viernes, 26 de junio de 2015
LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827): DIE WEIHE DES HAUSES (LA CONSAGRACIÓN DE LA CASA, 1822)
Esta composición de Beethoven, que se toca habitualmente cuando la inauguración de un edificio público en los Estados Unidos, también se interpreta ocasionalmente en Europa, como, por ejemplo, la reciente reapertura del teatro de la Venice en Venecia (Italia) tras su destrucción por un incendio.
HENRY BISHOP (1786-1855): HOME! SWEET HOME (¡HOGAR!, DULCE HOGAR, 1823) O EL RITO DE LA COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA (LA PIEDRA DE ÁNGULO O ANGULAR)
Esta canción, con letra de John Howard Payne (1791-1852), se suele ((o se solía) cantar durante la ceremonia de inauguración de edificios relevantes (públicos, institucionales, tales como palacios de congresos, librerías públicas, etc.) en los Estados Unidos. También se interpreta o se interpreta la obra de Beethoven de la entrada posterior en este blog.
Esta ceremonia clausuraba la obra. El arquitecto entregaba las llaves envueltas en un paño o un papel, que debía ser descubierto.
La obra se inicia o se iniciaba con la ceremonia de colocación de la primera piedra. Este rito se desarrolla de manera distinta al que aún hoy se practica en países católicos. La piedra fundacional, en culturas protestantes es la piedra de ángulo -siguiendo el predicado de Jesucristo que presentaba a pedro como la piedra de ángulo mientras Él se reservaba el papel de la piedra de clave con la que se coronaba la construcción de la iglesia o comunidad-. De las cuatro piedras de ángulo, la que recibe mayor atención es la que se sitúa en el ángulo noreste: simboliza el paso de la oscuridad (el norte) al despertar matutino de la luz, Esta piedra, en cuyo centro una profunda perforación cilíndrica acoge, como en España, un cilindro en el que se encierran los planos del proyecto, periódicos del día y monedas -cuyas caras representan la cara del presidente bajo cuyo mandato o advocación se practica el rito-, y los textos, sagrados y profanos, que se han leído durante el ritual (lo que no ocurre en España), se acompaña de una Biblia, enterrada dentro del o junto al cilindro (esta práctica tampoco acontece en países católicos) y de otros libros tal como un ejemplar de la Constitución. La piedra es bendecida con vino, leche y jugo de maíz -que aluden a la alegría, la prosperidad y la larga vida del edificio-. Antes, al igual que en España, la apertura de la primera zanja, en la que se deposita la piedra de ángulo, realizada con útiles especiales, de un solo uso, se acompaña de libaciones interpretadas como un bautismo.
La diferencia con el rito fundacional católico viene dada por la activa presencia de los franc-masones en los Estados Unidos. Durante la procesión que precede la apertura de la primera zanja, distintos símbolos franc-masones son exhibidos, y es el Gran Maestro de la logia de la ciudad quien toca la piedra de ángulo, antes de su colocación en los cimientos, con el compás, la escuadra y la plomada, lo que asegura la buena formación, la rectitud de la piedra que "sostiene" (simbólicamente) el edificio, y le da tres golpes a fin de animarla. De este modo, el rito fundacional recuerda el del templo de Jerusalén, lo que asegura la bendición de la obra que, sagrada o profana, sea un templo o una biblioteca, canta la grandeza de la divinidad y de su acción creadora que se refleja en la creación o recreación humana.
jueves, 25 de junio de 2015
La ciudad y los extranjeros (La Atenas de Aristóteles, hoy)
La ciudad griega clásica era hija de su tiempo. Atenas tenía un gobierno democrático. Varias asambleas, en las que participaban todos los ciudadanos o una amplia representación de los mismos, regían la ciudad-estado. Pero existían numerosos excluidos de las decisiones gubernamentales; no poseían derechos. Éstos eran las mujeres, los niños, los esclavos y la mayoría de los extranjeros, que incluían a griegos de otras ciudades.
Aristóteles era un extranjero ("meteco") en Atenas. suya es una cita conocida de su tratado La política que advierte de los conflictos que ocurren en las ciudades cuando se aceptan extranjeros. La frase se escribió en el siglo IV aC.
