domingo, 20 de octubre de 2019

Restauración en Iraq


















Fotos: Tocho, Erbil (Iraq), octubre de 2019

Desde las guerras civiles de Iraq (desde 2004) y de Siria (desde 2011), las misiones arqueológicas internacionales se han refugiado en el Kurdistán iraquí, considerado una comunidad muy segura, casi sin atentados -aunque la región fue gaseada y bombardeada por Saddam Hussein cuando la primera guerra del golfo en 1991-, un territorio muy importante para la arqueología, pues acoge a la mayoría de las grandes capitales del imperio neo-asirio, de la primera mitad del primer milenio aC.

Ante este hecho, la Dirección General de Antigüedades empezó, cabe el Museo Arqueológico del Kurdistán, en Irbil (norte de Iraq), a construir un centro de estudio, con talleres y laboratorios, para el estudio y la restauración de obras y fragmentos hallados durante las campañas arqueológicas.

La crisis económica y la corrupción iraquíes no han permitido proseguir las obras en los últimos cuatro años.
Aún así, se trabaja, se investiga y se restaura el ingente material desenterrado en dichos locales. Con el paso de los años, algunas obras van incrementando la exposición permanente del museo -que un día se construirá de nuevo, a cargo del arquitecto Daniel Libeskind -escogido por las autoridades kurdo-iraquíes.

viernes, 18 de octubre de 2019

El vacío (en el arte)

"Para modelar una vasija, es necesario a la vez arcilla y la ausencia de la arcilla; y así del mismo modo que nos beneficiamos de lo que está presente, nos beneficiamos de lo ausente"

(Lao-Tseu: Tao tó-king, XI)

Una vasija lograda tiene paredes muy delgadas, aunque resistentes. No tiene grosor. Cuando se cogen entre los dedos, éstos se tocan. El ceramista ha ido afinando las paredes, hasta lograr que sean traslúcidas. La materia es casi inexistente. Ésta, por otra parte, encierra un vacío. Un cuenco en un gran vacío. Éste define la vasija. La vasija se caracteriza por lo que no tiene, por la ausencia casi total de la materia. Logra encapsular el vacío que la constituye. Este vacío está presente, es una presencia. Cuando nos admiramos de una cerámica, admiramos lo que no está, junto con lo que lo envuelve. Una vasija en un envoltorio de lo que no existe, y logra que esta ausencia se manifieste, se haga visible.
Una casa son los espacios vacíos entre paredes -paredes tan delgadas, en ocasiones, como una simple membrana de papel de arroz; una vasija es una casa, que encierra lo que no tiene, lo que tiene que es el aire que de pronto se aquieta ante nosotros, un vacío que nos colma. 
Hacer arte no es producir objetos, sino conseguir el prodigio de manifestar lo que no se puede percibir, pero que se halla ante nosotros.

Suspensión temporal (espero)

Ninguna entrada, en principio, aparecerá en Tochoocho, del 19 al 27 de octubre, por un desplazamiento a una misión arqueológica internacional, dirigida por la profesora de la Sorbona, de paris, la doctora Mariagrazia Masetti-Rouault, en Qasr Shemamok (la antigua capital neo-asiria de Kilizu, a principios del primer milenio aC), cerca de Mosul, en Iraq.
Como en años anteriores, varios estudiantes y jóvenes arquitectos de la Escuela de Arquitectura de Barcelona participan.

jueves, 17 de octubre de 2019

PETER HUJAR (1934-1987): RUINAS






















Se presentó una exposición antológica dedicada a este fotógrafo norteamericano, en este blog, el 9 de abril del año pasado, con motivo de una exposición antológica en la Piet Morgan Library de Nueva York.
La exposición se muestra hoy en el Jeu de Paume de París.

Del mismo modo que la entrada anterior mostró una faceta menos conocida de Hujar, las vistas urbanas, casi siempre rascacielos en Nueva York, presentados como dientes afilados, cuando Hujar es sobre todo conocido por sus retratos de artistas de calle y de cabaret, y de sin-hogar, aquí mostramos otra faceta por la que tampoco es tan conocido, pero que es importante para la arquitectura pues ofrece imágenes descarnadas de interiores habitados o que fueron habitados en el East Village, en Manhattan (Nueva York), y que hoy, ocupados o no, yacen malheridos: ruinas de interiores modernos, ruinas urbanas modernas, en las que la presencia humana se destaca casi obsesivamente a través de los restos que dejamos, de las manchas con las que marcamos indeleblemente el espacio, una bohemia zaherida -y desaparecida.

