sábado, 4 de junio de 2022
FRANCISCO DE MONTAIGÚ (?-1733): UNIVERSIDAD DE CERVERA (1718-1740)
jueves, 2 de junio de 2022
Render
Un brillante estudiante de arquitectura, ya en los últimos cursos, comentaba recientemente su incapacidad de seguir (y por tanto de superar) la asignatura de dibujo, de los primeros cursos, debido a la importancia que había adquirido el dibujo por ordenador en detrimento del dibujo a mano, y su rechazo de dicho medio representativo, amén de su incomprensión ante el abandono del dibujo a mano que no reproduce miméticamente lo que se ve sino que interpreta lo que se muestra. La creciente existencia y exigencia de laboratorios tecnológicos en las universidades politécnicas apunta al creciente protagonismo de dicha técnica representativa, un cambio más importante en la concepción y la función de la imagen que el que supuso el paso del temple al óleo.
Un proyecto de restauración y reconversión privado de un edificio de grandes proporciones, a punto de ejecutarse -en todos los sentidos de la palabra- fue evaluado recientemente por una comisión municipal. Se descubrió las diferencias sustanciales entre los dibujos coloreados por ordenador y los planos ejecutivos: edificios del entorno desaparecían, ventanas aparecían o se desvanecían, representadas con proporciones que no coincidían con las que tenían en los dibujos técnicos, y alteraciones en la composición de la fachada.
Ante la evidencia de las desavenencias entre los planos técnicos y las perspectivas por ordenador, los responsables sostuvieron que éstas tenían como función seducir a los promotores y lograr vender el edificio, convenciendo a los posibles compradores de la bondad y la "imagen" del edificio. Es decir, el dibujo por ordenador se prostituía, ofreciéndose zalamera o engañosamente, prometiendo lo que no era ni podría ser, mostrando un ente que no existiría tal como se representaba, engañando, en suma, al comprador y al ciudadano.
Tales dibujos por ordenador se llaman, en el vocabulario arquitectónico español, "renders". Un render es un anglicismo impropio. El sustantivo render no existe en inglés. Render es un verbo: to render. Dicho verbo tiene varios significados, desde hacer y operar -el simple y efectivo hacer, poieoo, en griego- hasta traducir y ofrecer hasta representar mediante un ordenador, un significado adquirido recientemente. Los significados originales, por el contrario, se refieren a transformaciones que hacen comprensible y aceptable la realidad, asumiendo, bien es cierto, cierta inevitable traición, la traición de la traducción, si bien sin el acto de to render la realidad no existiría. Interpretar una obra, una partitura musical o un texto teatral, darle vida y comunicarlo a los demás, haciéndoles partícipes de dicha creación, se dice to render. una interpretación personal que no se limita a reproducir las notas del pentagrama. To render designa una acción que da vida y permite que la vida se instale, significados que el "render", entendido como imagen, no posee necesariamente.
Mas, render es también un verbo español. Render significa rendir, avasallar, subyugar. Se trata de un verbo propio del vocabulario militar, y que designa una acción que implica el ejercicio de la violencia física o psíquica hasta lograr la entrega de un enemigo. Render convierte a los demás en opositores o enemigos que deben ser "neutralizados".
Un render es pues un verbo sustantivado -la substantivación es una proceso gramatical propio del español-, tanto en inglés como en español. En inglés celebra la capacidad comunicativa del intérprete; en español, por el contrario, pone el acento en la fuerza -una vez la comunicación o el diálogo no ha dado frutos, y los objetivos solo se pueden alcanzar, supuestamente, por la imposición.
¿Qué es, pues, "un" render, en el vocabulario arquitectónico? Los ejemplos antes citados apuntan a un significado unívoco.
lunes, 30 de mayo de 2022
Astros
Nos referimos a ellos como ídolos, astros, estrellas, dioses incluso. Alguno ha creado una iglesia a su alrededor. Generan culto, y producen éxtasis y trance entre los fieles. Acontecen milagros. Se pide la protección de los dioses. Se encomiendan a éstos. Nuestra vida depende de su buen hacer. Sus caprichos son acciones inexplicables que escapan a la humana comprensión. Realizan acciones extrañas, papales, como arrodillarse y besar el campo. Alzan los brazos y levantan la vista al cielo como los profetas iluminados. Sin ellos no somos nada.