Terre et peuple es una asociación de extrema derecha francesa creada a mediados de los años noventa. Está compuesta en parte por miembros del Front National. Defiende que Europa debe estar en manos de pueblos indo-europeos (o arios), es decir, en Francia, celtas, galos. El origen de esta visión procede de la Alemania nazi.
Entre sus principios, se hallan:
"Recuperando nuestra más antigua y completa forma política abogamos por la constitución de esta unidad bajo la forma de Imperium, de integración superior en la diversidad, rechazando la forma de un macro-estado jacobino", y
"Reafirmación de los valores y principios comunes a todas las religiones indoeuropeas. Denunciamos lo valores extraños que se han introducido en Europa por religiones originarias de las zonas desérticas del Próximo Oriente."
Terre et peuple procede de la asociación GRECE: Groupement de Recherche et d´Étude pour la Civilisation Européenne, fundada a finales de los años sesenta. Su objetivo es luchar contra el pensamiento "judeo-cristiano" y el marxismo. Julius Evola es uno de los pensadores en cuyas ideas se fundas GRECE. Este teórico italiano de la primera mitad del siglo XX, amigo de Mussolini, y conferenciante asiduo en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial defendía el origen indo-europeo (ario) de la civilización europea, cuya raza era superior (a todas las demás).
Tanto Terre et Peuple como GRECE poseen delegaciones en España, y en concreto, en Cataluña. A través de un blog, Tierra y pueblo y, una página web, Terra i poble, editan textos como:
Esta cita también es comentada -y alabada- por Minuto Digital, una página web de extrema derecha, sobre la "homogeneidad étnica".
En noviembre de 2006, CIEMEN (Centre Internacional Escarré per a les Minories Ètniques i les nacions), que cuenta entre sus asesores a Julià de Jòdar y Joan Manuel Tresseras (ERC), organizó una conferencia de Alain de Benoist, director de GRECE en Francia. Éste defiende la supremacía de las élites y los "indoeuropeos", y el retorno al tiempo del mito. Ante la extrañeza de un lector por la ideología del conferenciante, se contestó que de Benoit tenía gran agilidad mental.
Aristóteles era un extranjero ("meteco") en Atenas. suya es una cita conocida de su tratado La política que advierte de los conflictos que ocurren en las ciudades cuando se aceptan extranjeros. La frase se escribió en el siglo IV aC.
Terre et peuple es una asociación de extrema derecha francesa creada a mediados de los años noventa. Está compuesta en parte por miembros del Front National. Defiende que Europa debe estar en manos de pueblos indo-europeos (o arios), es decir, en Francia, celtas, galos. El origen de esta visión procede de la Alemania nazi.
Entre sus principios, se hallan:
"Recuperando nuestra más antigua y completa forma política abogamos por la constitución de esta unidad bajo la forma de Imperium, de integración superior en la diversidad, rechazando la forma de un macro-estado jacobino", y
"Reafirmación de los valores y principios comunes a todas las religiones indoeuropeas. Denunciamos lo valores extraños que se han introducido en Europa por religiones originarias de las zonas desérticas del Próximo Oriente."
Terre et peuple procede de la asociación GRECE: Groupement de Recherche et d´Étude pour la Civilisation Européenne, fundada a finales de los años sesenta. Su objetivo es luchar contra el pensamiento "judeo-cristiano" y el marxismo. Julius Evola es uno de los pensadores en cuyas ideas se fundas GRECE. Este teórico italiano de la primera mitad del siglo XX, amigo de Mussolini, y conferenciante asiduo en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial defendía el origen indo-europeo (ario) de la civilización europea, cuya raza era superior (a todas las demás).
Tanto Terre et Peuple como GRECE poseen delegaciones en España, y en concreto, en Cataluña. A través de un blog, Tierra y pueblo y, una página web, Terra i poble, editan textos como:
Esta cita también es comentada -y alabada- por Minuto Digital, una página web de extrema derecha, sobre la "homogeneidad étnica".
