martes, 7 de marzo de 2017

BRENT CASH (1967): THE NEW HIGH (2017)


Se puede escuchar legal y parcialmente esta canción -que tanto recuerda a los Beatles de 1966- en: 


Sobre este compositor y cantante norteamericano, véase su página web.

La Ciudad de Cobre

El rey Salomón tenía a unos genios de la botella a su disposición. Fueron éstos los que construyeron el templo en Jerusalén. Una de las obras más singulares fue la Ciudad de cobre. Atesoraba la botella de los genios en cuyo interior se guarecía la Sabiduría. Emplazada en el-Andalus, sitiada por desiertos, cerca del Mar de las Tinieblas:

“Durante días y meses marchó la caravana por las llanuras solitarias, sin encontrar por su camino un ser viviente en aquellas inmensidades monótonas cual el mar encalmado. Y de esta suerte continuó el viaje en medio del silencio infinito, hasta que un día advirtieron en lontananza como una nube brillante a ras del horizonte, hacia la que se dirigieron. Y observaron que era un edificio con altas murallas de acero chino, y sostenido por cuatro filas de columnas de oro que tenían cuatro mil pasos de circunferencia. La cúpula de aquel palacio era de oro, y servía de albergue a millares y millares de cuervos, únicos habitantes que bajo el cielo se veían allá. En la gran muralla donde se abría la puerta principal, de ébano macizo incrustado de oro, aparecía una placa inmensa de metal rojo (...)” (Las Mil y una noches)

 Por más piedras que se amontonaran, apenas se llegaba a alcanzar su base. Algunos soldados, sin embargo, escaleras sobre escaleras, llegaron hasta el camino de ronda. Apenas se asomaban al interior de la ciudad, el reluciente metal de la muralla, en el que el sol del desierto se reflejaba, los deslumbraba, y les causaba un irresistible ataque de risa tal que caían tras el muro. Los soldados, que trataban de rodear la ciudad, oían chirridos insoportables, como si una máquina infernal se activara y aplastara, entre gritos desgarradores, al desdichado.
Un soldado, al fin, logró alcanzar el camino de ronda. Descubrió torres de oro, en una de las que se abría una puerta con un relieve de un caballero de metal, el cual, si se le frotaba, abría las puertas de la ciudad. Los habitantes estaban detenidos, sus gestos congelados como por un encantamiento. La ciudad poseía un zoco donde se mercadeaban toda clase de mercancías, un palacio que comprendía cuatro patios cada uno recorrido por un río que confluían en un lago ancho como el mar, y una segunda morada cupulada, cuajada de tesoros. En el centro, una estancia con un lecho donde descansaba una hermosa mujer cerca de un cofre. Unos guardias, inmovilizados, vigilaban el lecho. Nada se movía. Cuando el soldado intento rozar a la princesa, apenas pudo darse cuenta que los autómatas lo iban a decapitar.
Una tumba, en el centro de la Ciudad de Bronce, anunciaba:

¡Conserva tu alma! ¡Goza en paz la calma de la vida, la belleza, que es calma de la vida! ¡Mañana se apoderará de ti la muerte!
Mañana responderá la tierra a quien te llame: “¡Ha muerto! ¡Y nunca mi celoso seno devolvió a los que guarda para la eternidad!”"

Nadie más entró en la Ciudad de cobre.

Este cuento oriental –que aparece en Las mil y una noches-  describe una ciudad temible y de ensueño, obra de quien fue escogido por la divinidad para impartir la sabiduría en el mundo: una ciudad cuya entrada estaba vetada a los hombres, y antes cuyas riquezas espirituales, solo cabía una risa inextinguible -y mortífera.


domingo, 5 de marzo de 2017

ILA BÊKA (1970) & LOUISE LEMOINE (1982): KOOLHAAS HOUSELIFE (2008, FRAGMENTOS)



Involuntaria -o perversamente- cómico documental sobre la vida en una celebrada vivienda unifamiliar de Rem Koolhaas en Burdeos, a través de los ojos y los gestos de la mujer de servicio

ILA BÊKA (1970)& LOUISE LEMOINE (1982): THE INFINITE 8 HAPPINESS (2015)

The Infinite 8 Happiness - BEKA LEMIONE from mik pieniazek on Vimeo.

Sobre este conocido y premiado documental sobre las vidas en un bloque de pisos danés, llamado 8 House, del estudio de arquitectura BIG, véase la página web siguiente.

