domingo, 4 de octubre de 2015

ANNE Y PATRICK POIRIER (1942): MESOPOTAMIA (2015) & PALMIRA (1992)











La pareja de artistas franceses, ya incluidos en este blog, Anne y Patrick Poirier, cuyo trabajo gira siempre entorno a la presencia y significado de las ruinas (que el hombre crea), y a las trazas del pasado, muestra, hasta mitad de octubre, en una galería de París, obras recuentes dedicadas a Mesopotamia: consisten, la mayoría, en cuadros en relieve blancos con vistas aéreas de yacimientos mesopotámicos: trazas que apenas se distinguen de un entorno blanco, como si la tierra estuviera cubierta por una costra de sal (como así ocurre en efecto, en el sur de Iraq), cuya blancura también alude a la página en blanco sobre la que proyectamos nuestras visiones y nuestros sueños del pasado,
La exposición incluye también una alfombra que reproduce una vista aérea de la ciudad Alepo, cuyo centro está en gran parte severamente dañado por la presente guerra civil, un plano de la ciudad descompuesta en innumerables "puntos", que puede ser pisado, como si la ciudad yaciera a nuestros días.

Finalmente, una serie fotografica, datada de 1992, dedicada a las ruinas de Palmira (Siria), hoy atacadas por el ISIL, también se muestra. Las fotos están coloreadas a mano, y presentan vistas ideales y chillonas, que evocan bien tanto los sueños que las ruinas despertaban hasta hace dos meses, y su condición de parque temático, o de Edén (ambas cosas eran Palmira: un sueño para los visitantes -y seguramente para sus habitantes-, un sueño lejos de todo (lo que convertía a Palmira, la ciudad moderna de Palmira, en medio del desierto, en un refugio, un medio de vida y una pesadilla), donde acudir cuando uno quiere descansar de la vida en la metrópoli moderna y de las condiciones enervantes de la vida actual.  

viernes, 2 de octubre de 2015

LIANE CARROLL (1964) / TOM WAITTS (1949): TAKE ME HOME (2011, 1982)



Sobre esta gran cantante de jazz británica, véase la página web siguiente

La canción es una composición de Tom Waitts para la mítica y ruinosa obra maestra de Francis Ford Coppola, One from the Heart (Corazonada, 1982):


KURT VILE (1980): WHEELHOUSE (2015)



Sobre este cantante y compositor norteamericano, véase la página web siguiente

JOSÉ MANUEL BALLESTER (1960): MUSEOS EN BLANCO (2015)
































Nota: todos los dibujos en blanco y negro forman parte de dos obras compuestas por dos tiras de papel enrolladas. Las obras no pueden ser fotografiadas en una sola imagen cada una. Las imágenes, por tanto, corresponden a distintas partes, seguidas, de una misma obra.

Fotos: Tocho, octubre de 2015

Un museo o una galería de arte es un conjunto de salas blancas a la espera de acoger obras de arte. El espacio se presenta como un contenedor neutro que las obras iluminarán.
En blanco, vacío, sin sentido, se halla el museo cuando las obras se retiran, o cuando se halla en construcción.. Deja de tener entidad. Es una nave a la espera de las obras que lo despierten.

Se considera que los museos son un remedo de los espacios sagrados de otrora. pero las obras ya no son, hoy, necesariamente fetiches. Son documentos, o son múltiples, que no necesitan espacios blancos para exponerse, por lo que la finalidad del museo, y su propia entidad, no se cumple y no se alcanza.

Museos en blanco es el título de una exposición de fotografías de museos en construcción o vacíos de José Manuel Ballester que se presenta hoy en la galería IvoryPress de Madrid.
La exposición incluye cuadernos de dibujos, y dos estrechas tiras de papel de casi diez metros de largo, que se desenrollan como un libro oriental, que contienen diversos apuntes sobre estancias de museos. Juntas, ofrecen un recorrido por un museo, constituido por una rampa de espiral, como el Museo Guggenheim de Nueva York, a través de múltiples vistas en una tira de papel enrollada. Las vistas ofrecen puntos de vista de un visitante que recorre el espacio; vistas inabarcables, traducidas en trazos sencillos apenas marcados. El soporte constituye un hilo de Ariadna que conduce al espectador a través de las salas expositivas del museo, a fin que aquél no se quede en blanco y tenga la ilusión que se adentra sin perderse en un espacio vacío.
Estos dibujos constituyen, seguramente, una de las más sensibles y mejores obras de Ballester.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