En noviembre de 2006, CIEMEN (Centre Internacional Escarré per a les Minories Ètniques i les nacions), que cuenta entre sus asesores a Julià de Jòdar y Joan Manuel Tresseras (ERC), organizó una conferencia de Alain de Benoist, director de GRECE en Francia. Éste defiende la supremacía de las élites y los "indoeuropeos", y el retorno al tiempo del mito. Ante la extrañeza de un lector por la ideología del conferenciante, se contestó que de Benoit tenía gran agilidad mental.
martes, 23 de junio de 2015
Una pila de alucinaciones: la batería del Museo de Bagdad
Recuerdo que hace unos años, Gregorio Luri me llamó excitado acerca de la posibilidad de viajar a Bosnia todos los gastos pagados y a cuerpo de rey. Una amiga suya le había pedido formar parte de un comité de expertos, enteramente financiados por la UNESCO; que debían decidir acerca de un revolucionario descubrimiento arqueológico: una pirámide (luego, dos pirámides), de centenares de metros, decenas de miles anteriores a las primeras pirámides egipcias, levantadas en un valle de Bosnia. Se trataba -cómo no- de las pirámides del sol y de la luna. Habían sido descubiertas por un arqueólogo australiano, célebre porque había demostrado que las ciudades mayas, en la selva guatemalteca, habían sido construidas por extraterrestres.
Obviamente, aceptamos de inmediato la propuesta.
Finalmente la oferta no prosperó. Quizá, por desgracia, la UNESCO recapacitara.
Pocos años más tarde, la Escuela de Arquitectura de Barcelona otorgó un "Apto. Cum Laude" a una tesis doctoral -cuyo contenido también fue presentado en el Colegio de Arquitectos de Cataluña y otras reputadas instituciones académicas- que demostraba que las medidas de la gran pirámide egipcia de Giza, contenía todas las fechas de los principales eventos de la humanidad, pasados, presentes y futuros. Se leía incluso el nombre de Jesús.
Cuando Caixaforum, en Barcelona, expuso la muestra sobre la cultura del sur de Mesopotamia en los cuarto y tercer milenios aC (Antes del diluvio. Mesopotamia 3500-2100 aC), en 2012, sorprendió la incesante visita de jóvenes vestidos de negro, con botas militares, cargados de cadenas, y coronados a veces con magníficas crestas, que acudían en busca de la señal. Solían inclinarse o arrodillarse ante una estatuilla "pre-sumeria", calificada de diosa, que representaba a una figura femenina con una testa de ave rapaz. Si, la señal estaba clara: como expone "El libro de Enki" y proclaman a voz de grito grupos de Death Metal, los sumerios eran extraterrestres. Sin embargo, recibimos también duros reproches porque ocultábamos la verdad: los sumerios no fueron nunca de este mundo.
A partir de los años cincuenta, no hubo un descubrimiento arqueológico de renombre que no se asociara a seres de otro mundo. ¿quién no recuerda las pistas de aterrizaje de OVNIS en los petroglifos gigantescos de Nazca (Perú)?.
Sin embargo, todas esas revelaciones empalidecen ante la gran verdad: los babilónicos descubrieron la electricidad -y, por tanto, fueron capaces de alimentar las máquinas más fantásticas: ¿OVNIS?
En 1936, el director alemán del Museo de Bagdad halló en un sótano una jarra -o varias-, sellada con bitumen, que contenía dos estrechos tubos metálicos, situados uno dentro de otro, de cobre y de estaño. La interpretación era clara: se trataba de una batería eléctrica.
Gracias a ésta, y otras que también yacían en el museo, los mesopotámicos practicaban la técnica de la galvanización. Ésa era el uso más mundano que se le podía dar. A partir de éste....
Arqueólogos, en los años setenta, habrían replicado la batería y demostrado que podía haber funcionado con un líquido ácido: jugo de pomelo.
