jueves, 2 de junio de 2022

Render

Un brillante estudiante de arquitectura, ya en los últimos cursos, comentaba recientemente su incapacidad de seguir (y por tanto de superar) la asignatura de dibujo, de los primeros cursos, debido  a la importancia que había adquirido el dibujo por ordenador en detrimento del dibujo a mano, y su  rechazo de dicho medio representativo, amén de su incomprensión ante el abandono del dibujo a mano que no reproduce miméticamente lo que se ve sino que interpreta lo que se muestra. La creciente existencia y exigencia de laboratorios tecnológicos en las universidades politécnicas apunta al creciente protagonismo de dicha técnica representativa, un cambio más importante en la concepción y la función de la imagen que el que supuso el paso del temple al óleo. 

Un proyecto de restauración y reconversión privado de un edificio de grandes proporciones, a punto de ejecutarse -en todos los sentidos de la palabra- fue evaluado recientemente por una comisión municipal. Se descubrió las diferencias sustanciales entre los dibujos coloreados por ordenador y los planos ejecutivos: edificios del entorno desaparecían, ventanas aparecían o se desvanecían, representadas con proporciones que no coincidían con las que tenían en los dibujos técnicos, y alteraciones en la composición de la fachada.

Ante la evidencia de las desavenencias entre los planos técnicos y las perspectivas por ordenador, los responsables sostuvieron que éstas tenían como función seducir a los promotores y lograr vender el edificio, convenciendo a los posibles compradores de la bondad y la "imagen" del edificio. Es decir, el dibujo por ordenador se prostituía, ofreciéndose zalamera o engañosamente, prometiendo lo que no era ni podría ser, mostrando un ente que no existiría tal como se representaba, engañando, en suma, al comprador y al ciudadano. 

Tales dibujos por ordenador se llaman, en el vocabulario arquitectónico español, "renders". Un render es un anglicismo impropio. El sustantivo render no existe en inglés. Render es un verbo: to render. Dicho verbo tiene varios significados, desde hacer y operar -el simple y efectivo hacer, poieoo, en griego- hasta traducir y ofrecer hasta representar mediante un ordenador, un significado adquirido recientemente. Los significados originales, por el contrario, se refieren a transformaciones que hacen comprensible y aceptable la realidad, asumiendo, bien es cierto, cierta inevitable traición, la traición de la traducción, si bien sin el acto de to render la realidad no existiría. Interpretar una obra, una partitura musical o un texto teatral, darle vida y comunicarlo a los demás, haciéndoles partícipes de dicha creación, se dice to render. una interpretación personal que no se limita a reproducir las notas del pentagrama. To render designa una acción que da vida y permite que la vida se instale, significados que el "render", entendido como imagen, no posee necesariamente.

Mas, render es también un verbo español. Render significa rendir, avasallar, subyugar. Se trata de un verbo propio del vocabulario militar, y que designa una acción que implica el ejercicio de la violencia física o psíquica hasta lograr la entrega de un enemigo. Render convierte a los demás en opositores o enemigos que deben ser "neutralizados". 

Un render es pues un verbo sustantivado -la substantivación es una proceso gramatical propio del español-, tanto en inglés como en español. En inglés celebra la capacidad comunicativa del intérprete; en español, por el contrario, pone el acento en la fuerza -una vez la comunicación o el diálogo no ha dado frutos, y los objetivos solo se pueden alcanzar, supuestamente, por la imposición.

¿Qué es, pues, "un" render, en el vocabulario arquitectónico? Los ejemplos antes citados apuntan a un significado unívoco.  

 

lunes, 30 de mayo de 2022

Astros







 Nos referimos a ellos como ídolos, astros, estrellas, dioses incluso. Alguno ha creado una iglesia a su alrededor. Generan culto, y producen éxtasis y trance entre los fieles. Acontecen milagros. Se pide la protección de los dioses. Se encomiendan a éstos. Nuestra vida depende de su buen hacer. Sus caprichos son acciones inexplicables que escapan a la humana comprensión. Realizan acciones extrañas, papales, como arrodillarse y besar el campo. Alzan los brazos y levantan la vista al cielo como los profetas iluminados. Sin ellos no somos nada. 

Más que un deporte, el evento, habitualmente en domingo, se parece a -o es, en verdad- un acontecimiento religioso. Las derrotas se viven como dramas, como si los dioses súbitamente nos hubieran abandonado. Todo lo que tocan se convierten en reliquias ávidamente poseídas por las masas de los seguidores entregados, que lloran y ríen de felicidad. Sí, estamos hablando de la condición sobrenatural de los futbolistas. 

Así que aunque vivamos en un país con separación de poderes entre lo sagrado y lo profano, las iglesias y los parlamentos, y que la fe y las prácticas religiosas coticen a la baja (salvo los días de procesiones pascuales), puede no sorprender la devoción que los deportistas suscitan, pero, aunque ciertamente los dioses se encuentran y tienen conciliábulos, cabría preguntarse si no sería algo exagerado, escrito así devotamente con los ojos en blanco, que los trofeos ganados en los campos de deporte sean ofrendados en procesión (que colapsa la ciudad) a la madre de una divinidad en su morada un templo, como ocurrió ayer, que los deportistas peregrinen a monasterios tras una victoria, o que los estadios posean capillas con imágenes de la divinidad como si fueran sagrados centros de peregrinaje.  

