jueves, 1 de febrero de 2024

La Sagrada Familia tatuada





























Y la guinda:




 Algunos -o quizá muchos- barceloneses desearían, o desearíamos, que el templo expiatorio cristiano de la Sagrada Familia desapareciera como un espejismo o una cortina de humo.

Quizá la hora deseada esté próxima de llegar. La sorprendente multiplicación de tatuajes, de todo tamaño, y de gusto “diverso”, con la efigie del templo (el más célebre orna el brazo del soporífero cantante británico Es Sheeran, sobre el que se han escrito casi tesis doctorales) en la pálida carne de los turistas que regresan, tras haber quedado marcados, a sus países de origen, llevándose una imagen del templo , quizá acabe, como en un muro cubierto por una sucesión de estratos pintados, por arrancar, capa tras capa, el sucesivo cúmulo de imágenes que hieren el perfil de la ciudad hasta dejar limpio del templo el cielo de Barcelona.

O que los tatuados, cuando se den cuenta de con lo que han sido marcados, decidan no volver más.

A E.R.

martes, 30 de enero de 2024

NANCY GUILBERT (1974) & PATRICIA BOLAÑOS (1985): ARCHITECTURES FANTASTIQUES (ARQUITECTURAS FANTÁSTICAS, 2023)












 

Una niña se aburre en la gran ciudad. Pero arquitecturas y espacios imaginativos, casi imaginarios por imposibles, en ocasiones compuestos por unas pocas líneas que se desenvuelven en el aire, ajenos a la estricta cuadrícula y las normas urbanas, le devuelven la capacidad de imaginar una vida menos regulada y previsible. 

Patricia Bolaños es una arquitecta española e ilustradora de libros infantiles, afincada en Brooklyn, barrio de Nueva York.


Sobre la autora francesa del texto, Nancy Guilbert, véase, por ejemplo: 

lunes, 29 de enero de 2024

La ciudad de los tiempos lejanos. Un imaginario proscrito















Una historia curiosa. Libro de encargo. Tenia que responder a un determinado título, la única información comunicada, título que se tenía que interpretar en libertad. 
Tras cuatro versiones distintas del texto, con diversos enfoques, que nunca encajaban con lo que la editorial tenía en mente, y varias reuniones, el original fue rechazado. Fracaso.
Antes de borrar el archivo definitivamente, cerrando dos años de trabajo, y tras una nueva revisión, una consulta con una nueva editorial: no había impedimento para remitir el original. Horas más tarde se aprobaba su publicación, cambiando el título enigmático inicialmente propuesto por la primera editorial. 
Nueve meses  más tarde….
 

CARL ANDRE (1935-2024): PIRÁMIDES (PYRAMIDS, 1959)







El escultor norteamericano Carl André no quería hacer esculturas: objetos, de diverso tamaño, que se tuvieran que rodear. Tampoco quería que la escultura fuera “penetrable”, ni que aquélla englobara un vacío. Buscaba cómo componer una obra que fuera al mismo tiempo un espacio -ni definido por un objeto, ni presentado como un continente-:o, mejor dicho, que fuera un lugar por el que se pudiera tanto pasar cuanto evitar dando un rodeo, descubriendo, en estos movimientos tan distintos, nuevas caras de la obra.

También buscaba producir obras monumentales que no requirieran el esfuerzo de ayudantes para desplazarlas. André tenía que ser capaz, sin la ayuda de nadie, de levantar y desplazar solo la obra.

Halló la solución en un recinto arqueológico de la Edad del Bronce inglés: Stonehenge, definido por círculos de piedra hincados en el paisaje -círculos compuestos por menhires y por dólmenes-, que solo se pueden apreciar como un conjunto del que, sin embargo, se obtienen vistas siempre parciales y cambiantes; un conjunto sin principio ni final.

La arquitectura de los inicios le influyó. Pero la serie de obras primerizas más conocida, se titula pirámides: monolitos que no componen ningún paisaje, si no nos fijamos que dichos volúmenes piramidales están compuestos por una superposición de vigas de cedro, de igual tamaño, que se apilan y se desmontan a voluntad, produciendo formas piramidales distintas, o conjuntos de vigas sueltas apoyadas en el suelo, o entre sí, en los que tanto los elementos como los espacios e intersticios tienen igual valor, aunque pueden desplazarse a voluntad. La obra se hace y se deshace según el humor del artista. Por un lado, exalta la forma piramidal egipcia, y por otro muestra que, siendo sólida, se puede dispersar, como los sillares de un edificio en ruinas que componen un paisaje que es, al mismo tiempo, un edificio -o el recuerdo borroso, pero perdurable, del mismo.


 

domingo, 28 de enero de 2024

Retratos a lo divino (Semana Santa, Sevilla, 2024)


























 Salustiano García (1965): Cristo, 2024 

Alberto Durero: Autorretrato, s. XVI

El Greco: Jesucristo, s. XVI

Miguel Ángel: esculturas y dibujos de Jesucristo, finales del s. XV y principios del s. XVI

Francisco Bayeu: Jesucristo en la Cruz, s. XVIII

Mariano Maella (copia de Joaquín Gómez): dibujo de joven posando como Jesucristo atado, s. XVIII ó principios del s. XIX


Retratos, casi siempre femeninos, barrocos sevillanos, del pintor Francisco Zurbarán, por ejemplo, solían mostrar a la figura retratada vestida (o disfrazada) de Santa, o bien imágenes de santas (y santos) podían estar dotados de faces de nobles o aristócratas, dando lugar a cuadros que eran tanto retratos profanos como imágenes sagradas, y que recibieron el nombre de retratos a lo divino.
Esta manera de unir lo sagrado y lo profano ya fue practicada por Durero en un célebre autorretrato, presentando al artista de frente, mirando fijamente al espectador, con una pose y una actitud que no podía sino remitir a la imagen icónica de Jesucristo.

No olvidemos, por otra parte, que todas o casi todas representaciones de Jesucristo se basaban en modelos masculinos, casi siempre jóvenes miembros del taller, como se puede ver en un dibujo decimonónico de Mariano Maella en el que un joven posa en el taller  como Jesucristo detenido. 

Recordemos que la tradición cuenta que las efigies icónicas de Jesús y de Cristo se basan en un supuesto retrato humano, la impresión del sudado rostro de Jesús, portando a hombros la pesada cruz, un paño de tela que le tendió Santa Verónica en la penosa ascensión hacia el monte Golgotha. 

No era extraño que imágenes clásicas bi- y tridimensionales de Jesucristo (previas a la crucifixión) y de Cristo (tras la resurrección) mostraran a un varón desnudo, como la célebre talla de El Greco, y diversos dibujos y esculturas de Miguel Ángel. La desnudez, a veces disimulada con el llamado paño de pureza, simbolizaban la perfección divina y la falta de doblez del hijo de Dios.

Un cartel reciente sevillano ha suscitado cierta sorpresa, que revela cierto desconocimiento de la representación y el simbolismo cristológicos.
Sin embargo, la elección del artista parece no haber causado sonrojo


Para C.C.