Se sabe hoy que Babilonia nunca tuvo jardines colgantes. Pero éstos no fueron extraños a la cultura mesopotámica. Las ciudades orientales que dispusieron de aquéllos estuvieron en Asiria (en el norte de Mesopotamia), como Nínive -trágicamente conocida hoy.
Puede sorprender la presencia de la naturaleza dentro de la ciudad del Próximo Oriente Antiguo. En el imaginario mesopotámico, la naturaleza virgen o primigenia debía ser completada, acotada, controlada. El Paraíso mesopotámico no correspondía a un espacio edénico sino a una ciudad o a un territorio urbanizado, dotado de vías y de canales. La ciudad se oponía a la naturaleza, pero por razones distintas a las actuales. La naturaleza debía ser "domesticada", y la ciudad era el resultado de una poderosa y decidida intervención en la naturaleza para reducirla. Las ciudades, como cantaba el rey de Uruk Gilgamesh eran la manifestación del control humano -siempre por indicación o autorización divina- de la naturaleza, a la que ya el dios Enki, dios de la arquitectura, tuvo que doblegar a poco de la creación del mundo. La naturaleza era el espacio e los monstruos y los males.
Los jardines "colgantes", por el contrario, introducían la naturaleza en la ciudad, lo que conllevaba que el desorden penetraba en la ordenación del espacio que la ciudad conseguía, al mismo tiempo que lo amenazaba. Dada la urbanización del territorio emprendida por los reyes asirios y neo-asirios durante unos novecientos años desde la primera mitad del segundo milenio, y la extensa red de ciudades fundadas ex-nuovo, no siempre atendiendo a una explícita orden divina, cuesta entender la aceptación del orden natural -controlado, ciertamente en forma de jardines plantados- en la trama urbana. Las ciudades manifestaban un orden estricto. Aunque se adaptaban a la geografía, se sustentaban sobre una trama "hipodámica", estaban rodeadas de murallas y se dividían claramente entre una ciudad baja profana y una parte alta aislada, un "acrópolis" donde se ubicaban palacios y templos sobre un juego de extensas terrazas. El modelo, pese a variantes e influencias locales, solía ser claro.
La existencia de jardines, sostiene la profesora francesa Masetti-Rouault, podría tener una poderosa razón. Respondía a un plan y a una ideología claros. Los jardines no negaban la oposición entre ciudad y naturaleza. Por el contrario, la exacerbaban. Pero, permitiendo que la naturaleza se instalase dentro del recinto urbano, los reyes asirios manifestaban que no la temían, lo que era una manifestación de su poder sobre las fuerzas que traían el desorden. La naturaleza estaba enteramente sometida. Ya no constituía ningún peligro. Como los pueblos dominados por Asiria, la naturaleza inclinaba la cabeza y reducida a la forma de un acotado jardín se le autorizaba a refugiarse en la urbe. Los reyes demostraban así su omnipotencia, y que los dioses confiaban en su poder. Los jardines no "naturalizaban" la ciudad sino que mostraban que la naturaleza solo podía existir en tanto que naturaleza domesticada.
sábado, 22 de agosto de 2015
viernes, 21 de agosto de 2015
La Biblia del Prado. La historia sagrada en el arte (Ciclo anual de conferencias. Auditorio del Museo del Prado, Madrid. Octubre 2015-Marzo 2016)
La Biblia del Prado
La historia sagrada en el arte
2015-2016
El Antiguo Testamento ha sido fuente de inspiración, reflexión y re-interpretación a lo largo de los siglos, convirtiéndose en una de las claves fundamentales para comprender el devenir de los tiempos y nuestro mundo y arte actuales.
Rompiendo todos los límites geográficos, históricos y culturales, pocos textos han tenido tanta influencia en las más diversas disciplinas: cine, arquitectura, literatura o música, entre otras.
Le proponemos profundizar en el apasionante relato del Antiguo Testamento.
