miércoles, 13 de octubre de 2021

NARCISO (CHICHO) IBÁÑEZ SERRADOR (1935-2019): LA CASA (HISTORIAS PARA NO DORMIR, 1968)



Visión legal en:

 https://www.rtve.es/play/videos/historias-para-no-dormir/historias-para-no-dormir-n18-casa/675246/


Sobre este célebre serie televisiva -que hoy se vuelve a rodar con nuevos guiones, habiendo fallecido su autor, el cineasta uruguayo Ibáñez Serrador-, véase este enlace

martes, 12 de octubre de 2021

¡A jugar!

 Los padres lo saben bien: solo hace falta que se ordene a los hijos que se vayan a jugar, para que no estén entre las faldas de los adultos ni escuchen lo que éstos van a contar, para que los niños no sepan qué hacer.

El juego requiere reglas. El fuera de juego no está tolerado. Los video-juegos y los juegos de roles están codificados. Se especifica claramente qué se puede o deba hacer y qué no tiene cabida, so pena de una expulsión o una condena. El juego es una actividad libre precisamente porque se ejerce dentro de un cierto marco, legal y espacial. Un juego sin normas no tiene "sentido". Los jugadores no saben bien cómo se las tienen que componer, cuáles son los objetivos, qué deben perseguir y cómo. La desregularización es la muerte del juego. Dichas reglas deben ser asumidas, y puestas en práctica "naturalmente". No se puede estar constantemente recordando las normas, pues el juego se interrumpe. Aquéllas tienen que estar "interiorizadas", y deben de encauzar la manera de actuar. 

El desconocimiento de una regla, por el contrario, interrumpe el juego. Los principiantes se sienten inseguros, son lentos, y cometen faltas: se mueven por donde no deben y llevan a cabo acciones proscritas. Así como son necesarias marcas en el suelo que indiquen dónde los jugadores tienen que ubicarse y por dónde tienen que desplazarse en el área del juego, so pena de una tarjeta roja, unas reglas escritas que determinen el desarrollo del juego son necesarias. Éstas pueden parecen absurdas juzgadas desde fuera -los requisitos vestimentarios, por ejemplo, que obligan a llevar calzones y manga corta en invierno, pueden parecer grotescos fuera del ámbito del juego-, pero adquieren pleno sentido si se estudian en y desde la cancha. 

Los juegos son una fiesta. Los juegos públicos tienen lugar en días de fiesta, marcan y centran las festividades. Son la ocasión de llevar a cabo prácticas que los días de cada día no se pueden llevar a cabo, por falta de tiempo, y por cierta vergüenza. Por otra parte, si la fiesta se extiende espacial y temporalmente, si todo el tiempo se convierte en un tiempo festivo, si la fiesta acontece por doquier, el sentido de la fiesta, que reside en la interrupción del tiempo y del espacio habituales, desaparece. La fiesta invita a un "cambio de aires", el olvido, por unas horas de la vida cotidiana. El juego constituye una necesaria excepción, y ésta solo cobre vida si atiende a ciertas indicaciones observadas por todos, jugadores y espectadores, que saben que tras la fiesta la vida profana, de cada día, regresará y será bienvenida. La borrachera permanente deja de ser atractiva. Se convierte en un verdadera dolor de cabeza que anula el juicio y la capacidad de reaccionar.

Para que el juego acontezca es necesaria una información clara y precisa, que permita a los miembros de una comunidad decidir si quieren jugar, dónde y cuándo, sin obligar a nada. El juego debe de responder a una decisión libremente asumida, sin presión, sin que se fuerce a nada. Por tanto, un calendario, una dirección, un horario y un plano son los datos mínimos que se tienen que proporcionar para invitar al juego: dónde se ubica el área de juego, y bajo qué condiciones -hora, precio, etc.- se puede llevar a cabo el juego, aunque éste tenga lugar entre la salida del colegio y la cena: un periodo acotado. Se tienen que enseñan las cartas; no se puede tener escondido un as en la manga, ni manejar cartas trucadas.