La diosa Cibeles en Barcelona



Estatua de Cibeles hallada cerca de Reus


Cuenta la leyenda que Roma fue fundada por descendientes de Eneas, príncipe troyano, encargado por la diosa Venus de reconstruir la ciudad allende los mares. Roma tenía pues estrechas relaciones con Troya.
Cerca de Troya se hallaba el monte Ida que acogía uno de los dos santuarios dedicados a la diosa oriental Cibeles más importante. Dado que existía otra montaña, llamada Ida, en Creta, en la que Zeus nació, Rea, su madre, que moraba en aquélla, fue equiparada con Cibeles, asimilada así a una diosa griega.
En tanto que diosa de la naturaleza salvaje, Cibeles se acompañaba habitualmente de leones. Pero, las palomas y los cisnes, asociados a Afrodita (Venus) y a Apolo, también formaban parte de su séquito. Las aves eran mensajeras de los dioses. Transmitían lo que el cielo dictaba, o dibujaban signos en el cielo cuando volaban en bandada, que los sacerdotes (los augures etruscos y romanos) descifraban porque eran signos celestiales que comunicaban gráfica y enigmáticamente lo que los dioses, en particular Apolo, había decidido acerca de la suerte de los humanos.
Es así como Cibeles vino a ser considerada una diosa dotada de poderes oraculares.

Apolo hablaba a través de las sacerdotisas que atendían sus templos. Eran las sibilas. Cada gran santuario apolíneo poseía una sibila. Una de las más importantes moraba en el santuario de Cumas, en la Magna Grecia (cerca de Neapolis o Nápoles, hoy, en la costa itálica).
Cuando Eneas, llegado a Italia, quiso conocer el destino de la ciudad de Roma que aún no existía, se adentro en el Hades (los Infiernos) a fin que las almas de los muertos le informen. La Sibila le acompañaba. Dos palomas los guiaban.
Las palomas también estaban asociadas a la Sibila, en tanto que portadoras de mensajes que solo la Sibila podía traducir verbalmente.

La dinastía imperial juliana, descendiente de Julio Cesar, tenía una fuerte relación con Venus. De hecho, descendía de la diosa, considerada como la madre de Eneas y la abuela de Iulio o Julio (también llamado Ascanio), hijo de Eneas.
Augusto, sucesor de Julio César, y primer emperador (o segundo César) -aunque mantuvo la ficción de la República, tocada de muerte ya por Julio César- promovió el culto de Cibeles en Roma, atendiendo con sumo cuidado su templo en el Palatino. En las ciudades y colonias que fundó o engrandeció en la Península ibérica, como Barcino y Tarraco, se construyeron templos dedicados al emperador, así como santuarios dedicados a Cibeles.

Cibeles estaba unida a su hijo y esposo Atis. Éste, en verdad, era un humano (un pastor), por lo que se castró incapaz de atender a la diosa, y murió. El árbol bajo el se emasculó era un almendro, de amarga nuez, y del contacto de la sangre con la tierra brotó un árbol de granadas, de pulpa roja como la sangre y granos translúcidos como almas. Atis no murió para siempre. Cibeles lo enterró bajo un pino y lo resucitó. Pero nacía y moría anualmente, activando con su vida el ciclo de la vida natural, y asegurando a sus fieles una vida futura siempre que le imitaran: que se castraran o se laceraran el cuerpo a sin que el vertido de sangre los purificara, y que la pérdida de los órganos sexuales les apartara del mundo material, en pos de la elevación espiritual, perdida la capacidad de engendrar materialmente.
Atis era una divinidad ligada a los cultos funerarios, por las esperanzas que brindaba. En Tarraco, en particular, su culto se divulgó, siempre en un contexto funerario.
Gracias a su asociación con Cibeles, la vida que prometía era gloriosa. Cibeles era una diosa-madre que controlaba los mecanismos que regían la vida del cosmos y de los humanos.  