Panurge

Resultado de imagen de Les moutons de Panurge




« Panurge sans aultre chose dire jette en pleine mer son mouton criant et bellant. Tous les aultres moutons crians et bellant en pareille intonation commencerent soy jecter et saulter en mer aprés à la file. La foulle estoit à qui premier y saulteroit aprés leur compaignon. »
 François de Rabelais: Gargantua et Pantagruel. Quart Livre, chapitre VIII


"Panurge sin decir nada echa por la borda a su borrego que grita y bala. Todos los otros borregos gritando y balando con la misma entonación empezaron entonces a echarse al mar haciendo cola. La multitud apostaba por quien saltaría el primero tras su compañero."

(Francisco de Rabelais: Gargantua y Pantagruel. Cuarto Libro, cap. VIII) 

martes, 15 de octubre de 2019

Alboroto

“ Funesto e insoportable será lo que ocurra, si vosotros disputáis así (...), porque prevalece lo peor.”

(Homero: Ilíada, Rapsodia Primera)

(NB: El dios Hefesto trata de mediar entre los olímpicos enfurecidos por una sentencia de Zeus)

lunes, 14 de octubre de 2019

El aula y la calle

En ciertas ocasiones, a los profesores se les invita a desalojar las aulas para descender a las calles, es decir a dejar de dar clases.
Un aula es un ágora: un espacio acotado donde un profesor expone (pone delante, manifiesta, hace visible) unos contenidos. No comunica datos sino una selección intencionada, lógica, de éstos. Justifica porqué transmite esos datos. Reflexiona sobre lo que aportan. Invita a interrogarse sobre éstos.
El aula es un espacio de transmisión de conocimientos y de diálogo. Un lugar donde se piensa, tomándose el tiempo necesario. El profesor explica y vuelve sobre lo que comenta. Da vueltas sobre un tema, un concepto. Lo expone de varias maneras. Muestra sus distintas facetas. Matiza lo que ha contado. Escucha y responde a lo que los alumnos inquieren, o comentan. Trabaja un tema como si fuera una masa que moldea. La levanta, la airea, la deja reposar y vuelve a tomarla. No tritura, ni simplifica. No manipula. Respeta las características, las necesidades del tema. Acepta las aristas, y los grumos que, sabe necesitan de una particular atención, cierto cuidado. Un profesor debe ser cuidadoso: lo que tiene entre manos, y en su cabeza, lo que entrega es frágil y volátil. Pronto puede deformarse. Un profesor no habla ni dialoga en el vacío. Debe aceptar y respetar a quienes le escuchan y le responden. Debe saber qué esperan, y saber responder que a veces no sabe qué decir. Un profesor debe también saber callarse, no porque esconda información alguna, ni porque se den temas que no se puedan exponer, sino porque debe asumir que lo que más sabe es que no lo sabe todo.
Un profesor, por tanto, enseña -y aprende mientras explica, y escucha lo que los estudiantes aportan- a pensar sin prisas. Con prudencia. No jalea, sino que a veces se calla. No busca la entrega a ciegas. Lo que cuenta no es objeto de fe. No adoctrina, sino que expone las múltiples facetas, a veces contradictorias, de lo que cuenta. Lo que cuenta no es evidente, a veces. Su exposición, clarificadora, requiere tiempo, meditación. A veces, se encuentra con preguntas sin respuesta, o no sabe qué contestar. El tema, de pronto, presenta problemas irreductibles. La clase debe interrumpirse y proseguir en la siguiente sesión. Sus explicaciones son variaciones, más que enunciados directos. Un profesor modela, modula. Avanza y retrocede. Escucha pero no se escucha. No da nada por sentado. Los temas son problemas qué resolver, pero cuenta tanto la resolución cuanto el proceso empleado, aunque no siempre se llega a buen puerto.
Un aula es una caja donde resuenan varias voces que se complementan, se callan para escuchar pero nunca se acallan.
Un aula no es una calle donde solo se acepta el paso apresurado. Por eso, lo que se deberían llenar son las aulas, y vaciar las calles.