viernes, 20 de noviembre de 2020

SUBÍAS (1925), GIRÁLDEZ (1926-2014) & LÓPEZ ÍÑIGO (1926-1997): FACULTAD DE ECONÓMICAS (BARCELONA, 1967)

 





































Fotos: Tocho, noviembre de 2020


En 1967, se inauguró la facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, obra de los arquitectos Xavier Subías (1926-2014), Guillermo Giráldez (1925) y Pedro López Íñigo (1926-1997), activo hasta finales del siglo XX.

Su primera obra, la Facultad de Derecho, deslumbró, y aún hoy es el mejor edificio universitario de Cataluña, quizá de España -junto con las obras de Miguel Fisac en Madrid-, y desde luego uno de los más hermosos edificios de Barcelona. Obtuvo el Premio FAD.

La Facultad de Económicas, diez años más tarde, no desmerece. En perfecto estado, encapsula un espacio, hecho de pasos y estancias, escaleras y patios, en los que uno se encuentra a gusto. Pasó desapercibido.

Tildados de arquitectos del régimen franquista -Subías fue arquitecto municipal-, fueron desacreditados por algunos colegas, y apeados de la historia de la arquitectura moderna española. Mientras edificios mediocres del estudio MBM o la postrera obra de Coderch, la Escuela de Arquitectura de Barcelona -un edificio inservible- obtuvieron Premios Fad de Arquitectura, la Facultad de Económicas, frente a la Escuela de Arquitectura fue juzgada con suspicacia, aunque arquitectos como Helio Piñón la defendieron fervientemente.

Los juicios estéticos sobre las obras están por desgracia contaminados por juicios morales sobre sus autores, que alaban o denigran obras en función de criterios que nada tienen que ver con el obrar. 

jueves, 19 de noviembre de 2020

ALFRED HITCHCOCK (1899-1980): VÉRTIGO (1958)

 


Lynn Hershman Leeson (1941): VertiGhost, 2017


Tras un fatal accidente causado por el vértigo, Scottie, el protagonista, un detective jubilado anticipadamente por el accidente que ha causado, recibe un extraño encargo de un antiguo compañero de pupitre: vigilar a su esposa, una misteriosa y elegante mujer, de mirada entre vacía, aterrada y alucinada, que apenas habla y que desaparece durante horas. Pasa las horas en el Museo de San Francisco, sentada, sola y en silencio, ante un gran retrato dieciochesco de Carlota Valdés -una desgraciada mujer, abandonada por su esposo, que vagaba como un alma en pena, un fantasma en su caserón-, con el que el detective descubre de inmediato mantiene una estrecha relación: pese a los dos siglos que median entre ambas mujeres, la misteriosa mujer modela su imagen y su porte a partir de la figura del retrato que parece ejercer una hipnótica influencia.

Con el paso de los años, Scottie descubrirá que la esposa, Madeleine no era tal sino una perfecta imitadora de la esposa verdadera, debido al parecido que mantenían, vistiéndose, peinándose y comportándose exactamente como aquélla, una imitación forzada por el antiguo compañero de Scottie La película acabará por revelar a qué responde esta doble suplantación, la mujer del cuadro suplantada por la misteriosa mujer que suplanta a la esposa legal.

Scottie se enamora perdidamente de Madeleine (un nombre de resonancias bíblicas, que evoca a una mujer pecadora, mal vista y perseguida, pero redimida), pero no puede evitar su aparente muerte.

Meses más tarde, después de haber creído ver en los mismos lugares que frecuentaba Madeleine y con ella -el museo, un restaurante-, a Madeleine resucitada, se topa con una mujer con un cierto parecido con Madeleine. Aunque vista y se peine de manera muy distinta, y el tono de voz, bajo, casi susurrante, y de pocas palabras que dejan entrever secretos inconfesables, en un caso, chillona, vulgar, casi deslenguada, y plana, en otro, no tengan nada que ver, la mirada es la misma. Pronto, Scottie descubre que Judy (otro nombre bíblico de resonancias también inquietantes) es una oficinista que vive en un hotel de mala muerte, una expresión adecuada para el lugar donde vive quien parece ser una aparecida tras un terrible fallecimiento (una mortal caída, también abismal, infernal).