Cuando la caída de los dioses paganos y la destrucción de sus templos, a finales del siglo cuarto después de Cristo, Cibeles y Atis, al igual que otras divinidades, se apagaron. O mutaron. Se unieron a los nuevos poderes sobrenaturales, tanto dioses como seres celestiales y mediadores cristianos (santos, ángeles, etc.).
Barcelona dio culto a una santa, Eulalia, y la convirtió en su patrona. Eulalia significa La que bien habla. Eulalia fue decapitada. Del cuello cercenado, se alzó una paloma, que era tanto su alma (su psique) cuanto la portadora de sus palabras. Gracias a la paloma, las palabras de Eulalia se adentraban en el futuro y auguraban lo que describían.
Eulalia fue equiparada con una Sibila.
La catedral de Barcelona, dedicada a Eulalia, se alzó sobre un santuario dedicado a Cibeles (y quizá a Atis). Un relieve dedicado a Atis, y una escultura de Cibeles, halladas en Barcelona, atestiguan el culto que se rendía a estos dioses paganos que aseguraban una vida mejor tras la muerte (aunque, sin duda, no la inmortalidad que si aportaba Eulalia).
A Atis se le honraba mediante una procesión que consistía en el paseo de un tronco de pino, cortado de un bosque de pinos sagrado, que evocaban la muerte del dios. El pino, cuyas agujas, con las que los fieles se mutilaban, no morían simbolizada a Atis que renacía. El pino es un árbol de hoja perenne.
Cibeles era representada por una piedra negra anicónica, similar a la kaaba de la Meca. En ocasiones, sin embargo, cuando se la evocaba naturalísticamente, el rostro era tallado en una piedra negra, convirtiendo a Cibeles en una virgen negra (su esposo era un eunuco).
Las vírgenes negras, las vírgenes del pino, los santuarios del pino, y la tradición infantil de  golpear un tronco para que suelte los bienes (dulces, caramelos) -conocida como Caga tió- que encierra, derivan seguramente del culto a Atis y Cibeles, que tanto prendieron en Cataluña y en Barcelona en particular, que posee una catedral cuyo claustro acoge a ocas vivas, un recuerdo de las aves asociadas a Eulalia y a Cibeles.


lunes, 28 de septiembre de 2015

C DUNCAN (CHRISTOPHER DUNCAN, 1989): ARCHITECT (2015)



sobre este artista británico, véase esta página web



Adán y los sabios (Adapa y Adán)

Los apkallu (palabra que significa hombre grande de las aguas) eran uno semi-dioses mesopotámicos que mediaban entre los dioses y los humanos. Mientras éstos se afanaban en cultivar los campos y mantener los canales para alimentar a los dioses, éstos vivían aislados en el cielo, indiferentes a la suerte de los mortales.
Los apkallu eran seres primigenios. Tenían forma de carpas gigantes. estaban al servicio del dios Enki, creador y educador de la humanidad, a la que salvó del diluvio. Enki vivía en las aguas de la sabiduría (el Abzu, que corresponde a las marismas del delta del Tigris y el Éufrates), mientras que los apkallu surgieron un día de las aguas para transmitir a los hombres las técnicas para habilitar el mundo, y el arte de fundar ciudades. Cuidaban del árbol de la vida.
Los Siete Sabios: tal eran el nombre con el que los apkallu eran conocidos. entre éstos destacan Uanna o Adapa.
El dios de los cielos, An, maldijo a Adapa. Se había opuesto al soplo divino; literalmente, había roto las alas del viento. Fue llamado al cielo. Enki le aconsejó que se mostrara afligido a fin que Enlil, el dios de las tormentas, que guardaba las puertas de la morada del cielo, se apiadara de su suerte y le dejara pasar. Una vez ante An, tenía que cuidarse mucho de tomar cualquier alimento y cualquier bebida que el dios le ofreciera porque serían mortíferos.
An recibió a Adapa. Le tendió el alimento y la bebida de la inmortalidad. Adapa, recordando la advertencia de Enki, se negó a tomar nada. An, sorprendido, le comunicó que había perdido la ocasión de igualarse con los dioses. Sería un mortal para siempre, así como todos los hombres en cuyo nombre actuaba.
Algunos estudiosos piensan que Adapa y Adán eran una misma figura, que perdieron la inmortalidad -que el árbol de la vida aportaba- por haber querido desobedecido a las órdenes o al soplo divino, tratando de formarse por su cuenta.  

Tres mil años más tarde, la diosa romana Cibeles, de origen oriental, se convertiría en la gran madre del imperio romano, y su hijo, Attis, que se sacrificó por ella castrándose, la viva imagen del dios que da la espalda al mundo material, en el que ya no podría engendrar, para orientarse hacia el cielo. Attis y Cibeles eran atendidos por sacerdotes eunucos llamados gallos. Su nombre derivaba del acadio kallu (palabra que significa Gran Hombre), sacerdotes mesopotámicos al servicio del dios Enki, a imitación de los míticos apkallu.
Attis y Cibeles, dioses tardíos redentores, sobrevivirían bajo otra forma y otra denominación a finales del mundo romano cuando dejó de ser pagano, y sus sacerdotes se convertirían en eremitas, orientados hacia el cielo, donde se ubican las fuentes de la sabiduría, mediando entre los mortales aferrados a la materia y la procreación, y el cielo.