La ciudad de Barcelona posee una gran área de juego: la colina de Montjuic, salpicada de museos, jardines -un jardín botánico, incluso-, paseos asfaltados y de tierra, zonas deportivas -piscinas, pistas-, bares y restaurantes, etc, áreas urbanizadas y otras (aún) asilvestradas. El uso de la colina tiene lugar los fines de semana, los días de fiesta, principalmente, y algunos días "especiales", como estos próximos días, precisamente, organizados por el ayuntamiento, que conjuga diversas actividades deportivas, culturales y "lúdicas", a bajo precio, que inviten a subir a esta colina. Mas, es curioso que la información sobre lo que la colina ofrece escasea o no se da. Lo único que se destaca es una frase imperativa: Vive Montjuic (Viu Montjuic) -una expresión gramaticalmente extraña, que recuerda la mítica frase (signifique lo que signifique) Living la vida loca. Se trata de una orden. Los ciudadanos no podemos decidir qué haremos. El poder público ya lo ha determinado: tenemos que desplazarnos a la colina, lo queramos o no.

Las novelas 1984, de George Orwell, o Un mundo feliz, de Aldous Huxley, señalaban los peligros de los poderes dictatoriales ejercidos por censores y guardias. Mas, el verdadero poder es paternal y condescendiente. Es el poder bienintencionado que vela untuosamente por nosotros y nos indica cómo, cuándo y dónde tenemos que vivir, que nos acaricia las mejillas. Dejad que los niños vengan a mí. 

Este fin de semana, en la ciudad de Barcelona, todos a Montjuic por nuestro bien. "Toca" que nos entretengamos. Y si no disfrutamos a horas convenidas, sin duda somos "malos" ciudadanos que no sabemos apreciar todo lo que los guardianes de las buenas y sanas costumbres hacen por nosotros.

Amén.


  


 

lunes, 11 de octubre de 2021

RUDY RICCIOTI (1952): MEMORIAL DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE RIVESALTES (FRANCIA, 2015), O: LA TORRE DE BABEL

 











































Fotos: Tocho, octubre de 2021


La Torre de Babel puede tener siniestras resonancias: tal es el nombre con el que se conocía el campo de concentración de Rivesaltes, cabe la ciudad de Perpignan, en el sur de Francia.

Construido, inicialmente, como un campamento militar para los “indígenas” del ejército colonial francés, en 1939, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, fue transformado en un campo para los refugiados republicanos españoles, tras el final de la Guerra Civil española, a partir de 1941. Pronto, una parte del campo de convirtió en un campo de internamiento, y de concentración para judíos, gitanos, comunistas, resistentes y extranjeros. El campamento era una estación de paso hacia otros campamentos, de exterminio, como Auschwitz, para judíos y gitanos apresados y entregados al gobierno nazi alemán, por orden del gobierno colaboracionista francés del general Petain. La cercanía de una línea de tren permitía el traslado de presos a Alemania.

Liberado al igual que el sur de Francia en 1944, se utilizó para encarcelar a quienes habían colaborado con el ejército nazi. Los últimos exiliados Republicanos españoles fueron autorizados a partir en 1948. El campamento volvió a pertenecer al ejército francés hasta que a principios de los años 60, volvió a utilizarse como campamento de refugiados y de internamiento para los huidos de la guerra de Argelia, en particular los funcionarios argelinos de la administración colonial francesa, amenazados de muerte por los argelinos, tras la liberación de Argelia, y rechazados por el gobierno francés. Los últimos exiliados argelinos pudieron salir en 1965. La función militar del campamento se alternó con la de campamento de internamiento hasta 2007 cuando cesó de albergar inmigrantes “ilegales”.

La penosa condición de las instalaciones, a base de construcciones de bloques de hormigón, sin vidrios en las ventanas ni protección contra las temperaturas extremas en invierno y en verano, y condiciones sanitarias precarias, llevó a ordenar la destrucción del campamento, salvado por asociaciones y convertido hoy en un memorial, en cuyo centro, entre trincheras, bajo el nivel del suelo, se incrusta un gigantesco búnker de hormigón, sin acceso visible, que alberga un museo. Se accede por estrechas rampas que se adentran en la tierra entre barrotes de hierro oxidado, que desembocan en estancias que alternan oscuridad y claridad deslumbrante gracias a un gran patio, a las que se entra por estrechos y larguísimos pasadizos que parecen llevar a ninguna parte. La sala central acoge una demoledora exposición sobre la historia de uno de los campamentos de concentración que el gobierno colaboracionista construyó en el sur de Francia, que se ha preservado. El viento barre entre los barracones dispuestos como nichos en un inmenso campo baldío, en su momento embarrado a menudo, infestado de pulgas, piojos y ratas, en la que se apretujaban, sin apenas comida y con toda clase de enfermedades contagiosas, miles de presos y de condenados al exterminio.

