jueves, 19 de mayo de 2016

LOUIS KAHN (1901-1974): FRANKLIN D. ROOSEVELT MEMORIAL. FOUR FREEDOMS PARK (NUEVA YORK, 1973-2012)






















































Fotos: Tocho, mayo de 2016

En el extremo sur de la isla de Roosevelt -una estrecha, alargada y tranquila isla plana, conocida por el conjunto de viviendas que José Luis Sert edificó en 1969-, al este de la isla de Manhattan, la última obra del arquitecto Louis Khan, quien falleció un año después de haber proyectado el memorial del presidente Roosevelt.
Un mausoleo o, mejor, un paseo de granito. Según Kahn, un jardín combinado con una estancia -el origen de la arquitectura-, un espacio personal, una proyección de uno mismo, situado al final de un largo recorrido que se estrecha a medida que uno avanza.
El jardín clásico francés se alía con la arquitectura faraónica. De hecho, los bloques de granito de casi cuarenta toneladas, que delimitan el recinto abierto al río -y al mar a lo lejos, frente a una isla diminuta- fueron levantados mediante rampas de arena, como en el Egipto antiguo.
Un mosaico casual de lastras de granito, de perfiles irregulares, a los pies del conjunto, permite la transición entre la geometría del monumento y el capricho de las aguas, tan grises y frías como el mausoleo.
Éste es un vacío delimitado. Las líneas fugan forzadamente. Árboles idénticos encapsulan aun más el vacío y conducen la mirada hacia el cielo o la espectral cabeza de Roosevelt que parece flotar a lo lejos, sobre las aguas, contra el cielo.
Sin duda, uno de los espacios más serenos y mágicos de Nueva York, construido según los planos de Kahn, y recientemente restaurado.

miércoles, 18 de mayo de 2016

ZARINA HASHMI (1937): THESE CITIES BLOTTED IN THE WILDERNESS (ESAS CIUDADES MARCADAS POR LA NATURALEZA SALVAJE, 2003)











Ciudades que un día fueron centros de cultura que irradiaron, hoy convertidas en ruinas o marcadas por imágenes de ruinas debido a guerras externas o internas: Kabul, Beirut, Bagdad, Sarajevo, Islamabad, Nueva York...

La artista hindú Zarina Hashmi (una parte de cuya obra ya ha sido mostrada en este blog) ha dibujado tan solo la planta de cada ciudad. Pero todas las correcciones, los cambios han quedado inscritos en el papel, borrados, rehechos, eliminados de nuevo, superpuestos, como si de una tierra removida, profundamente herida se tratara, en la que cada marca, cada zanja abierta intencionadamente o por las bombas, no desaparece totalmente. Las plantas de las ciudades resultan de sucesivas capas, de las que solo la última, y más afectada sobrevive, pero en las que las plantas anteriores no se olvidan. Las plantas se extiende horizontal pero también verticalmente, se adentran en la tierra.

CORNELIA PARKER (1956): PSYCHOBARN (LA GRANJA DEL TERROR, 2016)












Fotos: Tocho, mayo de 2016

Cada año, cuando la primavera o el inicio del verano, nuevos espacios desmesurados se ofrecen a algunos artistas de renombre para que construyan una instalación efímera acorde con el espacio: la entrada de la Tate Modern de Londres, el Grand Palais de París, el área de Serpentine en Hyde Park de Londres y, desde hace cuatro años, la gran terraza del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
La artista inglesa Cornelia Parker ha construido una casa sobre el edificio del museo: un decorado más bien, que engaña perfectamente la vista; un espacio inhabitable pero que hace soñar.
A partir de materiales recuperados de una antigua granja norteamericana -un edificio sobrio, de madera rojiza y tejado metálico-, ha construido un caserón inspirado en la inquietante mansión de la película Psicosis de Hitchcock, la cual, a su vez, se basa en una casa abandonada pintada por Hooper -un cuadro que el museo posee.
La casa de la película era un decorado: dos planos sobre una estructura metálica, filmados desde un mismo punto de vista. El mismo sistema y la misma disposición ha sido seguida por la artista.
De golpe, la terraza ha dejado de ser la cubierta de un edificio para convertirse en el atrio de un edificio, el suelo en el que se apoya.
Pero, al mismo tiempo, se trata de una construcción suspendida en el aire, una arquitectura celestial, siniestra por un lado, y evocadora por otro. Desde la calle se recorta contra el cielo.
Casa que es un decorado; decorado construido con las ruinas de un edificio real; una casa de ensueño -casi parece una casa de muñecas, un edificio en el que gustaría vivir- que es una casa del horror; la naturaleza que rodea la construcción que forma parte de un edificio. la artista juega con la ilusión; quizá una alusión a la ciudad de Nueva York



