miércoles, 28 de julio de 2021

Claridad expositiva

 


Foto: Tocho, Julio de 2021

Texto explicativo en un panel de una exposición de arte contemporáneo en Barcelona.


“Ce qui se conçoit bien, s’énonce clairement, et les mots arrivent aisément  »

(Nicolas Boileau, s.XVII)


« Lo que se piensa bien, se enuncia claramente y las palabras llegan con facilidad »




martes, 27 de julio de 2021

El albañil y la hostia consagrada: la Santa Inquisición y la Universidad

 





Documentos en el archivo de la Corona de Aragón en Barcelona


El tribunal del Santo Oficio (la Santa Inquisición) se instituyó en el siglo XII en el sur de Francia. Su tarea consistía en luchar contra las herejías cristianas -interpretaciones no reconocidas por el poder papel sobre cuestiones teológicas: la doble naturaleza del Hijo de Dios, el estatuto de su madre, la relación entre imagen y modelo referida a la imagen del Hijo de Dios, el papel y el estatuto del vicario del Hijo de Dios (el Papa), la relación entre paganismo y cristianismo: el estatuto de los dioses paganos y su relación con los poderes infernales, etc.-. La difusión del catarismo -una religión que sostenía la doble divinidad de Dios y del Diablo, su igualdad, su lucha por el dominio del mundo, y la vía para escapar al imperio de la noche, una vía que no pasaba por la mediación de la iglesia-, en el sur de de Francia, vasallo de la Corona de Aragón, determinó la instauración de la Inquisición, que pronto se expandió por todos los territorios de la Corona de Aragón.
Fueron los Reyes Católicos que extendieron la Santa Inquisición por toda la Península dos siglos más tarde: los territorios no solo de la Corona de Aragón, sino de las coronas de Navarra y de Castilla. Se trataba de controlar a los judíos y a los musulmanes conversos -sospechosos de seguir practicando los rituales de sus religiones, y de adorar a dioses que no eran el Hijo de Dios, dado que ésta solo era reconocido como profeta (humano), mas no como divinidad.
Pronto la Santa Inquisición constituyó un problema. En tanto que institución real estaba sometida a la Corona, mas en tanto que organismo que trataba cuestiones de fe (aunque no solo), dependía del poder eclesiástico, es decir papal. Los reyes tenían la potestad de nombrar y de destituir al Inquisidor Principal, pero la acción de éste se ejercitaba a través de tribunales locales, cuyas funciones de control del orden público (civil) y no solo religioso, entraron en conflicto con los poderes locales, por ejemplo el Consejo de Ciento municipal, en el caso de Barcelona.
Uno de los organismos sometidos a escrutinio fueron los Estudios Generales (la Universidad). Los debates teológicos, entre humanistas, abiertos a la cultura clásica y a la interpretación de los textos bíblicos, y escolásticos seguidores de Tomás de Aquino que no se alejaban del dogma, la penetración del Eramismo, y posteriormente de la Reforma cristiana, llevaron a juicio, al encarcelamiento de docentes, y al control de profesores y estudiantes. Éstos fueron sometidos a juicios para controlar la "pureza de la sangre": la inexistencia de ascendentes heréticos, judíos o musulmanes. El control se ejerció sobre todo entre clases menesterosas: artesanos, comerciantes, viajantes. La delación era de recibo. No todos los juicios terminaron en condenas, y menos a la pena capital. Mas, la amenaza de la denuncia por herejía era un arma más política que religiosa. Gracias a ella, se anulaban rivales en la corte y los poderes locales. Las guerras de Religión que asolaron el centro de Europa y afectaron a las posesiones españolas europeas incrementaron el poder del tribunal de la Santa Inquisición. El Sacro Imperio Germánico -desgarrado por dichas guerras-, que dio lugar al linaje de los Hausburgo en el trono de España, fomentó la presencia, la "necesidad" del Santo Oficio.
 Los gastos que causaban los tribunales eran abonados por el poder papal y, sobre todo, por la corona. Sin embargo, las exenciones fiscales de las que disfrutaban los miembros y familiares del Santo Oficio, menguaban los ingresos reales. El Santo Oficio, en el siglo XVII, era un costoso contrapoder los poderes real, foral y municipal en España.  

