Fotos: Tocho, mayo de 2016
En el extremo sur de la isla de Roosevelt -una estrecha, alargada y tranquila isla plana, conocida por el conjunto de viviendas que José Luis Sert edificó en 1969-, al este de la isla de Manhattan, la última obra del arquitecto Louis Khan, quien falleció un año después de haber proyectado el memorial del presidente Roosevelt.
Un mausoleo o, mejor, un paseo de granito. Según Kahn, un jardín combinado con una estancia -el origen de la arquitectura-, un espacio personal, una proyección de uno mismo, situado al final de un largo recorrido que se estrecha a medida que uno avanza.
El jardín clásico francés se alía con la arquitectura faraónica. De hecho, los bloques de granito de casi cuarenta toneladas, que delimitan el recinto abierto al río -y al mar a lo lejos, frente a una isla diminuta- fueron levantados mediante rampas de arena, como en el Egipto antiguo.
Un mosaico casual de lastras de granito, de perfiles irregulares, a los pies del conjunto, permite la transición entre la geometría del monumento y el capricho de las aguas, tan grises y frías como el mausoleo.
Éste es un vacío delimitado. Las líneas fugan forzadamente. Árboles idénticos encapsulan aun más el vacío y conducen la mirada hacia el cielo o la espectral cabeza de Roosevelt que parece flotar a lo lejos, sobre las aguas, contra el cielo.
Sin duda, uno de los espacios más serenos y mágicos de Nueva York, construido según los planos de Kahn, y recientemente restaurado.