Más que un deporte, el evento, habitualmente en domingo, se parece a -o es, en verdad- un acontecimiento religioso. Las derrotas se viven como dramas, como si los dioses súbitamente nos hubieran abandonado. Todo lo que tocan se convierten en reliquias ávidamente poseídas por las masas de los seguidores entregados, que lloran y ríen de felicidad. Sí, estamos hablando de la condición sobrenatural de los futbolistas.
Así que aunque vivamos en un país con separación de poderes entre lo sagrado y lo profano, las iglesias y los parlamentos, y que la fe y las prácticas religiosas coticen a la baja (salvo los días de procesiones pascuales), puede no sorprender la devoción que los deportistas suscitan, pero, aunque ciertamente los dioses se encuentran y tienen conciliábulos, cabría preguntarse si no sería algo exagerado, escrito así devotamente con los ojos en blanco, que los trofeos ganados en los campos de deporte sean ofrendados en procesión (que colapsa la ciudad) a la madre de una divinidad en su morada un templo, como ocurrió ayer, que los deportistas peregrinen a monasterios tras una victoria, o que los estadios posean capillas con imágenes de la divinidad como si fueran sagrados centros de peregrinaje.
Que los dioses me perdonen si he dudado.
Amén
domingo, 29 de mayo de 2022
La imagen de la ciudad oriental en Occidente (en el Libro de Crónicas de Nuremberg, 1493)
Liber Chronicarum (Libro de Crónicas), publicado en la ciudad germánica de Nuremberg en 1493, es una monumental obra tardo-gótica y de los inicios del Renacimiento nórdico que narra los eventos más importantes de la historia (del mundo conocido), desde la creación del mundo, el diluvio y la construcción de la torre de Babel, hasta el desarrollo de las ciudades en el primer renacimiento.
Esta obra, redactada en latín y en alemán, contiene unas mil ochocientas ilustraciones. Fueron obra del grabador y pintor Michael Wolgemut y de su taller, en el que se formó Durero, quien pudo participar en algunas xilografías. Éstas se publicaron en blanco y negro y coloreadas, algunas a doble página.
Entre las imágenes destacan vistas urbanas. Son ciudades mediterráneas y europeas, tanto del Norte como del Sur; ciudades del pasado y del presente, existentes o que existieron, o imaginarias (aunque consideradas entonces reales).
Se trata de una de las primeras obras occidentales -o quizá la primera- con tantas vistas de ciudades "orientales" o del próximo oriente antiguo, todas descritas en la Biblia o en textos clásicos: Nínive, Babilonia, Menfis, Damasco, Jericó, Jerusalén, Sodoma, Alejandría, Troya, Cartago, Atenas, Corinto, Constantinopla y Bizancio, entre otras.
Uno de los rasgos significativos es la representación del Edén construido, lejos de la imagen impoluta y virginal, previa a la intervención humana, que la Biblia describe.
Algunas ciudades se representan varias veces; tal es el caso de Babilonia, mostrada como una ciudad entera y como una ciudad destruida -en una imagen característica, con los edificios volcados, incluso cabeza o techo boca
En algunos casos, la representación atiende fielmente a algunos monumentos, como ocurre con Constantinopla o Jerusalén. En otros, sin embargo, una misma vista "representa" a diversas ciudades -así, Marsella, Niza, "Lituania".
Las vistas urbanas se refieran a ciudades pero también provincias o culturas (Italia, Histania, Gallia....).
La noción de representación fidedigna es distinta de la que se impondrá en Occidente a partir del siglo XVII. Una imagen remite a una ciudad no tanto por lo que muestra sino por la inscripción que la distingue. No solo no se tenían los conocimientos visuales actuales, sino que la precisión topográfica empalidecía ante la fuerza de la palabra, del nombre.
Esta obra monumental creó una imagen ecuménica del mundo, en la que el pasado y el presente, Occidente y Oriente se encontraron en igualdad de condiciones. En concreto, destaca la imagen de una Babilonia no siempre proscrita, entera, semejante a otras ciudades -del mismo modo que Nínive se muestra también libre de la maldición bíblica.