La ciudad de Barcelona fue bombardeada del  1 al 9 de octubre de 1705. Las bombas caían desde la ciudadela de Montjuic. Fue la conocida como batalla de Montjuic. Una alianza de catalanes de la llanura de Vic (llamados "vigatans") e ingleses disparaban sobre la ciudad. Ésta se rindió. El candidato austríaco a la corona de España -tras la muerte de Carlos II de Hausburgo sin descendiente, llamado el Hechizado-, el Archiduque Carlos de Austria, entró victorioso en la ciudad.
Una de las primeras decisiones del nuevo rey confirmó la política que los Hausburgo, reinantes desde el siglo XVI, acerca de la preocupación por la herejía -o la condena de la misma para mantener el control de los reinos-: se mantuvo, y se reforzó el tribunal del Santo Oficio, al que, por el contrario, se oponía y se opondría la dinastía rival, francesa, de los Borbones -que aspiraba a la existencia de un único poder-que, tras su victoria en la Guerra de Sucesión europea, y la toma del poder real, tras la partida del rey Carlos de Hausburgo, limitaría el poder de la Santa Inquisición a asuntos exclusivamente religiones y acabarían desmantelando los privilegios de este inmenso poder que escapaba al poder real centralizador. El tribunal de la Santa Inquisición no aguantó la embestida napoleónica, y desapareció a principios del siglo XIX.
Queda  por valorar si su capacidad por conformar mentalidades se ha esfumado. 

El Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, guarda documentos sobre las denuncias y juicios del tribunal de la Santa Inquisición, sobre todo en los siglos XVII y XVIII: algunos son reveladores del control religioso y moral: un albañil fue acusado de guardar en su casa una hostia consagrada, un pecado de lesa majestad.

lunes, 26 de julio de 2021

Documento definitivo para la candidatura de Barcelona al Congreso de la Unión Internacional de los Arquitectos y la Capitalidad Mundial de la Arquitectura en 2026

 https://uia2026barcelona.com/uia2026es/

Enlace legal

26 de Julio: Santa Ana y San Joaquín





Veintiséis de Julio: día de Santa Ana y San Joaquín para los creyentes católicos.

 Los padres de Ana (Anna, Aina, Anne, Hannah) se llamaban Matán y Emerencia o Emerenciana.

Matán era un pastor. Estuvo esposado en primeras nupcias con Estha. Tuvieron un hijo, Santiago, y un nieto, José, que sería el esposo de María y el padre putativo de Jesús. 

Es decir, el padre de Ana, Matán, era abuelo del esposo de su nieta María, esposada con su hermanastro

Mas, Estha, en un primer matrimonio, tuvo un hijo, Joaquín, quien sería esposo de Ana.

Es decir, Ana y Joaquín eran hermanastros (Joaquín era hijo de la madrastra de su esposa)

Por su parte, Emerencia, quien vivía en el Monte Carmelo, y está en el origen de las Carmelitas, estuvo casada con Eliud. Su nieta, Isabel, fue la madre de Juan Bautista, primo de Jesús

Ante esta familia singular, se entiende la singularidad del nieto de Joaquín y Ana

domingo, 25 de julio de 2021

25 de julio: Las decisiones de Yahvé (en el día de Santiago)

 Las decisiones de Yahvé son incomprensibles. A ojos de los humanos, injustas o indefendibles. Desde luego, inexplicables. No se las puede razonar. Es imposible saber a qué responden, si es que responden a algún plan oculto. Quizá por eso son decisiones divinas.

La elección de Abel en detrimento de Caín es la primera muestra de una decisión que afectaría a la humanidad, y que se halla por encima del bien y del mal: una decisión ante la cual los mortales se quedan mudos -de asombro, indignación, terror, rencor, desespero, abatimiento: en todo caso, una decisión que supera la humana comprensión, una decisión que no espera comprensión, que no se rebaja: implacable, inaudita. Yahvé acepta las ofrendas de Abel y rechaza los presentes, mucho más sustanciosos, de Caín. Su elección recayó en Abel sin que ninguno de los hermanos, o sus padres pudieran intervenir o interceder. Seguramente ésta es la manifestación de un poder omnipotente: la incomprensión absoluta, y el desespero, que suscita una decisión. El resultado fue el primer crimen, el primer fratricidio. La segunda manifestación de un poder singular, que no responde a ninguna lógica ni previsión humana, fue una perfecta decisión contradictoria: Tras el crimen, Caín fue castigado, lo que entra dentro de lo esperable, pero Yahvé protegió a Caín de cualquier atentado y le permitió asentarse para fundar una ciudad, la primera ciudad.