IGNACIO OROVIO: EL MAPA DEL HORROR DEL ESTADO ISLÁMICO (LA VANGUARDIA, 5 DE MARZO DE 2017)

“Extinguir el mito o el arte es extinguir la llama de lo humano”. La frase es del poeta y ensayista sirio Adonis y viene en el libro Violencia e Islam (Ariel, 2016). Nos sugiere –por boca de un sirio y musulmán– qué estamos perdiendo con la barbarie que el Estado Islámico (EI) ha venido practicando con el patrimonio cultural en aquellas zonas que ha tenido bajo el zapato.
Porque decenas de lugares y bienes culturales han sido deliberadamente destruidos por el EI en los territorios que ha conseguido conquistar y dominar durante cierto tiempo.
Con voluntad exhaustiva, este diario ha tratado de poner en un mapa todos aquellos lugares y bienes que han sufrido daños de esta clase. El recuento ronda la sesentena, aunque la cifra no puede ser precisa porque el EI anunció que iba a destruir algo pero nadie ha podido comprobar que lo haya ejecutado. La cifra crece cuando se suman los lugares dañados secundariamente por la guerra de Siria, bien por haber sido usados como fortín (el castillo de Crac de los Caballeros), bien por encontrarse en ciudades en disputa (Alepo, arrasada).
Mosul ha sido una de las ciudades cuyo patrimonio cultural ha resultado más destruido, según el recuento de este diario. El EI la ocupó unos dos años y se dedicó a aniquilar cuanto quiso.
La cifra crece aún más cuando se recorre la historia en busca de referentes, como la destrucción de iglesias en Kosovo o de mezquitas en Bahrein o Arabia Saudí.
“Me enferma ver cómo atacan los monumentos, aunque menos que cuando veo las fotografías de sus masacres u oigo que las mujeres yazidí han sido violadas y asesinadas”, analiza por e-mail Patrick Cockburn, periodista irlandés, corresponsal del Financial Times y de The Independent en Oriente Medio, que acaba de publicar La era de la yihad (Capital Swing).
“Si el mundo civilizado no diera importancia a las ruinas no las destruirían”, remarca Pedro Azara, arquitecto y profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya y arqueólogo experto en Próximo Oriente.
“Tratan de dañar –abunda– aquello que es apreciado. No son sólo atracciones turísticas, sino elementos identitarios y en algunos son una fuente económica fundamental. Vivían de las ruinas, pero además se sentían orgullosos de ellas”La cifra crece aún más cuando se recorre la historia en busca de referentes, como la destrucción de iglesias en Kosovo o de “La iconoclastia existió en la iglesia bizantina y en la Reforma protestante. Muchas obras de arte fueron destruidas en Europa en los siglos XVI y XVII. Parece un rasgo común del puritanismo religioso. Pero en el caso del EI, es una eficaz propaganda para dominar la agenda de los medios y demostrar fuerza”, añade Cockburn.
A inicios del siglo XIX, los wahabitas de Arabia Saudí destruyeron en Irak las tumbas de familiares de Mahoma. Incluso el Profeta fue pasto del rigor de sus propios seguidores: los lugares donde están sepultados él mismo y algunos de sus familiares en La Meca y Medina fueron arrasados con cemento en los años 20 y 30 del siglo XX. Para estas corrientes del Islam, ni siquiera su figura es adorable.
“No creo que haya ideología en esta destrucción patrimonial: es salvajismo, y no es contra Siria, sino contra la humanidad entera”, opina la noche del viernes por teléfono el director de antigüedades de Siria, Maamoun Abdulkarim.
Este gestor cultural está muy contento por la recuperación –de nuevo– del yacimiento de Palmira, la bellísima ciudad romana en medio del desierto. Esta ha caído por dos veces en manos del EI. En el primer periodo dinamitaron diversos edificios y elementos patrimoniales. Su recuperación por parte del ejército sirio, con ayuda del de Rusia, fue muy celebrada. Pero a las pocas semanas, la obligada concentración de tropas en Alepo permitió al EI una nueva reconquista. En pocos días, los servicios secretos rusos detectaron que el EI estaba trasladando a Palmira camiones cargados con explosivos. Se temió que no dejaran una piedra sobre otra. “Pero no les ha dado tiempo, por suerte”, celebra Abdulkarim. De modo que el gobierno sirio va a reactivar un gran plan internacional para la reconstrucción del lugar. “Y no podemos permitirnos que caiga otra vez en sus manos”.
“Todas estas semanas –expone la autoridad siria en patrimonio cultural– he pensado en la reconstrucción, nuestros planes allí siguen vigentes. Por fortuna no ha habido muchos daños nuevos, aunque es prematuro ofrecer un diagnóstico. Primero tenemos que eliminar las minas que a buen seguro habrán
dejado y luego procederemos a analizar el estado del yacimiento”. Algunas personas comenzaron a visitar ayer el lugar, protegidas por el ejército.
La idea que tiene el Gobierno sirio es que el viejo museo de Palmira permanezca como un homenaje a la memoria de lo ocurrido y construir un nuevo edificio (que costará unos cinco millones de dólares, en colaboración con el Aga Khan Trust for Culture, AKTC) con las mejores tecnologías, donde exponer el fabuloso tesoro del yacimiento, que ahora está a salvo en Damasco. Una parte de él se expondrá en breve en el museo que el AKTC tiene en Toronto (Canadá).
Muchos de los yacimientos destruidos por el EI ellos son maravillas de la cultura que resistieron miles de años a la intemperie o enterrados. Algunos ni siquiera han llegado a ver la luz del sol: en algunos yacimientos, como en Nimrud (una ciudad asiria fundada por el rey Salmanasar I en el siglo XIII aC) o en Nínive (de la misma civilización, mencionada por primera vez hacia el 1800 aC), los yihadistas excavaron túneles en busca de tesoros que vender, con los que financiarse. “Por las noticias que tenemos ambas ciudades han sido excavadas en busca de piezas. Lo mismo ha ocurrido en yacimientos del sur de Irak en otras épocas. Algunos lugares son como quesos de gruyère. Son yacimientos que ya no se podrán excavar con facilidad, están muy destruidos”, explica Azara. “En Siria, mucha gente ha optado por defender los yacimientos, aunque otros prefirieron robar allí. Depende de lo que se destruya, posiblemente la rabia popular es diferente ante los restos griegos o romanos o ante santuarios sufíes o la Tumba de Jonás en Mosul, que era un símbolo de la ciudad”, en opinión de Cockburn.
¿Qué dice la filosofía acerca de la violencia…? El catedrático de la Universitat Pompeu Fabra Jaume Casals reflexiona que “la violencia y lo sagrado es un tópico: nos podemos indignar, nos debemos indignar; pero no creo que debamos extrañarnos que la pura violencia descerebrada del Estado Islámico busque el cuerpo a cuerpo con las obras de arte sagradas, como con las sagradas libertades de Occidente, para tratar de destruirlas”.