Que la batería hubiera sido descubierta cuando los nazis buscaban pruebas de la superioridad aria, es decir de la existencia de extraterrestres, por todo el mundo -Himmler vino al monasterio de Montserrat, cerca de Barcelona, buscando el Santo Grial-, que no existan pruebas gráficas de los experimentos practicados en los años setenta, que no se hallaran cables y que por otra parte el sello con bitumen la la boca de la jarra impedía cualquier contacto entre los tubos y el exterior, y que ningún arqueólogo haya logrado, con luz y taquígrafos, producir ningún chispazo con la batería mesopotámica, no ha impedido que la afirmación rotunda acerca del conocimiento de fuentes de energía misteriosa por parte de los mesopotámicos que, seguramente, les habrían transmitido civilizaciones -o razas- superiores.
Todavía en 2009, tras una visita al Museo de Bagdad, se nos preguntó acerca de la célebre bateria.
Es por eso que se tiene que acusar a la mayoría de los sumerólogos de falta de fe o de imaginación. En 2012, se demostró que la jarra es de época sasánida, data del primer milenio dC, y los tubos catódicos son simplemente sujeciones de papiros de inspiración romano-oriental. La jarra habría sido, como tantas otras, un simple receptáculo protector de papiros.
El desencanto es obvio. No puede ser. ¿una funda de papiros?
Enki no ha podido dejarnos caer tan bajo.
Suerte que siempre nos quedarán las pirámides (en Egipto, Guatemala o Bosnia). La colina del Tibidabo, cabe Barcelona, ¿no tiene una forma sospechosa?
Obviamente, aceptamos de inmediato la propuesta.
Finalmente la oferta no prosperó. Quizá, por desgracia, la UNESCO recapacitara.
Pocos años más tarde, la Escuela de Arquitectura de Barcelona otorgó un "Apto. Cum Laude" a una tesis doctoral -cuyo contenido también fue presentado en el Colegio de Arquitectos de Cataluña y otras reputadas instituciones académicas- que demostraba que las medidas de la gran pirámide egipcia de Giza, contenía todas las fechas de los principales eventos de la humanidad, pasados, presentes y futuros. Se leía incluso el nombre de Jesús.
Cuando Caixaforum, en Barcelona, expuso la muestra sobre la cultura del sur de Mesopotamia en los cuarto y tercer milenios aC (Antes del diluvio. Mesopotamia 3500-2100 aC), en 2012, sorprendió la incesante visita de jóvenes vestidos de negro, con botas militares, cargados de cadenas, y coronados a veces con magníficas crestas, que acudían en busca de la señal. Solían inclinarse o arrodillarse ante una estatuilla "pre-sumeria", calificada de diosa, que representaba a una figura femenina con una testa de ave rapaz. Si, la señal estaba clara: como expone "El libro de Enki" y proclaman a voz de grito grupos de Death Metal, los sumerios eran extraterrestres. Sin embargo, recibimos también duros reproches porque ocultábamos la verdad: los sumerios no fueron nunca de este mundo.
A partir de los años cincuenta, no hubo un descubrimiento arqueológico de renombre que no se asociara a seres de otro mundo. ¿quién no recuerda las pistas de aterrizaje de OVNIS en los petroglifos gigantescos de Nazca (Perú)?.
Sin embargo, todas esas revelaciones empalidecen ante la gran verdad: los babilónicos descubrieron la electricidad -y, por tanto, fueron capaces de alimentar las máquinas más fantásticas: ¿OVNIS?
En 1936, el director alemán del Museo de Bagdad halló en un sótano una jarra -o varias-, sellada con bitumen, que contenía dos estrechos tubos metálicos, situados uno dentro de otro, de cobre y de estaño. La interpretación era clara: se trataba de una batería eléctrica.
Gracias a ésta, y otras que también yacían en el museo, los mesopotámicos practicaban la técnica de la galvanización. Ésa era el uso más mundano que se le podía dar. A partir de éste....
Arqueólogos, en los años setenta, habrían replicado la batería y demostrado que podía haber funcionado con un líquido ácido: jugo de pomelo.