Que los dioses me perdonen si he dudado.

Amén 





domingo, 29 de mayo de 2022

La imagen de la ciudad oriental en Occidente (en el Libro de Crónicas de Nuremberg, 1493)

 


Constantinopla




Constantinopla
Alejandría


Jerusalén destruida

Bizancio

Roma
Jericó
Jerusalén

Venecia

Cartago
Troya

Corinto

Atenas
Rodas
Babilonia
Damasco

Menfis
Sodoma
Nínive
Torre de Babel

Jerusalén


Mapa del mundo


Edén

Constantinopla


Liber Chronicarum (Libro de Crónicas), publicado en la ciudad germánica de Nuremberg en 1493, es una monumental obra tardo-gótica y de los inicios del Renacimiento nórdico que narra los eventos más importantes de la historia (del mundo conocido), desde la creación del mundo, el diluvio y la construcción de la torre de Babel, hasta el desarrollo de las ciudades en el primer renacimiento.

Esta obra, redactada en latín y en alemán, contiene unas mil ochocientas ilustraciones. Fueron obra del grabador y pintor Michael Wolgemut y de su taller, en el que se formó Durero, quien pudo participar en algunas xilografías. Éstas se publicaron en blanco y negro y coloreadas, algunas a doble página.

Entre las imágenes destacan vistas urbanas. Son ciudades mediterráneas y europeas, tanto del Norte como del Sur; ciudades del pasado y del presente, existentes o que existieron, o imaginarias (aunque consideradas entonces reales).

Se trata de una de las primeras obras occidentales -o quizá la primera- con tantas vistas de ciudades "orientales" o del próximo oriente antiguo, todas descritas en la Biblia o en textos clásicos: Nínive, Babilonia, Menfis, Damasco, Jericó, Jerusalén, Sodoma, Alejandría, Troya, Cartago, Atenas, Corinto, Constantinopla y Bizancio, entre otras.

Uno de los rasgos significativos es la representación del Edén construido, lejos de la imagen impoluta y virginal, previa a la intervención humana, que la Biblia describe. 

Algunas ciudades se representan varias veces; tal es el caso de Babilonia, mostrada como una ciudad entera y como una ciudad destruida -en una imagen característica, con los edificios volcados, incluso cabeza o techo boca



En algunos casos, la representación atiende fielmente a algunos monumentos, como ocurre con Constantinopla o Jerusalén. En otros, sin embargo, una misma vista "representa" a diversas ciudades -así, Marsella, Niza, "Lituania".

Las vistas urbanas se refieran a ciudades pero también provincias o culturas (Italia, Histania, Gallia....).

La noción de representación fidedigna es distinta de la que se impondrá en Occidente a partir del siglo XVII. Una imagen remite a una ciudad no tanto por lo que muestra sino por la inscripción que la distingue. No solo no se tenían los conocimientos visuales actuales, sino que la precisión topográfica empalidecía ante la fuerza de la palabra, del nombre.

Esta obra monumental creó una imagen ecuménica del mundo, en la que el pasado y el presente, Occidente y Oriente se encontraron en igualdad de condiciones. En concreto, destaca la imagen de una Babilonia no siempre proscrita, entera, semejante a otras ciudades -del mismo modo que Nínive se muestra también libre de la maldición bíblica.  

viernes, 27 de mayo de 2022

El aforismo y el tuit

Aforismos y "tuits" tienen en común la brevedad. Son frases o expresiones cortas y sentenciosas, que expresan una visión o una opinión sobre el mundo.

Un aforismo es , literalmente, una definición: acota un tema, que aclara. El aforismo, una palabra compuesta a partir del griego horos (mojón, señal), pone orden un la confusión o la algarabía de puntos de vista. Constituye un alto en el camino, y permite ver mejor; ordena la reflexión, y aporta un punto de vista pertinente, es decir, que puede ser asumido y compartido, tomado como punto de referencia al que acudir en cuando se pierde de vista lo que se tiene qué hacer y cómo operar. Un aforismo es una guía, y en tanto que tal, señala la mejor manera de operar, la que enriquece o agrada más el espíritu. Un aforismo es, por tanto, un compendio de sabiduría. Aporta más de lo que dice sucintamente. Sobre los aforismos cabe debatir. No son palabras divinas sino aportaciones al debate, ejemplos de cómo pensar y operar, sobre qué pensar u operar, sobre los fines y las consecuencias de nuestros actos y nuestros dichos. Los aforismos nos hacen más sabios porque nos enseñan que lo que hacemos y decimos afecta a la vida de los demás, aportándoles beneficios o dañándolos. El aforismo, por tanto, nos facilita ver y medir el alcance de nuestro estar en el mundo. 

