miércoles, 10 de junio de 2015

EVOL (1972): EDIFICIOS (BUILDINGS, 2003-2015)





































El "grafitero" berlinés, conocido como EVOL, expone en estos momentos en una muestra colectiva sobre y en los subterráneos del Palais de Tokio de París.
Este artista es conocido por sus cuidadosos dibujos pintados de fachadas, inspiradas en los bloques de viviendas de hormigón en el antiguo Berlín Este (en concreto en la sede de la Stasi, la policía secreta de la Alemania del Este), sobre papel (o cartón de embalaje), que adhiere a toda clase de volúmenes urbanos: cubos de basura, "containers", mojones, cajas de electricidad, muros, así como cimientos de edificios (así en Dresde), etc.
Una segunda ciudad, diminuta a veces, se inserta en la trama urbana. Las imágenes que el muro de Berlín suscitaban -o suscitan aún- no están lejos. Los valores de los altos muros -separación, segregación, aislamiento, encierro- que "compartimentan" el espacio, y parten las ciudades, se reflejan en estos bloques o esas fachadas, uniformemente grises, en los que no se refleja vida alguna -pese a que sin duda no están abandonados.
Una inquietante mirada sobre la vida urbana.

ELY DAGHER (1985): BEIRUT (بيروت, 2007)


BEIRUT - بيروت from Beaverandbeaver on Vimeo.

Ely Dagher, artista libanés formado en la prestigiosa escuela de arte Goldsmiths College de la Universidad de Londres, acaba de ganar la Palma de Oro de cortometrajes de animación en el último festival de cine de Cannes (Francia).
Éste es su primer y celebrado primer cortometraje que, al igual que el segundo, está dedicado a la compleja relación del autor con su ciudad natal, Beirut.

martes, 9 de junio de 2015

NICO MUHLY (1981): SKIP TOWN (2009)



Sobre este celebrado compositor y pianista norteamericano, véase la página web

La defensa de las imágenes (Iconodulia): Museo del Louvre (París, abril-junio de 2015)




No todas las exposiciones están pensadas para ser éxitos masivos, recurriendo, una y otra vez, a los mismos artistas, sean Rafael, Monet o Koons.
El Museo del Louvre, en París, presenta dos exposiciones excepcionales hasta finales de mes: Poussin y dios, una gran muestra de pintura, y La fábrica de las imágenes santas, Roma-Paris, 1580-1660, de  formato mediano, con excelentes dibujos italianos y franceses casi exclusivamente.
La temática religiosa no es la más popular, ni más comprensible. Exige cierto conocimiento de la historia sagrada cristiana, y de la mitología bíblica.
Pero ambas muestras plantean un tema fundamentales de teoría del arte: el estatuto y la función de la imagen (pintada o dibujada).
Las obras corresponden al periodo barroco. Pertenecen a las escuelas europeas, francesas e italianas principalmente.
Responden a las conclusiones acerca de la legitimidad de las imágenes sagradas o piadosas establecidas por el Concilio de Trento.
Estamos en plena revolución protestante. La autoridad papal, y los fundamentos de la teología cristiana, están en entredicho. Los protestantes argumentan que la relación entre la divinidad y el ser humano debe realizarse sin mediación alguna, ya que solo los fieles en gracia de dios -gracia que dios concede a quien escoge, sin que dicha gracia pueda ser ganada- pueden dirigirse a Él, y hallarse bajo su influjo divino.
Ninguna gestión humana puede torcer la voluntad divina.
Por tanto, las imágenes, los templos y las estructuras eclesiásticas son innecesarias. El contacto entre el ser humano y la divinidad es íntimo, personal y depende solo de la venia divina, venia que, ciertamente, recae en los "bien nacidos". Las buenas obras tampoco pueden comprar la gracia, si ésta no ha sido otorgada por el cielo de antemano.
La destrucción de las imágenes, la iconoclastia protestante -luterana, calvinista- se desató. Las imágenes eran peligrosas porque podían sustituir a la divinidad.
Ante este furor iconoclasta, que ponía en entredicho la economía del arte religioso -su función en tanto que arma para entrar en contacto con la divinidad, y para aleccionar sobre cómo contactar con Aquélla-, la iglesia católica -Roma, el papado- reaccionó. El Concilio que tuvo lugar en la ciudad de Trento, tuvo como finalidad establecer las pautas de conducta que el fiel debía seguir en relación a la divinidad. En esta nueva relación, las imágenes y las formas esculpidas y arquitectónicas -las artes en general- jugarían un papel decisivo.
Las imágenes eran necesarias, porque permitían que se pusiera rostro a una divinidad o, mejor dicho, recordaba su rostro, ya que la divinidad cristiana se había encarnado, es decir, al hacerse visible, se había convertido en una imagen material o carnal de sí misma. Se había mostrado sensible o carnalmente.
Pero, las imágenes no podían ser bellas. la idealización renacentista, la copia de modelos clásicos fue proscrita, en favor de la representación justa y verdadera: los defectos no podían ser suavizados o eliminados. Las imágenes tenían que ofrecer un retrato veraz de lo que mostraban. Este criterio que insistía en la inevitable imperfección material o humana, contribuyó a acercar la divinidad al ser humano, a "humanizar" a dios. Éste se mostraba no a través de figuras ideales, divinas, de algún modo, sino plenamente humanas, por lo que el íntimo contacto, que los protestantes defendían, lo consiguió paradójicamente el arte católico a través de la representación naturalista o verista, que no rechazaba errores, imperfecciones, manchas y lacras, como se percibe en el arte de Caravaggio y de su "escuela" tenebrista.
Cuanto menos "artísticas" fueron las imágenes, más eficaces y poderosas se mostraron para evocar la divinidad necesariamente perfecta.
Fue, así, el Concilio de Trento el instaurador de un cuerpo teórico que dio legitimidad a las imágenes, consideradas desde entonces como medios indispensables para ver o visualizar el mundo ideal. Las imágenes no tenían que ser perfectas sino imperfectas para acercar la perfección divina a la imperfección humana y que ésta reconociera en las imágenes el rostro humano de la divinidad, reconociera que la divinidad no era ajena a los asuntos humanos.


HIROSHI TESHIGAHARA (勅使河原 宏, 1927-2001): ANTONI GAUDI, 1984)



Con este celebrado documental del cineasta de vanguardia  japonés Teshigahara, al que incluso la prestigiosa asociación UbuWeb, dedicada a las artes modernas y contemporáneas no comerciales, ha acogido, ¿no queda bien reflejada la obra de Gaudí, por lo que se podría derribar la Sagrada Familia?

Música de Toru Takemitsu (1930-1996) 

VALGEIR SIGURÖSSON (1971): BETWEEN MONUMENTS / GUARDIAN AT THE DOOR (ARCHITECTURE OF LOSS, 2012)




Sobre este compositor y músico islandés, véase su página web