La doctora María Cristina García González, de la Escuela de Arquitectura de Madrid (ETSAM) ha concluido este mediodía su ponencia Ciudades españolas y maquetas en los orígenes del urbanismo moderno, en el simposio internacional Maquetas y réplicas del patrimonio arquitectónico español, 1752-1929, dirigido por la profesora Carolina García Estévez, de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, en el Auditorio del museo del Prado en Madrid, con imágenes comentadas de un proyecto singular, ya muy estudiado por historiadores como el profesor Antonio Pizza, pero quizá poco conocido popularmente .
Se trata del proyecto de una nueva capital, llevado a cabo por el arquitecto español Nicolás Rubió Tuduri en 1931: un proyecto que se anticipada al de la nueva capital de Brasil, Brasilia, en casi treinta años.
Si el proyecto se hubiera llevado a cabo, España hubiera contado con una nueva capital de la República Española Federal.
Llamada Iberia, se ubicaba en Aragón. Una ciudad fluvial, a lo largo del Ebro, carente de calles y plazas, de cualquier delimitación espacial. Sobre un plano libre, extenso, ilimitado, se hubieran dispuesto una batería de rascacielos aislados, idénticos, muy separados, ubicación en formación militar como fichas de domino: volúmenes impersonales, intercambiables, entre el puerto y el aeropuerto, plantados en tierra de nadie, el por el aquel entonces desierto de los Monegros.
La circulación mecánica hubiera discurrido en un nivel subterráneo. Los viandantes hubieran podido desplazarse en cualquier dirección en el nivel superior.
Se trataba de una capital de tamaño modesto (150000 habitantes), voluntariamente anodina, habitada por funcionarios, árida y reseca como la tierra de acogida: una capital administrativa, construida a toda prisa, y que hubiera podido adaptarse o desmontarse en función del devenir político.
Una lúcida, sarcástica o no, reflexión, sobre la arquitectura y el urbanismo modernos, un proyecto serio o paródico, un divertimento quizá, entre sus proyectos de jardines y parques frondosos que sí han resistido al olvido.
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