› Programa
Octubre
Día 13
Francisco Calvo SerrallerCatedrático de Historia del Arte, Universidad Complutense
Panóptico de mujeres bíblicas
Panóptico de mujeres bíblicas
Día 20
Jesús María González de ZárateCatedrático de Historia del Arte, Universidad del País Vasco
El Génesis y la mitología: alegorías e historias como sucesos convergentes
El Génesis y la mitología: alegorías e historias como sucesos convergentes
Día 27
Pedro AzaraProfesor de Estética, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona
Cuando el Paraíso no era ningún paraíso (o el Edén en Mesopotamia)
Cuando el Paraíso no era ningún paraíso (o el Edén en Mesopotamia)
Noviembre
Día 3
Gonzalo M. BorrásCatedrático emérito de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza
Adán y Eva
Adán y Eva
Día 10
Félix de AzúaEscritor
El sacrificio mudo (Abraham sacrifica a su hijo)
El sacrificio mudo (Abraham sacrifica a su hijo)
Día 17
Miguel Falomir
Director adjunto de Conservación e Investigación, Museo del PradoGénesis veneciano: de Adán a Noé
Director adjunto de Conservación e Investigación, Museo del PradoGénesis veneciano: de Adán a Noé
Día 24
Agustín Sánchez VidalCatedrático emérito de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza
La Torre de Babel: el mito y sus metáforas
La Torre de Babel: el mito y sus metáforas
Diciembre
Día 1
Ramón AndrésEnsayista y músico
Un tiempo de cantar y un tiempo de callar. La música en los escritos bíblicos
Un tiempo de cantar y un tiempo de callar. La música en los escritos bíblicos
Día 15
José Manuel Cruz ValdovinosCatedrático de Historia del Arte, Universidad Complutense
La fe del patriarca Abraham
La fe del patriarca Abraham
Enero
Día 12
Jonathan Ruffer*Chairman, The Auckland Castle Trust
Las doce tribus de Israel
Las doce tribus de Israel
Día 19
Juan Ángel Vela del CampoEnsayista de temas musicales
El Antiguo Testamento y la ópera. “Nabucco” y otros ejemplos
El Antiguo Testamento y la ópera. “Nabucco” y otros ejemplos
Día 26
Alfonso Rodríguez y Gutiérrez de CeballosAcadémico numerario, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Experiencias sobre el Templo de Salomón
Experiencias sobre el Templo de Salomón
Febrero
Día 2
Luis Alberto de CuencaProfesor de Investigación, Consejo Superior de Investigaciones Científicas
La Biblia en el cine
La Biblia en el cine
Día 9
Victor I. StoichitaProfesseur ordinaire en histoire de l'art des temps modernes, Université de Fribourg
Susana y los viejos
Susana y los viejos
Día 16
Rocío Sánchez AmeijeirasProfesora de Historia del Arte, Universidad de Santiago de Compostela
“Que me bese con el beso de su boca”: las interpretaciones visuales del Cantar de los Cantares
“Que me bese con el beso de su boca”: las interpretaciones visuales del Cantar de los Cantares
Día 23
Leticia Azcue BreaJefe de Conservación de Escultura y Artes Decorativas, Museo del Prado
Moisés: de las aguas al mármol
Moisés: de las aguas al mármol
Marzo
Día 1
Isidro Bango TorvisoCatedrático de Historia del Arte, Universidad Autónoma de Madrid
Bajo el signo de vaticinios y oráculos: sibilas y profetas
Bajo el signo de vaticinios y oráculos: sibilas y profetas
Día 8
Víctor Nieto AlcaideCatedrático de Historia del Arte, Universidad Nacional de Educación a Distancia
Concordancias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento
Concordancias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento
Día 15
Luis Fernández-GalianoCatedrático de Proyectos, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid
Jerusalén y Babilonia en el siglo XX
Jerusalén y Babilonia en el siglo XX
* Conferencia con traducción simultánea
El curso se imparte también en:
CAIXAFORUM BARCELONA
FUNDACIÓN BARRIÉ: La Coruña, Santiago de Compostela y Vigo
MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO
Para más información:;
http://www.amigosmuseoprado.org/ficha_actividad.cfm?idActividad=526&curso=1&historico=0&idCategoria=14
ROBBIE CORNELISSEN (1954): THE LABYRINTH RUNNER (2009)
Para ver el vídeo completa, vaya a esa dirección autorizada del Netherlands Media Art Institute para el cual fue creado:
http://catalogue.li-ma.nl/site-2013/?page=%2Fsite-2013%2Fart_play.php%3Fid%3D15709
El visionado es legal
La Fundación Villa Datris, en Isle-sur-Somme (Francia) presenta este verano la exposición Archi-Sculpture sobre maquetas de arquitectura la mayoría de artistas plásticos más que de arquitectos, u esculturas de arquitectos que se asemejan a maquetas, y que ofrecen un punto de vista sobre la arquitectura que se desmarca de los juicios más habituales -y del "maquetismo" al uso-, centrándose en nuevas formas en las que se acoge la vida, o en representaciones críticas de la arquitectura contemporánea, sin recurrir a tópicos como el fallido libro de Georges Perec, Espèces d´espaces.
