martes, 15 de noviembre de 2022

JOSÉ MARTÍNEZ SÁNCHEZ (1807-1874): PUENTES Y FAROS (LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ESPAÑA EN EL SIGLO XIX)






























Recorrido por las salas de la exposición permanente del departamento de fotografía del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Documentan la historia de la fotografía. Copias de época, de pequeño formato, en blanco y negro.
 De pronto, una fotografía salta a la vista. En mucho mejor, más dura, mejor compuesta, libre de artificios y alusiones a la pintura, ajena al sentimentalismo y la anécdota. Se trata, precisamente, de la fotografía que inmediatamente precede esta breve presentación. Atraído y curioso, el espectador se acerca y lee la cartela; con sorpresa. El fotógrafo es, para este cronista, desconocido. Un autor español, José Martínez Sánchez, nacido cuando el emperador francés Napoleón I dominaba España. 
Este fotógrafo valenciano, establecido en Madrid, cuya obra se conserva en gran medida en Nueva York -aunque existen colecciones de su obra en diversos archivos españoles- fue uno de los primeros fotógrafos españoles. Recibió el encargo del gobierno monárquicamente de documentar la industrialización del país, en especial la instalación de la red de ferrocarriles, lo que exigió la construcción de numerosos puentes metálicos, y de estaciones, en una imagen muy alejada de los tópicos de Carmen.
 Al mismo tiempo, José Martínez Sánchez (o su socio, el fotógrafo francés Juan Laurent -1816-1886-), retrató los numerosos faros que se iban edificando, un signo de la importancia del transporte marítimo.
El punto de vista, la desnudez de las composiciones, el forzado contraste entre la ligereza de las estructuras de hierro y la sorda obcecación de las montañas atravesadas por las lanzaderas de los ferrocarriles, convierten estas obras de encargo en espléndidos archivos seriados que registran las a veces imperceptibles variaciones en estas solitarias construcciones industriales.




 

lunes, 14 de noviembre de 2022

BEVERLY BUCHANAN (1940-2015): CHOZAS (1980-2015)
















































 

La revisión actual de la historia del arte (moderno, occidental) que practican los museos permite descubrir a artistas hasta entonces poco expuestos o menos citados.
Tal es el caso de la escultora norteamericana Beverly Buchanan, una de cuyas obras preside hoy la exposición permanente de arte contemporáneo del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Un hogar, para Buchanan, era el lugar en el que uno se encuentra. Un hogar móvil y deseado. No tiene porqué ser una construcción sino un espacio en el que el habitante se encuentra bien, un espacio escogido, un destino no forzado, quizá casual, en el que se descubre la acogida que brinda el espacio.
Buchanan fotografió extensamente modestas construcciones de madera, levantadas con desechos (restos de planchas de madera, placas metálicas) hallados en el lugar, en el sureste de los Estados Unidos (Georgia, sobre todo), pequeñas chozas o cabañas, alzadas a toda prisa y sin embargo con cuidado, engarzando materiales y piezas poco preparadas para ser conjuntadas, con empeño, atencion a los elementos e imaginación. 
Es a partir de esta documentación que Buchanan fue construyendo maquetas de chozas, frágiles construcciones de madera, coloreadas a veces, que rehuyen del miserabilismo para poner el acento en el trabajo de engarce, la modestia y el cariño vertidos en estas obras. En tanto que mujer negra, de Georgia, que conoció el “apartheid”, sabía de estas construcciones y su importancia para los ususrios. A menudo, son construcciones casi en ruinas, pero que denotan la capacidad de resistencia del habitante que manifiesta su lugar en el mundo con esas inciertas y sin embargo, coloreadas creaciones, unos signos que denotan que el habitante no se ha abandonado.
  

MARY ELLEN BUTE (1906-1983): SYNCHRONY No. 2 (1935) & SYNCHRONY No. 4 (ESCAPE, 1938)



 
La artista norteamericana Mary Ellen Bute, pintora de formación, fue la primera cineasta de animación de la historia. Sus cortometrajes abstractos de los años 30, que se solían proyectar en cines, combinan colores y sonidos, a través de múltiples técnicas -o quizá débase escribir “abstractos”, pues las formas y los trazos que se suceden y se cabalgan proceden de reflejos distorsionados en distintos espejos de objetos usuales, hasta de una estatua femenina clásica. 

Aunque sus obras no hayan sido incluidas, sorprendentemente, en la exposición sobre la abstracción, que se muestra hoy en Barcelona, sí inauguran la historia del arte moderno que presenta el museo Whitney de Nueva York.