Fotos: Tocho, Octubre de 2017
El poco conocido y visitado Museo de los Mosaicos en Estambul comprende tan solo una cubierta ligera de vidrio y madera que protege una colección de mosaicos romanos "in-situ".
Datan de principios del siglo IV aC.
Se encuentran todavía en las ruinas del palacio imperial de Constantino, que dominaba el Bósforo (hoy, se encuentra cerca de la Mezquita Azul).
Destaca un mosaico de grandes dimensiones, aún en el suelo, que cubría una estancia palaciega. La perfección técnica, la regularidad de la disposición de las teselas, el diminuto tamaño de las mismas, la ínfima separación entre éstas convierten los mosaicos imperiales de Constantinopla en la obra maestra del arte del mosaico clásico.
La escena es enigmática. Quizá represente a la mítica Edad de Oro o la Edad de Saturno, una era antes de la historia cuando la tierra daba frutos sin cesar y dioses, hombres y animales vivían en armonía; una edad que Augusto quiso revivir y que Constantino a su vez, quizá con el nuevo credo que impartía, asumió.
El mosaico incluye escenas de la vida en la naturaleza: escenas de caza y de recolecta; trabajos para cuidar la tierra. La tierra está aún poblada por animales mitológicos, y los héroes, como Belerofonte, recorren el orbe para eliminar a los monstruos.
Este conjunto de escenas coloreadas se sitúan sobre o en un mismo plano de fondo blanco. Éste no es un espacio concebido y plasmado de antemano en o sobre el que se sitúan las escenas, articuladas o relacionadas entre ellas. Las escenas, los motivos no se subordinan al espacio. Éste no determina la posición de las figuras y la relación que mantienen entre ellas. No existe, además un único punto de vista. La composición se proyecta horizontalmente y se podía contemplar desde cualquier ángulo, cualquier posición, desde los bordes o desde el centro.
Por el contrario, el espacio está generado por las escenas. Las figuras poseen una aureola que al expandirse y articularse con las aureolas vecinas tejen un plano de fondo que vibra según la posición y el perfil de las figuras. Una línea continua de teselas blancas envuelve -o silueta- las figuras y las escenas. Esta linea determina la posición de las sucesivas filas de teselas blancas que rodean a las figuras, o mejor dicho que las expanden, las "proyectan" en un espacio que se crea a medida del avance de las sucesivas ondas. Las figuras crean su espacio, y el espacio nace del tejido, del entrelazado de las ondas que avanzan en distintas direcciones, pero que se armonizan. Hallan líneas de entendimiento.
Las figuras parecen cuerpos arrojados al agua, que generan ondas que recorren la superficie de las aguas y la animan. El espacio es un continuo de vibraciones generadas por la vida de las figuras. No se trata de un espacio abstracto apto para acoger cualquier figura, forma o escena, sino de un espacio generado por la vibración o vitalidad de las figuras. El espacio no acoge, sino que envuelva las figuras. El espacio abstracto y vacío no tiene sentido. Su función consiste en engrandecer, amplificar la manifestación vital, el temblor de las formas y los seres. El espacio los pone en relación; es un plano tenso que anuncia la presencia de unos seres o entes vivos.
Esta concepción y representación del espacio parte y nace de las cosas. El espacio es el medio en el que viven las cosas, pero solo tiene sentido si está recorrido por estas ondas que se expanden como escamas, como si el espacio fuera la piel tendida de un animal, o la piel tensa de un tambor que las cosas utilizan para comunicarse.
Agradezco a Tiziano Schürch sus observaciones