lunes, 13 de junio de 2016

MICHEL HOUELLEBECQ (1956): BEFORE LANDING (ANTES DE ATERRIZAR, 2014-2015)










Antes de aterrizar: no sé sabe si suavemente o en caída libre. Posado o estrellado....

El novelista francés Houellebecq tomó un gran número de fotografías para documentar los paisajes de la novela El mapa y el territorio, una sátira del arte contemporáneo.

Sus fotografías retratan Francia desde las alturas (aviones o montañas). Muestran paisajes devastados, grises construcciones, ciudades y campos degradados, ya sea por las heridas de las "grandes superficies" -aparcamientos, centros comerciales, etc.-, ya sea por la preservación a ultranza, la recreación de un pasado rural mitificado (esas insoportables vacas pintadas, supuestamente tiernas y colorísticas, que han invadido las ciudades), que convierte el territorio en un parque temático.
una exposición, en 2014, reveló este aspecto desconocido del arte del novelista.

El Palais de Tokyo, en París, está a punto de inaugurar una nueva gran muestra sobre la fotografía de Houellebecq

sábado, 11 de junio de 2016

Belchite, o el testimonio de las ruinas (Agustí Villaronga -1953-: Incierta gloria, 2016)





















(Bomba aún incrustada en una de las fachadas del campanario -parte superior derecha)

















Fotos: Tocho, junio de 2016


Belchite es un pueblo en ruinas en la Comunidad de Aragón (España).
El gobierno del "Generalísimo" Francisco Franco, vencedor de la guerra, no quiso, pese a las promesas que realizó tras la contienda, reconstruirlo, a fin de que quedara como un testimonio de la destrucción del ejercito del gobierno legítimo republicano, que compensara la poderosa efigie de Guernica, el cuadro de Pablo Picasso. Belchite no sería una imagen sino un testimonio real.

Republicanos y falangistas -o votantes de los partidos de derecha e izquierda- convivían en Belchite antes de la Guerra Civil.
Tras el 18 de julio de 1936, los jóvenes del pueblo tuvieron que acudir a la capital cercana, Zaragoza, para saber dónde tenían que alistarse. Zaragoza bien pronto fue tomada por los sublevados falangistas. Los jóvenes, independientemente de su adscripción política, fueron enrolados en el ejercito del General Franco.
Los habitantes falangistas que habían huido del pueblo, mayoritariamente leal al gobierno republicano, regresaron al cabo de quince días, tomaron el pueblo y ejecutaron no sé sabe cuántos habitantes republicanos.
Toda la región aragonesa cayó en 1937. Belchite era un punto estratégico para controlar el paso de tropas hacia el Mediterráneo (hacia Valencia y Barcelona).
El ejército republicano decidió tomar Belchite, una de las pocas victorias del ejército legítimo. A un precio inimaginable.

La batalla de Belchite duró trece días. La población vivió encerrada en sótanos. Murieron seis mil de los diez mil habitantes.
El ataque empezó por el ábside de una de las iglesias, situada en un extremo del pueblo. La conquista de la iglesia duró un día, que cayó cuando se derribó parcialmente el campanario desde cuyo alto una ametralladora  controlaba los campos circundantes, e impedía el avance de los soldados republicanos. Solo la batalla de la iglesia causó la muerte de ciento cincuenta soldados republicanos. Una bomba aun se encuentra incrustada en una grieta del campanario.
Tomada la iglesia, los combates prosiguieron sin enfrentamientos visibles. No se luchó calle por calle sino casa por casa. Siempre por dentro. Desde fuera nada se veía. Calles desiertas. En cuanto una vivienda caía, se practicaba un agujero en los muros perimetrales, se lanzaban granadas en las estancias de la casa vecina, se aguardaba y se entraba. Así, casa por casa, durante casi dos semanas. Se destruyeron trescientas de las mil quinientas viviendas.
Las heridas se gangrenaban. Solo cabía la amputación. Pero los cortes se infectaban hasta causar la muerte.
Era agosto.  No había tiempo para enterramientos. Los cuerpos se descomponían al momento. Los cadáveres se apilaban en una plaza, se rociaban con gasolina y se quemaban. Solo se han encontrado ochenta cuerpos -aunque algunos aun yacen debajo de las ruinas.
El ejército sublevado contraatacó siete meses más tarde. Se apoyaba en el ejército de África, mercenarios implacables de las guerras coloniales. No hubo casi combates. El ejército republicano estaba en desbandada. Había perdido la batalla del Ebro que abrió la vía a las huestes sublevadas para la conquista de las regiones costeras. Aviones sobrevolaban el pueblo y ametrallaban a la población.
Los muertos fueron echados en dos fosas comunes cubiertas con una losa, convertidas, durante años en santuarios falangistas, a la luz de las antorchas. No se han abierto nunca.