Entre estas obras destaca la única animación, El corredor del laberinto, del artista (dibujante y animador) holandés Cornelissen.
miércoles, 19 de agosto de 2015
La ciudad según la Biblia
La Biblia ofrece una imagen negativa de la ciudad. Es una afirmación común defendida también en este blog. Quizá deba ser matizada.
Es cierto que existen datos incuestionables. El primer criminal de la historia, el fratricida Caín, fundó y construyó la primera ciudad, y la imagen de Babilonia, las grandes capitales asirias, Sodoma y Gomorra, etc. No deja lugar a dudas: la ciudad es un espacio proscrito. El mismo Yahvé tardó en permitir la construcción de un templo.
Esta imagen tan negativa contrasta con otros datos que sostienen que Yahvé levantó la bóveda del cielo soportada por lo que se puede interpretar como pilares. Es cierto que el mundo no era una ciudad pero sí se asemejaba a un templo y, por otra parte, fundó ocasionalmente ciudades. Por otra parte, el cielo acogía construcciones celestiales en las que las almas y la misma divinidad miraban. Recordemos que Yahvé ocupaba un trono (un objeto msnufacturado) sostenido por querubines y que aquél Lo representaba.
Sorprende más la relación que los teólogos establecieron pronto entre el Edén y el templo de Jerusalén. Ya Ezequiel consideraba que el templo en el futuro seria como el Edén (algunos textos cristianos "apócrifos" primitivos establecerían que el Edén era una iglesia). No solo el Edén se ubicaba en el monte Moriah donde se levantaría el templo que Salomón levantaría por orden divina, sino que Yahvé se edificó el Edén para si mismo ( cuyo usufructo concedió al adán que modeló), y cuyos elementos destacados, como los querubines que velaban la entrada, eran idénticos a los del templo, cuyas paredes interiores se ornaban con frescos con motivos de palmeras, propias del jardín del Edén (el Paraíso, un jardín recoleto, se ubicaba en la región de Edén o a veces se confundía con éste).
Existía una oposición entre el Edén y la ciudad. La primera fue fundada tras la expulsión de los primeros humanos de aquél. En el Edén no eran necesario muros ni techos puesto que no existían enemigos. La presencia de querubines y espadas flamígeras ante el acceso al Edén -cuya puerta fue entonces marcada- fue una consecuencia de la expulsión de Adán y Eva, para impedirles regresar.
Pero Ezequiel (36: 34-35) sostuvo, en su visión escatológica que, al final de los tiempos, con la llegada (o el retorno, según los cristianos) del Mesías, el Edén, que se ubicaba en la tierra o en el cielo, al igual que el verdadero templo y que la ciudad ideal (la Jerusalén celestial), se restauraría y las ciudades, abandonadas y en ruinas, volverían a poblarse y las murallas volverían a levantarse. Las ciudades se convertirían de nuevo en lugares pletóricos de vida, espacios vitales, en los que la vida se acogería. Del mismo modo Isaías (65: 21-23) defendía que en la nueva Jerusalén, tras la restauración de los tiempos, los hombres se construirían sus propias moradas, creencia compartida por el tardío (s. V dC) Apocalipsis de 4 Ezra (8:52), según el cual los bienaventurados se construirían su propia ciudad. El propio Yahvé regresaría a su templo que es el Edén al final de los tiempos.
