sábado, 4 de febrero de 2017
BIG THIEF: MASTERPIECE (OBRA MAESTRA, 2016)
Quizá una de las mejores canciones del año que acaba de concluir, por un grupo de Brooklyn (Nueva York)
https://bigthief.bandcamp.com/track/masterpiece-3
Labels:
Estética y teoría de las artes,
Modern Art
TALA MADANI (1981): WRONG HOUSE (CASA EQUIVOCADA, 2014)
Tala Madani es una artista iraní, nacida en Teherán, que vive en Los Ángeles, conocida por sus cortometrajes de animación, pintados, con personajes masculinos grotescos, desnudos o en ropa interior, humillados o que cometen atrocidades, a menudo en espacios interiores que se asocian tradicionalmente con mujeres, que dan vueltas sobre sí mismos, repitiendo incesantemente gestos sin sentido.
El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga presentó hace un par de años una muestra antológica de la obra de esta artista, marcada por los dibujos del norteamericano Robert Crumb.
El castillo del ogro (Narin Qaleh, Meybod, Irán)
Fotos: Tocho, Meyhod (Irán), enero de 2017
Por una vez, Salomón no construyó directamente un palacio, un templo o una fortaleza, sino que mandó a un general, el ogro Dal, que levantara el castillo de Narín en la ciudad iraní de Meyhod.
Se trata de una construcción de adobe (el nombre Narin podría derivar de una palabra persa que se traduce por ocre, y que traduce bien la impresión que que se tiene ante una montaña de tierra conformada por seres sobrehumanos), en ruinas -cuya visita se desaconseja por el mal estado de las estructuras-, sobre un promontorio natural, que data del s. V aC, si bien, ya los elamitas construyeron un castillo en el cuarto milenio aC. El conjunto, uno de los más extensos y antiguos del Próximo Oriente, citado en la epopeya medieval de Shahnameh, posee siete plantas y está rodeado por un anillo de murallas que engloba un foso lleno de agua en su día.
viernes, 3 de febrero de 2017
La protección mágica del hogar (Amuleto contra el mal de ojo iraní)
Acceso al santuario de Ziaratgah en Aryaneh, presidido por un amuleto de Harmala
Abyaneh es un pequeño pueblo de unos doscientos habitantes situado en lo alto de las montañas de Karkas -3850 metros de altura- (Tierra -Kar- de Kasitas, un pueblo que dominó Babilonia en el siglo XV aC), cerca de la ciudad de Kashan, en el centro de Irán.
Tan aislado se encuentra que se conserva aún una lengua mesopotámica anterior a las invasiones árabes.
Poblado mayoritariamente por ancianos, componen amuletos que protegen mezquitas y hogares del mal de ojo, con semillas de una planta alucinógena ensartadas como collares.
Las semillas de esa planta, llamada Peganum Harmala, que crece en el Mediterráneo oriental y sobre todo en centro-Asia, entre Irán y la India, también se echan al fuego. Su chisporroteo ahuyenta a los malos espíritus.
El islam autoriza el uso de estas semillas ya que la planta fue sembrada por Mahoma y cultivada por su hija Fátima.
El uso, sin embargo, es muy anterior al islam. La religión zoroástrica (activa aún, pero que se remonta a principios del primer milenio aC) -y anteriormente los rituales védicos hindúes- aconsejaba el cultivo de la haoma, una planta sagrada, desconocida hoy, según los consejos del primer sacerdote, un hombre sabio llamado Haoma, que inspiró al propio Zoroastro. Se piensa que la Harmala bien pudiera ser la Haoma.
No debería faltar en ningún hogar so pena de.....
Imágenes: Tocho, Aryaneh, enero de 2017
jueves, 2 de febrero de 2017
ELI LOTAR (ELIAZAR LOTAR THEODORESCO, 1905-1969): AUBERVILLIERS (1945)
"AUBERVILLIERS" from LES INTROUVABLES EN CINÉMA on Vimeo.
La letra de las canciones es del poeta Jacques Prévert.
Aubervilliers se ubica en la periferia de París.
Se trata de uno de los documentales urbanos tras la Segunda Guerra Mundial más importantes.
El fotógrafo y cámara rumano-francés surrealista Eli Lotar trabajó para Buñuel y Jean Renoir.
La letra de las canciones es del poeta Jacques Prévert.
Aubervilliers se ubica en la periferia de París.
Se trata de uno de los documentales urbanos tras la Segunda Guerra Mundial más importantes.
El fotógrafo y cámara rumano-francés surrealista Eli Lotar trabajó para Buñuel y Jean Renoir.
miércoles, 1 de febrero de 2017
El jardín persa
Tocho: Jardín de Bagh-e Fin en la ciudad de Kashan (Irán), siglo XVI, enero de 2016
"El jardín tradicional persa era un espacio sagrado que debía reunir en un rectángulo cuatro partes que representaban las cuatro partes del mundo, con un espacio aún más sagrado que los demás y que era como un ombligo, el ombligo del mundo ubicado en el centro -donde se hallaba la pila y el surtidor. Toda la vegetación del jardín debía repartirse en este espacio, en esta especie de microcosmos.