Que la batería hubiera sido descubierta cuando los nazis buscaban pruebas de la superioridad aria, es decir de la existencia de extraterrestres, por todo el mundo -Himmler vino al monasterio de Montserrat, cerca de Barcelona, buscando el Santo Grial-, que no existan pruebas gráficas de los experimentos practicados en los años setenta, que no se hallaran cables y que por otra parte el sello con bitumen la la boca de la jarra impedía cualquier contacto entre los tubos y el exterior, y que ningún arqueólogo haya logrado, con luz y taquígrafos, producir ningún chispazo con la batería mesopotámica, no ha impedido que la afirmación rotunda acerca del conocimiento de fuentes de energía misteriosa por parte de los mesopotámicos que, seguramente, les habrían transmitido civilizaciones -o razas- superiores.
Todavía en 2009, tras una visita al Museo de Bagdad, se nos preguntó acerca de la célebre bateria.
Es por eso que se tiene que acusar a la mayoría de los sumerólogos de falta de fe o de imaginación. En 2012, se demostró que la jarra es de época sasánida, data del primer milenio dC, y los tubos catódicos son simplemente sujeciones de papiros de inspiración romano-oriental. La jarra habría sido, como tantas otras, un simple receptáculo protector de papiros.
El desencanto es obvio. No puede ser. ¿una funda de papiros?
Enki no ha podido dejarnos caer tan bajo.
Suerte que siempre nos quedarán las pirámides (en Egipto, Guatemala o Bosnia). La colina del Tibidabo, cabe Barcelona, ¿no tiene una forma sospechosa?
domingo, 21 de junio de 2015
Indoeuropeos
Un voluminoso estudio histórico ha revolucionado recientemente la historia en Francia: Mais où sont passés les indo-européens? Le mythe d´origine de l´Occident (¿Pero dónde han pasado los indo-europeos? El mito de origen de occidente), de Jean-Paul Demoule, publicado a finales del año pasado.
Lo que ha sacudido la visión de la historia no es tanto lo que cuenta, ya sabido, sino la exhaustiva documentación que expone con todo detalle la extensión de las creencias -o la ideología- que subyace al estudio de los indo-europeos.
Los indo-europeos, inicialmente, no existían. El indo-europeo fue una lengua muerta. Éste no se encontraba en ningún texto, sino que fue deducida, ya en el siglo XVIII. Se observó cierto paralelismo entre el sánscrito, el persa, el griego antiguo, el latín y el celta. Existían palabras con lo que parecía raíces comunes.
Se dedujo que estas lenguas antiguas, extendidas por dos continentes -y todos, si se piensa en la difusión de lenguas modernas como el español, el francés, el alemán, el italiano y el inglés, fruto de la colonización-, en tierras muy alejadas entre sí, desde la India hasta España, debían proceder de una lengua común, y no de influencias mutuas. Fue entonces cuando se postuló que esta lengua, a la que se denominó indo-europeo, debía ser la lengua propia de un pueblo. Y éste tuvo que tener una tierra de origen, que no debía coincidir con ninguna en la que se hablara una lengua "indoeuropea". Se postularon, entonces, a través del estudio de determinadas palabras que podrían reflejar un determinado entorno natural -nombres de árboles, animales, etc.-, posibles lugares de origen: centro Asia, y el norte de Europa fueron los que suscitaron una aprobación generalizada por parte de lingüistas y, posteriormente, de antropólogos y arqueólogos. Unos estudiaban palabras, otros buscaban objetos que revelaran costumbres y otros, finalmente, buscaban huellas que determinaran modos de relacionarse con el entorno y con otras sociedades: tanto trazas de asentamientos cuanto de batallas. El indo-europeo pasó de ser una lengua a ser un pueblo, y una tierra. Esta tierra era la tierra de origen del pueblo cuya lengua estaba en el origen de la mayoría de las lenguas mundiales. No de todas. Las lenguas semitas -así como lenguas africanas, etc.- quedaban excluidas. Por otra parte, el indoeuropeo se impuso como lengua allí donde ya existían lenguas "nativas". Eso significaba que los indoeuropeos fueron capaces de dominar para siempre otros pueblos. Por tanto eran guerreros. Físicamente superiores, mejor armados y organizados. eran, pues, un pueblo superior. Y originario. De algún modo un pueblo elegido. Por otra parte eran físicamente distintos: sus cráneos eran distintos del de los pueblos que subyugaron (pueblos semitas, del sur de Europa, etc.).
