jueves, 19 de noviembre de 2020

ALFRED HITCHCOCK (1899-1980): VÉRTIGO (1958)

 


Lynn Hershman Leeson (1941): VertiGhost, 2017


Tras un fatal accidente causado por el vértigo, Scottie, el protagonista, un detective jubilado anticipadamente por el accidente que ha causado, recibe un extraño encargo de un antiguo compañero de pupitre: vigilar a su esposa, una misteriosa y elegante mujer, de mirada entre vacía, aterrada y alucinada, que apenas habla y que desaparece durante horas. Pasa las horas en el Museo de San Francisco, sentada, sola y en silencio, ante un gran retrato dieciochesco de Carlota Valdés -una desgraciada mujer, abandonada por su esposo, que vagaba como un alma en pena, un fantasma en su caserón-, con el que el detective descubre de inmediato mantiene una estrecha relación: pese a los dos siglos que median entre ambas mujeres, la misteriosa mujer modela su imagen y su porte a partir de la figura del retrato que parece ejercer una hipnótica influencia.

Con el paso de los años, Scottie descubrirá que la esposa, Madeleine no era tal sino una perfecta imitadora de la esposa verdadera, debido al parecido que mantenían, vistiéndose, peinándose y comportándose exactamente como aquélla, una imitación forzada por el antiguo compañero de Scottie La película acabará por revelar a qué responde esta doble suplantación, la mujer del cuadro suplantada por la misteriosa mujer que suplanta a la esposa legal.

Scottie se enamora perdidamente de Madeleine (un nombre de resonancias bíblicas, que evoca a una mujer pecadora, mal vista y perseguida, pero redimida), pero no puede evitar su aparente muerte.

Meses más tarde, después de haber creído ver en los mismos lugares que frecuentaba Madeleine y con ella -el museo, un restaurante-, a Madeleine resucitada, se topa con una mujer con un cierto parecido con Madeleine. Aunque vista y se peine de manera muy distinta, y el tono de voz, bajo, casi susurrante, y de pocas palabras que dejan entrever secretos inconfesables, en un caso, chillona, vulgar, casi deslenguada, y plana, en otro, no tengan nada que ver, la mirada es la misma. Pronto, Scottie descubre que Judy (otro nombre bíblico de resonancias también inquietantes) es una oficinista que vive en un hotel de mala muerte, una expresión adecuada para el lugar donde vive quien parece ser una aparecida tras un terrible fallecimiento (una mortal caída, también abismal, infernal).

Y, poco a poco, Scottie cree que podrá recuperar a Madeleine -o a la mujer del cuadro-, a una mujer muerta (debido a un accidente, o al paso de los siglos). Lentamente la forzará a vestirse, a peinarse, a comportarse como Madeleine: le compra caros vestidos, joyas deslumbrantes, le obliga a costosas sesiones de peluquería. Como Pigmalión trata de dar vida a una imagen. Y Judit se va volviendo como Madeleine: se convierte en el doble de una imagen, una imagen que a su vez era la imagen de una imagen, la imagen de una figura retratada en un cuadro, en un múltiple y vertiginosos juego de espejos gracias a los que, una figura espectral resucita "de entre los muertos" -que es el título de la novela en la que se basa el guion de la película Vértigo. Mientras, una mujer "real", sin dobleces, enamorada de Scottie, no logra, tras una fugaz relación, atraer la atención de Scottie. 

Pigmalión, en el mito, quiso que su creación, una imagen esculpida de una diosa -un ser invisible-, se animara y descendiera del pedestal. La figura esculpida doblaba a un ser venido del cielo, desencarnado. Judit dobla a Madeleine, ascendida desde el más allá, la cual, a su vez, encarnaba a una figura desencarnada, una figura pintada, fallecida desde hacia siglos. En ambos casos, las imágenes, imágenes de seres desencarnados, celestiales o infernales, se animan para devolver a la vida terrenal a divinidades o a espectros, imágenes más atractivas y convincentes que los seres de carne y hueso, figuras que cobran vida gracias a la luz -Judit y Madeleine siempre aparecen de noche, al atardecer, a contraluz, o bajo una tamizada y coloreada luz eléctrica que transfigura, otorgando el aura de una aparición- y al disfraz. Son seres huecos que solo se animan gracias al deseo de Scottie, figuras en las que se proyecta, anida y se satisface el deseo del protagonista que, no es casual, es un detective: alguien que persigue fantasmas, personas desaparecidas, voluntaria o trágicamente, o que no son lo que parecen, a las que debe seguir la huella hasta dar con ellas antes de que sea demasiado tarde, o de las que tiene que desvelar un misterio tal que requiere el oculto y silencio seguimiento de un ser invisible.  Un detective sigue estelas a las que trata de dar cuerpo y sentido.

Pero Scottie descubrirá qué ocurre cuando los deseos y las ilusiones dejan de ser nos sueños....

Llegará hasta el borde....


Curiosidades:

El  gran (y mediocre) retrato naturalista de Carlota Valdés, hoy perdido, fue pintado para la película por un conocido pintor expresionista abstracto norteamericano, John Ferren (1905-1970)

El actor protagonista, James Stewart, era arquitecto por el Universidad de Princeton.  

 

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