Tras la guerra, y hasta la inauguración del nuevo Belchite -llamado Pueblo acogido por el Generalísimo- en 1954, las casas que aun permanecían en pie, fueron ocupadas de nuevo. Una de las iglesias, en ruinas, incluso acogió celebraciones  religiosas.
 Las ruinas fueron habitadas hasta principios de los años setenta. El peligro que causaban llevó a que las viviendas fueron tapiadas. Desde entonces, la ruina del pueblo se ha acelerado. Tejados y muros se van desmoronando. El vandalismo ha llevado a que, hoy, la visita, sobrecogedora, se realice con guía.

La filmación de la nueva película del director español Agustí Villaronga, Incerta gloria -basada en una conocida novela de Joan Sales, sobre la incierta frontera entre anónimos vencidos y vencedores-, protagonizada por Marcel Borràs, durante dos días, en las ruinas del pueblo, ha permitido visitarlas libremente (el yacimiento se cerró al público externo), con las imprescindibles y hermosas explicaciones de guías, hijos de habitantes del pueblo durante la Guerra Civil -a quienes agradezco sus consejos-.
Espero no haber traicionado sus palabras.












Agradecimientos a los guías del yacimiento, al director Agustí Villaronga y al equipo de la película y del "cátering" y, muy especialmente, a Marcel Borràs, quienes generosamente han permitido asistir a un día de rodaje, y a la visita libre de Belchite

jueves, 9 de junio de 2016

Nabû, el dios de la arquitectura en Asiria (ha muerto)

Nabû. Su nombre significa El Llamado -el Anunciado (el Mesías)-, o el Brillante.

Reinaba en Babilonia antes de ser adorado en Asiria.

Era hijo de Marduk, el dios supremo babilónico. Era el Hijo.

Nieto de Ea o Enki, el dios mesopotámico de las artes, la arquitectura y la magia. Algunos teólogos, sin embargo, consideraban que hijo del mismo Enki en su faceta de dios constructor (cuando Enki edificaba recibía el nombre de Nudimmud).

Nabû nunca perdió la relación con la arquitectura, con los hogares, en particular, que su padre -o su abuelo- fijaron.

"La solidez de un edificio,
la estabilidad de sus cimientos están en Tus manos", rezaba un himno.

La fertilidad de la tierra estaban también bajo sus cuidados: controlaba las aguas de regadío que su padre, Enki, hacía correr por los canales que trazaba.

La mayoría de los textos insisten en la importancia de las manos del dios. Dios de las manualidades, y de la mano que rescata, y que bendice. Manos salvadoras, que modelan y protegen.

Nabû velaba por el destino del mundo. Bajo su responsabilidad se hallaban los fundamentos (los me), los principios del mundo y de la acción en el mundo: era el dios de las esencias, de la ética y la estética. Las fiestas de Año nuevo en Babilonia, que regeneraban el mundo, acontecían en su templo.
Éste, en la ciudad de Borsipa, al sur de Babilonia, era el garante del ordenamiento del cosmos. su templo se llamaba Ezida, que significa Casa (E) de la vida y de la Rectitud (Zid). Se trataba de un edificio modélico, modelo de todos los templos.

El destino estaba en sus manos: lo trazaba con un cálamo en una tablilla de arcilla húmeda. su esposa tardía, Nisaba, era precisamente, la diosa de la escritura. Los acontecimientos memorables, los edictos eternos, las imborrables trazas del universo estaban puestas por escrito, al cuidado de Nabû.