Y, poco a poco, Scottie cree que podrá recuperar a Madeleine -o a la mujer del cuadro-, a una mujer muerta (debido a un accidente, o al paso de los siglos). Lentamente la forzará a vestirse, a peinarse, a comportarse como Madeleine: le compra caros vestidos, joyas deslumbrantes, le obliga a costosas sesiones de peluquería. Como Pigmalión trata de dar vida a una imagen. Y Judit se va volviendo como Madeleine: se convierte en el doble de una imagen, una imagen que a su vez era la imagen de una imagen, la imagen de una figura retratada en un cuadro, en un múltiple y vertiginosos juego de espejos gracias a los que, una figura espectral resucita "de entre los muertos" -que es el título de la novela en la que se basa el guion de la película Vértigo. Mientras, una mujer "real", sin dobleces, enamorada de Scottie, no logra, tras una fugaz relación, atraer la atención de Scottie. 

Pigmalión, en el mito, quiso que su creación, una imagen esculpida de una diosa -un ser invisible-, se animara y descendiera del pedestal. La figura esculpida doblaba a un ser venido del cielo, desencarnado. Judit dobla a Madeleine, ascendida desde el más allá, la cual, a su vez, encarnaba a una figura desencarnada, una figura pintada, fallecida desde hacia siglos. En ambos casos, las imágenes, imágenes de seres desencarnados, celestiales o infernales, se animan para devolver a la vida terrenal a divinidades o a espectros, imágenes más atractivas y convincentes que los seres de carne y hueso, figuras que cobran vida gracias a la luz -Judit y Madeleine siempre aparecen de noche, al atardecer, a contraluz, o bajo una tamizada y coloreada luz eléctrica que transfigura, otorgando el aura de una aparición- y al disfraz. Son seres huecos que solo se animan gracias al deseo de Scottie, figuras en las que se proyecta, anida y se satisface el deseo del protagonista que, no es casual, es un detective: alguien que persigue fantasmas, personas desaparecidas, voluntaria o trágicamente, o que no son lo que parecen, a las que debe seguir la huella hasta dar con ellas antes de que sea demasiado tarde, o de las que tiene que desvelar un misterio tal que requiere el oculto y silencio seguimiento de un ser invisible.  Un detective sigue estelas a las que trata de dar cuerpo y sentido.

Pero Scottie descubrirá qué ocurre cuando los deseos y las ilusiones dejan de ser nos sueños....

Llegará hasta el borde....


Curiosidades:

El  gran (y mediocre) retrato naturalista de Carlota Valdés, hoy perdido, fue pintado para la película por un conocido pintor expresionista abstracto norteamericano, John Ferren (1905-1970)

El actor protagonista, James Stewart, era arquitecto por el Universidad de Princeton.  

 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

IVELINA IVANOVA (1976): Микрорайон (MICRODISTRICT, 2018) & SILENT LONDON (2019)

Микрорайон (Microdistrict) from Ivelina Ivanova on Vimeo.

Silent London from Ivelina Ivanova on Vimeo.


Sobre la artista búlgara Ivanova, instalada durante años en Londres, véase, por ejemplo, esta página web


DAN TOBIN SMITH (OPTICAL ARTS) : UTOPIA (2020)



Sobre el fotógrafo inglés Dan Tobin Smith, véase su página web.
y sobre su estudio Optical Arts, véase también la página web siguiente

THOMAS HARDY (1840-1928): DOMICILIUM (1857-1860)

It faces west, and round the back and sides

High beeches, bending, hang a veil of boughs,
And sweep against the roof. Wild honeysucks
Climb on the walls, and seem to sprout a wish
(If we may fancy wish of trees and plants)
To overtop the apple trees hard-by.

Red roses, lilacs, variegated box
Are there in plenty, and such hardy flowers
As flourish best untrained. Adjoining these
Are herbs and esculents; and farther still
A field; then cottages with trees, and last
The distant hills and sky.

Behind, the scene is wilder. Heath and furze
Are everything that seems to grow and thrive
Upon the uneven ground. A stunted thorn
Stands here and there, indeed; and from a pit
An oak uprises, Springing from a seed
Dropped by some bird a hundred years ago.

In days bygone--
Long gone--my father's mother, who is now
Blest with the blest, would take me out to walk.
At such a time I once inquired of her
How looked the spot when first she settled here.
The answer I remember. 'Fifty years
Have passed since then, my child, and change has marked
The face of all things. Yonder garden-plots
And orchards were uncultivated slopes
O'ergrown with bramble bushes, furze and thorn:
That road a narrow path shut in by ferns,
Which, almost trees, obscured the passers-by.