Estas deducciones, sin embargo, chocaban con lo que la Biblia cuenta. por tanto, ya desde finales del siglo XVIII -y a lo largo del siglo XIX y parte del siglo XX- se postuló que los indoeuropeos eran el pueblo elegido -en contra de los hebreos- y el Edén se hallaba en Centro Asia -o en el Norte de Europa-, y que la biblia no contaba la verdad o que había sido mal interpretada, versión que se impuso.
Este pueblo superior tenía que ser ario. Y los celtas, los germánicos o los alemanes, descendientes de este pueblo. Los restos arqueológicos hallados en el norte y el centro de Europa, no eran, sin embargo, deslumbrantes. Si lo eran los griegos y romanos. Eso solo podía significar que el arte clásico floreció tras invasiones arias (jonias, dorias) acontecidas a finales del segundo y principios del primer milenios. Lo mismo ocurría con el arte mesopotámico. fueron invasiones arias las que trajeron la cultura. Europa, y no el Próximo Oriente, aparecía como la cuna de la civilización, de una cultura superior.
Se había encontraba al verdadero pueblo elegido. No era semita, sino blanco (alto y rubio). Esta predilección tenía que continuar. Ya fuera dominando, seleccionando o eliminando poblaciones que no casaban con estas características, pues socavaban las virtudes del pueblo indoeuropeo. Este pueblo era una raza. Poseía rasgos físicos propios. La raza de la que eran portadores era una raza también superior, y predilecta. El resto de las razas eran secundarias, o innecesarias. Lastraban el progreso.
Esta visión de la historia apareció en el siglo XVII y ha perdurado hasta los años setenta del siglo pasado. Se dio en la mayoría de los países europeos, no solo en Alemania. pocos historiadores escaparon a esta visión. El gran egiptólogo y sumerólogo Henri Frankfort fue una excepción. Huyó de Alemania en los años treinta.
Se dio también en España. Un gran historiador del indo-europeo, Pedro Bosch-Gimpera, cuyo maestro era alemán, postuló que en España existieron dos razas: celta e íbera. Bosch Gimpera consciente que la asociación entre el indoeuropeo, los indoeuropeos y una raza determinada, podía molestar. La celta ocupaba el centro de la península; la íbera, que era aria, la costa mediterránea, sobre todo en el noreste de la península. Las características físicas, los valores de cada raza han perdurado hasta la muerte del historiador, en los años setenta del siglo pasado. La raza íbera era superior, y las guerras en la Península fueron guerras entre dos razas desiguales.
Algunos partidos europeos parecen, hoy, sacar partido de esas creencias , construcciones, sueños (o pesadillas) que la arqueología -y la lingüistica- han desmontado.
Lo que ha sacudido la visión de la historia no es tanto lo que cuenta, ya sabido, sino la exhaustiva documentación que expone con todo detalle la extensión de las creencias -o la ideología- que subyace al estudio de los indo-europeos.
Los indo-europeos, inicialmente, no existían. El indo-europeo fue una lengua muerta. Éste no se encontraba en ningún texto, sino que fue deducida, ya en el siglo XVIII. Se observó cierto paralelismo entre el sánscrito, el persa, el griego antiguo, el latín y el celta. Existían palabras con lo que parecía raíces comunes.