Años más tarde, el desconcierto que suscitan las decisiones divinas volvió a darse con toda magnificencia. 

El patriarca Abraham tuvo dos nietos de su hijo Isaac. Una señal perfectamente identificable anunciaba la singularidad de los niños a punto de nacer: eran gemelos, un hecho que ha marcado la vida de quienes han cambiado la vida de los humanos, fundando ciudades y dando nacimiento a nuevos clanes que torcerían o enderezarían la historia. Los gemelos siempre han sido figuras singulares, pese a ser dobles, singulares puesto que dobles; su nacimiento ha sido una señal de cambios temibles, aunque bien podían ser deseados aunque imposibles de satisfacer hasta entonces.

Nació Esaú, el primogénito. Pero no pudo proclamar su anterioridad. Nada podía aducirse para anunciar que era el elegido. En efecto, Jacobo -Yago, Tiago-, el recién nacido Jacobo o Iacobo, se había agarrado al talón (aqueb) de Esaú, y nació al mismo tiempo: 

" Cumpliéronsele los días de dar a luz, y resultó que había dos mellizos en su vientre. Salió el primero, rubicundo todo él, como una pelliza de zalea, y le llamaron Esaú. Después salió su hermano, cuya mano agarraba el talón de Esaú, y se le llamó Jacob. " (Gn, 24-26).   

Jacobo estaba íntimamente unido a Esaú. Allí donde fuera también estaba Jacobo. Éste le seguía los pasos, unos pasos más atrás, cogido a aquél. Ponía los pies en las huellas de su hermano. Jacobo no dejaba huellas, las huellas que se marcaban eran las de Esaú, y Jacobo las utilizaba, les sacaba provecho, se aprovechaba de los avances de su hermano. Él no dejaba rastro. No se le podía seguir la pista. No existían pruebas de lo que hacía, de los pasos que daba. Tan identificación llevó a la suplantación. Esaú tenía los beneficios de la primogenitura. Nada quedaba para su hermano. Toda la gloria, las riquezas pertenecían a Esaú. Pero Yahvé había decidido que Jacob era el preferido. ¿Por qué? Pregunta sin respuesta. Por tanto, Jacob trató de hacerse pasar por su hermano para siempre.

Los días de Isaac estaban contados. Sus fuerzas enflaquecían. Era ya un anciano. Llamó a Esaú y le dijo: parte de caza. Con lo que obtengas tu madre, Rebeca -sabemos bien la fama que tienen las Rebeca-, me preparará un guiso suculento. Después de comer, y antes de que mis recobradas fuerzas se desvanezcan para siempre, te bendeciré.

Esaú era velludo; Jacob, lampiño. Jacob, gracias a su madre, que secretamente le favorecía también -las madres pueden ser, pese a lo que se diga, tan crueles o caprichosas como los padres, humanos o divinos-, supo de la decisión de su padre y partió prontamente de caza. De vuelta, revistió sus brazos con la peluda piel de las cabras que acababa de cazar, y se acercó al lecho de su padre, casi ciego, con el guiso recién cocinado. Isaac dudaba. La voz no era la de Esaú. Le pidió que se acercara y le acarició el brazo, tan peludo como el de Esaú. El olor de Jacobo se disimulaba con el del animal, el olor de un cazador. Habitualmente, solo cazaba Esaú. Jacobo se quedaba en casa. Isaac, entonces, bendijo a Jacob y proclamó: 

"que Dios te dé el rocío del cielo y la grosura de la tierra, mucho trigo y mosto. Sírvante pueblos, adórente naciones, sé señor de tus hermanos y adórente los hijos de tu madre. Quién te maldijere, maldito sea, y quién te bendijere, bendito sea." (Gn. 27-29)

Apenas Isaac pronunció esas palabras, entró Esaú cargado con el botín de caza. Se acercó a su inválido padre y pidió ser bendecido después de que Isaac hubiera probado el guiso que le había preparado. Isaac respondió que ya había probado la carne y extendido su bendición. Y comprendió lo que había sucedido. Con tono amargo, supo que Jacob había recurrido a la astucia para obtener lo que no le pertenecía, decisión que no se podía revocar. 

"Dio Esaú: Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado dos veces, y se llevó mi primogenitura, y he aquí que ahora e ha llevado mi bendición" (Gn. 36).