Our house stood quite alone, and those tall firs
And beeches were not planted. Snakes and efts
Swarmed in the summer days, and nightly bats
Would fly about our bedrooms. Heathcroppers
Lived on the hills, and were our only friends;
So wild it was when we first settled here.'


Uno de los primeros poemas del novelista y poeta inglés Thomas Hardy, hijo de arquitecto y arquitecto él mismo -no tan afortunado como lo fue como novelista-. Se construyó su propia casa.

martes, 17 de noviembre de 2020

Domicilio

- ¿Domicilio?

-Calle XXXX, número YYYY

-¿Piso?

-Puerta única; Barcelona

-¿Código postal?

-00000

¿Quién no ha sostenido esta conversación un sin número de veces? Se diría que el domicilio nos identifica; nos emplaza, situándonos en una determina casilla. El domicilio nos encuadra.

Pero, ¿qué es el domicilio?

Domicilium, en latín (de dónde domicilio) es una palabra compuesta a partir del sustantivo domus y del verbo colere. Domus, contrariamente a lo que parece, no significa casa entendida como una construcción; en griego, domos sí se traduce por vivienda; domus, en cambio, designa a la "casa", es decir a la familia que mora en la casa (aedes). Domus son los moradores de una casa (una morada).

Domus, necesariamente, se distingue de domicilium. El rasgo propio lo marca el verbo colere. Éste significa cultivar y se aplica en primer lugar a los trabajos agrícolas: colere es cultivar la tierra. Inevitablemente, colere pronto se refiere a la manera cómo se cultiva, es decir al cuidado de la tierra y de todo lo que se halla sobre o en la tierra: los habitantes. Colere designa una acción que atiende a las necesidades de la tierra, que la preserva, que se ocupa de la vida que brota de aquélla, o que se halla instalada en ella. Colere, por fin, se traduce por habitar: la tierra, ahora, nos devuelve el favor y nos cuida, vela por nosotros; nos permite asentarnos y descansar. Hemos hallado un lugar donde estar.

El domicilio, por tanto, es un nombre colectivo que designa a los mortales que se cuidan los unos a los otros y cuidan el entorno que los acoge. Un domicilio no es un espacio indiferente o frío, sino acogedor. -existe, en francés, la palabra chez-soi, que traduce bien los valores y significados del domicilio: un espacio del que hemos obtenido el permiso para hacérnoslo nuestro:; chez-moi: conmigo mismo: un lugar donde meditar. 

El que un domicilio sea una tierra de acogida es el fruto de la estrecha relación entre el hombre y el mundo, una parcela de mundo que el hombre ha hecho suya, habilitándola y predisponiéndola a protegernos. Una aedes (un edículo) es una construcción que poco o nada tiene que ver con nosotros. Un domicilio es un aedes en la que la vida se instala y anida. Por esto, un domicilio nos encuadra: nos sitúa en la tierra y dice no sólo dónde estamos sino quiénes somos; cómo nos comportamos; pues si tenemos un domicilio es que la tierra ha aceptado dejarnos un sitio; la tierra se ha plegado alrededor nuestro y nos envuelve; un domicilio es un espejo que revela como nos situamos ante y en el mundo. Este lugar no es para siempre. Precisamente la palabra domicilio denota que tenemos que estar atentos y velar por lo que vela por nosotros. El domicilio dibuja una relación equitativa entre el lugar y el lugareño. Ni el lugar fuerza a una vida no deseada, ni el lugareño puede explotar la tierra, sino que debe atenderla; atenciones que debemos renovar regularmente. Pues en cuanto sentimos desafección, el domicilio, lentamente nos relega y nos expulsa. De pronto, nos hemos vuelto unos extraños; perdemos las buenas relaciones con el lugar; sentimos indiferencia, el desorden y el descuido ganan terreno y gangrenan lugar, que acaba por ser nuestra tumba. 

 


lunes, 16 de noviembre de 2020

MARIN MARAIS (1656-1728) & DAVID GREILSAMMER (1977): LABYRINTHE (1717-2020)



Sobre este pianista israelita, autor de la transcripción para piano de la obra del francés Marais (músico y compositor en la corte de Luis XIV) para viola de gamba, véase su página web.