En cuanto a las alfombras eran, originariamente, reproducciones de jardines. El jardín es una alfombra donde el mundo entero acude para acometer su perfección simbólica; la alfombra es una especia de jardín móvil a través el espacio. El jardín es la parcela más pequeña del mundo y es al mismo tiempo la totalidad del mundo"
(Michel Foucault)
Salomón y la alfombra voladora
La historia cuenta que Parsagade, una de las capitales persas, fue fundada por el emperador Ciro, cuya tumba se alza aún en el centro de las ruinas casi invisibles de la ciudad.
Pero los mitos y las leyendas, que cuentan la verdad, afirman que el rey Salomón (Suleiman) fundó dicha urbe.
Salomón era hijo del rey David, una figura tan imaginaria como su hijo. Tras centenares de años, sin una morada fija -tan solo el Arca de la Alianza lo acogía- Yahvé escogió a David para construir el primer templo en el corazón de Jerusalén. Mas, ocurrió que David incurrió en una falta tal que Yahvé le mandó que entregara los planos del templo, trazados por Él, a su hijo Salomón. David había mandado a la muerte al general hitita Urías para quedarse con su esposa Betsabé. No era digno de alzar el templo. Historias cuentan que el mismo Yahvé aconsejó a Salomón que escogiera a un arquitecto fenicio, pero la verdadera historia narra que Salomón no necesitó a nadie.
La reina de Saba, que era una maga, le había regalado un bien precioso: estaba tejido con los hilos más preciados, y se apoyaba sobre cuatro figuras aladas. El brillo de la alfombre voladora ensombrecía al mismo sol. El Corán cuenta que Alá permitió a Salomón controlar los vientos. Le acompañaba un ejército de duendes. La alfombra se alzaba, se plegaba, se enrollaba: le ofrecía un suelo y un techo. Anidada en ella. En ocasiones, la alfombra portaba su palacio, mas, habitualmente, ella misma era el palacio acogedor.
Según otras interpretaciones, la alfombra era de madera, que el viento levantaba. En todos los casos, centenares de miles de tronos descansaban sobre la alfombra que también transportaba un ejército, así como una multitud de caballos y de camellos.
Gracias a ella, Salomón pudo construir el templo en tierra segura, y transportarlo hasta Jerusalén. Asimismo, desplazaba los sillares con los que construyó Parsagade y, muy especialmente, una amplia plataforma que aún se alza sobre la ladera de una colina, dominando la desvanecida ciudad, y que la historia profana atribuye a los emperadores Ciro y Darío en el siglo VI aC.
Pero los mitos y las leyendas, que cuentan la verdad, afirman que el rey Salomón (Suleiman) fundó dicha urbe.
Salomón era hijo del rey David, una figura tan imaginaria como su hijo. Tras centenares de años, sin una morada fija -tan solo el Arca de la Alianza lo acogía- Yahvé escogió a David para construir el primer templo en el corazón de Jerusalén. Mas, ocurrió que David incurrió en una falta tal que Yahvé le mandó que entregara los planos del templo, trazados por Él, a su hijo Salomón. David había mandado a la muerte al general hitita Urías para quedarse con su esposa Betsabé. No era digno de alzar el templo. Historias cuentan que el mismo Yahvé aconsejó a Salomón que escogiera a un arquitecto fenicio, pero la verdadera historia narra que Salomón no necesitó a nadie.
La reina de Saba, que era una maga, le había regalado un bien precioso: estaba tejido con los hilos más preciados, y se apoyaba sobre cuatro figuras aladas. El brillo de la alfombre voladora ensombrecía al mismo sol. El Corán cuenta que Alá permitió a Salomón controlar los vientos. Le acompañaba un ejército de duendes. La alfombra se alzaba, se plegaba, se enrollaba: le ofrecía un suelo y un techo. Anidada en ella. En ocasiones, la alfombra portaba su palacio, mas, habitualmente, ella misma era el palacio acogedor.
Según otras interpretaciones, la alfombra era de madera, que el viento levantaba. En todos los casos, centenares de miles de tronos descansaban sobre la alfombra que también transportaba un ejército, así como una multitud de caballos y de camellos.
Gracias a ella, Salomón pudo construir el templo en tierra segura, y transportarlo hasta Jerusalén. Asimismo, desplazaba los sillares con los que construyó Parsagade y, muy especialmente, una amplia plataforma que aún se alza sobre la ladera de una colina, dominando la desvanecida ciudad, y que la historia profana atribuye a los emperadores Ciro y Darío en el siglo VI aC.
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