Dios bondadoso, los ancianos y los que nada tenían eran quienes más le imploraban. Algunos himnos a Nabû son hermosos, turbadores. Poseen la grandeza, la humanidad, de las plegarias de Job. Un anciano, desesperado, intentó suicidarse echándose desde la terraza del templo de Nabû. Pero el dios le devolvió el gusto por la vida y descendió.

El culto a Nabû se extendió incluso por el imperio romano hasta bien entrado el siglo III dC. Su asociación con la edificación, el cuidado de los enfermos, los sin-hogar, le llevó a ser equiparado con el dios greco-latino Apolo.

Hace dos días, Nabû ha muerto en Nínive, al norte de Iraq. El ISIL ha volado su templo -parcialmente reconstruido-, la base de cuyos muros aún se destacaban claramente sobre la tierra.

"¡Oh Señor! ¿Cuánto tiempo durará aún la oscuridad
en mis días de apuros?"

(Plegaria a Nabû, 29, Benjamin R. Foster: Before the Muses. An Anthology of Akkadian Literature, p. 699)


PIERRE HUYGHE (1962): THIS IS NOT A TIME FOR DREAMING (NO ES LA HORA ADECUADA PARA SOÑAR, 2004)

This is Not a Time for Dreaming (2004) from Manou on Vimeo.

"Clicando" en la franja azul que indica "Watch on Vimeo", se puede ver legalmente la filmación en el portal Vimeo al instante y sin restricciones.

La filmación -de unas representaciones de un treatrillo de marionetas-, filmación que no es solo un documento de una acción sino una obra en sí misma, responde a un encargo que el artista francés contemporáneo Pierre Huyghe recibió para conmemorar la construcción del Centro de Arte Visuales Carpenter en la Universidad de Harvard en Cambridge, Mass. (EEUU) por Le Corbusier, la única obra de este arquitecto en los Estados Unidos -exceptuando su participación en el edificio de la ONU en Nueva York.

La representación teatral tuvo lugar en un espacio provisional insertado en el edificio, en forma de "burbuja" traslúcida azul.
La o las obras -teatral y fílmica- consiste en una representación con marionetas sobre un doble encargo y los problemas acaecidos: el encargo que le Corbusier recibió -cuyo comanditario se simboliza por una manta religiosa negra, un ávido monstruo que ronda por el escenario-, y el encargo que Pierre Huyghe asumió. Aparecen en escena Le Corbusier, los arquitectos responsables de la dirección de la obra, el arquitecto José Luis Sert -decano de la Universidad de Harvard por el aquel entonces- entre éstos, Pierre Huyghe, sus galeristas norteamericanos, responsables del encargo, y autoridades universitarias.
Pierre Huyghe dudó antes de saber qué hacer, y sucumbió ante la documentación excesiva.
Le Corbusier falleció antes de ver completada la obra.
Y afirmó que soñó que los pájaros dejarían caer semillas sobre las cubiertas del edificio que acabaría, como una olvidada ruina precolombina, engullido por el bosque, como si éste hubiera crecido gracias a la labor fecundante, imaginativa del centro.

La difícil articulación de la presión y del sueño, la obra de arte como interpretación de una obra anterior, los límites inciertos entre ficción y realidad, la relevancia del encargo -¿es una obra una creación espontánea, libre, que responde a un deseo o una necesidad propios, o se lleva a cabo para colmar requerimientos, órdenes ajenos?- son algunos de los temas o preguntas a los que la obra se enfrenta.


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miércoles, 8 de junio de 2016

SILVIA KOLBOWSKI (1953): AN INADEQUATE HISTORY OF CONCEPTUAL ART (FRAGMENTO, 1998)

an inadequate history of conceptual art, 1998/1999 - excerpt from Silvia Kolbowski on Vimeo.

Fascinante documental que recoge los movimientos de las manos de artistas conceptuales a los que la artista argentino-norteamericana pidió que describieran y "visualizaran" con sus gestos obras suyas inmateriales.

Véase una versión más extensa del documental en la página web de la artista.