El memorial, obra del arquitecto  francés Riccioti es posiblemente uno de los mejores y más sobrecogedores museos europeos, una losa de hormigón en la que no se descubre ni cómo entrar y menos escapar.

https://www.memorialcamprivesaltes.eu/


domingo, 10 de octubre de 2021

El origen de la ciudad

"Divina natura dedit agros, ars humana aedificavit urbes"

("La naturaleza divina creó los campos, el arte humana edificó ciudades")

 

(Marco Terencio Varrón: Acerca de la agricultura (De re rustica), III, 1, 4)


El inicio de la introducción al libro tercero de De la agricultura, del autor romano Varrón, de los siglos II y  I aC (116-27 aC), que contiene la cita, reza así:

"Aunque nos hayan llegado dos clases de vida del hombre, la rústica y la urbana, ¿hay alguna duda de que una y otra no sólo existen en lugares separados, sino que también tienen distinto origen en el tiempo? En efecto, la rústica es mucho más antigua, porque hubo un tiempo en el que los hombres cultivaban los campos y no tenían ciudades. De hecho, la ciudad más antigua según la tradición griega es Tebas en Beocia, fundada por el rey Ogygos; en la región romana, Roma, por el rey Rómulo (…). Tebas, que se dice fundada por Ogygos antes del diluvio, sin embargo, tiene cerca de dos mil cien años. Si este tiempo lo refieres a aquel tiempo primigenio en el que empezaron a cultivarse los campos y se habitaba en chozas y cabañas, sin que se supiera lo que eran paredes y puertas, los agricultores anteceden a los ciudadanos en un enorme número de años. Y no es de extrañar, pues la naturaleza divina dio los campos y el conocimiento humano edificó las ciudades, y en tanto que se dice que todas las artes se inventaron en Grecia en los últimos mil años, siempre hubo campos en lugares que podían cultivarse. Y no sólo es más antiguo el cultivo del campo sino también mejor”

La ciudad no es una creación divina, como se desprende del imaginario mesopotámico, egipcio y en parte griego, sino que es una aportación estrictamente humana. Roma no fue fundada por los dioses ni por los héroes -aunque una versión sobre el origen de Roma señala a Hércules como el fundador- sino por un humano, Rómulo, ciertamente señalado por el cielo -su padre fue el dios Marte que, convertido en chispa de  una hoguera, prendió en la túnica de la vestal Rea Silvia, hija del rey de Alba Longa, y alumbró la generación de Rómulo- pero un humano al fin y, en tanto que creación humana, paradójicamente -toda vez que Roma urbanizó el Mediterráneo y fundó un sin número de ciudades, a imitación de Roma, una ciudad que dio nombre a una civilización-, el campo fue preferido a la ciudad en el mundo romano, al menos durante la República.

sábado, 9 de octubre de 2021

Urbanidad






Fotos actuales: Tocho, octubre de 2021


Seguramente nadie que haya descendido hacia el puerto de Barcelona, caminando por la vía Layetana (o Pau Claris), llegando al cruce con la calle Caspe, en la esquina a la derecha, no haya levantado la vista ante un majestuoso edificio de gran altura, sobrio, elegantemente compuesto, con una fachada lisa y quebrada a la vez, salpicada, a la altura de la calle, de pequeños relieves clásicos. Se trata del edificio Sant Jordi, o Tecla Sala (perteneció a la empresaria textil Tecla Sala -1886-1973-, cuya fábrica en Hospitalet es hoy un centro cultural), del arquitecto catalán Francisco Folguera (1891-1960), y la obra maestra del Art Decó de la ciudad, construido entre 1929 y 1931.