Los aforismos no son unívocos. Nos descubren la complejidad del mundo. Deben ser interpretados y su lectura es multiforme. Enriquecen la visión y la comprensión, nos enriquecen porque nos enseñan que no existe un punto de vista único, no reduce la visión, no constituye orejeras. El aforismo guía, y, como los buenos guías, aconseja pero no impone, dejando que cada uno pueda seguir su ritmo; el buen guía se adapta a las capacidades o limitaciones de quienes le siguen. A menudo, los textos sagrados se componen de aforismos: Conócete a ti mismo, nada en exceso, carpe diem, amaos los unos a los otros,  si la montaña no viene a ti....

Un tuit, es, literalmente, el breve y agudo piar. El tuit es un sonido agudo, doloroso. Se acerca al grito, al exabrupto. Se pronuncia sin pensar. No se cuece. el tuit es profano, prosaico. Un tuit no se interpreta. no tiene nada que pueda ser modulado. No resulta de la destilación de una serie de pensamientos o visiones. No es un condensado, con cuerpo, con cierta profundidad, a veces insondable, que obliga una y otra vez a asomarse a él, sino que el tuit es plano. No expresa o aporta ninguna reflexión. Es una palabra o una expresión visceral, es decir irreflexiva, y casi siempre dañina, porque no mide las consecuencias del grito, que es un ruido lacerante, que hace daño, un daño físico que repercute violenta y agudamente. Un tuit taladra. Pero, quizá inevitablemente, su efecto se apaga apenas se ha pronunciado. Un tuit se olvida. Es un sonido mecánico, percutante y olvidable. Un tuit no aclara sino que ensombrece. su hiriente sonido obliga a encogerse, a cerrar los ojos. La escritura del tuit, como todo aullido, requiere el acompañamiento de toda clase de signos de puntuación y gráficos para matizar o modular mínimamente, para otorgarle cierto sentido que vaya más allá del simple enunciado. Un tuit es una interjección. No forma parte de la estructura gramatical de una frase, con la salvedad que, en el caso del tuit, al contrario que con la verdadera interjección, no existe frase alguna. Las interjecciones son prescindibles. Su eliminación no afecta el sentido de la frase. Son más bien un ruido que dificulta la lectura o la comprensión. En el caso del tuit, su eliminación deja un vacío. No queda nada. Solo cierto silencio embarazoso, un carraspeo, quizá el bochorno ante la vacuidad.

¿Hemos pasado de los meditados aforismos a la algarabía de los tuits? No cabe pensar en figuras públicas o políticas que no suelten tuits. y., así se reduce el mundo, y nos empequeñecemos.


Agradecimientos a Pedro Martínez-Avial por sus reflexiones

Y a Gregorio Luri

jueves, 26 de mayo de 2022

Profecía (cumplida)

 “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.

Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra”

(Jesucristo, según Mateo, Evangelio 10: 34-35)

Lejos de la beatífica o beata- visión…

miércoles, 25 de mayo de 2022

¿Especie en extinción?


 Foto: Tocho, mayo de 2022


Joven leyendo ante una parada de autobús.

Contrariamente a un lugar común, el sambenito de la necesidad de la lectura y el lamento de la pérdida del hábito de aquélla, el filósofo Gregorio Luri, recientemente, no santificaba la lectura sin más, ya que ésta podía ser benéfica, inocua o dañina dependiendo de la calidad y la intención del texto. El texto manda, enriquece o pierde.

No podemos saber qué leía esta persona esta mañana, por lo que no podemos considerarlo un ejemplo, un caso singular y destacable o a evitar; pero es cierto que se trata de una imagen inhabitual, aunque algunos editores, hoy, consideran que la familiaridad con la lectura, el callado contacto con la literatura y el ensayo -digno y recomendable-, ha aumentado entre los jóvenes, pendientes o no de las redes sociales -compatibles con el diálogo con textos que inviten al encuentro y el enriquecimiento.


martes, 24 de mayo de 2022

Tartufo

 Tartufo, una corrosiva (y deprimente) comedia del escritor francés barroco Molière, desvela con bisturí la hipocresía del bienpensante Tartufo, que se escandaliza de la supuesta “moral ligera” de las damas de la corte, y pide las sales en todo momento, mientras las observa ladina y desviadanente con ojos desorbitados.

En una escena célebre, Tartufo ruega a una mujer que se cubra cuando por lo bajo reza para que haga lo contrario: 


“TARTUFO (Sacando un pañuelo del bolsillo):

-¡Oh Dios mío! Hacedme la merced, Dorina, de tomar este pañuelo antes de hablarme.

DORINA: -¿Para qué?


TARTUFO:

-Para cubriros ese seno, cuya vista no puedo soportar. Cosas así lesionan las almas y hacen nacer culpables pensamientos.”

(Acto III, escena II)


Hoy, los medios, que, alcachofa en mano, han retransmitido sin parar y en directo el viaje de un antiguo monarca como si fuera la encarnación de las Kardashian, se indignan que el viaje haya sido mediático…