Podríamos entonces pensar que la ciudad y la caída están relacionadas, pero que la relación no es la que podríamos pensar. La ciudad aparece tras la caída, ciertamente, y no es defendible, pero este descrédito no se opone a la existencia de ciudades y construcciones ideales, en las que la divinidad incluso mora, que se materializan en la tierra y lucen cuando la condena de la caída es anulada. Para Marcos (14:48), la construcción del templo no es un hecho condenable, edific mar no es un castigo, siempre que no se trate de un trabajo manual. La ciudad y la arquitectura se piensan. Existen y deben existir solo como espacios soñados o visionaria.
La ciudad, entonces, libre de su asociación fatal, se erige como el lugar donde la vida prende. No hay vida (verdadera o eterna) sin ciudad -como no se da vida condenable (que no es vida) fuera de la ciudad terrenal cuando la caída aun impera-, sin ciudad soñada. Vivir es aspirar a una ciudad ideal (que, cuando dejemos de ser humanos, llegará).
martes, 18 de agosto de 2015
Religión
En Turquía es obligatorio indicar cuál es la religión en el carnet de identidad y el pasaporte; no se puede dejar la casilla en blanco. En Siria e Iraq solo se aceptan las religiones monoteístas "principales", a las que se añade el zoroastrismo en Irán, siendo inconcebibles el budismo, religiones politeístas y animistas, así como el agnosticismo y el ateísmo. La religión autorizada (religión de Libro) debe ser señalada en los documentos oficiales. El judaísmo no es aceptado en Siria como sabrán quienes habían solicitado un visado de entrada (hasta el inicio de la guerra civil en 2011) y habían tenido que detallar los nombres de los padres a fin que las autoridades sirias detectaran nombres "judíos" lo que acarreaba la prohibición de entrada en Siria. Ningún "cristiano" logrará jamás un visado para la Meca, mientras que algunos partidos políticos de extrema derecha en Israel sostienen que este país sólo debe otorgar la nacionalidad a "hebreos", confundiendo nacionalidad y religión.
En los países europeos existe libertad de culto. No se prohíbe la entrada o el trabajo a nadie por la fe o ausencia de fe que asume. La religión pertenece al ámbito privado, no así la nacionalidad.
Existe un país europeo en la que esta regla no se acepta. "Ser" judío -lo que no significa tener la nacionalidad israelita, ni seguir la religión hebrea- impide cumplir un contrato como ha ocurrido recientemente, al exigirse al trabajador que manifieste una postura (que no se solicita a trabajadores de otras religiones), so pena de no poder trabajar. La religión (independientemente de que se sea creyente o ateo) determina las posibilidades laborables.
Esta situación no es inédita en España. Ya ocurría bajo el gobierno de Franco y no hablemos del Santo Oficio.
lunes, 17 de agosto de 2015
El deseo de Tàpies (Fundación Tàpies, Barcelona)
Eros, el semi-dios griego del deseo, estaba siempre insatisfecho. Iba en pos de algo o alguien que nunca le colmaba. El protagonista de sus sueños se le escapaba y cuando estaba presente no cumplía las espectativas, por lo que la búsqueda reemprendía.
Los sacerdotes sabían que los humanos anhelaban sus dioses porque no los veían. Éstos rehuían el contacto con los mortales. Vivían en otro mundo o encerrados en lo hondo de los templos inaccesibles. Solo en contadas ocasiones se dejaban entrever de lejos cuando las puertas de la capilla se abrían.
Marcel Proust escribió que los sueños no tienen que cumplirse si quieren preservar su condición soñada. A la búsqueda del tiempo perdido es una novela en la que el protagonista, llamado Marcel Proust, como el novelista, descubre amargamente la realidad de sus sueños. La duquesa de Guermantes, la diva del teatro Berma, o Venecia, aureolados de un prestigio intangible, revelan su verdadera y decepcionante condición en cuanto Proust por fin los descubre. Venecia muestra las aguas sucias que en las descripciones de Ruskin se asemejan espejos de azabache. Nunca podrán remontar sobre su pedestal. Los dioses son dioses caídos cuando se muestran cercanos.