lunes, 16 de mayo de 2016

Nuevo hogar (anillos matrimoniales judíos)














Aunque existen piezas contemporáneas parecidas -pero que han perdido gran parte del simbolismo-, los anillos matrimoniales judíos medievales y renacentistas son objetos emotivos. Los más antiguos datan del siglo X.
Una escultura diminuta destaca sobre la circunferencia. Cincelada, grabada, fundida, muestra una figura en filigrana. Consiste en una pequeña casa, con un tejado a dos aguas. A menudo, la arquitectura es sencilla.
Se trata de anillos matrimoniales. Están decorados con la imagen de un hogar. La unión de la pareja es el inicio de un nuevo hogar, la prolongación de una casa o la fundación de una nueva. El anillo anuncia -y protege- el nuevo espacio, y la vida que éste acoge. Es la promesa de un nuevo hogar.
La unión es lo que instaura y anima un nuevo espacio. La ornamentación del anillo lo hace visible.  La casa no son las paredes ni el tejado, sino las personas que deciden compartir un mismo techo.
En ocasiones, una arquitectura más elaborada, que recuerda un palacio, pone el nuevo hogar bajo la protección de una casa ideal: el templo de Salomón. Éste aparece como el modelo que da sentido y seguridad a todas las construcciones.

El Museo Judío de Nueva York posee varios anillos fundacionales.

sábado, 14 de mayo de 2016

PHILIP GLASS (1937): METAMORPHOSIS (1989)

La urbe (ciudad y cultura en Roma)

Un raro verbo latino, urbo, emparentado con el sustantivo urbs, ciudad amurallada, significaba trazar los límites de la ciudad. Aquel verbo, que se escribía también urvo, estaba asociado igualmente a la palabra urvum que designaba el mango de un arado.
Estas relaciones evocan bien el mito fundacional de Roma y los relatos históricos de la fundación de cualquier ciudad o colonia romana. La fundación empezaba con el trazado, con un arado, de un surco circular o cuadrado que marcaba en la tierra los límites de la ciudad o el perímetro del área sagrada. Este surco, además, permitía la expulsión de los espíritus nefastos y ayudaba a que la ciudad se enraizara en la tierra.
Urbo se podría traducir por urbanizar, ya que urbo no significaba solo fundar una ciudad, sino cultivar la tierra. En efecto, ambas acciones consisten en una intervención sobre la tierra que se traduce en el trazado de una o unas líneas, unos surcos, que pautan, delimitan y parcelan la tierra, introduciendo profundamente figuras geométricas en la tierra indivisa. A través de esas acciones, la tierra se ordena, se domestica -palabra que deriva de domus, casa.
El gesto y el resultado eran calificados de urbanus. Se mostraban de manera urbane. El adjetivo urbanus significa educado; el adverbio, educada, civilizada, espiritualmente. El cultivo de la tierra y la fundación de la ciudad, unían la tierra -la materia- con el espíritu. Las construcciones, los campos manifestaban la presencia del espíritu en la tierra. La ordenación del espacio era el medio con el que los hombres conectaban con lo alto o, mejor dicho, lograban que el espíritu se encarnara y se manifestara entre los hombres. El gesto convertía una selva en un espacio civilizado, y los humanos se volvían humanos precisamente cuando cultivaban y edificaban, cuando se cultivaban. Ya que el gesto del agricultor y del constructor, en último término, tenía como resultado la formación del ser humano, la conversión de un ser en un humano.