Se dedujo que estas lenguas antiguas, extendidas por dos continentes -y todos, si se piensa en la difusión de lenguas modernas como el español, el francés, el alemán, el italiano y el inglés, fruto de la colonización-, en tierras muy alejadas entre sí, desde la India hasta España, debían proceder de una lengua común, y no de influencias mutuas. Fue entonces cuando se postuló que esta lengua, a la que se denominó indo-europeo, debía ser la lengua propia de un pueblo. Y éste tuvo que tener una tierra de origen, que no debía coincidir con ninguna en la que se hablara una lengua "indoeuropea". Se postularon, entonces, a través del estudio de determinadas palabras que podrían reflejar un determinado entorno natural -nombres de árboles, animales, etc.-, posibles lugares de origen: centro Asia, y el norte de Europa fueron los que suscitaron una aprobación generalizada por parte de lingüistas y, posteriormente, de antropólogos y arqueólogos. Unos estudiaban palabras, otros buscaban objetos que revelaran costumbres y otros, finalmente, buscaban huellas que determinaran modos de relacionarse con el entorno y con otras sociedades: tanto trazas de asentamientos cuanto de batallas. El indo-europeo pasó de ser una lengua a ser un pueblo, y una tierra. Esta tierra era la tierra de origen del pueblo cuya lengua estaba en el origen de la mayoría de las lenguas mundiales. No de todas. Las lenguas semitas -así como lenguas africanas, etc.- quedaban excluidas. Por otra parte, el indoeuropeo se impuso como lengua allí donde ya existían lenguas "nativas". Eso significaba que los indoeuropeos fueron capaces de dominar para siempre otros pueblos. Por tanto eran guerreros. Físicamente superiores, mejor armados y organizados. eran, pues, un pueblo superior. Y originario. De algún modo un pueblo elegido. Por otra parte eran físicamente distintos: sus cráneos eran distintos del de los pueblos que subyugaron (pueblos semitas, del sur de Europa, etc.).
Estas deducciones, sin embargo, chocaban con lo que la Biblia cuenta. por tanto, ya desde finales del siglo XVIII -y a lo largo del siglo XIX y parte del siglo XX- se postuló que los indoeuropeos eran el pueblo elegido -en contra de los hebreos- y el Edén se hallaba en Centro Asia -o en el Norte de Europa-, y que la biblia no contaba la verdad o que había sido mal interpretada, versión que se impuso.
Este pueblo superior tenía que ser ario. Y los celtas, los germánicos o los alemanes, descendientes de este pueblo. Los restos arqueológicos hallados en el norte y el centro de Europa, no eran, sin embargo, deslumbrantes. Si lo eran los griegos y romanos. Eso solo podía significar que el arte clásico floreció tras invasiones arias (jonias, dorias) acontecidas a finales del segundo y principios del primer milenios. Lo mismo ocurría con el arte mesopotámico. fueron invasiones arias las que trajeron la cultura. Europa, y no el Próximo Oriente, aparecía como la cuna de la civilización, de una cultura superior.
Se había encontraba al verdadero pueblo elegido. No era semita, sino blanco (alto y rubio). Esta predilección tenía que continuar. Ya fuera dominando, seleccionando o eliminando poblaciones que no casaban con estas características, pues socavaban las virtudes del pueblo indoeuropeo. Este pueblo era una raza. Poseía rasgos físicos propios. La raza de la que eran portadores era una raza también superior, y predilecta. El resto de las razas eran secundarias, o innecesarias. Lastraban el progreso.
Esta visión de la historia apareció en el siglo XVII y ha perdurado hasta los años setenta del siglo pasado. Se dio en la mayoría de los países europeos, no solo en Alemania. pocos historiadores escaparon a esta visión. El gran egiptólogo y sumerólogo Henri Frankfort fue una excepción. Huyó de Alemania en los años treinta.
Se dio también en España. Un gran historiador del indo-europeo, Pedro Bosch-Gimpera, cuyo maestro era alemán, postuló que en España existieron dos razas: celta e íbera. Bosch Gimpera consciente que la asociación entre el indoeuropeo, los indoeuropeos y una raza determinada, podía molestar. La celta ocupaba el centro de la península; la íbera, que era aria, la costa mediterránea, sobre todo en el noreste de la península. Las características físicas, los valores de cada raza han perdurado hasta la muerte del historiador, en los años setenta del siglo pasado. La raza íbera era superior, y las guerras en la Península fueron guerras entre dos razas desiguales.
Algunos partidos europeos parecen, hoy, sacar partido de esas creencias , construcciones, sueños (o pesadillas) que la arqueología -y la lingüistica- han desmontado.
viernes, 19 de junio de 2015
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