Es esa misma consideración sobre los sueños que la nueva dirección de la Fundacion Tàpies de Barcelona va a aplicar para promover el conocimiento y el aprecio de la obra del artista: suscitar el deseo a través de la "ausencia"; aquélla no se mostrará permanentemente.
El criterio es audaz. La frase, hermosa. Mas, por desgracia, los humanos somos volubles. Lo que un día adoramos lo derribamos o lo olvidamos al día siguiente. Recordemos la fábula del zorro y las uvas verdes. Los mismos héroes que se recluyen siempre son sustituidos por otros más expuestos.
La obra de arte existe para ser pensada y sentida al mismo tiempo. Existe porque es percibida y porque percibe al ser humano, porque éste se "siente" observado por ella. Su ausencia puede ser "sentida", mas no se puede desear lo que no se conoce. Los grandes ausentes cuyo regreso es esperado, los profetas de diversas religiones, han dejado testimonios (visibles, como el velo de la Verónica) para que sean recordados y se confíe en su regreso al Incierto final de los tiempos. Si no se expone la obra de Tàpies algún día, ¿quién la añorará cuando se retire? Por otra parte, ¿es suficientemente conocida y posee entidad suficiente para suscitar un deseo nunca satisfecho?
A falta de Madonna, siempre habrá una Lady Gaga dispuesta a todo.
viernes, 14 de agosto de 2015
El templo egipcio
La creación del mundo era considerada como un desgarro en la Grecia antigua. La razón no residía tanto en los dolores de parto de una diosa-madre, Gea, la tierra, como en la concepción de la divinidad como única, como el Uno, que tenia que fracturarse o dividirse para dar a luz a los distintos seres y entes. Este desgarro o desmembración era considerado una pérdida. Los "hijos" sufrían en comparación con el padre o la madre. Eran más opacos, no poseian la brillantez del genitor. Disponían sin embargo de la posibilidad de retornar al origen, anulando la fractura causada por la creación. De algún modo, ésta era un mal que había que solventar lo antes posible. Desgarro o caída, pérdida y disminución: los términos que describían la creación la presentaban como un acto doloroso. La propia creación de Afrodita, diosa de la belleza y la vida, resultaba de la emasculación y neutralización de su padre, acto violento que dio lugar también a la aparición del cielo y la tierra antes íntimamente unidos.
En Egipto, por el contrario, la creación fue considerada de muy diverso modo. En el origen, érase el caos y no la luz o la unidad que se fragmentaria y se apagaría a medida que el cosmos se constituiría en la Grecia antigua . Los dioses egipcios emanaban, eran hipóstasis de figuras anteriores. La creación debía ser preservada, el retorno al origen evitado porque implicaría una vuelta al caos y a la noche.
El templo, cuya construcción y cuya firma resultante repetía o imitaba la creación del cosmos, cumplía la misión de salvaguarda del mismo. La forma de los pilones o fachadas recordaba la del montículo originario de barro del Nun, las aguas primordiales, en el que una flor de loto se abriría para liberar al sol. La manera cómo el templo velaba por la pervivencia de la creación era eficaz. Un templo comprendía una multitud de estancias y pasadizos, techos y patios, muros y columnas. El espacio estaba fuertemente dividido, controlado. No existía un espacio único, sino una sucesión de lugares encajados los unos dentro de los otros. Esta sorprendente multiplicación de estancias tenía como fin manifestar y preservar la ordenación, la división del mundo a partir del control del caos inicial. La partición no era vista como un mal sino como la neutralización de la noche, su encierro y su desactivación, dividida en seres cuya forma ordenada debía ser preservada. El origen nunca fue juzgado como un parto doloroso sino como la solución al dolor que la falta de creación, el desorden previo a la creación imperaba. El templo, la multiplicación de templos, aseguraba así que el peligro del eterno retorno no existiría
Suscribirse a:
Entradas (Atom)