lunes, 30 de julio de 2018

Valeria (ciudad romana)




Foro:



Aljibes subterráneos en el foro:



Ninfeo monumental:




Área de viviendas colgantes (y muralla):























Fotos: Tocho, Valeria, julio de 2018

La ciudad romana de Valeria, a una veintena de quilómetros al sur de Cuenca, es la prueba, si hiciera falta, de que el urbanismo romano no seguía una rígida planificación -centrada en un foro situado en el cruce de dos ejes principales-, sino que se adaptaba perfectamente y sin complejos a la orografía del lugar.
Valeria es una ciudad republicana fundada en el siglo I aC, sobre un poblado celtíbero. Controlaba la vía hacia Cartago Nova (Cartagena). Situada sobre un promontorio en pendiente, aislado por dos profundos tajos u hoces, por el que circulan dos ríos, Valeria consta de un gran foro, apoyado sobre un criptopórtico, bien planificado, unos aljibes monumentales subterráneos, perfectamente conservados, que alimentaban el mayor ninfeo del mundo romano (una fuente pública que era al mismo tiempo un santuario a las diosas de las aguas, las Ninfas, de más de cien metros de largo), una termas situadas al pie de la ciudad, a decenas de metros de ésta, recientemente halladas, decoradas con mosaicos de vidrio, cristal de roca, oro y mármol, y de barrios residenciales construidos, gracias a andamios de varios pisos, sobre los acantilados -como en un poblado íbero-. Las galerías de las casas, de madera, colgaban del vacío gracias a vigas de manera hincadas en la pared vertical de piedra del acantilado. 

El yacimiento consta de un centro interpretativo, pero podría sufrir de una restauración o restitución, torpe y excesiva (por ahora), de una parte del ninfeo.

domingo, 29 de julio de 2018

GEORGES PEREC (1936-1982): UN HOMME QUI DORT (UN HOMBRE QUE DUERME, 1974)



La película, escrita y dirigida por el novelista y ensayista francés Georges Pérec, está basada en su novela homónima publicada en 1967

(ARQUITECTURA Y EROTISMO). SÉBASTIEN LAUDENBACH (1973): VIBRATO (2017)



La viuda del arquitecto francés Charles Garnier, autor del edificio de la ópera de París, a mediados del siglo XIX, se recoge ante la tumba de su esposo. No está triste. Recuerda el inmenso edificio que se concibió y se construyó como un templo del placer (musical, sensorial, táctil), una gran nave (y, en efecto, el edificio se asienta sobre una gran bolsa de agua que evita que el edificio sea víctima de posibles temblores de tierra, y de la vibración de las calles circundantes), en la que las estatuas de ninfas desnudadas, los sillones de terciopelo carmesí ceñidos por tallas doradas, las logias almohadilladas, tapizadas por gruesas moquetas que ahogaban los gemidos, el roce electrizante de las telas satinadas, los flecos que enredaban, y las voluptuosas formas abombadas recordasen o suscitasen el placer carnal -que las escaleras y las pesadas cortinas disimulaban al mismo tiempo, aislando a los amantes- que la gran bóveda que cubre la sala, evocando el séptimo cielo, amplificaba al mismo tiempo que cubría.

Sobre este cortometraje de animación, un encargo de la propia Òpera de París, véase el enlace siguiente

sábado, 28 de julio de 2018

Villa imperial romana en Noheda (Cuenca)

































Fotos: Tocho, Noheda, julio de 2018


Los humanos somos dados a menudo en buscar prontas justificaciones o explicaciones en los cielos (lunas rojas, alineaciones astrales, cometas, vuelos de los pájaros) y en imaginarios orígenes y hechos del pasado que nunca se dieron (batallas perdidas, supuestos agravios comparativos, figuras legendarias, orígenes míticos), o en figuras mitificadas (huidos convertidos en perseguidos, como Napoleón y otros ejemplos contemporáneos). La lejanía, espacial (el cielo) y temporal (el mito, la leyenda), aparece como la causa de lo que nos ocurre.
A finales del siglo cuarto, el imperio romano occidental se desmoronaba. La administración y el ejército romano eran una presencia simbólica más que efectiva en Hispania. El imperio ya no controlaba los territorios. La misma religión pagana se desvanecía. El emperador Teodosio ordenó el cierre de los templos dedicados a dioses greco-latinos. Mientras, la parte oriental del imperio romano, con capital en Constantinopla, seguía férreamente organizada.

