La interpretación habitual de una obra de arte inquiere acerca de lo que la obra representa y de los sistemas o formas de representación: pregunta sobre la forma y el contenido.
Una imagen tiene así sentido mientras podamos identificar lo que representa y valorar la manera de comunicar una determinada imagen del tema enfocado.
Estos datos sobre temas y formas de mostrarlo son importantes. Pero no siempre podemos identificar a qué se refiere la imagen. Nuestra imposibilidad de relacionar con cierta seguridad, la obra con un referente no impide, sin embargo, que no podamos preguntarnos acerca de la razón de ser de la obra, del significado o de la función que asumía.
Muchas estatuillas no naturalistas arcaicas han sido identificadas como representaciones anicónicas o alusivas de dioses o de dioses. ¿Estamos seguros de esta lectura? Por otra parte, esta interpretación pocos datos nos aportan que nos permitan imaginarnos porque esas obras fueron talladas.
Sin embargo, la representación es consustancial con la creación humana. Pero la obra se halla entre dos polos -que articula-: el tema o referente, y el humano que la crea o la posee. En ambos casos, la función representativa es un fin. Una obra puede representar a una figura -una divinidad, una persona o un ente, un antepasado, por ejemplo-, pero también puede "representar" a quien o quien se relacionan con este objeto. En este caso, la obra "representa", en determinadas situaciones o lugares, a quienes, porque no pueden alcanzarlos, encargan y disponen de aquélla. La obra, en estos casos, media entre distintos seres: distintos seres vivos o distintas comunidades que se relacionan a través del don o el regalo de objetos (del intercambio de los mismos), entre morales e inmortales, entre vivos y muertos, entre diversas generaciones que se comunican gracias a esas ofrendas. La obra teje una red de relaciones, y se inserta en ésta. La obra no está quieta. Viaje de mano en mano, de casa en casa, de lugar en lugar. Se dispone, pero también dispone de quienes se relacionan a través de ella. Una obra equivocada -un mal regalo, una ofrenda improcedente, una palabra mal dicha- y los enfrentamientos pueden producirse. Los objetos se transmiten, se heredan. Los testamentos pueden enumeran qué objetos legamos y a quién. Gracias a estos, se forjan, se fijan, se confirmas relaciones afectivas no solo entre seres vivos, sino entre seres del presente y del pasado -a punto de entrar a formar parte del pasado-, entre seres presentes y seres que viven solo en el recuerdo -pero que determinados objetos o imágenes mantienen, de algún modo, en vida.
El equilibrio entre comunidades, las buenas relaciones depende, pues de la capacidad representativa, comunicativa de la obra. Quienes no se sienten representados o bien representados por unas formas o unos colores, pueden darse la espalda. La obra puede producir rechazo, como si fuera un ente o un ser vivo que actúa negativamente, generando problemas o dificultades, siendo una fuente problemática, una fuente de oposiciones.
El estudio de las relaciones que se tejen alrededor de la obra -o que la obra teje- nos permite entender mejor cual es su sentido. No todos pueden tener acceso a ella; no todos puedes disponer impunemente de determinados objetos. La obra es selectiva. Escoge a quienes podrán disponer o disfrutar de ella. El rechazo, en este caso, la imposibilidad de llegar hasta la obra, también es un indicio cierto de su importancia y significado. Nos habla de la obra como un receptáculo de deseos y frustraciones, revela cómo nos proyectamos en objetos que nos "representan", simbolizan relaciones tejidas o rotas, expresan, por tanto, qué esperamos de los demás y del mundo. Quizá sea éste el "verdadera" significado de la obra. Media entre nosotros, media sobre todo cuando ya no parece que quepa mediación alguna: es una palabra o una imagen que hace saltar barreras -o que las erige. Las imágenes son poderosas e independientes. Pueden "hacernos" bien -o llevarnos a la ruina. Pero son, en ocasiones, nuestra única esperanza de vivir -bien- o en paz. Una obra es un símbolo de apertura.