en parte, pertenecía cualquier labor artesana arcaica, como ya hemos mencionado.
Sin embargo, en el Renacimiento, la música, según la definición platónica, empezó a ser considerada una obra artística paradigmática. Las artes inspiradas (por las Musas, o por el genio) eran productos (poesías, composiciones musicales, y, más tarde, a finales del siglo XVI, pinturas y dibujos) en los que el trabajo consciente del ser humano era mínimo. En la obra inspirada brillaba la idea, el concepto o el contenido, siendo la forma, por el contrario -la forma que dependía del trabajo humano-, secundaria, irrelevante incluso a la hora de valorar o enjuiciar una creación artística. Pese a deficiencias de la forma, una obra inspirada destacaba muy por encima de una creación correcta, aplicada, pero sin brillo, el brillo que las fuerzas que inspiraban otorgaban.
Pese al descrédito de la inspiración, cuya valoración nunca fue tan alto como durante el Romanticismo, la concepción occidental del arte, aun sigue este esquema y el artista sigue siendo un ideador o planificacdor, que delega la producción material de su obra a técnicos, artesanos o incluso al público.
Arte proviene del latín ars. Nombra un procedimiento regulado. Acoge las artes mecánicas en las que prima el trabajo manual -siguiendo formas y fórmulas bien conocidas- y las artes liberales en las que el pensamiento y el cálculo son esenciales.
El latín ars es una traducción de -o una aproximación a- la palabra griega tejné. Ésta se traduce por creación así como por procreación. No se distinguía demasiado entre el trabajo del artesano produciendo un objeto -dotado mágicamente de vida- y la concepción de hijos, divinos o mortales.
La tejné era un tipo de proceder, que daba lugar a un ente animado. Incluía la poiesis y la mousiké. La primera, que significa, obra o hecho, denomina el fruto de un trabajo de un artesano o un "técnico" en pleno dominio de sus facultades intelectivas y manuales. La poiesis no se limitaba a la versificación de poemas, sino que englobaba a cualquier objeto, pensado y elaborado. La mousike, en cambio, era el trabajo conjunto de las Musas y del ser humano. Las Musas inspiraban -aportaban la idea o el contenido de la obra- mientras que el ser humano daba forma a unas ideas necesariamente novedosas e inesperados puesto que tenían un origen divino.
Esta concepción de las "artes musicales" -que incluía la poesía "inspirada"-, que Aristóteles defendía, no era aceptada por Platón, quien consideraba que la música era el fruto del trabajo exclusivo de las Musas, mientras que la participación de los hombres era mínima o nula, pues se limitaban a transcribir, casi mecánimamente, y sin saber qué hacían ni qué significaban las palabras inspiradas por las Musas, lo que aquéllas le dictaban.
La distinción entre poiesis y mousike se estableció seguramente en el siglo VII aC. Anteriormente, cualquier trabajo artesano implicaba, para dar frutos, la activa presencia de una fuerza sobrenatural.
Las artes musicales no eran artes para Platón, al menos no correspondían a la definición de arte imperante, ya que no requerían la participación activa y consciente del músico, el actor o del poeta. Pertenecían al mundo de la magia, al que, al menos en parte, pertenecía cualquier labor artesana arcaica, como ya hemos mencionado.
Sin embargo, en el Renacimiento, la música, según la definición platónica, empezó a ser considerada una obra artística paradigmática. Las artes inspiradas (por las Musas, o por el genio) eran productos (poesías, composiciones musicales, y, más tarde, a finales del siglo XVI, pinturas y dibujos) en los que el trabajo consciente del ser humano era mínimo. En la obra inspirada brillaba la idea, el concepto o el contenido, siendo la forma, por el contrario -la forma que dependía del trabajo humano-, secundaria, irrelevante incluso a la hora de valorar o enjuiciar una creación artística. Pese a deficiencias de la forma, una obra inspirada destacaba muy por encima de una creación correcta, aplicada, pero sin brillo, el brillo que las fuerzas que inspiraban otorgaban.
Pese al descrédito de la inspiración, cuya valoración nunca fue tan alto como durante el Romanticismo, la concepción occidental del arte, aun sigue este esquema y el artista sigue siendo un ideador o planificacdor, que delega la producción material de su obra a técnicos, artesanos o incluso al público.
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