Texto completo en: http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170305/42547400990/el-mapa-del-horror-del-estado-islamico.html

MARCEL PROUST (1871-1922), LA ARQUEOLOGÍA Y MESOPOTAMIA

Una de las obras que más y mejor reflejan la fascinación occidental moderna por los relieves y por las tablillas persas y asirios, y por la cultura mesopotámica en general, es la novela seminal de Marcel Proust A la búsqueda del tiempo perdido –origen de la novelística moderna, que poseía un libro sobre la historia de Egipto y de Mesopotamia de Gaston Maspéro (Lectures historiques. Histoire ancienne. Égypte. Assyrie, Hachette, París, 1892. Proust poseía una edición de 1912 que le había sido regalada). 

Los procedimientos y la finalidad de la arqueología, así como la archivística neo-asiria, están el origen de la obra. Ésta bucea en el pasado, sepultado bajo ingentes capas de tierra y de derribos, a la búsqueda de fragmentos incontaminados que permiten reconstruir el pasado, o tener la sensación que el pasado fluye hacia la conciencia, haciéndose, mas, por unos momentos, presente antes de desvanecerse. Esta búsqueda de un pasado fragmentado, que no revive sino que se vive por vez primera –cuando el pasado era presente pasó desapercibido-, se asemeja al trabajo del arqueólogo, sobre todo de quien excava en Mesopotamia, donde el barro sepulta los restos construidos también con barro, y cuyo descubrimiento revela ciudades, palacios y vidas que cobran vida y desaparecen para siempre. Del mismo modo, parecía que los asirios hubieran querido luchar contra la pérdida, registrando –grabando honda y agotadoramente- sobre tablillas de arcilla todas las incidencias de los reinados. La novela como la arqueología lucha contra el olvido del que rescata, casualmente, fragmentos que evocan vivamente una totalidad, una vida plena que no se vivió en su momento (Kazuyoshi Yoshikawa: “ Proust and Archaeological Discovery”, Christie McDonald & François Proulx (eds.): Proust and the Arts, Cambridge University Press, 2016, ps. 101-11). 

El trabajo y los objetivos del arqueólogo también influyeron en la imaginativa concepción y exploración de la mente de Freud –que coleccionaba antigüedades, entre éstas babilónicas (Malcom Bowie: Freud, Proust and Lacan: Theory as Fiction, Cambridge University Press, 1987, p. 11)

sábado, 4 de marzo de 2017

JACQUES DÉMY (1931-1990): LES PARAPLUIES DE CHERBOURG (LOS PARAGUAS DE CHERBURGO, 1964)




El triunfo de la película musical Lalaland quizá invite a volver a su modelo -confesado por el propio cineasta franco-norteamericano Damien Chazelle-, Los paraguas de Cherburgo, una película muy posiblemente superior, dado el subtono amargo que introduce la referencia ineludible a la guerra de Argelia que asolaba en la época en que pasa la acción, y de la apenas habían pasado unos años cuando Demy rodó su obra maestra.