El origen y el prestigio de Roma, contaba la leyenda, venía de Troya. El mítico fundador de Roma, eneas, era un príncipe troyano, y Venus, bajo cuya protección se había instaurado el imperio, era defensora de Troya. ¿Acaso no había sido Venus quien entregara a Helena, princesa griega, a París, el príncipe troyano, desencadenando la eterna guerra de Troya, que acabaría con la fundación de una nueva Troya, Roma?
En tiempos convulsos, era (es) necesario acudir al consuelo de mitos fundaciones, y héroes salvadores. Roma se desvanecía. Evocar su supuesto origen esplendoroso era una manera de reverdecer laureles.
La provincia hispana de la Tarraconense estaba, a finales del siglo cuarto, en manos de grandes terratenientes, dotados incluso de ejércitos, independientes del poder imperial romano deshilachado, aunque seguían rindiendo culto al emperador.
Una de esas figuras poseía la mayor villa de todo el imperio en Hispania. Hasta el mismo palacio de Diocleciano, en Split, empalidecía ante esta posesión, dedicada al ocio y el negocio agrícola. Las estancias tenían mil metros cuadrados. Se trataba ya de un edificio de gusto oriental, con un descomunal triclinio (o "comedor"), cubierto por una bóveda en cruz -una proeza constructiva-, dotado de cuatro recintos de planta semicircular, donde se situaban los comensales, alrededor de un espacio central dotado de un estanque donde se exhibían histriones, músicos y actores durante los banquetes. Los muros estaban cubiertos de relieves. Un inmenso mosaico cubría todo el suelo. Compuesto por teselas diminutas de cuarenta tipos de mármoles orientales y del norte de África, procedentes de canteras imperiales, con un coste solo al alcance de un emperador, y de piezas de oro, se conjugaba con quinientas estatuas de épocas anteriores (en el  resto de Hispania solo se han hallado doscientas esculturas). 
Los mosaicos representaban los orígenes míticos de Troya, la madre de Roma. Todo empezó con un oráculo no atendido, como es de costumbre, y con una maldición subsiguiente. Enómao, rey de Olimpia, había sido advertido que quien se esposara con su hija, la hermosa Hipodamia, lo mataría. Por este motivo, todos los pretendientes tenían, antes de la petición de mano, que participar en una carrera de carros. Todos estaban trucados. Todos perdieron la cabeza. Mas Hipodamia se enamoró de Pélope, apoyado (y amado otrora) por Poseidón. Decidió que iba a ser el vencedor de la carrera. Pidió a su esclavo que aflojara las ruedas de los carros de los contendientes. Todos sufrieron un accidente mortal. Pélope ganó, aunque las riendas sueltas estrangularon, inadvertivamente, al rey Enómao (cumpliendo así el oráculo). Pélope e Hipodamia fueron maldecidos, y la maldición recayó en sus descendientes: entre éstos,Agamenón y Menelao (el rapto de cuya esposa, Helena, desencadenó la mortífera guerra de Troya, ganada por los griegos, gracias a las reliquias de Pélope). Pero Troya no desapareció. Revivió a través de Roma.
Invocar los orígenes míticos de Roma, rendir culto a dioses orientales (entre éstos, Dionisos órfico, cuya llegada a Grecia, desde la India, está también narrada en un mosaico), dar la espalda al cristianismo en favor del culto a los dioses paganos, era, quizá una manera de apelar a la decadente grandeza romana, en una tierra, cabe Cuenca, dejada a su suerte.

La villa de Noheda fue descubierta hace diez años. La excavación prosigue. Se trata del mayor descubrimiento arqueológico romano de los últimos decenios. Aún no abierta al público, los mosaicos están ya protegidos por una ligera construcción perfectamente adaptada al entorno.

Agradecemos la detallada, entregada, apasionante visita comentada al arqueólogo, director de la misión, el profesor y arqueólogo Miguel Ángel Valero, quien ha logrado hacer revivir una villa imperial, cuyo propietario aún se desconoce, cuyo descubrimiento, siquiera muy parcial, está cambiando la imagen de la tardo antigüedad.


miércoles, 25 de julio de 2018

SANTIAGO BOU GRASSO (1979): EL EMPLEO (2008)

El Empleo / The Employment from opusBou on Vimeo.

Sobre este cineasta de animación argentino, autor de este multipremiado cortometraje, véase el enlace siguiente