sábado, 11 de agosto de 2012

El Anatsui (1944): Map of the World (2011) y otros mapas


 Map of the World, 2011, 350x500 cm


 Plot a Plan III, 2007



Plot a Plan II, 2007

Plot a Plan IV, 2007


Zebra Crossing, 2007


Zebra Crossing II, 2007



 Contested Territory, 2012

Eco Map, 2010


Skyline, 2008

Garden Wall

Crumbling Wall, 2000


Three Continents, 2009

Nacido en Ghana en 1944, El Anatsui se dio a conocer a partir de principios del año 2000 con unas obras de gran tamaño relacionadas con la arquitectura: muros y mapas, tan grandes que pueden llegar a cubrir -a esconder- fachadas de edificios, museos en los que las obras se exponen (en las salas y al exterior, "exponiendo" lo que documentan), como ocurrió en el Altes NationalMuseum de Berlín, o la Fundación Fortuny en Venecia). Representan arquitecturas (proyectadas, construidas) y son, también, arquitecturas. El espesor de los mapas de Anatsui los dota de la condición de muros, o de murallas.
Las obras están realizadas con materiales de deshecho; alambras, envoltorios de papel y, sobre todo, toda clase de tapones de botella, principalmente de bebidas alcohólicas. Éstas fueron introducidas en África central durante el periodo colonial europeo. En ocasiones, los tapones de colores eran intercambiados por materias preciosas (piedras, metales). Los mapas "documentan· la extensión del daño traído y, al mismo tiempo, lo reparan en parte. Muestran lo que debería quedar escondido, de manera "ordenada". El horror subyace, y se transfigura. Los muros construyen y dividen. Se derrumban mientras brillan. Los mapas muestra los territorios dominados, cubiertos de deshechos. Pero los mapas introducen un orden que los tapones niegan, pese a su uniformidad.
El Muro del Jardín, seleccionado por el estudio de arquitectura japonés Sanaa para una reciente exposición sobre arte y arquitectura (Architectural Environments for Tomorrow: New Spatial Practices in Architecture and Art, MOT. Museum of Contemporary Art, Tokyo, 2011), muestra un paramento cubierto de vegetación. Ésta se compone, nuevamente, de objetos reciclados: entes artificiales.
Las obras evocan un mundo, originariamente "natural" (la selva, admirada -y temida-, al menos en el imaginario occidental), que solo se puede recrear artera, artística, artificialmente. Los residuos ya son (la) naturaleza. Pero, sin que pierdan su condición de deshecho, recomponen una ilusión de paraíso.
Las obras, fruto de una exhaustiva labor artesana, muestran cómo la mano restituye lo que la mano ha destruido, aunque la restitución es una ficción, más brillante que la naturaleza originaria; desde luego, es lo único que queda o puede ser.

Comentario relacionado con la extraordinaria muestra Cartografías modernas, de Helena Tatay, en Caixaforum de Barcelona

Para "documentar"  las doscientas mil entradas, hoy, gracias a todos los lectores y comentaristas.

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