Jacobo, en efecto, también significa suplantador. No es quien parece. Aún se paga con un enfrentamiento incesante, en el Próximo Oriente, el engaño, permitido por Yahvé.

Santiago fue un astuto farsante, que usó toda clase de trucos para salirse con la suya y obtener el poder que no le pertenecía. Tenía la piel muy dura. Es el patrón de los curtidores. Y de los veterinarios -cuyos pacientes, los animales, tantas gracias le concedieron. Inmune al desaliento, usando subterfugios, engañando y adulador, se convirtió en el modelo de perfecto dominador.      

sábado, 24 de julio de 2021

ANIKA (ANNIKA HENDERSON, 1987 ): FINGER PIERS (EMBARCADEROS, 2021)


 Sobre esta escritora y compositora anglo-alemana, véase, por ejemplo, este enlace: 

Sueño, ensoñaciones y arquitectura










 

Georgi Kostadinov Tumpalov (1956): "Amante del Viento, Castillo "medieval" de Ravadinovo (Bulgaria, 1996-2021) 


La evocación de un pasado, necesariamente fabuloso, cuando una ciudad, una región o un país dominaba el mundo y de la tierra manaba leche y miel, da lugar a curiosas (excitantes y risibles a la vez, inevitables) fabulaciones.

La ciudad de Barcelona tiene experiencia en este tipo de construcciones (de un pasado soñado de esplendor): el llamado barrio gótico fue construido entre los años 20 y 50 del siglo pasado, las iglesias y los caserones góticos han sido desplazados y reubicados en distintos lugares de la ciudad, y reconstruidos evocando el perfil fantástico que no podían no tener; el templo expiatorio de la Sagrada Familia inicialmente proyectado y parcialmente construido por Antoni Gaudí, se inspira en el castillo de la madrastra de Blanca Nieves; y monasterios en Cataluña, con una larga vida, desde la Alta Edad Media  hasta principios del siglo XIX, en la que las capas históricas se han sucedido, han sido desnudados y revestidos únicamente por un pulcro traje medieval a gusto de ensoñaciones decimonónicas, como el monasterio, de origen carolingio, de San Pedro de las Puellas, o de Sant Pere de Rodas. En general, la Edad Media, poblada por lánguidas princesas coronadas por altos cucuruchos, y trovadores con mallas, en pueblos de rocalla, y ciudades pintadas por artistas románticos y "Troubadour", de mediados del siglo XIX,  ha sido la época predilecta para no ver el presente y entornar la vista hacia un sueño azucarado.

Los caprichos arquitectónicos existen desde los romanos, al menos. Pero, en contadas ocasiones, se han construido. Se han solido plasmar en frescos y cuadros, si bien las rocallas rococós se han atrevido a recrear construcciones míticas. Quizá una gran parte de la arquitectura clásica, a partir del siglo XVI, no haya sido sino la construcción de un pasado romano glorioso, inspirado en las ruinas que se encontraban por doquier, y descrito en textos greco-latinos, como la arquitectura religiosa cristina haya querido reproducir arquitecturas de un pasado inexistente, como el templo de Jerusalén, directamente inspirado por Dios. Que la Roma inmemorial, al igual que la Jerusalén celestial, reviviera -o viviera por primera vez-, era un sueño al que se dedicaron con ahínco y fe los grandes arquitectos clásicos, tratando de emular la obra perdida, y quizá inexiste, de constructores de un pasado magnificado. Es posible que la historia de la arquitectura, al menos en Occidente, haya sido la historia de dar forma a ensoñaciones, una mirada nostálgica a un pasado que nunca fue. El arquitecto posiblemente, al contrario del constructor, el albañil (y el ingeniero), haya sido -o sea-, un  diseñador de ensoñaciones: la primigenia época dorada, el tiempo antes del tiempo. La arquitectura tendería un velo para envolver la realidad prosaica.

Una de las mejores y más recientes encarnaciones del sueño medieval se halla en Bulgaria. Obra de un arquitecto, quiere ser la recreación de un castillo que nunca existió, de un pasado anterior a la conquista otomana, tratando -al parecer con éxito- de borrar la historia, sustituyéndola prontamente por un sueño (o una pesadilla), un proyecto que supuestamente encandila, que evita tener que mirar las estrecheces o miserias del presente. Las consideraciones de Platón sobre la suerte de los artistas plásticos y poéticos que recreaban siempre escenarios míticos, necesariamente imaginarios, posiblemente sigan estando vivas.