Fue restaurado hace quince años, sede del gobierno autonómico, y a la espera de una nueva rehabilitación que no llega nunca, a cargo del estudio addenda architects, financiada por Zúrich, mientras los grafitis invaden los bajos, un testimonio del peculiar trato del espacio público y una muestra del gusto, la cultura y la pericia técnica que imperan o se imponen. 

Curiosamente, la vista ocurre el mismo día en que la nueva editorial Rosamerón, del filósofo Gregorio Luri, entre otros socios, dedicada al ensayo, encarga un libro sobre la urbanidad y la barbaridad ( los bárbaros no destruyeron Roma, no supieron ni pudieron preservarla, tan solo), el trato y el maltrato del espacio público, la indiferencia ante éste y la exigencia de utilizarlo como guste, el “derecho” a usarlo -en todos los sentidos de la palabra: disfrutarlo, gastarlo, echarlo por la borda. 


Agradecimientos a los arquitectos Aureli Santos y Lluís Giménez por los datos brindados.

Mientras la pandemia se aleja….

 



Viernes 8 de octubre de 2021, a las puertas de un largo puente, a las cinco de la tarde, soleada, luminosa y fresca, los músicos callejeros, los paseantes, los espectadores y los grupos de turistas con guia portando un estandarte enhiesto que caminan sin detenerse, vuelven ante el atrio de la catedral, rememorando tiempos pasados, anhelados y temidos.

viernes, 8 de octubre de 2021

Forma y figura

 Forma y figura son dos palabras actuales de origen latino sinónimas. Forma es la determinación exterior de una materia, figura, la determinación exterior de un cuerpo (material), según las definiciones académicas, lo que permite distinguir un cuerpo de otro.

En ambos casos, figura y forma se refieren al aspecto visual -y táctil-, sensible de un ser o un ente, a su apariencia. En ningún caso, estas dos palabras se refieren a la esencia del ser o del ente.

Es por este motivo que puede sorprender que forma, en latín, significase idea (eidos, en griego, se traduce por forma, pero la forma a la que se refiere no es la forma tal como la entendemos hoy, sino la forma tal como se concebía en Roma). Dicha palabra no se refería a la apariencia sino al concepto cuya materialización daba "forma" a una cosa o una persona.

En verdad, forma, en latín, se refería a la producción o manufacturación de las cosas, podríamos decir al arte o la técnica con la que aquéllas se producían , ya que forma significaba molde; y, en concreto, el molde de un herrero, en el que se vierte el metal fundido. Figura, por el contrario, significaba cosa moldeada. Un mismo molde podía dar lugar a cuantos entes fueran necesarios, todos idénticos, salvo por las inevitables imperfecciones materiales, la resistencia, por mínima que fuera, de la materia a dejarse amoldar o conformar, incluso si se trata de un material líquido, inevitablemente espeso, más o menos dúctil. Un molde era un entre capaz de acoger la materia y de alumbrar a una cosa; o a una persona: un molde era una matriz, una palabra que se refiere a todo lo que puede generar hijos o cosas, prácticamente idénticas, cuyos rasgos han sido plasmados por el molde. El molde genera: es un ente activo, creativo; la figura un ente pasivo, que no responde de su creación.

Un molde es un ente inmaterial. Se trata de un vacío, un cuenco, dispuesto, sin embargo, a dar cuerpo a todo lo que se acoge en su interior. Un molde es un ente negativo capaz de producir cuantos positivos materiales se desee. Sin moldes no existen figuras. La producción es automática, o mágica. No requiere ninguna manipulación, más allá del trabajo de extraer la figura del molde, como también ocurre en un parto. 

Forma y figura se necesitan. Una es hija de la otra. Se suceden en el tiempo. Una es el reverso de la otra, como si se tratara de una imagen en un espejo. La diferencia reside en la presencia de la materia opaca en el caso de la figura, que no puede, por tanto, dar a luz a otra figura. Una figura es estéril. No crea ningún conjunto, ninguna comunidad. Se trata de un ente o un ser aislado, a la espera de congéneres extraídos de la forma. La forma es, así, la madre de los entres y los seres vivos, una diosa-madre de cuya existencia y vitalidad dependemos.