Forma y figura son dos palabras actuales de origen latino sinónimas. Forma es la determinación exterior de una materia, figura, la determinación exterior de un cuerpo (material), según las definiciones académicas, lo que permite distinguir un cuerpo de otro.
En ambos casos, figura y forma se refieren al aspecto visual -y táctil-, sensible de un ser o un ente, a su apariencia. En ningún caso, estas dos palabras se refieren a la esencia del ser o del ente.
Es por este motivo que puede sorprender que forma, en latín, significase idea (eidos, en griego, se traduce por forma, pero la forma a la que se refiere no es la forma tal como la entendemos hoy, sino la forma tal como se concebía en Roma). Dicha palabra no se refería a la apariencia sino al concepto cuya materialización daba "forma" a una cosa o una persona.
En verdad, forma, en latín, se refería a la producción o manufacturación de las cosas, podríamos decir al arte o la técnica con la que aquéllas se producían , ya que forma significaba molde; y, en concreto, el molde de un herrero, en el que se vierte el metal fundido. Figura, por el contrario, significaba cosa moldeada. Un mismo molde podía dar lugar a cuantos entes fueran necesarios, todos idénticos, salvo por las inevitables imperfecciones materiales, la resistencia, por mínima que fuera, de la materia a dejarse amoldar o conformar, incluso si se trata de un material líquido, inevitablemente espeso, más o menos dúctil. Un molde era un entre capaz de acoger la materia y de alumbrar a una cosa; o a una persona: un molde era una matriz, una palabra que se refiere a todo lo que puede generar hijos o cosas, prácticamente idénticas, cuyos rasgos han sido plasmados por el molde. El molde genera: es un ente activo, creativo; la figura un ente pasivo, que no responde de su creación.
Un molde es un ente inmaterial. Se trata de un vacío, un cuenco, dispuesto, sin embargo, a dar cuerpo a todo lo que se acoge en su interior. Un molde es un ente negativo capaz de producir cuantos positivos materiales se desee. Sin moldes no existen figuras. La producción es automática, o mágica. No requiere ninguna manipulación, más allá del trabajo de extraer la figura del molde, como también ocurre en un parto.
Forma y figura se necesitan. Una es hija de la otra. Se suceden en el tiempo. Una es el reverso de la otra, como si se tratara de una imagen en un espejo. La diferencia reside en la presencia de la materia opaca en el caso de la figura, que no puede, por tanto, dar a luz a otra figura. Una figura es estéril. No crea ningún conjunto, ninguna comunidad. Se trata de un ente o un ser aislado, a la espera de congéneres extraídos de la forma. La forma es, así, la madre de los entres y los seres vivos, una diosa-madre de cuya existencia y vitalidad dependemos.
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